CAPÍTULO 18

Rescate



Poco a poco mis ojos se cerraron.

¿Qué era eso que me inyecto?

Dijo que solo me haría dormir, pero me siento tan cansada, tan débil.

No puedo dejar de pensar en lo estúpida que fui en seguir con Fernando y de dejar que Alex se alejara de mí.

Por un tiempo estuve molesta, me sentí traicionada. Pero amo a Alex, es el amor de mi vida, siempre lo ha sido.

Necesito salir de aquí y poder decírselo, decirle que nunca lo pude olvidar, que a pesar de que me casé con Matt, yo nunca deje de pensar en él.

Necesito salir de aquí.

El efecto duro casi todo el día, mi cabeza está adolorida, siento el cuerpo sin fuerza, no sé cuánto tiempo pueda resistir esto, abro los ojos y la luz que entra por la ventana, me anuncia que está por atardecer, creo que sigo sola aquí, no escucho ningún ruido en el resto de la casa.

Llevo bastante tiempo intentando sacarme estas esposas, pero es inútil, mis manos no resbalan y están bastante ajustadas, me lastiman. 

Estaba pensando en alguna otra forma de escapar, pero la incapacidad de mi pierna no me permitiría forcejear con Fernando y huir de aquí, aunque si no escapo lo más pronto posible y él sigue sedándome de esta manera no sé cuánto tiempo pueda soportar mi cuerpo estas sustancias, en ese momento escucho que abren la puerta.

–Mi amor, volví. ¿Ya despertaste? —camina hacia la habitación— Oh, sí. Mírate ahí estás, te traje de comer.

Se acerca a mí y me da un beso en la frente mientras abre las esposas.

–Ven cariño, te ayudo a ir al comedor.

Me ayuda a incorporarme, pero algo nos interrumpe. 

Un golpeteo desesperado en la puerta de la entrada se escucha por toda la casa.

–¡Natasha!

¿Alex? ¿Quién tocaba era Alex?.

A Fernando le cambio el semblante, me sujeta pegándome a su cuerpo, tapa mi boca con fuerza y saca el arma de su espalda.

–Ni se te ocurra hacer algún ruido o jalo del gatillo —apuntando hacia mí— ¿Entendiste? 

Solo pude mover mi cabeza.

Fernando me deja caer en la cama sin dejar de apuntarme, a lo lejos se seguía escuchando el forcejeo de Alex por intentar abrir la puerta.

Mientras tanto, Fernando toma varias jeringas preparadas y las esposas.

–¡Levántate! —apuntando con el arma.

–No puedo caminar —digo temerosa.

–¡Que te levantes, te digo! —grita.

Cómo puedo y con mucho dolor me levanto y me lleva hacia el baño. Me empuja del hombro y me hace caer al piso, toma mis manos y las entrelaza en la tubería del lavamanos.

Sin soltar la pistola, encaja una tras otra las jeringas en mi brazo.

–Fernando, por favor, no le hagas nada, me quedaré contigo. Por favor —suplicó entre lágrimas.

El contenido de esas jeringas era demasiado, voy perdiendo el conocimiento poco a poco, más rápido que la última vez.

–Voy a acabar de una vez por todas con todo aquel que se interponga en mi camino y si no vas a estar conmigo entonces, no tienes por qué vivir.

Se levanta cerrando la puerta detrás de él y dejándome ahí tirada semi inconsciente.

Sus pasos se alejan, escucho el cerrojo de la puerta principal, algunos gritos que no alcanzo a descifrar, golpes, culminando con un disparo.



No puedo creer que todo acabe así, maldita sea la hora en que te conocí Fernando, el día en que me deje envolver por ti, por tus palabras, por tus mentiras, maldita sea la hora en que no corrí a los brazos de quién amo con todo mi ser…

Escucho unos pasos que se dirigen al baño, veo girar el picaporte...

–¡Nath! —tirándose al piso, arrancando la tubería del lavamanos y sujetándome en sus brazos.

–¿Alex?... Estás vivo —sonreí levemente mientras mis ojos se cerraban.

–¡Nath!, ¡Natasha!, ¡Despierta!... Amor, por favor, no me dejes... No sabría vivir sin ti. Por favor perdóname. 

Ver su cara por última vez es una manera muy grata de morir.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top