CAPÍTULO 17

Otra perspectiva

NARRA ALEX


El día de mi accidente…

–Nath ya se fue, ahora exijo una explicación.

–¿Cómo sabes que te oculto algo?

–Alex, eres mi hermano. Te conozco mejor que nadie en este mundo, algunos golpes que traes son de hace días. ¿Qué pasa?

Ya no podía ocultarlo, y con la llamada que acababa de recibir menos. Le cuento todo a Joel, necesito ayuda antes de que me maten lo les hagan daño a él y a Nath.

–¡¿Pero qué carajos estabas pensando?!

–Yo, no… no lo sé —soy sincero, ya no sé por qué lo había hecho.

–Bien, no sirve de nada reclamarte. Debemos ir a la policía.

–Joel no, esta gente es peligrosa, ir a la policía solo los provocará más. Hay que darle lo que piden, seguro con eso se calman.


–¡Pero les dimos el dinero!

–Sí, pero quieren hacerme pagar por haber ido de soplón. Tengo un plan y espero tu ayuda.

–¿Qué clase de plan? —pregunta Joel.

–Necesito que crean que lograron su cometido, esa será la única manera en que los dejen en paz a ti y a Natasha.

–Estás loco, no haremos eso.

–Es la única manera que se me ocurre por el momento, ¿Tienes alguna otra idea?.

–Bien, le diré a Nath que me ayude a planearlo.

–No, Nath no puede enterarse —bajo la mirada.

–¿Qué? ¿Sabes lo que va a sufrir si de verdad piensa que estás muerto? 

–Lo sé, pero no sé cuándo podré volver y seguro los van a monitorear a los dos. Necesito hacer esto solo. 

–No te dejaré solo, esto es peligroso. 

–Por lo mismo, tienes que quedarte con Natasha y cuidarla. Ellos creerán que estoy muerto, así que no correré peligro.



Años más tarde…

–Tengo dos cosas que decirte —escuche decir a Joel por el teléfono.

–¿Pasó algo?

La autoridad por fin atrapó a los sujetos con los que hiciste negocio, en una de sus entregas la policía les hizo una emboscada, tuvieron una persecución y los que no terminaron muertos están en prisión.

–¡Fantástico! Ya puedo regresar.

–No, no puedes.

–¿Por qué? Ya no estamos en peligro, pasaron varios años, quizá ya ni me recuerdan. 

–Natasha se va a casar.

Escucho las palabras de Joel y en automático una daga que me atraviesa el pecho, una herida que, aunque no es física, me mata.

–No, eso no. No lo ama como a mí, él no la ama como yo. Joel, si yo regreso ella no querrá casarse con él, si sabe que estoy con vida correrá a mis brazos.

Y por eso mismo no puedes volver.

–¡Eres mi hermano! ¡¿Cómo carajos me dices eso?!

–Ella es feliz. Todos estos años la vi llorar por ti, dejar de disfrutar de la vida porque le hacías falta tú, pero ahora Matt la hace feliz, en cierta forma le da luz a su vida. 

–Yo la amo —dejo caer mis lágrimas— Todo este tiempo me mantenía de pie por la esperanza de volver a su lado y ahora que puedo, ella me olvidó.

Te amo hermano, pero también la amo a ella y no seré participé en volverla a hacer sufrir. Aprende a vivir sin Natasha, ese es el precio de tus errores.

Cuelgo el teléfono y miro su fotografía, Joel tiene razón, ella me olvidó, solo me queda su imagen en este retrato ¿Debo conformarme con eso? La amo más que a nada en este mundo y no soy yo quien la hace feliz.  

Tiempo después…

–¿Qué tal estuvo tu vuelo? 

–No estuvo mal, la azafata es linda. Además, tenía ganas de hacerlo en un avión —contesta Joel.

–¿Cuándo se te quitará lo mujeriego? —sonrió y rodeó los ojos.

–El día que de verdad aparezca el amor de mi vida. 

–Si sigues así, nunca.

–Cuéntame ¿Cómo vas con los arreglos para regresar? —pregunta Joel. 

–Ya casi está todo listo, no venderé la empresa, pero estoy dejando a alguien a cargo mientras no estoy. 



–¿Compraste la casa? —me pregunta Joel.

–Sí, ya le pedí a Charlie que se encargue de eso.

–¿Estás seguro de hacerlo de esta manera? 

–Sí, estoy seguro. Esa casa representa mucho para Nath y para mí.

–Hablé con ella, hace un rato.

–¿Cómo está? —pregunto.

–Bien, aunque la note algo extraña. Ya veré de qué se trata cuando llegue a casa. 


–¿Qué hay? ¿Qué es lo que tenía a Nath tan misteriosa? —pregunto.

–No te va a gustar –dice Joel por la bocina.

–¿Le pasó algo? 

–No, ella está bien, solo que un tipo loco arremetió contra su auto, la policía ya está investigando, pero está bien, nada de que preocuparse.

–Bueno, confío en ti. 

–Si, ella no estaba ahí por fortuna... Hay otra cosa… está saliendo con alguien.

–¿Qué?... Esta vez no me vayas a salir con que me aparte porque no lo voy a hacer —digo con enojo.

–No, de hecho hay algo que no me gusta de este tipo, tiene algo que no me agrada. 

–Necesito ir para allá de inmediato, no voy a perderla de nuevo.


–¿Seguro no quieres quedarte en mi casa? —me pregunta Joel.

–No, así está bien. No quiero que Nath me vea si llega a ir. 

–Bueno, pero… —suena su móvil y responde— Sí… Hola Sandy, ¿Qué pasa?... ¿Qué? Voy en camino.

–¿Qué ocurre? —pregunto.

–Al parecer robaron el departamento de Nath. Ella va de camino para allá.

–¿Ella está bien?. Vamos, te acompaño —respondo.

–No —dice tajantemente— ¿Quieres que la primera vez que te vea de nuevo sea así, en crisis? Yo voy, te mantengo al tanto de la situación.

–Maldita sea… Está bien.


"Ella está bien, me quedaré en su casa, te llamo después"

Estar de lejos viendo todo lo que pasa me consume por dentro, como me gustaría estar a su lado, protegerla. Ser solo un espectador me está volviendo loco. 


–¡Necesito estar con ella ya!

–Tú pusiste las reglas del juego, empezaste con este teatrito de Hoffmann, ahora lo terminas, ella está en crisis, no sabemos quién carajos la está acechando, no puedes venir a sumarle más inestabilidad a su vida.

–¿Inestabilidad? Joel por favor, alguien se metió a su casa mientras dormía y quién se supone que la debería de proteger solo está de adorno, yo debería de estar ahí con ella no ese imbécil de Fernando.

–Tú te quedas dónde estás. Ella está bien. Se irá a casa de él.

–¿Qué?

–Es su novio, es lógico que acepte su ayuda.

–¿Por qué no se va contigo? 

–Ya te lo dije, Fernando es su novio, en un momento así es normal que esté con él.

–¡Él no es de fiar, maldita sea!

–No puedes hacer nada, Alex, tienes que esperar.

–¿Esperar qué? ¿Qué se enamore de él? ¿Qué se case y yo me quedé de brazos cruzados?



–Se ve hermosa —digo mientras la miro por la ventana del coche.

–Ya es hora, solo esperaremos unos minutos a que entre y después podrás entrar tú.

–¿Y si me odia? No podría soportar su desprecio.

–Ella no te va a odiar. Solo explícale todo lo que has hecho y que fue por amor, te va a entender. Ella siempre te ha amado.

–Pero está con él.

–Pero no lo ama, eso lo sé.



–¿Puedes oírme? Nath, mi amor. Todo va a estar bien. Los paramédicos están aquí.

¡Joel, maldita sea haz algo!

Subo a la ambulancia, Joel va detrás de nosotros. Le ordenó a Charlie que siga el plan de encubierto y notifiqué a Sandy del accidente.

–¿Cómo está? —le pregunto a Joel.

–Por fortuna bien, está fuera de peligro. En cuanto despierte puedes pasar a verla, pero por favor no la alteres.


–Se va a casar con ese imbécil.

–Espera, ¿Qué? —dice Joel, confundido.

–Lo que escuchas, me lo acaba de decir. No voy a perderla sin luchar Joel, no la voy a perder de nuevo.


                         

–¿Te ha contestado? —pregunta Joel.

–No, ¿Y a ti?

–Tampoco —suena su móvil y responde— Hola querida, ¿cómo estás?... ¿Por qué? ¿Pasó algo?... ¿Está molesta contigo también?... Ese imbécil siempre actúa extraño… ¿Crees que pudo hacerle algo?... Vamos para allá.

–¿Qué pasa? —pregunto.

–Sandy piensa que Nath está en peligro.

–¿Está bien? ¿Qué paso?

–Fernando actúa extraño y Nath no le contesta a Sandy.

Maldita sea, no debí darle su espacio.

Ella solo estaba haciendo una rabieta por la mentira, debí insistir más.

Me hierve la sangre, mi corazón palpita aceleradamente; no puedo perderla, no ahora. 

Tiene que estar bien, tengo que encontrarla.

Subimos al auto y lo primero que hacemos es ir a casa de Fernando y buscarla, llamo a la puerta repetidas ocasiones suplicando porque estuviera ahí dentro, pero nadie contesta. 

Mientras estaba frente a la puerta tocando una vez más, apareció una viejecita vecina del lugar.

–¿Buscan a alguien? —pregunta la anciana.

–Si, ¿sabe si se encuentra el Sr. Dávalos o su novia? —le pregunto Joel.

–No, Fernandito  salió ayer con algunas maletas y dijo que saldría de viaje.

–¿Sabe a dónde fue? —pregunte.

–No.

¿Maletas? Este imbécil se la llevó lejos, pero ¿A dónde?.

–Esto está mal —digo con desesperación.

–La encontraremos, no te preocupes —Joel trata de calmarme.

–Si ese imbécil le puso una mano encima, lo voy a matar.

–No pudo llevársela lejos, él aún está trabajando.

–Tengo que verle la cara al idiota ese.

Joel tiene razón, no pudo llevarla muy lejos, pero ¿Estará bien?, Ella aún no se repone de la operación.

Tengo tanta rabia contenida, si hubiera aparecido antes no se hubiera involucrado con este imbécil. 

–Antes de hablar con él necesito que te calmes.

–¡¿Qué me calmé?! ¡Joel!, Nath no aparece. No sabemos si está con vida y ¿Me pides que me calme para hablar con este idiota?.

–Sí, eso mismo te estoy pidiendo. Tenemos que ser prudentes, si no actuamos con cautela él podría hacerle daño.

Tiene razón, así que trato de mantener la calma. Entramos y ahí estaba, hablando con Sandy en la recepción.

–¡Ey tú! —dije molesto.

–Que tal amigos, ¿Puedo ayudarlos?

–¿Dónde está Nath? —digo acercándome a Fernando.

–¿Y quién se supone que eres tú?... ¡Ah, ya sé!, ¿El exnovio muerto de mi prometida? O ¿El supuesto "Sr. Hoffmann"? —hace comillas en el aire— ¿Cómo debo llamarte? —ríe irónicamente.

–¿Qué le hiciste? —pregunta Joel.

–¿Crees que le haría algo a mi prometida?. Si no saben nada de ella es porque ella no quiere verlos. Así que si me permiten, tengo mucho que hacer.

Pasó a lado de mí, tenía tantas ganas de golpearlo hasta que Joel me tomó del brazo y me hizo una seña. 

–Necesitas calmarte, es obvio que oculta algo. 

–Debiste dejarme que le sacara lo que sabe a golpes.

–Alex, con eso no solucionamos nada. Hay que seguirlo.

–¿Quieren que llame a la policía? —pregunta Sandy.

–No querida, aún no. Pero mantente al pendiente de tu móvil por cualquier cosa —le contesta Joel.

Subimos al auto y vamos tras él, después de un par de calles lo alcanzamos para seguir sus pasos.

Todo parece normal, pasó a un par de casas a supervisar los proyectos que tiene la empresa de Nath. 

Después fue a un restaurante de comida rápida y se dirige a su casa.

–Tenemos que entrar —le digo a Joel.

–No, aún no.

–¿Cómo que no? !Joel, ella puede estar herida¡

–Hermanito, la rabia y el amor no te dejan pensar. Dudo mucho que si tiene a Nath, la tenga en su casa. Este tipo además de extraño es muy listo, lo he visto comportarse. Créeme si la secuestró tarde o temprano nos guiará a ella. 

No sé cómo podía estar tan tranquilo, pero en parte tiene razón. Yo no estoy razonando bien, quiero poder rescatarla y tenerla de nuevo en mis brazos, es todo en lo que puedo pensar.

No esperamos mucho fuera de su casa y unos minutos después sale con una mochila grande, la sube al maletero y se marcha. 

Aún no se percataba que lo seguimos, tomamos nuestra distancia para que no nos note y después de unos minutos tomo carretera, se dirige a las afueras.

Se incorpora a una brecha que da hacia unas pequeñas casas, la particularidad de estas  casas de campo es que tienen mucho espacio entre sí, así que bien podría tener ahí a Nath, nadie escucharía nada.

–¿Qué haces? Acércate más, entraremos de una vez —le digo a Joel.

–No. No sabemos lo que esté planeando, no voy a exponerte a ti y mucho menos a ella. Llamaré a la policía.

–No puedo esperar a que llegue la policía, voy a entrar.

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