CAPÍTULO 12
LA ENTREGA
–¿Qué hizo qué?
–¡Ssshhh! Sandy, baja la voz. Fernando está aquí al lado.
–Es que no puedo creer que te acorralara de esa manera.
–No me acorraló
–¡Claro que sí!. Acaso, ¿No te das cuenta? Te está poniendo contra la pared. ¿Te quieres casar?
–No
–Entonces, ¿lo vas a dejar?
–No lo sé.
– Ahí está, te está presionando para que lo aceptes. Se está aprovechando de la situación.
–Sandy no seas paranoica, él está enamorado y quiere casarse con una chica que no sabe si quiere estar con él. ¡Maldita sea! Sandy ¿Qué voy a hacer? —me llevo las manos a la cara.
–Decirle que no, que no estás lista y que no espere una respuesta por un muy buen tiempo. Si de verdad te ama como dice entonces te esperará el tiempo que sea necesario.
Ya habían pasado un par de días y no volvimos a tocar el tema de la propuesta, Fernando parecía muy calmado y tranquilo, el anillo estaba acechándome desde el compartimiento de mi bolso, pero aún no hacía que me decidiera.
Habíamos estado en la rutina normal, del trabajo a su casa, desayunábamos juntos, comíamos juntos, cenábamos juntos, comenzaba a pensar que necesitaba que me dejara respirar un poco y así poder pensar mejor qué iba a hacer, necesitaba dejar de vivir con él con urgencia, tener mi propio espacio de nuevo.
–¿A qué hora es la entrega de la casa Hoffmann? —pregunta Fernando mientras camina hacia el escritorio.
–A las cuatro, ¿Por qué? —pregunto.
–Creo que no podré acompañarte, llegan los pisos que pedimos de importación y quisiera supervisarlos para que no nos pase lo de la última vez.
–Está bien, no te preocupes. Yo puedo sola. Es mejor que te asegures de que no lleguen rotos esta vez.
Fernando salió de mi oficina y entró Sandy momentos después…
–¿Son los papeles del proyecto Hoffmann? —pregunto mientras señalo la carpeta que tiene en sus manos.
–Sí, aquí está todo —extiende los documentos y me los entrega.
–Que bien, quiero que esté todo listo y perfecto —comienzo a darle una hojeada a todo.
–No te parece que le estás dando mucha importancia a este proyecto en particular? —dice.
–Solo un poco, me importa mucho está casa
–¿Por qué? Digo, eres muy entregada en todo lo que haces, pero con este en particular te has enfrascado totalmente.
–A ti no te puedo mentir —me senté y ella hizo lo mismo— Ya conocía esa casa.
–¿Cómo? —pregunta intrigada.
–El día de la última fiesta a la que asistí con Alex fue en esa misma casa.
–Ahora todo tiene sentido, te recuerda a él.
–Es algo más que eso –mencione y me recargue en el respaldo de mi silla— Alex y yo hicimos el amor en esa casa.
–¡¿Qué?!, Pero yo pensé que Alex y tú nunca —mueve la cabeza de un lado a otro.
–Ese día Alex llegó por mí, no estaba bien, algo había pasado y no quiso decirme que era. Fuimos a la fiesta y a ambos nos sorprendió lo bella que era la casa, en el transcurso de la noche la recorrimos e íbamos mencionando que cosas le quitaríamos, que agregaríamos si fuera nuestra —sonreí con nostalgia— Alex bebió demasiado y en un punto de la noche me llevó a la planta alta, entramos a la habitación principal y paso —encogí los hombros y sonreí.
–¿Y después? —pregunta.
–No podíamos quedarnos a dormir ahí, así que como pude lo lleve a casa y lo deje en su cama. Yo regresé sola a la mía y mi mamá estaba furiosa —esbocé media sonrisa— Porque casi amanecía y nadie me había acompañado a casa. A medio día Joel llegó de nuevo, no recordaba lo que había pasado o por lo menos eso parecía hasta que me besó, quería que lo acompañará a la fiesta del muelle, pero sabía que si iba con él mi madre se pondría furica, así que lo deje ir y quedamos en hablar de lo que había pasado la noche anterior. Por el resto, ya te sabes la historia —concluí con una mirada perdida y melancólica.
–Entonces, pusiste algo de ti en esa casa —dice Sandy sonriendo levemente.
–Sí, agregue y quite lo que él y yo habíamos planeado cuando la vimos. Obviamente, el señor Hoffmann estuvo de acuerdo con cada cambio. Lo hice más que nada para cerrar un ciclo, para enterrar definitivamente a Alex —baje la mirada.
–Ay amiga, tienes que seguir. Alex es una sombra que siempre estará ahí, pero no puedes seguir aferrada a ella —se inclina hacia delante y me toma la mano.
–Lo sé —apreté su mano también— Por eso hoy es la despedida.
–Bueno, basta de melancolías —se incorpora— Por cierto, te llegó un paquete hace rato. Supongo que es algún obsequio de Joel por tu cumpleaños, el empaque es muy bonito —camina hacia la salida y unos minutos después entra con una caja grande y preciosa que coloca sobre el escritorio.
–Gracias Sandy —dije.
–Seguramente si es de Joel, estuvo tan ocupado con sus cirugías que solo me mandó un mensaje de felicitaciones —le comento a Sandy.
–Sabes que nunca lo pasa desapercibido, siempre es muy espléndido contigo.
Empiezo a abrir la caja y lo primero que veo es una nota...
"Un pequeño presente para
nuestra cita de hoy"
Mr. Hoffmann
Levantó el pequeño papel de seda que cubría el obsequió y para mí sorpresa era todo un atuendo. Un vestido color rosa pálido, unas zapatillas a juego, joyería, un bolso y un adorno para el cabello. Extrañamente todo exactamente de mi talla. ¿Qué diablos?.
–Es hermoso —dice Sandy— Joel sabe exactamente tus gustos.
–No lo envío Joel —en ese momento Sandy me arrebata la tarjeta de la mano.
–¡Wow! Tienes un admirador.
–Ni siquiera lo conozco. No voy a aceptarlo, esto además de ser inapropiado es extremadamente costoso.
No se necesitaba ser experto para saber que las cosas dentro de esta caja valían una considerable suma de dinero.
–Cariño ya me...—mirando la caja— ¿Qué es eso? —camina hacia mí.
–No es nada—intentando ocultar lo que había dentro y quitándole la tarjeta a Sandy de la mano.
–Bueno, yo los dejo. —sale Sandy de la oficina.
–Pues para no ser nada tiene una caja enorme —Fernando destapa la caja y me arrebata la tarjeta.
Su cara cambió por completo, era la misma expresión que aquella vez en mi departamento.
–¿Qué es esto?—sujetándome del brazo.
–Es solo un presente, quizá es su costumbre. No tienes que preocuparte, lo devolveré en un rato.
–¡No! ¡No vas a ir!—grita.
–Me estás lastimando —tratando de que me soltará.
–¿Tú le coqueteaste? —grita y aprieta aún más fuerte.
–Fernando suéltame, me lastimas.
–¿Qué está pasando? —Sandy abre inesperadamente la puerta.
Fernando me soltó y se volteó apartándose de mí y con rabia contenida.
–Nada, es solo un malentendido —sonreí falsamente.
–Pero yo vi… —dice Sandy aún sujetando la puerta.
–¿Qué no oíste? —la interrumpe Fernando— Es solo una discusión en pareja. Déjanos solos —volteando molesto a verla.
–La estabas lastimando —mirándolo enojada.
Antes de que Fernando contestará y empezarán a pelear me adelante.
–No, para nada. Ya te dije, solo fue un malentendido. Pero ya está todo bien, ¿verdad? — miro a Fernando.
–Si, todo bien —sonriéndole falsamente.
– Estaré afuera si me necesitas —mirándome.
Sandy cerró la puerta y a mí no dejaba de pulsarme el brazo por el agarre de Fernando.
–De nuevo perdiste el control. ¿Así quieres que me case contigo? ¿Aguantando tus desplantes y mintiendo por ti? —dije molesta.
–Lo siento. Es que me hierve la sangre de pensar en el atrevimiento que este tipo se tomó y más aún que vas a estar con él en un rato —se acerca a mí.
–Voy a devolverle el paquete, no voy a una cita con él —retrocedí.
–Amor, lo siento, no volverá a pasar —acercándose aún más.
–¿Cuántas veces más voy a escuchar eso?
–Prometo que me empeñaré en cambiar mi actitud —toma mi mano.
–Ahora no es tiempo de hablar de nosotros, así que, por favor, ya ve a checar el embarque y yo me alistaré para entregar la casa Hoffmann —molesta evité su beso.
Esta actitud cada vez es más recurrente.
Creo que es tiempo de terminar esta relación.
Fernando salió de mi oficina y Sandy entró corriendo.
–¿Estás bien? —dice asustada.
–Sí, estoy bien —dije despreocupada.
–¿Por qué lo defendiste?
–No lo defendí, no pasaba nada. Ves cosas donde no. ¿Platicamos luego? Necesito ir a recoger unas cosas antes de la casa Hoffmann —evadiendo por completo su interrogatorio.
Subí a mi coche y solo manejé, no tenía nada que recoger antes de la entrega, es solo que no quería que Sandy me dijera lo que en el fondo ya sé. Pase por un café y vi un mensaje de Fernando.
"Amor, te amo mucho.
Lo siento"
De verdad este hombre se la vive pidiendo disculpas.
Quería dejar de lado este tema para poder concentrarme en el rechazo que va a recibir mi cliente cuando vea que no voy a aceptar su obsequio.
Llego a la casa, estacionó mi auto y veo en la entrada al Sr. Rivera, pero hay quien lo acompañé.
–Que tal —sonreí mientras bajaba del coche.
–Buenas tardes, Srita. Beckett —extendiendo su mano.
–Buenas tardes —correspondo al saludo y pregunto— ¿Y el señor Hoffmann?.
–Me pidió que le dijera que viene con unos minutos de retraso y que si pudiera esperarlo en la biblioteca se lo agradecería.
–Ah, muy bien. Entonces lo espero adentro —camino hacia la entrada sosteniendo el paquete en mis manos.
–Si no es indiscreción, ¿No le gustó el obsequió? —señalando la caja.
–Oh no, no es eso —contesto— Es bellísimo, solo que no puedo aceptarlo. Quisiera devolverlo en persona y explicar mis motivos.
En la acera de enfrente...
–Se ve hermosa.
–Ya es hora, solo esperaremos unos minutos a que entre y después podrás entrar tú.
–¿Y si me odia?
–Ella no te va a odiar. Solo explícale todo lo que has hecho y que fue por amor, te va a entender.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top