UNA MISTERIOSA GUITARRA

CARTA DE GERARD A FRANK : (Enero 2020)




"Hola, FRANK. Te escribo esta carta para darte una explicación de las extrañas cosas que sucedieron previas al concierto de diciembre de 2019. Sé que mi actitud, tanto hacia ti como hacia los demás, ha sido más extraña de lo habitual. Sé que siempre me han considerado como un "raro", pero no por ustedes, que han sido mi familia. Siempre he sido considerado extraño por los demás, en el colegio, en las fiestas, en los grupos, en todas partes. Pero desde que estoy con ustedes, Mikey, Ray, LIN_Z y tú, esa rareza se ha convertido en algo valioso para mí, en lo que soy. La he aceptado y veo la importancia que ha tenido para el desarrollo de la banda y también para nuestra amistad.

Así que, viendo que me he sentido comprendido, ya que somos un grupo de "raros", y sé muy bien que ustedes han experimentado esas mismas sensaciones de ser diferentes, nos hemos acogido mutuamente como "algo más que amigos", "algo más que hermanos", como si fuéramos "uno solo", una sola mente habitando distintos cuerpos. Así se convirtió MCR.

Aclarando mis sentimientos hacia la banda, que sé que es el sentir de cada uno de nosotros, pasaré a relatar cómo empezó todo, el origen de las extrañas cosas que viví. Muchas veces me pregunto si eso no fue un sueño o una pesadilla. Aún tengo dudas. Me digo a mí mismo que quizá fue una alucinación provocada por todo el ajetreo del regreso de la banda, por mis copas de más o simplemente por mi "rareza". Pero hay momentos en los que reflexiono profundamente sobre los sucesos que vi, escuché y sentí, y un inefable escalofrío amortaja mi piel, como las tinieblas amortajan la Tierra durante un eclipse.

Todo empezó con esa misteriosa guitarra, la Fender Stratocaster, una guitarra antigua pero hermosa, hecha de finas maderas que actualmente están prohibidas en la construcción de guitarras. Un desgaste natural que adorna bellamente la pintura en su cuerpo, como hermosas estrellas en el firmamento.

El mástil, sólido como el marfil, sus tonos sutiles parecen ser trazos de una paleta celestial, un tributo a la belleza que se oculta en la penumbra.

Sus cuerdas, aunque viejas, cada una es un hilo de la noche misma, filamentos en la oscura trama del destino.

Y lo más bello de esta majestuosidad divina era su sonido, el triunfo de la más perfecta poesía celestial. Cada nota que se respiraba era como el aliento cargado de la esencia de planos astrales aún no conocidos por el hombre, ecos de voces primigenias, murmullos de entidades cósmicas que yacen en letargo desde tiempos inmemoriales.

Cada vez que tocaba esta guitarra, una danza de sombras se cernía en mi habitación, embriagándome con la música, perdiéndome en mí mismo, en un mundo interno aún desconocido por mi conciencia.

Así que terminé enamorándome de esta guitarra, que mis ojos veían tan divina en su solemnidad, como los dioses en regiones superficiales. Pero a pesar de la perfección de sus características físicas y la armonía de sus notas, incluso en el silencio cuando descansaba sin estar conectada a ningún amplificador, parecía emanar un eco de mil suspiros contenidos. A pesar de toda esa aparente perfección, había algo "extraño" en ella. ¡Oh, palabra maldita que sirve para atrincherarnos de lo que no es comprendido por culpa de nuestra ignorancia!

Había "algo" en sus notas, algo en su estructura, una especie de irregularidad apenas perceptible que subyacía bajo esa capa de pintura, una especie de distorsión apenas audible en la vibración de sus notas.

Para cualquiera que solo escuchara esa guitarra una vez, o a la distancia de un concierto, esa irregularidad no sería percibida y ciertamente me tacharían de loco si les manifestara mis observaciones. Pero yo, que convivía con esa guitarra, podía darme cuenta de sus celestiales virtudes y de sus enigmáticos defectos.

Pero te preguntarás, ¿dónde conseguí tan extraña guitarra? ¿Qué tienda de música albergaba un instrumento tan misterioso e inquietante, que parecía fabricado por las mismas manos del diablo?

Pues bien, debo decirte que esta guitarra fue hecha a mano, así lo leí en el diario de Helena, sí, Helena, mi abuela. Esta guitarra pertenecía a ella y había estado guardada y oculta en el sótano de su morada, dormida como un dios en la oscuridad, aguardando el momento de revelarse al infinito del cosmos."

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