La decisión

Llegó el día tan esperado por todos los parisinos de la ciudad, Navidad, una fiesta para celebrar en familia, con amigos, con cualquier persona que sea importante para uno mismo, con los que están o no están, pero nunca se deja de festejar por una misma razón.

Se empiezan a decorar las casas con el árbol, las luces navideñas, muñecos de nieve, todo lo que nuestra mente pueda imaginarse, algunos deciden simplemente no celebrarla, pero otros se esmeran haciendo muchos adornos con tal de que tu casa quede irreconocible.

También están los regalos, eso no puede faltar en Navidad, sea algo grande o sencillo, sea lo que sea, un regalo se hace con el corazón, no hace falta comprar el mejor dispositivo, los mejores lujos, el mejor regalo es el que nace del corazón y se pone todo el amor en él, eso realmente es el significado de esta hermosa fiesta, brindar todo tu amor hacia la otra persona.

Marinette no ha querido quedarse atrás, desde hace varias semanas ha estado trabajando duro en el regalo que piensa darle a su amado desde hace ya un año, Adrien, está perdidamente enamorada de él y hoy era el día de por fin demostrarle sus sentimientos a través de una carta y un sencillo presente hecho con todo su amor.

- ¡Ya está!-exclamó la azabache haciendo las últimas costuras a su diseño.

Marinette agarró su diseño, resultaba ser un suéter, color rojo y algunas partes verdes, tenía bordado algunas cosas navideñas, se veía algo hecho para un niño, pero a la vez era juvenil, sabía cuáles eran las medidas de Adrien, entonces pudo hacer aquel suéter a la perfección.

- ¡Espero que le guste!-exclamó sonriendo al ver su resultado.

- ¡Seguramente le va a encantar Marinette! De todos modos tus diseños son muy lindos.-dijo Tikki flotando a la par de su portadora.

La azabache le brindó una tierna sonrisa a su kwami y le dio una galleta para que comiera.

Volteó a ver el reloj que estaba en su pared, se dio cuenta de que ya eran más de las siete de la noche.

- Vamos Tikki, no quiero que se me haga tarde.-dijo Marinette.

Tikki entró a uno de los bolsillos del suéter rosa de la chica, ésta solo tomo el regalo y lo empaquetó rápidamente, lo adorno con una chonga color roja, estaba listo.

Agarró ya la pequeña caja empaquetada con el regalo y bajó las escaleras, ahí se encontraban sus padres preparando la cena navideña.

- ¡Qué bien huele!-dijo Marinette gustosa.

- Todavía faltan algunas horas para que esté, pero seguramente va a ser una gran cena.-dijo su madre emocionada.

- Voy a salir un rato, los veré luego, regresaré para la cena de Navidad.-dijo la azabache.

- Está bien, pero vuelve antes de las doce.-dijo su madre.

Marinette salió de su casa y fue en dirección a casa de Adrien, esta vez estaba decidida, no iba a arruinarlo como siempre, estaba algo nerviosa, pero no había marcha atrás.

- ¡Marinette!-se escuchó un grito femenino.

La azabache volteó a ver para atrás, vio a su amiga Alya que se acercaba a ella con una sonrisa en el rostro.

- ¡Alya!-exclamó emocionada.

Ambas amigas se dieron un gran abrazo, luego de unos minutos se separaron, la peli castaño fijó su vista en el pequeño regalo que tenía la ojiazul en sus manos.

- ¿Es un regalo para Adrien?-preguntó pícaramente.

- Sí, lo es, voy a dárselo antes de que sean las doce, esta vez sí voy a hacerlo, además pienso confesarle mis sentimientos.-dijo Marinette.

Eso último que había dicho la hizo sonrojar, su amiga solo la veía con una cara de impresión, no podía creer lo que estaba escuchando.

- ¿Realmente se lo dirás? ¡No lo puedo creer!-dijo la morena saltando de la emoción.

- Sí, pero... en una carta.-se apresuró a decir la azabache.

- Bueno, pero es un avance, vamos amiga, ¡Yo te apoyo!-dijo Alya levantando su brazo. - Por cierto, firmaste la nota esta vez, ¿Verdad?-preguntó curiosa.

- No te preocupes, la firmé, esta vez no puedo fallar.-dijo Marinette en tono firme.

- ¡Así se habla! Entonces... ¿Qué estás esperando? Ve ahora mismo a dárselo.-dijo la morena dándole un pequeño empujón.

- Eso estaba haciendo, bueno... entonces, ¡Nos vemos pronto Alya! Y ¡Feliz Navidad!-dijo la chica alejándose de su amiga.

- ¡Feliz Navidad, Marinette!-se apresuró a decir Alya.

Marinette caminó a paso rápido hasta llegar a la mansión Agreste, cuando estuvo en frente, dudó en tocar el timbre, simplemente sus nervios la estaban atacando nuevamente, pero ya había llegado hasta ahí, no podía detenerse justo ahora.

******

Por otro lado, Adrien se encontraba en su casa, mirando el retrato de su madre, la extrañaba mucho, era su primera Navidad sin ella.

- No sabes cuánto te extraño, mamá.-dijo con una voz llena de nostalgia.

Siguió mirando aquel cuadro, donde su madre se veía tan hermosa, según él, por más que no estuviera ese día a su lado, quería pasarla de la mejor manera con su padre.

- Aunque si mi padre no está conmigo, no sé si podré pasarla bien.-dijo el chico bajando la cabeza.

- ¡Anímate Adrien!-dijo Plagg saliendo del bolso de su camiseta. - Seguramente si le dices cómo te sientes, él quiera pasarla contigo.-dijo Plagg poniendo un queso en su boca.

- No creo que sea así de sencillo, él... nunca ha estado para mí en todo el año.-dijo el rubio desanimado.

- Bueno, deja de poner esa cara de amargado, mejor salgamos un rato así despejas todos esos pensamientos que tienes, no quiero que caigas en manos de un akuma.-dijo el pequeño kwami algo desesperado.

- Quizá tienes razón, vamos Plagg.-dijo Adrien.

El pequeño felino se volvió a ocultar en el bolsillo de la camiseta de Adrien, bajó las escaleras y se dirigió hasta la puerta de salida de la mansión.

Miró a su alrededor para asegurar de que no hubiese nadie, abrió la puerta y salió sin decir más.

Le pareció increíble de que nadie notara que había salido, seguramente estaban distraídos en sus cosas, pero para Adrien eso fue un alivio, necesitaba pensar y mucho, no le gustaba la idea de pasar solo en Navidad, pero ya estaba tan acostumbrado a esto, a pesar de eso, quería estar con alguien, necesitaba a alguien.

*****

Marinette observó al rubio salir de la mansión, le agarró un ataque de nervios, simplemente miró para todos lados y se ocultó detrás de un poste que había cerca.

Vio su mirada estaba llena de tristeza, se preguntaba por qué estaba de esa forma, quiso acercarse más para hablarle.

- ¡Adrienbuu!-exclamó Chloé acercándose a Adrien.

La azabache volvió rápidamente a su escondite y miró aquella escena desde lejos, le enfurecía que justo en ese momento Chloé había aparecido.

- Hola Chloé.-dijo sin muchos ánimos.

- Feliz Navidad, Adrienbuu.-dijo la rubia abrazándolo.

- G-Gracias.-dijo algo confundido.

- Perdóname que no pude traerte un regalo, no llegó a tiempo.-dijo furiosa. - Pero, espero que pases un lindo día hoy.-dijo acercándose más a él.

- No te preocupes por el regalo y gracias nuevamente.-dijo algo incómodo.

- Bueno, tengo que irme, es Navidad y voy a pasarla con mi padre, seguro me dará muchos regalos.-dijo con un tono de alteridad.

- Eso es bueno Chloé, espero que disfrutes.-dijo volviéndose a desanimar.

- Bueno, hasta pronto, nos vemos.-dijo alejándose poco a poco.

Adrien observó como Chloé se alejaba de la mansión, por un momento sintió un horrible sentimiento correr por su cuerpo que le estaba punzando interiormente, ese al cual le llaman: soledad.

- Todos van a celebrar con sus familias.-dijo desanimado. - Menos yo.

El rubio en ese momento se iba alejando de la mansión poco a poco, la azabache simplemente veía como éste se iba, sentía algo de pena por él, quería ayudarlo a sentirse mejor.

- ¿Por qué habrá dicho que no la iba a pasar con su familia?-preguntó volviendo a ver la mansión.

- No lo sé, pero podrías averiguarlo.-dijo Tikki.

- ¿Cómo?-preguntó confundida.

- Ya sabes... entrando a la mansión y hablar con su padre.-dijo la kwami.

- ¡¿Qué?! Pero... ¿Cómo voy a hacer eso? ¿Y si no quiere hablarme su padre? ¿Y si no le agrado? No me dejará ver de nuevo a Adrien, y... ¡Se mudarán muy lejos, seguramente a India!-dijo la chica entrando en pánico.

- No exageres Marinette, ¿No era que querías ayudarlo? ¡Puedes hacerlo!-dijo la pequeña kwami dándole ánimos a su portadora.

Esa vez fue una de las pocas veces donde Marinette se armó de valor y tocó el timbre de la mansión Agreste.

- ¿Quién es?-preguntó una voz por medio de una cámara.

- Soy Marinette, compañera de Adrien, pero la verdad es que vengo a ver a su padre.-dijo la azabache sin tartamudear.

- ¿El Sr. Agreste?-preguntó confundida. - Está bien, pase.-dijo mientras la cámara se ocultaba de nuevo.

Las enormes puertas de la mansión se abrieron, Marinette dio un gran suspiro y entró al hogar de los Agreste.

*******

Cuando estuvo adentro observó todos los alrededores de la casa, sin duda era enorme, ya había venido a verla como Ladybug, pero nunca se había dado cuenta de lo bien cuidada que estaba.

- En un momento vendrá el Sr. Agreste.-dijo Natalie retirándose.

Marinette simplemente se quedó esperando parada, pero sus ojos se fijaron en un enorme cuadro donde estaba la imagen de Adrien y Gabriel juntos, se acercó más para poder verlo mejor, estaban vestidos de negro, realmente ninguno de los dos se veían muy felices en ese momento, era la primera vez que veía con exactitud ese cuadro.

- ¿Qué es lo que desea?-preguntó una voz masculina.

La azabache simplemente dio un salto del susto y volteó a ver a la persona que la estaba mirando seriamente.

- D-Discúlpeme Sr. Agreste por solo haber entrado a su casa así.-dijo bajando la cabeza.

- No se preocupe, no tengo mucho tiempo, si vino a decirme algo, hágalo ahora.-dijo Gabriel cruzándose de brazos.

- Bueno.-dijo Marinette tomando aire. - La verdad... yo vine aquí porque vi a Adrien un poco triste, y escuché que dijo que era porque no iba a poder pasar la Navidad con su familia.-dijo haciendo una pequeña pausa. - Sr. Agreste, yo entiendo que usted es un hombre muy ocupado, tiene un trabajo atareado y se esfuerza mucho, pero... creo que solo hoy, Adrien lo único que desea es pasarla con usted, ¿No cree que sería lindo pasar este día juntos?-dijo amablemente.

Gabriel simplemente se quedó pensativo, sin saber que decir, sabía muy bien que las palabras que dijo la chica eran ciertas, pero realmente aunque no lo demostrara, él también se sentía triste.

- Si solo vino a decirme eso, puede retirarse.-dijo sin perder su seriedad.

- Por favor, solamente piense en lo que le dije, no sabe lo feliz que se sentiría Adrien de que usted esté a su lado hoy.-dijo brindándole una sonrisa.

La azabache bajó rápidamente las escaleras y se retiró de la mansión, luego se fue alejando de ese lugar, solo esperaba que todo saliera bien.

- Muy bien Marinette, lo hiciste.-se dijo a sí misma.

- ¡Buen trabajo! ¡Lo hiciste bien!-dijo su kwami alegremente.

- Sí... ahora debo ir a buscar a Adrien para darle su rega...-dijo sin terminar la frase.

Revisó el bolso donde llevaba el regalo, lo tocó varias veces, el regalo ya no estaba, en ese momento se alteró, casi gritaba, de no ser por Tikki que la estuvo calmando.

Buscó y buscó cerca de la mansión, el lugar donde se había ocultado mientras espiaba a Adrien y Chloé, pero no estaba por ningún lado.

- ¡No está Tikki! ¿Por qué me sucede esto a mí justo hoy?-dijo caminando en círculos.

- ¡Tranquilízate Marinette! Vuelve a buscarlo en tu bolso, o donde te escondiste mientras espiabas, no puede haber desaparecido así de la nada.-dijo la pequeña rojiza.

- Ya busqué mil veces, no está, ¡No puede ser!-exclamó halándose del cabello.

- ¡Cálmate Marinette!-aconsejó la pequeña criatura roja.

En ese momento se escuchó que alguien se acercaba, Tikki se escondió rápidamente en el bolso de Marinette.

La azabache volteó a ver quién había sido la persona que había aterrizado cerca de donde ella estaba.

- ¡¿Chat Noir?!-exclamó sorprendida.

- Oh, Hola Marinette.-dijo acercándose a la chica.

- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Apareció un nuevo akuma?-preguntó confundida.

- No... es solo que, la noche se veía muy linda como para salir a despejarme un poco, realmente lo necesitaba.-dijo Chat Noir mirando al cielo.

- Oh, entiendo.-respondió la chica.

- Pensé que vería a Ladybug esta noche, pero no la encontré por ningún lado, seguramente debe estar celebrando con su familia también.-dijo el felino algo desanimado.

- Ladybug...-dijo Marinette algo culpable. - Seguramente que ella también pensó en ti, no te desanimes Chat.-dijo la chica.

- ¿Eso piensas?-preguntó esperanzado. - Bueno, no la culpo si ella está celebrando también, de todos modos hoy eso hacen todos, bueno... casi todos.-dijo volteando a ver a otro lado.

- Y... ¿Por qué tú no estás también con tu familia? Seguramente se está preocupado por ti.-dijo Marinette.

- No lo creo...-dijo dando un enorme suspiro y volteando a ver nuevamente a la chica. - ¿Y tú? ¿Por qué estás acá? ¿No deberías estar con tu familia?-preguntó curioso.

- Sí, debería, pero... vine a dejarle un regalo a una persona especial, pero lo he perdido, no sé dónde está.-dijo bajando la cabeza.

- Si quieres... puedo ayudarte a buscarlo, ¿Cómo era?-preguntó el felino.

- Gracias pero, no te preocupes por eso, quizá algo me decía que no tenía que dárselo, ya voy a tener otra oportunidad.-dijo sonriendo.

- Sí que eres optimista Marinette, me gustaría ser más como tú.-dijo el chico.

- ¿Qué dices? ¿Me hablas tú de optimismo? Por lo que sé, tú siempre andas dando una sonrisa a los demás, con tus chistes y juegos de palabras, más que todo a tu compañera de batallas.-dijo soltando una pequeña risa.

- Me conoces muy bien, no sabía que tú también me admirabas.-dijo en tono coqueto.

- Oh, ¡No seas tonto!-dijo la azabache riéndose.

- Gracias Marinette, realmente me has animado esta noche.-dijo dedicándole una tierna sonrisa.

Por primera vez la chica vio una sonrisa muy linda en su compañero, no era esas veces como cuando le coqueteaba como Ladybug, esta vez era tierna, sincera, llena de humildad, conocía muy poco ese lado del felino, y le agradaba.

Quizá eso era lo que Chat Noir necesitaba... alguien que lo comprendiera, y eso es lo que Marinette había hecho.

Fue entonces que se escuchó por toda la ciudad el sonido de un reloj, anunciando que eran las doce, Marinette reaccionó y se dio cuenta que no había cumplido su objetivo, no pudo darle su regalo a Adrien antes de llegar la medianoche.

- Feliz Navidad, Marinette.-dijo el felino amablemente.

- Feliz Navidad a ti también, Chat Noir.-dijo sonriendo.

Es posible que el objetivo principal no pudo realizarse con éxito, pero, el haber animado a su compañero le hacía sentir feliz.

Marinette se despidió de Chat, había olvidado por completo que sus padres le habían pedido que volviera antes de las doce, esperaba que no la regañaran por eso.

Caminó en aquella fría y oscura noche, las estrellas brillaban como nunca, una en especial brillaba mucho más que las otras, estaba anunciando la llegada de la Navidad.

- ¡Marinette! ¿No seguirás buscando el regalo?-preguntó Tikki saliendo de su bolso.

- No te preocupes, estaré bien, además aún no me rindo, volveré a intentarlo el otro año.-dijo mirando al cielo.

- Me alegra que estés bien, Feliz Navidad Marinette.-dijo su kwami abrazándola.

- Feliz Navidad Tikki.-respondió gustosa.

*******

La transformación de Chat Noir desapareció dejando a Adrien en su lugar, tomó a su kwami con las manos y vio lo cansado que estaba.

- Solo espero que pronto me des mi queso camembert, estoy muy cansado.-dijo Plagg haciendo un drama.

- Feliz Navidad, Plagg.-dijo su portador sonriendo.

- Feliz Navidad igual a ti, pero aun así quiero mi camembert.-dijo cruzando sus pequeños brazos.

El rubio simplemente sonrió por el comentario de su kwami, lo ocultó en uno de los bolsillos de su camisa y entró en la mansión.

Gabriel se encontraba arriba en las gradas, su expresión parecía ser de enojo, solo esperaba que no lo regañara.

- ¿Adónde habías ido?-preguntó en tono serio.

- Bueno yo...-dijo tocándose la nuca. - Quería salir un rato a tomar aire.-se excusó.

El adulto simplemente lo miró sin decir nada, esto hizo enfurecer un poco al rubio.

- Realmente no te preocupo, ¿Verdad?-dijo cruzándose de brazos. - Si realmente te preocuparas por mí, me seguirías preguntando dónde estuve, pero no te veo ni el más mínimo interés por mí, estuve acostumbrado a esto todo el año, pero por una vez, yo...-dijo cerrando sus puños. - ¡Solo quería pasar esta noche contigo! Siempre estás ocupado, casi ni te veo, era lo único que quería.-dijo casi gritando.

Gabriel simplemente respondió con un abrazo, Adrien se sorprendió por esa acción, solo esperaba que no fuese una mentira.

- Perdón hijo.-dijo Gabriel con voz quebrada. - Sé que no soy el mejor padre del mundo, desde que se fue tu madre he intentado darte lo mejor, me equivoco, y lo acepto, a veces quisiera volver al pasado y evitar que todo esto pasara, pero no puedo retroceder en el tiempo, por eso, te pido perdón.-dijo separándose del abrazo.

Adrien no dijo nada, simplemente abrió más los ojos, finalmente estaba escuchando lo que siempre había querido.

- Qué dices... ¿Celebramos haciendo una buena cena? Prometo que desde ahora trataré de estar contigo lo más que pueda.-dijo Gabriel.

- ¡Claro! Y... Gracias padre.-exclamó alegremente.

Gabriel le había pedido a Natalie que preparara la mesa mientras Adrien no había estado en casa.

El rubio se encontraba perplejo, nunca creyó que sucedería, pero finalmente su padre se había dado cuenta de lo único que él quería... su compañía.

- Por cierto.-dijo el adulto. - Vino una chica, pero no estabas, se le cayó éste regalo cuando se fue.-dijo extendiendo la pequeña caja.

Adrien tomó aquella caja, se preguntaba de quién era ese regalo, antes de cenar con su padre fue a su habitación para averiguarlo.

Abrió el pequeño paquete y agarró un suéter que tenía en él, era rojo con adornos verdes, le gustaba mucho el diseño.

Luego su mirada volteó a ver otra vez la caja y sus ojos se fijaron en una nota, la agarró y la desdobló para leerla.

Espero que te haya gustado el suéter que hice, pasé varias semanas cosiendo, pero valió la pena el resultado.

Solamente quiero decirte lo que no me atrevo a decir en persona...

Ese día de lluvia, cuando me diste aquel paraguas para que no me mojara, desde ese entonces yo estoy aún agradecida contigo, pero también desde ese momento mi corazón no deja de palpitar cuando estoy cerca de ti, no puedo hablar sin tartamudear cada vez que te veo, siempre me pongo nerviosa y no tengo el momento adecuado para hablarte normalmente.

Quería decirlo, no podía esperar más, si no sentía que nunca expresaría mis sentimientos y que explotaría por seguir callada.

No busco que me correspondas de inmediato, solo que me comprendas.

Feliz Navidad, Adrien.

Con cariño.

Marinette.

Ese día, esa misma noche de invierno, sin darse cuenta, Adrien había recibido aquella carta, donde plasmó todos sus sentimientos no correspondidos.

Puede ser que pasen los años y ella todavía no se dé cuenta de que su regalo realmente fue recibido.

Pero, ahora él lo sabía...

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Espero que les haya gustado el one-shot, disfruté mucho de escribirlo.

Quería aprovechar para agradecerle a BreeS por dejarme usar su fanart para mi portada, en la descripción les dejé el link de su Facebook para que vayan a ver sus otras artes, son muy buenas.

También quería desearles a todos felices fiestas, espero que disfruten mucho, pásenla de lo mejor y muchísimas gracias porque Reencuentro casi llega a sus 3k, me siento muy feliz de que esa historia vaya creciendo, me llevo eso como un regalo de Navidad, los quiero.

¡Felices fiestas y Feliz Navidad!.

Gracias por leer.

Att: Mónica.

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