Capítulo 1 🎄
El regalo más preciado
Faltaban ya pocos días para navidad y en el taller de Santa Claus se podía notar un aire de trabajo constante. Los duendes, con su jovial alegría, se encargaban de darles los toques finales a los juguetes que serían entregados el 24 de diciembre a la media noche por su jefe: Papá Noel. Pero a pesar de todo el trabajo y de todo el estrés, los duendes cantaban y laboraban felices, ya que el espíritu de la navidad se encargaba de calentar sus milenarios corazones. Villancicos, chocolates, galletas y martilleos, todo era parte de una muy esperada fecha: la navidad.
Pero, en uno de los rincones más recónditos del gran taller de trabajo de Papá Noel, un elfo se encontraba cabizbajo y, de vez en cuando, dejaba salir profundos suspiros de tristeza. Tenía en sus manos una esfera de nieve, grande como una naranja; estaba ocupado intentado reparar el mecanismo musical del juguete, pero por más que lo intentaba, no lograba dar con el problema. No era que no sabía, ni que tuviera las manos entumidas por tanto trabajar, sino que su visión se había tornado borrosa a causa de un nudo en la garganta y un torrente de lagrimas que se negaba a liberar.
Su nombre era Bernard, y era el archí-elfo del taller de Papá Noel. Era él el encargado de que el trabajo de los duendes se llevara a cabo y de que todo saliera bien para la gran noche que todo el mundo esperaba.
Anteriormente, Bernard era conocido por se un chico activo, juguetón, amigable, y un poco iracundo, pero luego de la boda de Santa Claus con la Señora Claus su carácter amable y juguetón, pasó a ser solo una sombra, una extraña tristeza empezó a invadir su corazón, poco a poco.
En eso estaba nuestro elfo cuando por la puerta del salón en el que se encontraba entró un viejo amigo suyo.
—¿Bernard? ¿Todo bien?
—¡Curtís! ¿¡Qué haces aquí?! Pensé que estabas ocupado con los trenes de vapor.
Curtis era un elfo joven y el tercero al mando, después de Bernard y Santa (aunque con la llegada de la Señora Claus pasaría a ser el cuarto al mando). Tenía el aspecto de un niño amable, y regordete, de piel clara, cabellos color oro y mejillas sonrosadas. Un par de lentecitos de aro dorado eran parte importante de su indumentaria, ya que era uno de los pocos (sino el único) elfo miope en toda la Villa Navideña.
—Sí, y se suponía que tenías que ir a la junta de los preparativos para las entregas de regalos desde hace media hora.
Le objetó el joven duende de 900 años a su compañero mayor.
—Perdona Curtis. Creo que lo olvidé.
—Sí, ya me di cuenta de eso. Y no solo yo, sino también Santa, y la Señora Claus.
Bernard agachó la cabeza en señal de arrepentimiento por su olvido y mantuvo silencio.
—¿Estas triste aún por la noticia?
—¿D-de qué hablas? —. El rostro de Bernard se puso más pálido de lo que ya era al escuchar la pregunta del chico.
—Ya sabes. Que muy probablemente me quede en tú lugar. Ya eres un duende muy grande para seguir trabajando en los talleres.
Un suspiro de alivio salió del pecho del elfo mayor al tiempo que escuchaba esas palabras. No habían descubierto su secreto.
—Sí, un poco, supongo. Pero son cosas que pasan. Tarde o temprano uno tiene que hacer otras cosas en la vida.
—Sí, como buscar una novia, tener una familia...
Bernard guardó silencio.
—No, necesariamente.
—¿No quieres casarte?
—No, no. Digo, sí. Me encantaría casarme. Pero aún no. Creo que no estoy listo.
Curtis alzó una de sus rubias cejas y miró al mayor por encima de sus anteojos.
—¿Cuántos siglos más vas a esperar? Jamás he visto que te quedes viendo a una elfa en todo el tiempo que llevo de conocerte.
—Eso, no te incumbe, enano. No olvides que sigo siendo tú superior.
Dijo Bernard al tiempo que se agachaba un poco para estar a la altura de su compañero.
—Bueno, bueno. Ya es suficiente. No perdamos más tiempo. Santa me mandó a buscarte. Hay que apresurarnos, la navidad no tarda en llegar.
Ambos se fueron luego a la sala de reuniones en donde Santa, la Señora Claus, y todo el consejo de personajes legendarios los esperaban con impaciencia.
*
Esta es la primera historia que me atrevo a compartir. La verdad es que desde chica tenía un crush con este elfo de la película(sí, soy muy rara jaja). Y pues ya saben que yo tengo unos fetiches bien raros. Así que decidí hacer esta historia de Bernard y Santa, no estaba segura de con que personaje de la película emparejar a Bernard, pensé también en el hijo de Santa. Pero es más extremo poner a Santa Claus 😁. Perdón si les genero traumas. Son traumas con amor 💘
Espero sus comentarios para saber si es buena idea continuar.
❤🌷
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