Capítulo 15

"La castaña estaba sentada en el suelo con las manos con las palmas hacia arriba, sentía que el Circulo la observaba con burla por más absurdo que eso sonara, la sangre que manchaba sus dedos comenzaba a secarse y se sentía pegajosa, sabía que debía lavarse. Deseaba lavarse cuanto antes, pero no era capaz de moverse, no podía mover un solo musculo de su cuerpo en ese momento.

Tenía la ropa desgarrada en algunas partes, le dolía el cuerpo y estaba segura de que tendría moretones por la mañana, pero su mente estaba en blanco y sus ojos solo podían ver como el líquido carmesí en sus manos no se desvanecía. Ya todos se habían marchado, incluso los guardias habían retirado el cuerpo de su contrincante, pero la estela roja en el piso de cuando lo habían arrastrado seguía allí. El cepillo de dientes limado con el que él mismo había intentado matarla, seguía allí tirado y ensangrentado.

Solo ese color daba vueltas en su cabeza. El rojo de su sangre, de la propia.

La herida en su brazo ardió cuando dedos fríos lo envolvieron y la obligaron a levantarlo, cuando levantó la cabeza notó que era la directora. Irina Novokova había oído que se llamaba, así se había presentado con sus padres cuando la dejaron allí. Al parecer la mujer estaba inspeccionando la gravedad de su herida, se lo permitió, el filo del cepillo había abierto un tajo en su piel cuando había estado a punto de matarla y ella lo había esquivado.

No tenía idea de como había logrado quitarle el arma, todo había pasado demasiado rápido, o porque los guardias le habían permitido hacerlo o porque diablos los hacían pelear allí como si fueran alguna clase de perros de pelea. Pero ella había luchado como si su vida dependiera de ello, era ella o él y ambos querían vivir.

–Solo es un rasguño, estarás bien –La voz de la mujer era tan carente de emociones que la hizo estremecerse y se soltó de su agarre, arrastrando su trasero hacia atrás, deseando hacerse bolita contra una pared, alejarse de esa mujer, de los guardias y de todos allí. Se sentía la única rara que era consciente de que todo aquello estaba terriblemente mal– Es la primera vez que lo haces –La rubia pareció quitarle importancia al hecho– La primera vez siempre pesa –Continuó como si fingiera un tono conciliador, pero ella veía en sus ojos la mezcla de burla y desprecio– Queda dando vueltas en tu cabeza... Pero mejorarás y te acostumbrarás a los fantasmas de tu cabeza".

Tara

Me recargue en el balcón del pasillo con la mirada en el estacionamiento del hotel mientras esperaba a que las chicas regresaran. Luego del almuerzo, habíamos pasado por una farmacia y el test de Harley había salido positivo, por lo que ahora Danielle se la había llevado a una clínica para poder terminar el embarazo. Había querido ir con ellas, pero Harley había insistido en que estaría bien y Dani me había prometido que cuidaría bien de ella, Dione se había echado a tomar una siesta así que hasta el momento no estaba enterada de nada. Ni Luxen tampoco, aunque tenía la sensación de que Toby sospechaba algo.

–Te estaba buscando –La voz de Toby me hizo voltear a un lado, de donde venía él– ¿Has estado aquí en todo momento? –Preguntó un poco extrañado, metiendo las manos en los bolsillos mientras se acercaba a mi lado.

Me encogí de hombros antes de voltear mi cuerpo para recargar mi espalda en el balcón, mirándolo con el asomo de una sonrisa burlona ¿Había estado buscándome? Incliné mi cabeza y lo dejé acercarse, me había propuesto no ser tan arisca porque, aunque de a ratos me diera ese nosequé que estuviéramos como pareja, es lo que éramos, él me gustaba y me gustaba que me besara o me abrazara como lo que éramos.

Mi mente me decía que lo alejara, pero yo no quería, no quería que se alejara así que... Si nadie estaba mirando, entonces estaba bien que estuviéramos juntos.

–¿Y Lux? –Le pregunté mientras él colocaba sus brazos a los lados de mi cadera, apoyadas sobre el balcón, pero yo no me moví. Lo observé inclinarse hacia mi rostro con los ojos entrecerrados– ¿Qué?

–¿Preguntas por otro cuando acabo de decir que te buscaba? –Gruñó cerca de mi cara, con su nariz rozando la mía. No pude evitar reír ¿eso eran celos? Si Luxen nada más era mi amigo– Él decidió seguir a las chicas, sospecha que no iban al supermercado como dijeron –Aun así, contestó a mi pregunta.

La risa se borró de mi cara. Se suponía que los demás no debían saber sobre el secreto de Harls. Sin embargo, cuando intenté irme, él aprisionó su cuerpo contra el mío impidiéndomelo y lo miré con cierta molestia en mi expresión.

–¿Por qué siempre haces esto? –Me quejé poniendo las manos en su pecho para hacer el amague de empujarlo, aunque realmente no me molestaba, él besó mi mandíbula haciendo que me quedara quieta.

–Porque me gusta la cara que pones cuando lo hago, como si no supieras si besarme o golpearme –Alegó con un matiz divertido, mientras sus labios subían a los míos y sus manos abandonaban el balcón para tomar mi cintura– Pero no vine a hablar de eso, ni de tus amigos –Aclaró, dejándome ver el asomo de una sonrisa en su rostro.

¿Eso quiere decir que le gusta que lo golpee? Que masoquista resultó este chico.

–En realidad vine a proponerte una cita –Continuó, causando que mi pensamiento de golpearlo se difuminara y le prestara atención– Escuché que hay una feria en la ciudad, estará por unos días, pero nosotros nos iremos en la madrugada así que... Pensé que sería buena idea –Comentó él mientras me sostenía.

–¿Una cita? –Pregunté con algo de extrañeza, consideré que eso era lo normal en las parejas, solo que yo no había pensado en eso hasta el momento.

–Sí, somos novios ¿verdad? –Tragué saliva y asentí lentamente – Entonces... creí que te gustaría tener una cita como cualquier pareja normal antes de continuar con nuestro camino, en nuestra situación no sabemos si tendremos otra oportunidad para hacerlo, me pareció bien ¿tú qué opinas?

Me observó esperando una respuesta. Una de la que yo no estaba segura ¿Qué diablos me pasaba? ¿Por qué me sentía como si la insinuación de una cita no me pareciera interesante? ¡Claro que quería salir con él! Pero sentía que... había algo que faltaba, aunque no estaba segura del qué.

–Me parece muy bien –Acepté mientras acariciaba los brazos que me atraían hacia él, dejándole un breve beso en los labios– En verdad quiero algo de normalidad y pasar tiempo contigo a solas –Expresé, obligándome a sonreír por un instante, mientras subía las manos y jugaba con los cordones que ajustaban la capucha su hoodie.

Él me sonrió mientras colocaba una mano en mi nuca, colando los dedos entre mi cabello, y me atraía a sus labios una vez más. Yo cerré los ojos, dejándome envolver por la suavidad de sus labios saboreando los míos.

Tal vez estaba loca, nada había cambiado a excepción de nuestro encierro y, sin embargo, esa suavidad... No me sabía a nada.



Harley había vuelto dos horas después de mi conversación con Toby, Danielle me había dicho que ella estaría bien, pero que necesitaría descansar un poco antes de que retomáramos camino hacia donde sea que fuéramos. Así que mientras yo me observaba en el espejo del baño intentando descifrar si intentaba maquillarme con el delineador que le había robado a Dione, ella estaba recostada con la mirada hacia la pared, tan aburrida como si le hubiera dicho que se estudiara el color del muro.

–¿Segura vas a estar bien si te dejo sola? –Pregunté asomándome desde la puerta del baño, a lo que la rubia volteó su cabeza hacia mí y asintió– Puedo decirle a Toby que estás mal y quedarme.

Ella frunció los labios como si no me entendiera. En su defensa, yo tampoco me entendía.

–No busques excusas para esquivarlo y ve, tarada –Replicó ella, sonando algo quejosa, mientras se volvía acomodar recostada de lado y yo la miraba con sorpresa. A esta niña le estaba haciendo mal pasar tiempo con Dione.

¿Dónde estaba mi adorable y dulce Harls?

–Okey, okey, no seas tan agresiva –Murmuré mientras dejaba el delineador abandonado y me limpié rápidamente mi intento de maquillarme.

Esto no era para mí.

Inhalé profundamente antes de salir del baño, pasé junto a Harley y acaricié su cabello con suavidad mientras le indicaba nuevamente que, si necesitaba algo, me llamara o le hablara a Dione, pero que no se lo guardara por que sino la iba a colgar del balcón. Esperaba que ella realmente se lo creyera, ya que yo no podría colgar a esa niña rubia, aunque quisiera... Tal vez a Dione sí.

Como fuera. Salí de la habitación y Toby estaba allí parado, esperándome, recargado en el balcón del pasillo con la mirada perdida en alguna parte. No estaba segura de si estaba pensando o acaso había visto algo que llamó su atención, pero traté de hacerme la romántica y caminé en silencio hasta quedar detrás de él, para luego cubrirle los ojos.

–¿Quién soy? –Canturreé, sintiendo pena de mí misma al escucharlo reír.

En las películas no mostraban lo cursi que se sentía uno al hacer estas tonterías.

–Te escuché acercarte, Tara –Contestó él, volteándose en cuanto bajé las manos. Me sonreía con ligera burla, pero sus ojos oscuros tenían un ligero brillo y por un momento solo quise besarlo a más no poder– Estás realmente linda ¿vamos? –Preguntó mientras tomaba mi mano.

Tuve que luchar contra el impulso de lanzarle un puñetazo por la burla. No quería arruinar el bonito momento, era nuestra primera cita y sentía cierta emoción por ello, aunque mi mente quisiera traicionarme al respecto.

–Vamos –Asentí con una leve sonrisa, mientras esbozaba una pequeña sonrisa.

Tuve la sensación de que alguien nos estaba observando, pero decidí quitarle importancia mientras nos dirigíamos a la escalera que nos llevaría al estacionamiento. Iríamos caminando, para disfrutar mejor de nuestra última noche allí y estirar las piernas, Toby había dicho algo de que no quería que sus músculos se desacostumbraran al movimiento por tanto andar en vehículos. Imaginé que lo decía porque seguramente ya habría perdido cierta costumbre luego de estar unos meses en el reformatorio.

Me sentía extraña usando un vestido, corto, pero seguía siendo un vestido. Era blanco, de tela fresca que no se trasparentaba, con un leve ajuste en la zona debajo de los senos, de manera que los realzaba un poco y con mangas cortas. No hacía mucho frío así que me había parecido bien intentar algo diferente.

¿Era tonto pensar que me gustaba que a Toby le gustara como me quedaba?

Luego de un par de minutos caminando juntos, sintiendo el fresco de la noche, y hablando sobre lo que pensábamos hacer en cuanto sintiéramos que nos habíamos alejado lo suficiente de Merciless, comenzamos a ver las luces de la feria. Consideramos que sería bueno comenzar a planear, le mencioné que pensaba regresar a casa y ver a mi familia, averiguar como estaban o si ellos sabían algo sobre lo que yo había vivido en el reformatorio.

Sabía que quizá era una tontería hacerlo, que él probablemente opinaba eso, pero solo me sonrió y opinó que podría acompañarme. En su casa, dijo que, no lo extrañarían todavía.

Cuando nos acercábamos a la entrada, tironeé de su brazo para apresurarnos hacia los puestos de algodón de azúcar como si fuera una niña. Lo noté intentando no reírse, pero no me importó, quería algo dulce y luego recorrer los otros puestos. No iba a molestarme esta noche, o lo intentaría, después de todo una cita se trataba de que nos la pasáramos bien ¿verdad?

Él compró dos, lo cuál me hizo preguntarme de donde había sacado el dinero, y me pasó el brazo por los hombros antes de dirigirnos a un puesto de peluches, de esos en los que debes derribar la pirámide de botellas.

Toby

Llevábamos un rato paseando por la feria, entre puestos de juegos y algunos otros con artesanías que parecían llamar la atención de Tara. Sentía cierta nostalgia al estar en un lugar como ese, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado en una feria... Creo que la última vez había sido con mi madre y mi hermana, tengo vagos recuerdos de haber estado en una después, pero no fue por placer como ahora así que no contaba.

Había comenzado como un juego. Me divertía perseguirla como si fuera un gato y ella el ratón, me había parecido divertido verla esquivarme, rehuirme, e incluso hacerla rabiar. Pero creo que en el fondo realmente había comenzado a atraerme, no solo físicamente, a gustarme como pretendía fingir.

Lo reafirmé en ese momento mientras la veía luchar por contener su entusiasmo, tirando de mi mano para arrastrarme a los puestos que deseaba ver.

Que estupidez la mía al haber caído en mi propio juego.

Su cabello castaño caía suelto por entre sus hombros y la falda del vestido tenía un ligero vuelo cuando apresuraba el paso, el color blanco parecía resaltar su tez bronceada, incluso mientras avanzábamos por el camino central, las luces parecían rebotar en ella y expandirse aun más. Me sentía como un estúpido pensando en lo linda que se veía, mirándome así, sonriéndome como lo hacía mientras me negaba a soltar su mano.

Cuando estábamos por entrar a la casa de los espejos del final, me percaté de que aquella sombra que había notado en el estacionamiento del hotel y de camino a la feria, aun estaba acechándonos, lo cual me hizo apretar los labios preguntándome si sería alguno de mis compañeros... O si acaso era alguien más, no importaba quien fuera. Me extrañaba que solo nos hubiera estado observando en todo el rato, sin hacer más, pero iba a destruirlo si se atrevía a dañar nuestra cita.

No había tenido muchos ratos a solas con Tara como me gustaría, al menos no como una pareja, así que si nos interrumpían les esperaba un horrible destino y yo iba a encargarme de eso.

–Toby, espera –La voz de la chica junto a mí, me devolvió a la realidad y la miré para hacerle saber que la oía, aunque mi atención seguía en la sombra que ahora notaba que se había multiplicado– Tengo que ir al baño, la soda era muy grande, sostenme esto –Su expresión presurosa y de lamento casi me hizo reír mientras me pasaba el gran peluche de cerdo al que había bautizado como "Profesor Nuggets".

–Ve rápido y recuerda que tu vestido es blanco –Le dije para molestarla y funcionó ya que ella me sacó el dedo medio antes de correr el camino de regreso para encontrar los baños que habíamos pasado hace un rato.

Tan linda.

Sacudí la cabeza y me enfoqué en averiguar quienes eran los que nos estaban persiguiendo. Caminé un poco más, yendo detrás de la casa de los espejos, para recargar el peluche contra el tronco de un árbol que había allí.

–Quédese aquí, profesor –Murmuré antes de dirigir mi mirada al trío de chicos que se acercaban dejándose ver finalmente– ¿Tres contra uno? Eso es un poco cobarde de su parte ¿no creen? –Me burlé mientras me acomodaba, con mis pies firmemente contra el suelo.

Escuché un gruñido, pero ninguno respondió y lo atribuí a los bozales que cubrían sus bocas. Rasgos asiáticos, cabello teñido, la verdad no reconocía a ninguno, no eran de los míos así que debían venir de otra parte. Un solo nombre vino a mi mente.

Novokova.

Cuando el primero corrió hacia mí dispuesto a golpearme, atrapé su puño y lo forcé a un lado para romper su muñeca escuchándolo chillar, pero me distraje atisbando de reojo como el segundo se acercaba por mi izquierda, lanzando una patada a mi estómago. Para esquivarlo, jalé al de la muñeca rota y lo utilicé para que recibiera el golpe por mí.

El tercero me atrapó desde atrás, su brazo presionando mi garganta para impedirme respirar, pero... Se les escapaba un pequeño detalle y es que necesitarían más que eso para hacerme sangrar.



Hundí la rama aún más profundamente por su garganta, con una sonrisa complacida mientras presionaba su pecho con una rodilla impidiéndole levantarse, lo sentía patalear con desesperación y sus manos, las cuales había clavado a la tierra con un par de vigas que encontré abandonadas cerca (asumí que habían sobrado de algún puesto), se sacudían destrozándose en el proceso de intentar soltarse.

La verdad era que me había dejado llevar, la sangre me había salpicado la ropa, aunque me había esforzado por evitarlo. Uno de los chicos ahora estaba con el abdomen abierto en canal, con la sangre tiñendo el césped y pude notar lo hermosa que se veía la sangre a la luz de la luna, tan negra como el abismo.

–Esto es lo que pasa cuando le jodes la cita a la persona equivocada, mocoso –Gruñí sintiendo un inmenso placer al ver como sus movimientos comenzaban a detenerse, cada vez más lentos y torpes.

Sin embargo, el sonido de pies chapoteando fue lo que distrajo mi atención, volteando hacia la dirección de donde provenía. Lo primero que vi fueron las zapatillas hundidas en un charco de sangre del otro chico al que había asesinado, luego mi mirada fue subiendo y sentí como mi propio cuerpo se tensaba al ver a la chica castaña que adoraba molestar observando toda la escena con una expresión que no supe como descifrar.

–Tara...–La nombré, pero me callé al instante, presionando los labios, no tenía ninguna excusa creíble, no con la sangre que manchaba mi ropa y había salpicado mi rostro, no con el cuerpo moribundo debajo de mí.

Me puse de pie con lentitud y las manos a la vista -como si estuvieran arrestándome- en un intento por demostrarle que no le haría daño, que nunca le haría daño. Noté como sus ojos cafés se clavaban en mí, solo un segundo, antes de que nuestras miradas se desviaran a uno de los chicos que parecía estar en agonía y se arrastraba soltando sonidos de animal lastimero, intentando alcanzar los tobillos de Tara.

Sin embargo, ella alzó su pie y lo aterrizó con fuerza sobre los nudillos de aquella mano pálida, restregándolos contra el suelo como si buscara romperlos, mientras una pequeña (y seguramente inconsciente) sonrisa se formaba en sus labios como si disfrutara como los quejidos subían de volumen, recordándome lo que me encantaba de ella. Esa oscuridad que la envolvía la hacía ver como un precioso ángel enloquecido mientras se inclinaba, sin importarle que el borde de su falda se manchara con el liquido carmesí, y tomaba la cabeza del chico, quién estaba en las últimas, para luego pisarle la garganta mientras tironeaba su cabeza como si pretendiera desprenderla antes de darle el golpe de gracia y dejarme oír el sonido de su cuello partiéndose.

–Tara –Mi voz salió anhelante, mi llamado la hizo regresar su atención a mí y noté como la mirada se le había oscurecido antes de que apresurara su paso casi corriendo hacia mí, obligándome a atraparla– Tara, mi chica mala...–Ronroneé complacido con lo que había visto, mientras pasaba mi nariz por su cabello sintiendo el aroma del shampoo del motel.

–Toby... –Susurró ella, la sentí ansiosa mientras levantaba la cabeza y atrapaba mis labios, besándome con impaciencia, enganchando sus brazos alrededor de mi cuello.

Mis manos bajaron por sus caderas hasta sostener sus muslos bajo la falda del vestido y la levanté, cargándola hasta recargarla contra el muro trasero de la casa de espejos. Ella entrelazó las piernas en mi cadera dejándose hacer, mientras mis labios devoraban los suyos con las mismas ganas que ella pude comprobar que sentía, probando nuevamente el algodón de azúcar que endulzaba su aliento y me fascinaba al abrirme paso entre sus labios, acariciando su lengua con la mía.

Ella soltó un suave gemido entre el beso, sentí como ardía aprisionada entre mis brazos y yo también la deseaba. Manchada de sangre, enloquecida y ansiosa, su oscuridad me había atrapado como un ángel oscuro que me invitaba a hundirme en el infierno con él.

Aun si sabía que ya merecía irme al averno, ser arrastrado con ella sabía mucho más dulce.

Cuando besé su cuello, mordiendo y ansiando dejarle más marcas, oyéndola suspirar, sentí sus manos tanteando la cinturilla de mi pantalón lo cuál casi me hizo reír, mientras la apretaba con mi cuerpo contra la pared, al darme cuenta de una pequeña cosa.

–Hibristofilia –Murmuré, regresando a sus labios mientras mis dedos acariciaban el borde de su ropa interior.

–¿Qué? –Ella me observó con algo de confusión, agitada y con las mejillas acaloradas.

Negué con la cabeza mientras llevaba las manos detrás de su espalda, para evitar que me toque, antes de volver a besarla con el deseo encendido de tenerla.

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