=[La Tragedia Final]=
Las cosas parecían haber vuelto a la normalidad después de la noche en que Kintarou casi se apoderó por completo de Fuutarou. Las clases continuaban como siempre, las hermanas Nakano se concentraban en sus estudios, y Fuutarou, aunque agotado, trataba de mantenerse enfocado en su trabajo como tutor.
Pero la tensión seguía latente, invisible para todos excepto para Fuutarou, quien sentía el peso constante de Kintarou acechando en las sombras de su mente. No había pasado ni una semana desde aquel incidente cuando todo cambió nuevamente.
Durante una clase ordinaria, mientras Fuutarou explicaba un problema matemático en la pizarra, comenzó a sentirse mareado. Los números se desdibujaron frente a sus ojos, su visión se volvió borrosa, y un dolor punzante le atravesó la cabeza. Trató de ignorarlo, pero fue en vano. De repente, Fuutarou cayó inconsciente al suelo.
Itsuki quien era la única que compartía salón de todas, al verlo gritaría preocupada seguido de los demás compañeros, así esta sin dudarlo dos veces corrió hacia él. El salón de clases se llenó de caos, y la profesora rápidamente llamó a una ambulancia. En cuestión de minutos, Fuutarou fue trasladado al hospital.
Hospital: Sala de Espera
Las Nakano estaban sentadas en la sala de espera, sus rostros llenos de preocupación y miedo. El padre de ellas, que también era doctora en el hospital, salió de la sala de emergencias con una expresión seria, lo que solo incrementó la ansiedad de las chicas.
Itsuki: Padre, ¿qué le pasó a Uesugi-kun?
Su padre con seriedad miró a sus hijas con tristeza.
Marou: No lo sé con certeza. Físicamente, no tiene nada grave... pero su cuerpo ha caído en un coma inexplicable. Es como si su mente hubiera colapsado por completo.
Nino: ¿Pero qué significa eso? ¿Volverá a despertar?
Marou: No puedo darles una respuesta clara, chicas. Lo único que podemos hacer ahora es esperar y tener esperanza.
Las hermanas quedaron en silencio, sus corazones llenos de desesperación. La posibilidad de perder a Fuutarou, su tutor, y a quien todas amaban de una u otra manera, era demasiado dolorosa para soportar. Mientras se aferraban a la esperanza, el verdadero conflicto se desarrollaba en la mente de Fuutarou.
Dentro de la Mente de Fuutarou
Fuutarou se encontró de pie en un vasto vacío oscuro, un espacio sin horizonte ni suelo visible, como si flotara en una inmensidad sin fin. La única luz provenía de un foco distante que iluminaba tenuemente su posición.
Fuutarou: ¿Dónde... estoy?
Una risa profunda y siniestra resonó en el vacío, haciendo eco en todas direcciones.
Kintarou: Bienvenido al inicio del final, Fuutarou.
De la oscuridad emergió Kintarou, idéntico a Fuutarou en apariencia, pero con una aura oscura y una sonrisa maliciosa en su rostro.
Fuutarou: Así que este es tu juego final.
Kintarou asintió, su mirada penetrante fija en Fuutarou.
Kintarou: Los recuerdos que tus queridas Nakano te forzaron a revivir, el amor y la desesperación que te hicieron sentir, todo eso desestabilizó tu mente. Ahora, tu cuerpo yace en coma, y aquí, en este espacio mental, decidiremos quién de los dos merece existir.
Fuutarou apretó los puños, sintiendo una mezcla de ira y determinación.
Fuutarou: No dejaré que destruyas mi vida. No después de todo lo que he vivido.
Kintarou sonrió, extendiendo sus brazos.
Kintarou: Entonces, demuéstramelo. Si tienes la fuerza para derrotarme, este es el momento.
Sin previo aviso, Kintarou se lanzó hacia Fuutarou con una velocidad sobrehumana, su puño dirigido directamente al rostro de Fuutarou. Instintivamente, Fuutarou alzó sus brazos para bloquear, sintiendo el impacto resonar por todo su cuerpo.
Fuutarou fue empujado hacia atrás, tambaleándose. El dolor era real, a pesar de estar en un plano mental.
Kintarou: ¿Es todo lo que tienes? Patético.
Fuutarou se recuperó, limpiando una gota de sangre imaginaria de la comisura de sus labios.
Fuutarou: ...
Recordando las enseñanzas de su padre y las innumerables veces que había enfrentado desafíos en su vida, Fuutarou se concentró, sintiendo una energía crecer dentro de él. Con un grito de determinación, cargó contra Kintarou, lanzando una serie de golpes rápidos. Kintarou esquivó y bloqueó la mayoría, pero algunos conectaron, haciendo que retrocediera.
Kintarou: ¡Así me gusta! ¡Muéstrame de lo que eres capaz! ¡Muestra que también eres digno de mi fuerza!
La batalla se intensificó, ambos intercambiando golpes, patadas y movimientos en una danza violenta. Cada impacto resonaba en el vacío, generando ondas de energía que iluminaban brevemente el entorno oscuro.
A medida que luchaban, Fuutarou comenzó a sentirse agotado. Kintarou, por otro lado, parecía inagotable, su sonrisa nunca desaparecía.
Kintarou: Fuutarou, ¿no lo ves? Yo soy la parte de ti que ansía libertad, que desea romper las cadenas de la monotonía. Sin mí, eres simplemente un aburrido tutor, sin ambición ni pasión.
Fuutarou jadeó, tratando de recuperar el aliento.
Fuutarou: No necesitas ser destructivo para vivir con pasión. Tengo personas que me importan, metas que alcanzar. No necesito tu oscuridad.
Kintarou rió, lanzándose nuevamente al ataque. Esta vez, su fuerza parecía multiplicada. Golpeó a Fuutarou en el estómago, haciéndolo caer de rodillas.
Kintarou: Eres débil. Siempre lo has sido.
Mientras Fuutarou luchaba por levantarse, imágenes comenzaron a flotar a su alrededor. Vio a las hermanas Nakano: Ichika sonriendo, Nino frunciendo el ceño pero con afecto en sus ojos, Miku sonrojándose, Yotsuba riendo alegremente, e Itsuki discutiendo apasionadamente. Sus voces resonaron en su mente.
Ichika: Yo sé que Fuutarou-kun despertará, él es mucho más fuerte de lo que cree.
Miku: No perderé a la única persona que creyó en mi, él puede contra esto y mucho más.
Yotsuba: Tú importante para mí, desde niño viviste muchos problemas y lo superaste, yo se que podrás contra esto.
Itsuki: Para mi desde hace un largo tiempo fuiste más que un tutor; eres mi amigo, confía en ti y solo se tu mismo..
Nino: Aunque me cueste admitirlo, yo no puedo imaginar la vida sin ti, ya no tienes porque escuchar a otras personas, no seas como él se tu mismo.
Las palabras llenaron a Fuutarou de una calidez y fuerza renovadas. Se puso de pie, sus ojos brillando con determinación.
Fuutarou: Extrañamente tengo ese presentimiento que ahora mismo no estoy solo, me pregunto si volveré a estarlo después de esto. Pero ahora comprendo que más allá de mi familia, ahora tengo personas que quieren que vuelva a despertar y no debo usar una fuerza como tú..
Kintarou frunció el ceño, retrocediendo ligeramente.
Kintarou: ¿Qué es-...? ¡Imposible!
Fuutarou avanzó, sus pasos firmes. Cada movimiento hacía que la oscuridad retrocediera, iluminada por una luz interior.
Fuutarou: Siempre he encontrado las respuestas a todo lo que se me ha cruzado, y te felicito, tu serás la primera y última cosa que no podré entender, pero solo tengo algo que decir . No te necesito más.
Levantando su mano, Fuutarou concentró toda su energía en un punto brillante. La luz se intensificó, emanando una fuerza abrumadora. Kintarou gritó, intentando resistir, pero era inútil. La luz lo envolvió, desintegrando su forma lentamente.
Kintarou: ¡No puedes hacerme esto! ¡Soy parte de ti! ¡Soy importante para ti!
Fuutarou mantuvo su mirada firme.
Fuutarou: Eras una parte de mí que ya no necesito, mejor dicho, que nunca necesité.
Con un último grito desgarrador, esta extraña personalidad la cual se conoció como Kintarou desapareció en la luz, dejando el vacío en completo silencio. El entorno comenzó a cambiar. La oscuridad se disipó, dando paso a un paisaje tranquilo: un prado verde bajo un cielo azul claro.
Fuutarou se encontró de pie en medio de este paraíso, sintiendo una tranquilidad que no había sentido en mucho tiempo. Sin más el chico mostraría una sonrisa para luego cerrando los ojos y dejando que la luz lo envolviera.
Hospital: Sala de Recuperación
Fuutarou abrió los ojos lentamente, el brillo de las luces del hospital lo cegó por un momento. Su cuerpo estaba débil, pero estaba despierto.
Al mirar a su alrededor, vio a las cinco hermanas durmiendo en sillas a su lado, todas estarían agarrando cada dedo del chico esperando que pudiera despertar, ya que por más que Fuutarou haya pasado poco, para los demás Fuutarou estaba a nada de cumplir una semana de haber llegado al hospital.
Estas estaban con sus rostros llenos de cansancio y preocupación. Fuutarou sonrió con ternura. Estaba de vuelta, y esta vez, Kintarou había desaparecido para siempre y con una voz ronca, susurró:
Fuutarou: Estoy... de vuelta.
Miku, siendo la más sensible, abrió los ojos primero, parpadeando sorprendida.
Miku: ¿Fuutarou...? ¡Fuutarou!
Su exclamación despertó a las demás, quienes al verlo despierto, se abalanzaron sobre él en un abrazo colectivo, lágrimas de alegría corriendo por sus rostros.
Nino: Idiota! Nos preocupaste tanto.
Yotsuba: ¡Me alegra que estés bien!
Ichika: Bienvenido de vuelta.
Itsuki: Gracias por regresar.
Fuutarou, rodeado por el cálido abrazo de las hermanas, sintió que por fin estaba en paz. La batalla había sido dura, pero con el apoyo y el amor de ellas, había logrado superar la oscuridad que amenazaba con consumirlo.
Fuutarou: Ahora si, siento que todo ha terminado, gracias a ustedes.
Las hermanas sonrieron, y en ese momento, supieron que, sin importar lo que el futuro les deparara, enfrentarían cualquier desafío juntos.
...
El sol de la tarde se filtraba a través de las cortinas del departamento de las Nakano, iluminando la estancia con un cálido resplandor. Todas las hermanas, excepto Nino, estaban presentes, sentadas en el sofá con una mezcla de expectativa y preocupación en sus rostros. Fuutarou, por otro lado, estaba parado frente a ellas, su expresión era seria, como si algo pesado pesara sobre sus hombros.
Ichika: Fuutarou, ¿estás bien? Pareces preocupado.
Fuutarou evitó la mirada de Ichika, tomando un respiro profundo antes de comenzar a hablar.
Fuutarou: He estado pensando mucho desde que desperté. Y he tomado una decisión... Voy a renunciar como su tutor.
El anuncio cayó como una bomba en la habitación. Los ojos de Yotsuba se abrieron de par en par, Miku entrecerró los suyos, e Itsuki se quedó boquiabierta. Pero lo que ninguno de ellos notó fue la figura de Nino, que estaba en el segundo piso, escuchando todo desde las sombras.
Yotsuba: ¿Qué? ¡Pero, no puedes! ¡Te necesitamos!
Miku, sin poder contenerse, intervino con desesperación en su voz.
Miku: Si es por la promesa que le hiciste a Nino, no le des importancia. Sabes cómo es ella, pero al final lo entenderá. ¡Todas te necesitamos, Fuutarou!
Fuutarou negó con la cabeza, sus ojos evitaban los de Miku.
Fuutarou: No es por esa promesa, Miku. Es algo más... Desde que desperté, me he sentido extraño. Siento que he lastimado a tantas personas, y lo que ocurrió... no fue normal.
Finalmente, levantó la mirada y la dirigió a Miku, con una mezcla de dolor y arrepentimiento.
Fuutarou: Lo siento, Miku. Siento haberte involucrado en todo esto.
Miku lo miró con lágrimas en los ojos, pero sin dudarlo, lo perdonó.
Miku: Fuutarou, no necesitas pedir perdón. Sé que has hecho lo mejor que has podido.
Sus palabras parecieron aliviar un poco a Fuutarou, pero su expresión se tensó cuando levantó la vista hacia el segundo piso, donde Nino seguía escuchando en silencio.
Fuutarou: Nino... sé que estás ahí. Quiero que sepas que no estoy haciendo esto por la promesa, sino por mí mismo.
Nino, quien había ocultado su expresión de sorpresa, se mantuvo en silencio. Sin embargo, Fuutarou sintió que sus palabras habían llegado a ella. Itsuki, con la voz temblorosa, rompió el silencio.
Itsuki: Entonces... ¿qué haremos ahora? ¿Qué vamos a hacer sin ti?
Fuutarou suspiró y miró a sus pies, como si pesaran toneladas.
Fuutarou: Antes de venir aquí, hablé con mi padre. Ya he conseguido un sustituto... alguien que también asiste a nuestro instituto. Él será su nuevo tutor.
La revelación dejó a las hermanas sin palabras. Ninguna podía creer lo que estaba escuchando. Después de todo lo que habían pasado juntos, Fuutarou se estaba despidiendo.
Fuutarou: Gracias por todo... Cuídense.
Fuutarou se dio la vuelta y caminó hacia la puerta. La atmósfera estaba cargada de una tristeza palpable. Justo cuando estaba a punto de salir, Miku se levantó bruscamente, su mirada encendida con furia.
Miku: ¿Estás feliz ahora, Nino? ¡Lo conseguiste! ¡Lograste que se fuera!
Nino no tardó en responder, su voz cargada de resentimiento.
Nino: ¡Estás equivocada, Miku! Él no renunció por mí, lo hizo por otra razón. ¡No me culpes a mí por su decisión!
La tensión entre las dos era palpable, y justo cuando parecía que la discusión se intensificaría, Ichika intervino, con una mezcla de desesperación y tristeza.
Ichika: ¡Basta, ustedes dos! ¡No quiero aceptar esto! Fuutarou sabe demasiadas cosas... cosas que no debería saber.
Yotsuba, con una expresión de intriga y preocupación, preguntó en voz baja.
Yotsuba: Es extraño... Fuutarou habló como si no nos fuera a ver más, pero aún estamos estudiando juntos... ¿verdad?
Para sorpresa de las otras, Itsuki se levantó, con los ojos llenos de determinación, y miró directamente a Nino.
Itsuki: Más te vale estar feliz, Nino. Has logrado deshacerte de Fuutarou, la persona que nunca planeó hacernos daño. Pero espero que el nuevo tutor no sea alguien cruel, porque no dará los mismos lujos a Ichika o Yotsuba de salir. ¡Así que prepárate para enfrentar las consecuencias!
Las palabras de Itsuki afectaron profundamente a Nino. Ichika trabajaba porque era su sueño, y Yotsuba ayudaba a personas porque eso la hacía feliz. Nino, sintiéndose atacada, gritó con frustración, haciendo que todas se callaran de inmediato.
Nino: ¡Basta! ¡No quiero escuchar más! ¡Déjenme en paz!
Sin decir más, Nino subió corriendo las escaleras y se encerró en su cuarto, dejando a sus hermanas en un tenso silencio.
Nino: Ellas tienen razón.. debería estar feliz pero.. él a tomado su decisión, no me importa que las demás crean que es por mi culpa, hay algo más. Pero la idea que entre otra persona a este edificio con verdaderas intenciones malas... (Me aterra...)
Mientras tanto, Fuutarou ya había dejado el departamento. Afuera, Takebayashi lo esperaba, observando su expresión sombría.
Takebayashi: ¿Pudiste hacerlo?
Fuutarou asintió, aunque no parecía muy contento con su decisión.
Fuutarou: Sí... Lo hice.
Mientras ambos comenzaban a caminar juntos, Takebayashi lo miró con curiosidad.
Takebayashi: ¿Cuál es tu plan ahora, Fuutarou?
Fuutarou se detuvo por un momento, mirando hacia el horizonte.
Fuutarou: Voy a cambiarme de escuela. Es lo mejor para todos.
Las palabras de Fuutarou dejaron a Takebayashi atónita. Lo que nunca imaginó era que, en ese instante, el destino de las hermanas Nakano y de Fuutarou estaba a punto de cambiar de una manera que ninguno de ellos podría haber previsto.
Takebayashi: ¿A dónde piensas ir?
Fuutarou, con una pequeña idea en mente, la miró y preguntó con seriedad.
Fuutarou: ¿Podría ir al mismo instituto que tú?
Takebayashi se quedó sin palabras por un momento, sorprendida, pero luego una sonrisa se formó en su rostro. La idea de tener a Fuutarou cerca la llenó de una felicidad inesperada.
Takebayashi: ¡Por supuesto! Yo me encargaré de todo. Y si te aceptan, puedes venirte a vivir conmigo. Estamos más cerca del instituto.
Fuutarou aceptó sin dudarlo, aliviado de tener un lugar donde quedarse. Mientras las horas pasaban, ambos volvieron a sus respectivas casas, y Fuutarou comenzó a hacer una pequeña maleta, preparándose para el cambio que se avecinaba. Esa noche, recibió una llamada de Takebayashi.
Takebayashi: ¡Lo logramos! Te aceptarán sin problemas. Llegarás como un estudiante transferido.
Fuutarou sintió una mezcla de alivio y tristeza al escuchar la noticia.
Fuutarou: Gracias, Takebayashi. Te debo mucho.
La llamada terminó, y Fuutarou comenzó a reflexionar sobre cómo contaría todo a su familia al día siguiente. Pero antes de que pudiera decidirse, el timbre de la casa sonó inesperadamente. Al abrir la puerta, su corazón se detuvo al ver quién estaba del otro lado.
Fuutarou: ¿Nino?
Nino estaba allí, de pie frente a él, con una expresión que era una mezcla de determinación y angustia. Fuutarou no pudo evitar preguntarse qué la había traído hasta allí a esa hora.
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