Capítulo Único

Hace 20 años

En unas tierras lejanas, en época de navidad, unos trolls creaban un espejo mágico con la intención de dañar la navidad para toda criatura viviente, ya que cuando tu reflejo era visible, mostraba lo peor de la personalidad, obligandote a hacer cosas malas.

Una vez el gran espejo estuvo terminado, los trolls se lo dieron a sus aliados los cuervos, para que éstos volando lo llevarán a la montaña más alta, para que en la cima lo dejasen caer y que sus fragmentos fuera esparcidos por todos lados, cayendo en todo ser vivo. Los cuervos emprendieron su vuelo, pero no contaban que se les avecinaba una gran tormenta de nieve, el viento y la nieve eran tan fuertes, que los cuervos no podían volar y sostener el pesado espejo a la vez, es por eso, que en una ráfaga de viento, el espejo se les cayó de sus garras.

Fue así como el espejo se iba rompiendo y caían sus fragmentos por doquier, éstos fragmentos eran incrustados en ojos y corazones, excepto en una persona.

El fragmento de cristal más grande, cayó en una bebé recién nacida, era tan frágil y delicada, piel blanca como porcelana, unos ojos grandes grises, y cabello negro, aquel trozo cayó en todo su cuerpo, provocando que su piel fuera aún más blanca de lo que era antes, sus escasos mechones de cabello que poseía se volvieron blancos, y sus ojos se transformaron en los más azules jamás vistos, parecidos a los zafiros. Pero el cambio más grande, era que de sus manos salían pequeño copos de nieve. Sus padres, al ver tales cambios, abandonaron a la pequeña, la catalogaron como un monstruo, una atrocidad.

Es interesante que siendo el trozo más grande no mató a la bebé y le concedió poderes especiales, pero así lo decidió el espejo: él había hecho esa injusta decisión que aquella bebé, luchara con ella misma, y para comprobarlo, gran cantidad del espejo que se encontraban cerca de ella, fueron creando un espejo de pared mucho más pequeño, en el cual, cada vez que la niña viera su reflejo, dejaba salir su lado más vil haciendo atrocidades sin su consentimiento, ya que el espejo nublaba su juicio.

Así fue como la niña creció sola, luchando por hacer lo bueno y lo malo, controlando sus poderes y siendo un monstruo para los demás, nadie la entendía o hacia el intento, así que la soledad fue su compañía, tanto fue el miedo de los que estaban a su alrededor, que si preguntas por ella en la actualidad, te dirán que su nombre es La Reina de las Nieves.

Actualidad

Ya es diciembre y se puede sentir el espíritu navideño, los copos de nieve cayendo, las decoraciones hermosas y brillantes, la gente compartiendo en familia, pero hay dos cosas que destacan más: el gran árbol de Navidad decorado en el centro del pueblo, visible para todos, y más allá de las afueras del pueblo, en algunas montañas lejanas, se encuentra un pedazo de color azul, nadie sabe con certeza lo que es, pero la mayoría dice que es el hogar de uno de los mitos más grandes del pueblo: el castillo de la reina de las nieves.

En aquel pedazo azul, si te fijas bien y te acercas lo suficiente, serás capaz de ver el majestuoso castillo de la Reina de las Nieves, creado por ella misma gracias a sus poderes.

La Reina estaba sentada en su trono, viendo como el sol comenzaba a ocultarse, ya que no quería levantarse del todo, ella sabía lo que significaba que fuera diciembre: traer una víctima más para congelar y agregar en su colección, para el resto del año lamentarse por ello y tratar de remerdarlo sin éxito. Es por ese motivo que a la Reina le desagradaba las fiestas navideñas: era en esa época donde la maldad que luchaba por esconder salía a la luz, sin importar lo que hiciera para evitarla.

Sin poder retrasar lo inevitable, giró su cabeza hasta al espejo, y sintió como su conexión con este la llamaba para acercarse a él, esa conexión que se hacía más fuerte e inevitable cada diciembre, ya que el espejo fue creado para eso: dañar las fiestas.

Dio un suspiro de resignación, cerrando sus ojos se colocó de pie y empezó a caminar hasta el espejo, cuando ya sintió que estaba frente a este, abrió sus ojos lentamente viéndose reflejada en él, aquellos ojos azules al verse reflejados brillaron con tal intensidad, que parecían el brillo de mucha energía acumulada, a su vez, el espejo empezó a buscar su próxima víctima: aquella criatura que tuviera incrustado en su ojo o corazón, un fragmento del espejo.

De inmediato, se empezaron a reflejar cientos de criaturas, que ibas desde humanos, animales, sirenas y muchos más, hasta que de pronto, se detuvo en una humana, era una chica que acababa de salir de su adolescencia, rubia y de ojos azules por el efecto del cristal que se encontraban en sus ojos, su nombre: era Gerda. Al desvanecerse la imagen de la chica, el espejo volvió a reflejar a la Reina, pero esta tenía en su rostro una sonrisa malvada.

—Vamos por ella—Se dijo a sí misma.

Dio media vuelta, de manera que su perfil quedara mirando el espejo, levantó su mano izquierda, y con el dedo índice comenzó a moverlo en forma circular, creando un remolino que cada vez se hacía más y más grande. Cuando el remolino fue lo suficientemente grande, susurró:

—Tráeme a Gerda.

Y con esa orden, empujó fuera del castillo con su mano el remolino.

En el Pueblo

El atardecer ya casi terminaba, al igual que la jornada laboral de algunos establecimientos, unos ya cerraban sus puertas para ir con sus seres queridos, mientras los otros ya estaban en casa cocinando la cena.

En uno de los vecindarios del pueblo, se podían oír las risas de dos adolescentes, una rubia de ojos azules, y un pelinegro de ojos marrones: Gerda y Kay. Éstos dos han sido vecinos toda la vida, y mejores amigos por mucho más. Los chicos disfrutaban que ya por fin tendrían las vacaciones de invierno más esperadas por todos.

—¡Por fin somos libres de la escuela!—Exclamó con estusiasmo Gerda.

—Sí, hasta la primavera—Le recordó Kay en un tono juguetón.

—No seas aguafiestas Kay, hay que divertirnos y hacer muchas travesuras.

-—Ya vienes con eso Gerd, súperalo, ya estamos grandes—Respondió su amigo en tono cansino.—sea lo que sea, no me involucren, no te ayudaré.

Kay no entendía cual era la manía de Gerda que siempre quería arruinar las festividades, el año pasado echó a perder la comida que había preparado su familia y la de Kay con mucho picante, y el año anterior a ese cortó la electricidad de su casa.

—Aguafiestas Kay, no sé qué le ven de bueno a las fiestas, siempre hay nieve, hielo y mucho frío. ¿Es por estar con los seres queridos? Con ellos estamos siempre, no le veo el sentido. Por eso me gusta más la primavera.

El chico iba a abrir la boca para protestar, pero de repente, unas ráfagas de vientos fuertes se hicieron presentes.

-—¿Pero qué...?

El viento se hizo más fuerte, hasta que se hizo visible un gran remolino.

—¡Corre!

Le gritó Kay a Gerda, agarrandola de la mano y para ser más rápidos.

El remolino cada vez se iba acercando a ellos, hasta que Gerda cayó debido a una piedra en el camino, Kay se inclino para ayudarla, pero era tarde, ya el gran remolino la estaba succionado dentro.

—¡No me sueltes!—Pidió es desesperación Gerda.

—¡No lo haré! ¡Resiste!

Kay apretaba más su mano con la de Gerda, él no la iba a abandonar, no la dejaría sola, pero no contó con que sus pies perdieran su firmeza y lo arrastrasen a él también en el remolino.

Ya estando dentro los dos en el remolino, nunca se soltaron, parecía que el remolino trataba con todas sus fuerzas separarlos, pero no funcionaba.

—¿Qué está pasando?—Gritó Gerda para que su amigo la oyese sobre el viento.

—No lo sé, es demasiado raro todo esto, tenemos que buscar...

Kay calló de repente, ya que dentro del remolino se empezaron a ver pequeñas luces azules.

—¿Qué es eso?—Preguntó Gerda preocupada.

Las luces azules poco a poco se empezaron acercar más a ellos.

—¿Copos de nieve? ¿En un remolino?—La extrañeza de Kay no se hizo notar, pero un atisbo más grande de preocupación atravesó su rostro. Los copos de viene se dirigían a Gerda.

Gerda por otro lado, su expresión fue distinta a la de su amigo, al ver que los copos de nieve iban hacia ella, se sintió con una energía recorriendo todo su cuerpo, algo que nunca había experimentado, pero sabía que lo necesitaba.

—¡Gerda!

Parecía que la rubia se había ido un momento al contemplar los copos, su amigo tenía tiempo llamándola, pero no obtenido respuesta de ella.

—¡Está bien, vamos a estar bien!—Dijo con una gran certeza.

Esa seguridad no le convencía a Kay, ella siempre había odiado la nieve, nunca la miraba, pero hoy se sentía atraída hacia ella.

Kay quiso conectar con su mirada, pero al hacerlo, descubrió que algo no estaba bien, los ojos de Gerda se habían tornado más azules de lo que solían ser, parecía un choque eléctrico, y su mirada... lo que más le sorprendió fue como el semblante le había cambiado tan rápido de preocupación extrema, a una tranquilidad inexplicable mientras que él seguía aturdido y asustado por todo lo que está pasando a su alrededor.

Esto se debía, a que había una voz que sólo Gerda era capaz de escuchar dentro del remolino: la voz de La Reina

Los copos de nieve que lograban caer lentamente en Gerda, volvían su cabello blanco, y su piel era cada vez más blanca.

<<Si quieres que todo salga bien, suelta al muchacho.>>

—Lo siento Kay, pero para que mi transformación esté completa, debo de soltarte.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¡No te soltaré!

—No tengo opción.

<<Rápido niña, me estoy debilitando, esto no durará toda la vida>>

—Lo siento, Kay.

Soltando esas palabras, Gerda soltó la mano de Kay.

Kay trató de tomar su mano nuevamente, pero el remolino se dividió en dos partes, separando por completo a los amigos. Los dos se movían en la misma dirección, pero por alguna razón desconocida, no iban con la misma fuerza he intensidad; el de Gerda iba primero, con una fuerza admirable y horrenda a la vez, mientras que el de Kay iba mucho más lento.

Kay se movía con todas sus fierzasvy luchaba, pero no podía acercarse a su amiga, ni mucho menos escapar.

<<No sé qué está pasando con mis poderes>>

<<¡Asgh! ¡Ya no lo puedo soportar!>> Gritó la Reina con desesperación y dolor puro.

Solo bastaron esas palabras para que el remolino de Kay desapareciera, se fue tan rápido como llegó, dejando a Kay en medio de la nada.

Él vio como el remolino de su amiga seguía su camino, pero con más fuerza que era imposible de creer., hasta que cayó en un sueño profundo.

En el Castillo de la Reina

El remolino se detuvo justo al frente del salón del trono, Gerda tenía una apariencia similar similar la de la reina, solo que no se veía imponente como La Reina, más bien, parecía una paleta de hielo.

Gerda al estar frente la Reina hizo una reverencia.

—Majestad. Un gusto por fin conocerla.

—Niña.

—¿Así que este año, soy la elegida?

—Así parece—Contestó con desinterés.

—¿No sabia que vendría?—Preguntó un poco decepcionada Gerda

—Nunca lo sé. Mi espejo es quién se encarga de elegir al siguiente.

—¿O sea que es culpa del espejo de no haber venido antes? Interesante—Comentó con burla.

—Así es, mi espejo se encarga de todo—Comentó con un tono de aburrimiento—Excepto de una cosa.

—¿El qué?

—¿Quién era el chico que estaba contigo en el remolino?—Preguntó con interés.

—¿Cómo sabes de él? ¿El espejo?—Preguntó con duda.

—No. El espejo no controla el remolino, eso lo hago yo con mis poderes, por lo tanto, puedo escuchar, sentir y ver todo lo que pasa dentro.

Explicó la Reina sentándose en su trono y jugando con un copos de nieve que recién había creado.

—Entonces si ya sabe eso, no veo el porqué se lo tendría que decir—Comentó un poco a la defensiva Gerda, tratando de proteger a Kay.

—Ay Gerda-—Suspiró la Reina—Te quise dar una oportunidad y no la quisiste aprovechar.

—¿A qué se refiere? Si a quién quería era a Kay, lo hubiera traído—Respondió enojada Gerda.

—Lo intenté, pero Kay tiene algo que no me permitió traerlo, y ahora, él vendrá a mí.

A Gerda le asustó la amenaza, no lo iba a negar; pero tampoco negaría que tenía esperanzas en Kay, después de todo, la Reina no lo había admitido en voz alta, pero por sus palabras parecía más poderoso que ella, y eso le asustaba.

La Reina al ver la mirada desafiante de Gerda, se acercó a ella lo más que pudo, tal fue así que estaban cara a cara, para después la Reina soplar un viento frío directo en sus ojos, que la hizo caer de orillas.

—Eso pasa cuando me quieren desafiar—Se jactó—Ahora querida Gerda, escucharé todos tus sollozos, mientras esperamos que tu amigo Kay llegue.

Habló de una forma maquiavelica, sentándose en su trono.

En Medio del Bosque Nevado

Al abrir Kay sus ojos marrones, lo primero que vio fueron las copas de los grande pinos cubiertos de nieve, y el nocturno estrellado.

Él era consciente que había nieve, por consiguiente frío, pero no sentía frío, todo lo contrario, estaba abrigado, se dio cuenta que unas mantas lo cubrían.

—¿De dónde salió esto?—Se reincorporó el muchacho extrañado.

—Los pájaros en la tarde te lo trajeron, al parecer, estabas dormido solo con esas ropas finas, que te ibas a congelar—Habló una voz desconocida para él.

Solo bastó con que Kay bajara un poco la cabeza para ver al proveniente de esa voz: un lobo completamente peludo, de color blanco y negro, y ojos azules como el mar en primavera.

—¿Quién eres tú? No me hagas daño—Preguntó asustado Kay.

—Wow, wow, bájale 2 pelusas a tu actitud, ni siquiera nos hemos presentado, Soy Furry.

Le extendió la pata.

En el rostro de Kay se mostró una pequeña sonrisa por el nombre del lobo.

—Kay.

Dudó unos segundos en aceptar el saludo.

—No te rías, ese nombre me sienta bien—Habló con arrogancia—Otra cosa: no te haré daño, todo lo contrario; vine a ayudarte, se me hizo raro que un muchacho estuviera vagando en el bosque solo.

—Ah bueno, es una larga historia, pero para concluier: a mi amiga se la llevó un remolino.

—¿Remolino?—El Furry se exaltó—¿Sabes que es obra de La Reina de las Nives, verdad?.

—Lo sé, he escuchado en numerosas historias, pero jamás pensé que se llevaría a mi amiga.

—¿Tiene los ojos azules?

—Sí.

—Ahí está lo que buscas, todas las personas que tienen lo ojos azules es porque un fragmento del espejo hechizado está dentro de ellos, y por lo tanto, lo conecta con la Reina.

—Creo que eso explica muchas cosas acerca del comportamiento de Gerda, pero ¿dónde está el trozo?—
Trató de pensar Kay, mientras venían a su mente todos los recuerdos que ha compartido con Gerda.

—Nadie lo sabe con exactitud, solo la Reina, pero ya sabes, como dice la leyenda: en la ventana del alma, y en el alma como tal, azulado estarás—Citó Furry.

—Bueno, pues es hora de hacerle una visita a la Reina de hielo—Habló Kay decidido.

El gran lobo dio un estruendoso resoplido.

—Está bien, te acompañaré, de todas maneras no está muy lejos. Sígueme—Empezó a caminar el lobo, Kay se colocó a su lado y empezaron a caminar.

La verdad es que el lobo tenía razón, el castillo de La Reina no estaba lejos, solo tenían que terminar de pasar el bosque, ya que el remolino mandado por la Reina había hecho la mayoría del trabajo.

Kay y el lobo pasaron caminando toda la noche, y cada criatura que pasaba, les preguntaba por su paradero, y al decirles que iban a rescatar a Gerda de las garras de la malvada Reina, todos los animales se escondían o les hacían advertencias sobre no seguir el camino, sin embargo, Kay y Furry los ignoraban y seguían su camino.

Ya cuando el alba despuntaba, los mismos pájaros que se acercaron a Kay para arrojarlo con las mantas, esta vez traen frutas vallas que podían encontrar para dárselas a él y a Fury.

—Oye Furry, tengo una pregunta.

Se aventuró a preguntar Kay, Furry solo le hizo un gesto para que hablara.

—¿Por qué todos los animales cada que me ven me ayudan? No tiene sentido, desde depredadores hasta presas, y los que no lo hacen, dan advertencias.

—Es que tienes algo muchacho.

—¿Algo?—Se extrañó—¿A qué te refieres?—Preguntó más confundido.

—La contraleyenda.

Soltó, como si eso fuera a resolver todas sus dudas, las cuales ara aclarar, se hicieron más.

Furry al darse cuenta de esto, procedió a explicarle:

<—Todos conocemos la leyenda de la Reina de las Nieves ¿no?—Kay asintió—Pues hay otra leyenda, no se especifica ningún tipo de tiempo o apariencia física, lo único que se dice es que esa persona podrá derrotar a la Reina, su calidez en su corazón será tal, que todo rastro de nieve desaparecerá.

—¿Y se supone que yo soy esa persona?—Preguntó incrédulo.

—Piénsalo muchacho, todos en el bosque vimos el tornado pasar y dividirse en dos, pero solo uno se deshizo antes de llegar al destino, es decir, al castillo, y ese fue el tuyo, porque el otro tenía a Gerda con la pieza del fragmento.

Kay se puso a pensar, si lo venía de esa forma, Furry tenía razón, además, eso explicaría el porqué en las fechas de las fiestas, él es el único capaz de detener a Gerda, pero aún así, no lo podía creer.

<—Y hablando de castillos, hemos llegado>.

Al frente, tenían el castillo de la Reina, ese que siempre observó desde el pueblo, ese destello azul, para nada detallado, pero que sabía que existía, jamás se imaginó que tendría que estar frente a esta estructura ara rescatar a su amiga del ser que vivía allí.

—¿Entras?—Le preguntó Kay al lobo.

—No amigo, mi misión llega hasta aquí. Si entro, la Reina lo puede usar para dañarte, recuerda mis ojos azules, la única razón por la que no te ataque, es porque este año, la víctima es Gerda, no yo—Explicó Furyy.

Kay entendiendo se agachó para darle su abrazo, el cual el lobo correspondió, siendo esta su despedida.

Al estar Kay solo, tomó una respiración y se adentró en el imponente castillo.

Todo estaba vacío, y la claridad sólo entraba a través del hielo, ya que el castillo estaba creado de ese material. Al no saber por dónde ir, dejó de caminar cuando escuchó un llanto, el conocía ese llanto: era Gerda. Siguió su llanto corriendo, y al llegar se encontró con la mismísima Reina de las Nieves sentada en un gran trono de hielo, mientras que también vio a su amiga Gerdsa, arrodillada, con más de la mitad del cuerpo congelado y llorando inconsolablememte.

—¡Gerda! ¡Gerda!.

La trató de llamar, pero ella no contestaba, se veía perdida y desorientada.

—Oh Kay, que bueno que nos acompañas, te estábamos esperando.

Habló por primera vez la Reina en la presencia de Kay.

—¡Sueltela! ¡Déjela ir!

—No puedo hacer eso cariño, necesito el fragmento de cristal para completar mi espejo, y ya Gerda será libre de eso.

—¿Y qué pasará con ella?—Tu tono de preocupación era genuino.

—Pues será una linda estatura de hielo—Hizo una pausa, viendo como posiblemente la sangre se iba de todo su cuerpo—Tranquilo, tu la puedes acompañar.

Kay se acercó lentamente a Gerda, sin quitarle la vista a la Reina. Al llegar frente a esta, se arrodiló a la par de su amiga, y le puso sus manos en los ojos.

—Gerda—Susurró.

Como cada vez que ella perdía el control, hacia cosas malas o se excedía, Kay con solo tapar su ojos y susurrar su nombre volvía a la normalidad. Sólo esperaba que esta vez funcionara.

Los ojos de Gerda, nublados por llorar, reconoció esa voz, lo que hizo que ella volviera en sí.

—El espejo—Fue lo que pudo pronunciar—Él tiene la culpa, destruyelo .

Kay quiso volverle a preguntar, pero al sentirse frío, retrocedió y se echó hacia un lado, evtando convertirse en estatua con Gerda y gracias a la presión de la Reina.

Kay sabía lo que tenía que hacer, se sentía seguro, y él creía en esa leyenda, tomó una respiración profunda, y se fue acercando al espejo.

—Bien Majestad, no tendría problema en convertirme en estatua de hielo, solo que no me gusta el azul, prefiero mejor el verde.

—Lastima mocoso,  ya que el azul es el color que va a predominar.

El objetivo: romper el espejo.
Obstáculo: la Reina, pero él sabía que debilitaba a la Reina.

Los dos estaban caminando en dirección al otro con pasó seguro, aunque un poco apresurado, Kay no le quitaba la vista de encima, y aunque la Reina nunca lo iba a admitir, se sentía cada vez más débil mientras que avanzaba.

Y así comenzó el primer rayo, el segundo y el tercero, pero no lo lograba tocar, Kay aprovechó su mala puntería para posicionarse cada vez más cerca del espejo, la Reina estaba tan concentrada en Kay y convertirlo en estatua, que no se dió cuenta, que al proporcionarle un rayo a Kay, le pegó al espejo, haciéndola caer y debilitar más.

Kay trataba de romperlo, pero no había resultado, fue un rayo que logró llamar su atención: la Reina había podido congelarse el brazo y este estaba avanzando raído, fue más rápido de lo que actuó que no lo pensó: con el brazo congelado usó su fuerza para romper el espejo.

—¡¡NOOO!!—El grito de la Reina fue devastador.

Ya a Kay no le quedaban fuerzas, lo último que alcanzó a ver fue un gran movimiento de gente, de ahí, todo se volvió negro.

...

Al volver a abrir sus ojos, ya Kay no estaba en el Castillo, se encontraba en el bosque Nevado, pero sentía mucho dolor, al ver su brazo derecho, recordó lo que había pasado anteriormente.

—Ey tranquilo, estas lastimado—Al escuchar la voz de su amiga se relajó.

—¿Qué pasó? Estoy muy confundido.

—Cuando rompiste el espejo, todo lo creado por la Reina desapareció, se derritió, incluyendo su castillo, las personas que había congelado, y hasta ella misma.

—¿Ella misma?

—Sí, no sabemos donde está, aunque se está haciendo un censo, hubo mucha gente congelada.

—Sabía que lo lograrias niño—Kay escuchó la voz de Furry—Pero nunca te dije que te quedaras sin uno de tus brazos.

Ese último comentario por parte del lobo, hizo reír a todos.

1 Año Después

Ya en era diciembre, y el pueblo estaba muy feliz, Kay pudo recuperar la alegría de cientos de familia que la había perdido por culpa de la Reina, se sentía bien por eso, y también porque ya nadie quería arruinar la navidad o tenía que estar pendiente de las travesuras de Gerda.

Estaban los amigos hablando en la casa de Gerda, cuando apareció frente a ellos una mujer que nunca habían visto: piel blanca como la nieve, ojos grandes grises y el cabello negro largo, se veía muy joven.

—Kay.

Llamó la mujer.

—¿La conozco?—Preguntó extrañado.

—Algo así. Te quería agradecer por ayudarme, batalla muy duro conmigo misma desde que nací, y tú me ayudaste a salir de ahí—Le agradeció de todo corazón.

—¿En serio ni la conoces Kay? ¿Te agradece y no sabes quien es?—Preguntó Gerda indignada.

Kay negó.

—Está bien, solo quería pasar a agradecer al corazón cálido que me ayudó,me tengo qie ir, que pasen bonita tarde.

La mujer se lo quiso guardar, para ella, era importante que nadie supiera de su pasado, no le gustaba recordar el daño ocasionado a todas esas personas 

Con esas últimas palabras Kay entendió todo, sabía que no  era alguien de aquel año, el censo se había hecho y estaba seguro que esa mujer nunca la había visto en su vida, así que debía ser ella, la antigua Reina de las Nieves. Gerda tenía razón, se debía romper ese espejo, para al fin conocer la verdera realidad y
El Reflejo de la Reina.


Fin

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top