Nota
De regreso al apartamento, mientras espero a mi primo, me dispongo a ordenar mis ideas para estructurar de una forma más entendible y ordenada los hechos sucedidos y los datos descubiertos hasta el momento.
De esta forma, tomo una libreta para ir anotando toda la información que poseo y las posibles hipótesis de lo que pudo haber ocurrido en relación a mi accidente, al diario, a las demandas e incluso a la muerte de mi hermano.
Como primer punto, considero pertinente empezar desde el suicidio. Nate murió en agosto del 2021, el sábado 21, un fin de semana normal, una día común y corriente que terminó con una noche trágica que trastocó nuestras vidas, desestructurando y desorganizándola por completo, pero, sobre todo, dejándonos una herida difícil de superar, la cual no creo poder cicatrizar. Recuerdo perfectamente que el duelo se eclipsó por el montón de interrogantes que me surgieron, las cuales aumentaban debido a que él no dejó ninguna carta de despido o alguna nota que nos explicará las razones por las cuales tomó dicha decisión.
Si bien, en la casa no había ninguna puerta o ventana forzada que nos hiciera sospechar sobre la participación de terceros, siempre me cuestioné la posibilidad de que algún conocido haya podido estar involucrado, pero nunca le di mucha mente, ya que no encontré motivos para desconfiar de nadie. Sin embargo, a la luz de lo descubierto en estos últimos días, tengo mis fuertes motivaciones para creer en esa posibilidad.
Debo mencionar e incluso subrayar que mi hermano, unos dos o tres meses antes de su muerte, se empezó a comportar diferente a lo habitual, mostrándose cabizbajo e incluso le llegué a notar tristeza en su mirar, hasta que, días cercanos a ese fatídico desenlace, se aisló por completo de todos y de todo aquello que anteriormente lo caracterizaba.
Mi accidente sucedió cinco meses después de lo de Nate. Lo único que tengo seguro es que no traté de cometer suicidio, por lo cual, la posibilidad de un accidente sin que mediara nada turbio es plausible, pero, el sueño donde reviví parte de esa noche me hace creer que pude estar huyendo de alguien y eso ocasionó el terrible hecho en que por poco pierdo la vida.
El lugar en donde me accidenté queda en la ruta de camino a la cabaña familiar que tenemos fuera de la ciudad para vacacionar, por lo cual, lo más posible es que viniera de ese lugar. Desde ese funesto día no he vuelto a la cabaña, ni he visitado el área del percance. Creo que sería necesario pasar por ambos sitios para continuar con la búsqueda de pistas.
Otra posibilidad a sopesar es la conexión de dicho incidente con mi vida profesional, ya que, al ser una abogada de Derecho penal y delitos, existe una gran cantidad de personas que puedan tener alguna desavenencia e incluso rencor, saña o enemistad que los haya conducido a querer tomar venganza contra mi persona. Otra alternativa es que el diario sea de alguna cliente que, intentando tomar la justicia en sus manos, inició un juego siniestro en el cual me vi involucrada.
Igualmente, no debo dejar por fuera la coincidencia de que Marco, el profesor universitario, está involucrado en dos casos de presunta violación, en uno de los cuales, el nombre y apellidos de la víctima, quien se encuentra desaparecida desde hace unos meses atrás, forman a manera de siglas el nombre de Nía, mientras que el otro implica un asesinato. Una charla con él, es, además de necesaria, urgente. Espero que quiera recibirme y rezo por no exponerme a un gran peligro.
Sé que todo el asunto es muy confuso y, a lo mejor, cada uno de los sucesos antes descritos son solo eventualidades inconexas, pero algo en mi interior me reta a buscar contestaciones. Lo que sospecho y concluyo como posible hipótesis, es que mi hermano descubrió algo en relación a Nía, ya que él, por curiosidad, siempre me ayudaba en los casos. Puede que su actitud entusiasta y, sobre todo, su deseo de defensa y amparo, lo impulsó a interesarse en alguna demanda, descubriendo algo siniestro, lo cual pudo alterarlo al punto de complotar en su contra, llevándolo a cometer suicidio o forzando a alguien más a asesinarlo.
En ese preciso momento recibo un mensaje de texto de Thomas, informando que está a unos 5 minutos. Me comunico con el guarda de seguridad para que lo deje pasar.
─¡Hola prima! ─Me saluda con un fuerte abrazo─. Me obligué a venir, más que para traerte tu computadora, para visitarte y charlar un poco ─agrega, entregándome la portátil.
─Muchas gracias ─respondo─. Lo aprecio de verdad. Sé que los últimos cursos de la licenciatura son los más rudos y que debes estar excedido de trabajos y exámenes ─comento.
─Eso es completamente cierto ─responde con tono abatido─. Estoy con el anteproyecto y con unos cursos que exigen más del 100%, pero nada justifica mi poca empatía ante tu situación ─agrega con pesadumbre.
─Tampoco exageres ─le respondo de forma optimista─. No estoy en un estado grave, me encuentro recuperándome de forma muy positiva.
─Eso me alegra ─expresa, al tiempo que toma asiento─. ¿Cómo sigues de la amnesia?
─Ese es el punto negativo ─le respondo con una sonrisa sarcástica─. No logro recuperar los recuerdos que perdí debido al accidente.
─No creo que sea perjudicial. A lo mejor es recomendable que no recuperes esos hechos ─comenta en forma de sermón─. Pueden abrir heridas que traen consigo traumas peligrosos.
─Todos me aconsejan eso, pero siento la necesidad de recordar ─expreso en forma defensiva.
─Lo comprendo, pero no te lo recomiendo ─reitera.
─¿Quieres tomar algo? ─pregunto con la intención de cambiar de tema, ya que no estoy de humor para recibir más sugerencias de ese tipo.
─Un café estaría perfecto.
─Tu amor por el café ─menciono en tono casi risible.
─Me ayuda a recobrar fuerzas.
─Yo prefiero una copa de vino ─digo, al tiempo que me dirijo a la cocina para preparar la bebida.
─Por cierto, ¿me comentaste que tu computadora estaba bloqueada?, pero veo que la que llevaste donde Santi es la de Nate ─menciona con algo de desconcierto, mientras sigue mis pasos─. ¿Ocurre algo?, ¿continúas interesada en saber más sobre su muerte? ─pregunta de forma directa.
─¿Por qué lo mencionas? ─le respondo algo contrariada.
─Siempre te mostraste con desconcierto por lo del suicidio, y, tiempo después de la muerte, llegaste a comentármelo personalmente ─detalla.
─Sí, eso sí lo recuerdo perfectamente ─menciono, en tanto analizo mi siguiente pregunta para tratar el tema sin levantar sospechas─. ¿Te lo volví a comentar en los días cercanos a mi accidente? ─indago.
─No. Solamente en esa ocasión me manifestaste muchas dudas y, si bien, tenías algo de razón en lo del cambio de comportamiento de Nate y, sobre todo, en que no haya dejado una nota, creí que se debía a alguna forma que encontraste para tratar de sobrellevar la pérdida, por eso no te hice caso, ya que incluso sentí como que sospechabas de un homicidio y no un suicidio ─expone, con la intención de averiguar sobre el asunto.
─Sí, pero todo es cosa del pasado ─sostengo, para desviar la conversación.
─¿Estás segura? ─pregunta, clavando una mirada de pesquisa.
─Sí. Simplemente quiero recuperar algunas fotos de mi hermano y, sobre todo, ver si dejó alguna nota o algo que me ayude a entender su actuar ─le digo una verdad a medias.
─Ojalá que encuentres lo que andas buscando. No sólo tú deseas algún tipo de respuesta, somos muchos los que lo queríamos y alguna explicación nos podría ayudar a sobrellevar el dolor ─expresa de forma afligida.
─Gracias por entenderme.
─Siempre estaré dispuesto a ayudarte. Puedes contar conmigo para lo que necesites, no tienes por qué esconderme nada, jamás juzgaré tu actuar y tu deseo de encontrar algún tipo de respuesta ─expresa, al tiempo que se me acerca para ofrecerme un abrazo.
─Te escondí lo de la portátil, no por desconfianza, sino debido a que no quiero que me tomes como alguien demente, ni mucho menos darte preocupaciones que te resten tiempo y energía e influya de forma negativa en tu carrera ─menciono.
─Eso lo entiendo, pero sabes que estoy y estaré de forma incondicional. Si descubres algo, no dudes en contármelo.
─Tenlo por seguro.
─Bueno, me despido. No creo tener tiempo para el café, mañana entrego un trabajo grande. ─Se despide con un beso en ambas mejillas.
─Igual, si necesitas apoyo en tus estudios, recuerda que en estos días tengo mucho tiempo libre.
─Lo tendré presente.
Inmediatamente se retira Thomas, enciendo la portátil para buscar cualquier indicio o pista que me ayude a darle más forma a mi hipótesis, pero, con el transcurso de los minutos, solo encuentro carpetas con registros relacionados a la universidad, cargados con un sinnúmero de documentos con materia, trabajos, proyectos y demás archivos con temas académicos.
Me detengo a mirar sus imágenes y solo encuentro recuerdos que contribuyen a abrir más la herida. Observo cientos de fotos que retratan a aquel Nate risueño, carismático, soñador y buen amigo. Me es imposible no llorar de forma desconsolada, pero me obligo a detallar cada una en busca de cualquier posible rastro por seguir. Es de esta forma en que llego a una foto de un tipo de escrito a mano. Claramente es una imagen de una hoja que contiene una nota, con fecha del 11 de diciembre del 2018. Lo que me causa un sobresalto, e incluso temor, es que dicha letra se parece mucho a la de Nía, no puedo estar completamente segura, pero el parecido es alarmante.
¿Habrá conocido Nate a Nía? De ser así, la nota es de mucho tiempo antes de que iniciara todo este embrollo, lo que me hace pensar que a lo mejor ella sea alguna amiga o conocida de mi hermano. Dos son los pasos obvios a seguir. Primeramente, debo enviar el diario y la nota encontrada en la portátil a una pericia caligráfica, para comprobar o descartar dicha pista y, una vez que se determine si es o no la misma letra, debo de investigar sobre el entorno cercano a él.
Cada paso que doy me conduce a Nate, pero, aún no descarto por completo la posibilidad de que también haya relación con las demandas. Puede que exista alguna conexión que no logro vislumbrar, por lo cual, la charla con Marco y la visita a la cabaña y al lugar del accidente siguen en pie.
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