Encuentro

Antes siquiera de abrir la puerta para alejarnos del lugar, me entra un mensaje de texto de un remitente desconocido. Puntualmente dice: Si realmente quieres saber toda la verdad, aguarda junto con Steff en la cabaña. La verdad se acerca de forma sigilosa. Por el contrario, si ambas se retiran, nunca tendrán contestación alguna.

Observo a Steff y entiendo que igualmente le llegó la misma misiva, ya que se muestra intranquila, muy nerviosa y no despega su mirada del celular.

─¿Nos quedamos para obtener algún tipo de respuesta y enfrentamos juntas lo que se viene, aun sabiendo que puede ser una trampa, o nos vamos? ─planteo, intentando ser sensible a lo que pueda estar sintiendo Steff.

¿También te llegó un mensaje? ─pregunta, con voz temblorosa.

─Sí, pidiéndome que nos quedemos a la espera en la cabaña. No sé que sucederá, por eso, esta decisión debemos de tomarla juntas ─indico.

─Esta mañana ha sido muy abrumadora, pero no puedo rendirme ahora que estamos tan cerca de la verdad ─sostiene, aunque no muy convencida de la decisión.

─¿Qué decía tu mensaje de texto? ─indago.

─Lo mismo ─revela un poco insegura.

─Estamos a tiempo de marcharnos ─comento, ya que realmente la noto muy temerosa y no sé si se deba a sus recelos o a que el mensaje que le llegó contenía algo diferente al mío, lo cual la puso en estado de alerta.

─Estoy muy tentada a irme, pero mis deseos de conocer toda la verdad son más fuertes ─comenta, manteniéndose firme.

─Te entiendo, yo también quiero saber todo lo sucedido ─aseguro.

Al cabo de unos minutos llega un automóvil. Al acercarnos a la ventana observo a mi esposo Mateo acercándose a paso ligero.

─¿Qué haces acá?, te pedí que te alejaras, no quiero verte ─expreso aún algo enojada.

─Lo siento Cora. Iba de camino a la ciudad, pero me llegó un mensaje diciendo que, si no regresaba, algo les sucedería a ambas ─menciona, mostrando preocupación.

─No te creo nada ─alego de forma directa.

─Abre las celosías y te entrego el celular para que veas el mensaje de texto ─propone.

─¿Quién asegura que no te lo enviaste tú mismo desde otro móvil? Con todo lo sucedido en estos días, te creo capaz de cualquier cosa ─digo, cerrando la cortina como muestra de mi disgusto.

─Entiendo tu enfado, pero créeme, ya te dije toda la verdad sobre lo que sé. Si deseas no me abras, pero me quedaré acá afuera para vigilar y tratar de protegerlas ─impone.

─No creo que te hayas sincerado al cien por ciento, intuyo que escondes información ─continúo molesta.

─No puedo hacer nada para cambiar dicha percepción, pero mi deber es estar acá para resguardarte.

─Si verdaderamente tú no escribiste los mensajes, no tardará en llegar alguien más ─medito en voz alta.

─O en suceder algo. Temo por lo que pueda ocurrir ─comenta con un tono de preocupación.

─En algunos instantes lo sabremos ─finalizo la conversación.

Al cabo de unos minutos en el completo silencio, escudado por un ambiente incómodo, se escucha el sonido de otro auto. Segundos después se observa su arribo al sitio, el cual me es conocido.

─¿El coche de Marco? ─Me hago la pregunta.

─¿Qué Marco? ─indaga Steff.

─El exprofesor universitario, docente de mi primo Thomas y de Sofía, la joven asesinada hace un tiempo atrás, del cual hoy por hoy no existe ningún culpable ─indico.

─¿Qué hace acá? ─curiosea Mateo.

─Él no solo fue sospechoso de la muerte de Sofía, sino también en otro caso de violación ─recalco─ Pero hablé con él y no creo que sea el culpable de ambos delitos ─señalo de forma muy segura.

─Viene en dirección hacia la entrada, déjame ingresar por favor ─pide Mateo algo temeroso.

─¡Abre la puerta! ─Se une al pedido Steff.

─Podría confiar más en él que en ti. ─Le hago saber a Mateo.

─Si él está relacionado en este asunto, puedo estar corriendo peligro acá afuera ─plantea Mateo, aún más impaciente.

─Yo prefiero creerle a tu esposo ─indica Steff.

─Espero no equivocarnos ─comento.

Mateo entra a la cabaña y, seguidamente, Marco llega hasta la puerta, ofreciendo una mirada de incertidumbre. Procede a saludarnos, dejando ver mucha perplejidad, no solo en su habla, sino en sus gestos y expresiones.

─¿A qué se debe su visita a la cabaña de mi familia? ─pregunto.

─Me llegó un mensaje de texto de un número desconocido, asegurándome que acá encontraría las pruebas necesarias para limpiar mi nombre sobre el asesinato de mi exestudiante de la universidad ─indica, manteniendo su tono de confusión.

─¿Otro mensaje?, ¿quién más se unirá a esta siniestra reunión? ─formula Mateo.

─¿También recibieron mensajes? ─curiosea Marco.

─Exacto y de un número desconocido ─menciono.

─¿Puedo entrar?, hace mucho frío acá afuera ─solicita en forma de súplica.

─Por mi no hay problema, pero no creo que mis acompañantes estén de acuerdo ─informo.

─No sabemos si estas involucrado en todo ─comenta Steff.

─Es buena amiga la cautela, los entiendo. Igual, si obtendré contestaciones, no me moveré del lugar ─indica Marco.

─Espero que verdaderamente cada uno descubra lo que desea y no se trate de una emboscada con algún motivo oculto ─reflexiono.

─Es claro que alguien quiere que se descubra todo ─plantea Marco.

─O, dicha persona, pretende que lo sucedido siga oculto y por eso nos ha atraído hasta este lugar para silenciar a todo aquel que pueda exponer sus verdades ─especulo.

─¿Alguno tiene un arma? ─pregunta Steff

─No ─respondemos al unísono.

─Para que estén más seguros con mi presencia, pueden revisarme para que se certifiquen de que no porto ningún arma e incluso les doy mi celular para que revisen el mensaje de texto ─plantea Marco─. No creo que el caso en que estuve envuelto se relacione con alguno de ustedes, por lo cual toda esta situación me parece raro y hasta absurda ─sostiene, haciendo un gesto de desconcierto.

─Hay alguien que tiene relación directa con el caso en que estuviste envuelto y lo sucedido tiempo atrás en este sitio ─menciono.

─¿Quién? ─indaga Marco.

─Thomas, mi primo, quien fue tu estudiante, compañero de Sofía y estuvo esa noche junto a Steff y mi hermano ─revelo.

─Cierto. Él es una pieza clave ─alude Steff.

─Lo recuerdo ─indica Marco─. ¿Será el responsable de los mensajes y de este encuentro?

─Cabe la posibilidad ─expreso.

─Solo queda esperar ─sugiere Mateo.

Por decisión grupal dejamos entrar a Marco, no sin antes requisarlo y revisar su celular en busca del mensaje, el cual proviene del mismo remitente desconocido.

Dentro de la cabaña, Marco se decide a hablar y reitera su inocencia e incluso recalca que él sospecha de su esposa Karla, como posible culpable de la muerte de la joven estudiante, debido no solo a los celos infundados por rumores de un amorío falso entre ambos, sino, sobre todo, por su extraño comportamiento después del hecho.

La tarde se asoma y el tiempo comienza a tornarse más frío, mientras que la niebla se vuelve más espesa y el sonido de los pájaros se disipa debido a una repentina y fuerte lluvia.

Tiempo después nos asustamos de sobremanera al escuchar los golpes en la puerta. Mateo decide asomarse por la ventana, para reconocer al nuevo visitante.

─Es Lisa ─revela.

─¿Lisa?, ¿qué hace acá? ─pregunto llena de desconcierto.

─¿Quién es ella? ─curiosea Marco.

─Mi compañera de trabajo y mejor amiga, o, al menos, eso creía ─puntualizo.

─¿Qué haces acá?, ¿hay alguien más? ─pregunta Lisa a Mateo.

─Sí, no estoy solo ─responde, abriendo la puerta.

─¿A qué se debe tu presencia? ─pregunto de forma directa y dejando ver mucha aprensión hacia ella.

─Sospecho que también te llegó un mensaje extraño ─especula Steff.

─Sí, me pide que acuda al lugar ─indica Lisa.

─¿Solo eso? ─indago mostrando con más fuerza mi desconfianza.

─Ya sabe lo de las pistas falsas ─comenta Mateo.

─Lo siento. Solo tratamos de ganar tiempo para poder contarte lo de esa noche ─se excusa Lisa─. Pido disculpas a las dos, ya que tanto Mateo como yo actuamos de forma errónea por tratar de ayudar a Nate ─sostiene.

─Me confieso perdido. No entiendo nada ─expresa Marco.

─Te lo resumo, con permiso de Steff ─menciono, mirándola en señal de consentimiento.

─No hay problema ─indica.

─Mi joven acompañante fue abusada tiempo atrás en este sitio, posiblemente por mi hermano, quien se suicidó, creemos que por la culpa o el miedo a ser expuesto ante las autoridades ─detallo─. Sin embargo, hay muchas dudas y cabos sueltos sobre lo que verdaderamente sucedió esa noche ─resalto─. Resulta que mi amiga y mi esposo acá presentes, llegaron a la cabaña la madrugada en que se dio el abuso y, al encontrarse a mi hermano y a ella en una escena de una violación, donde Steff se encontraba inconsciente, decidieron encubrirlo ─puntualizo.

─Llegamos al lugar, debido a que tú hermano me llamó pidiendo ayuda y por eso acudí junto con Lisa. Aún me arrepiento de mi actuar, pero lo hicimos para proteger a tu familia ─recalca Mateo.

─Sin importarles Steff. Ella es la víctima ─refuto.

─¿Qué habrías hecho tú? ─pregunta Lisa.

─Estoy segura de que lo habría puesto frente a la justicia. Una investigación pudo determinar su culpa o inocencia. A lo mejor, hoy no estaría muerto ─razono, tratando de convencerme una vez más de que haría lo correcto.

─Hablas con mucha propiedad, pero ya quisiera verte frente a dicha situación ─continúa Lisa.

─Siguiendo con la historia, al darme cuenta de lo ocurrido, entré en desesperación y sufrí el accidente donde perdí la memoria ─prosigo─. Pues resulta que mi amiga y esposo no quisieron contarme la verdad después de despertar en el hospital y lo ocultaron hasta hace poco que logré nuevamente descubrirlo. Incluso desviaron mi atención y trataron de dirigir mis sospechas hacia tu persona, por eso acudí a hablar contigo aquel día ─le revelo a Marco.

─Sabíamos que dichas sospechas no llegarían a nada, solo queríamos ganar tiempo para encontrar la mejor manera para comentártelo o para que tu misma recuperaras la memoria y recordaras lo sucedido ─indica Mateo.

─No estoy completamente convencida, creo que entre ambos ocultan más información ─expreso a ambos, quienes rehúyen a mi mirada inquisitiva.

─¿De que forma trataron de inculparme? ─pregunta Marco.

─Todo inició con un diario que contiene poemas colmados de dolor, odio y deseos de venganza, debido a una violación. Quien escribió cada poema solo firmó con el seudónimo de Nía. Ahora sé que fue Steff quien estampó tanto sufrimiento debido a su abuso ─comento con cuido tratando de no revictimizarla o seguir ahondando en sus heridas─ Ambos me hicieron creer que la autora de cada verso podía ser Natali, la sobrina de tu esposa, quien también fue víctima de un abuso sexual. De esa forma desviaron mi atención por un tiempo sobre lo que verdaderamente sucedió esa noche en este lugar.

─¿Por eso me preguntaste los apellidos de Natali? ─curiosea Marco.

─Claro, me hicieron creer que eran Ibarra Alonso, por lo cual entre su nombre y ambos apellidos se forma el seudónimo Nía, al utilizar la primera letra de cada uno ─indico─. De esa forma me alejé de lo que verdaderamente sucedió y de las implicaciones de mi hermano con respecto al abuso de Steff. Aunque te confieso que todavía creo en la inocencia de Nate y presiento que todo esto trae consigo un sinfín de mentiras y enredos para salvar o proteger al verdadero culpable y espero que al fin se descubra hoy ─confieso con apremio.

─No fue nada en contra tuyo, era de lo único que pudimos disponer en el momento ─sostiene Mateo, mirando fijamente a Marco─. Aún no creíamos conveniente en exponerle la verdad a Cora sobre el delito realizado por su hermano. Cuando lo descubrió por primera vez actuó de forma imprudente. Igual, tú no tenías nada que ver, por lo cual no habría implicaciones en tu contra. Insisto que solo buscábamos tiempo para revelarle nuevamente la verdad ─indica.

─Lo entiendo, pero si yo no tengo nada que ver en el asunto, ¿qué hago en este lugar?, ¿quién me quiere acá?, ¿puede existir algún tipo de relación entre lo sucedido a Steff y a Sofía? ─plantea Marco.

─Eso es lo que todos queremos averiguar y hace falta una pieza fundamental ─indico.

─¿Thomas? ─indaga Steff.

─Exacto, él es quien tiene una relación directa con ambos casos ─reitero.

─Tienen toda la razón. Por eso les escribí esos mensajes para reunirlos en este lugar ─indica Thomas, quien entra al lugar en compañía de Santiago, su amigo, quien me ayudó a desbloquear el computador de Nate, lo que ahora también me da muy mala espina─ Es hora de que todo salga a la luz, ya que no soporto más tanta culpa y temor, además de que muchos de acá ocultan información, por lo cual es tiempo de que todos nos sinceremos por completo para que la verdad se descubra de una vez por todas y quien tenga que pagar, lo haga ─expone con mucha seguridad y fuerza─. Solo hace falta una integrante más, pasa por favor.

La nueva integrante genera aún más dudas e incertidumbre en el ambiente...

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