23. Secretos revelados

SU-HAN :

La noche ya se había hecho presente junto a una gran tormenta, no podía controlar lo nervioso que me sentía en este momento, finalmente este día había llegado, y aún no lo creía, por fin todo acabaría.

Aquel hombre se marchó por unos minutos dejándome a solas con la heroína rubia, la tenía frente a mi, atada de manos y pies, con la boca tapada e inconsciente. El efecto del cloroformo aún dominaba su mente, suspiré cansado mientras mis ojos observaban a la única fuente de luz que entraba por esa minúscula ventana, se apreciaba la tenebrosa lluvia que caía gota por gota del cielo nublado.

Un sonido me distrajo volviendo mi vista hacia la rubia, se estaba moviendo lentamente, como si quisiese quitarse la venda de la boca. Inmediatamente me acerqué a ella impidiendo que lo consiga.

- no te muevas - ordené - no lo tienes permitido Missbug

La ojiazul levantó la mirada hacia mi con pesadez, parecía estar desorientada, tanto que no podía mirarme fijamente, en cuanto logró hacerlo, se espantó, su respiración se aceleró y trató de moverse de nuevo como si quisiera evitarme.

- tranquila no te haré daño - susurré tomando su rostro entre mi mano

Sus azulados iris conectaron con los míos y comenzaron a lagrimear sin más motivo, sin tenerlo en cuenta la rubia ya estaba llorando en mi frente.

- ¿qué te pasa? - pregunté esperando una respuesta que nunca llegó, pues no podía entenderle nada con la venda en la boca

- solo te quitaré la venda por unos minutos - advertí colocando mis manos tras sus cabellos, desatando el pañuelo.

Pude ver como relamio sus labios y suspiro hondamente antes de volver a mirarme, sus ojos llorosos y el cuerpo tembloroso delataban el frío que ya se presenciaba en el ambiente. Las miradas silenciosas eran más que incómodas, ella no decía nada solo lloraba y me miraba una y otra vez.

- ¿no piensas hablar? - me senté en el suelo para estar a su misma postura - ¿te sientes mal?

- ¿cómo pudiste? - dijo mientras más lágrimas caían en su mejilla - debes liberarme, eres un maldito secuestrador

¿Secuestrador? No ... eso no ..., el fin justifica los medios y eso precisamente era esto, un medio para conseguir un fin.

- no soy un secuestrador - defendí - tu no entiendes por todo lo que yo pasé, es más ni me conoces, no tienes idea porque estamos haciendo esto

- te equivocas - susurró - yo si te conozco y muy bien, eres Su-han, estudiante del colegio François Dupont, además eres ...

Esas palabras quedaron en el aire ... ¿cómo me conoce? ¿Quien es esta chica? La curiosidad me mataba, pero debía esperar a que llegué él para poder quitarle ese miraculous y saber quien es realmente.

- ¿además que? - traté de intimidarla

- eso ya no importa, no sabes cuanto me esta doliendo todo esto, soy Missbug y tu no tienes ningún derecho a quitarme mi miraculous - dijo sollozando - eres un desgraciado

No permitiría eso ...

- si tengo derecho - dije

Algo dentro de mi se movió al recordar todo de nuevo, quería desahogarme de todo ¿sería posible hacerlo con una completa desconocida? . La ojiazul me observo detenidamente mientras sus lágrimas secaban y se volvían blancas en su piel.

- yo ... - suspiré, hablar se me dificultaba - yo no quise todo esto, solo necesitamos los miraculous de vuelta.

- no entiendo - dijo con la mirada confusa - ¿a qué te refieres?

- yo no soy como crees, he cometido muchos errores de los cuales me arrepiento - susurré

Ella bajo la cabeza reprimiendo unas cuantas lágrimas, suspiró una vez más y volvió a mirarme.

- ¿qué errores? - exigió

- fue hace muchísimos años - comencé - era tan solo un niño como todos, con sueños y metas, pero todo acabó cuando en un día de esos llegaron a mi casa unos monjes - recordé muy bien ese día, hasta sentia la misma sensación de miedo - habían estado seleccionando a niños para entrenarlos como guardianes de las cajas miraculous.

La rubia se sorprendió tanto que sus labios quedaron entreabiertos, sus ojos marcantes realmente me intimidaban, pero no había salida, ya se lo estaba contando y por alguna extraña razón no me arrepentía de hacerlo.

- ¿entonces tu provienes de la época de los monjes guardianes? - exclamó sorprendida - ¿cuántos años tienes en realidad?

- dejame contarte todo para que puedas entenderlo - dije

- los monjes me llevaron, me alejaron de mi familia, para ellos era un gran honor que yo representara al apellido como un gran guardián y me costó entenderlo - sin tener idea ya estaba llorando lentamente - fueron varios meses de intenso entrenamiento en donde no me acostumbraba, el templo de los miraculous para mi era un infierno, extrañaba a mis padres, poco después entendí que la única manera de verlos era si me convertía en uno de los mejores guardianes

No lo comprendía, la ojiazul había vuelto a llorar conmigo, parecía ser que los dos teníamos problemas, nos sentíamos desolados.

- ¿y lo ... con-conseguiste? -

- no ... - acoplé - lo intenté pero nunca lo conseguí, y así fue como comencé a ganar odio hacia las personas, sobre todo hacia Wang Fu, él siempre era el mejor en todo, no podía vencerlo

- Wang Fu, el maestro Fu - susurró confundida - el guardián de los miraculous, ¿tu lo conociste?

- si, yo fui el culpable de todo lo que pasó con él - dije en un hilo de voz, hablar de esto me estaba debilitando - le tenía envidia, rencor, odio y toda la maldad que una persona podía sentir hacia otra, yo nunca sobresalía, en cambio él, era el mejor de todos nosotros - recordé todos esos malos sentimientos encontrados - traté de hacerlo quedar mal pero nunca lo conseguía, muy pronto mi avaricia comenzaba a ganar más poder, la necesidad del cariño de mi familia me obligaba a odiar a todos a tal punto que ya no me reconocía.

- no puedo creer todo esto - susurró la rubia esquivando mi rostro, sus sollozos ya eran silenciosos pero sepulcrales - me duele pensar en esto

- pues es cierto, te estoy contando toda mi verdad Missbug y nisiquiera te conozco, pero siento que me inspiras confianza - dije limpiando algunas de mis lágrimas - una de las más grandes pruebas de un Guardian era cuidar una caja de miraculous durante 24hrs sin comer, entrené mucho para ser el merecedor de esa prueba y vencerla, pero no me convocaron a mi, sino a Wang, ese día me sentí más que un perdedor, un inútil - el recuerdo del dolor era el mismo - pero no me rendí e inundado de envidia vigilé a Wang en esa prueba, buscando algún error para culparlo, y fue ahí cuando vi que él ya no aguantaba la hambre. Fui testigo de cómo usó el miraculous del pavo Real, de como creo un sentimounstro para que le trajera comida, y así conseguí tramar algo siniestro.

- ¿qué pasó? - ella estaba asustada

- yo descontrole al sentimounstro - grité eufórico, esto me dolía pero continúe - le di mucha comida, lo maltraté, lo volví malo, y todo con la intención de echarle la culpa a Wang, Festín no era malo, yo hice todo, yo soy el verdadero culpable.

- no sé que decir ... - susurró la ojiazul

- por culpa mía aquel sentimounstro nos devoró a todos, menos a Wang que logró escapar con la caja y el grimorio, ahí quedamos petrificados en el estómago de Festín hasta hace dos años cuando Ladybug y Chat Noir lo vencieron - confesé - cuando conté toda mi verdad a los monjes ellos me odiaron al instante, por primera vez sentí en carne propia el odio propio, me dijeron que solo me perdonarían si recuperara la caja perdida.

- y eso es lo que quieres hacer, por eso viniste a París, con un solo objetivo, te infiltraste como un nuevo estudiante del colegio François Dupont, fingiste tener una vida de adolescente normal y enamoraste a una pobre ilusa parisina - la rubia me estaba mirando con odio y decepción.

No entendía porque me decía eso, ella ni me conocía

- ¿cómo sabes eso? ¿Conoces a Emma? - pregunté acercandome - responde ¿tu la conoces?

Ella rió fuertemente como si estuviera contando un chiste, parecía una risa burlona y triste a la vez, esta chica estaba mal de la cabeza, como podía reírse en este momento. Su expresión cambió drásticamente, de un rato al otro ya estaba llorando, no la comprendía.

- la conozco muy bien - dijo entre sollozos - tanto que podría decir que somos idénticas.

- ¿te sientes bien? - ya casi no podía levantar la cabeza, me estaba preocupando - ¿quieres un poco de agua?

- No, no quiero nada de ti Su-han - gritó desesperadamente, aún atada de manos quería golpearme - ya ni sé quién eres, tengo sentimientos encontrados ahora mismo, no sé que será de mi y tampoco puedo pensar en eso

- te prometo que no te haré daño seas quien seas - dije tocando sus hombros

- ¿en serio no sabes quién soy? ¿Ni siquiera puedes analizarlo un poco? -

No pude decir nada, ella se me había quedado mirando fijamente, y entonces algo recorrió todo mi cuerpo, como un choque de electricidad, ojos azules como el cielo, piel blanca como algodón y cabellos rubios como el sol de verano.

¿Era posible? No, no podía ser cierto, ella no, Emma no...

- no ... - susurré

- soy yo, Emma, yo soy Missbug - dije sintiendo como cada palabra dolia en mi pecho - y por fin conozco tus secretos

Emma ...

Ese nombre rondó en mi cabeza como una oración repetida, estaba en shock, aún no lo creía, mi respiracion se aceleró de repente, mi pulso era un desastre y mi corazón palpitaba frenéticamente, estaba asustado, triste, con miedo, eran miles de sensaciones al mismo tiempo. Lo único que hice fue acercarme a ella y abrazarla efusivamente, las lágrimas cayeron como si nada, sentía como su corazón palpitaba con el mío, su respiración chocaba con mi cuello y algunas lágrimas cayeron en mi piel.

- ¡suéltame! - trató de gritar pero no pudo, su voz se desvaneció al sentir el calor de mi abrazo

- Emma no sé que es todo esto, pero quiero que sepas que nunca te haría daño, jamás, te amo demasiado para poder hacerlo

Me separé de ella mientras mis manos bajaron a las suyas y desataron las cuerdas que la ataban, liberé también sus pies y toda atadura, ya estaba libre. Ella me observó cuando la levanté del suelo, y de un momento para otro estampó su mano en mi mejilla derecha, solo sentí como ese golpe me quemó la piel del dolor.

- te mereces eso y mucho más - gritó mientras se alejaba - nunca creí decir esto pero me arrepiento de haberme enamorado de ti, eres un completo mar de secretos.

- secretos que tú ya sabes Emma, tú y solo tú, y tienes razón, me lo merezco por tantos errores, por no contarte antes, por ocultarte todo, pero quiero que tengas algo muy en claro, yo jamás pensé enamorarme de ti cuando llegué, mi plan no era ese, tú fuiste la que cambió todo, te metiste en mi mente y en mis planes, sin saberlo me levantaste de ese hoyo en el que estaba.

- tus palabras bonitas no van a cambiar lo que estoy pensando de ti en este momento - dijo firmemente

- lo sé, pero hay algo que no va a cambiar, y es que yo te quiero y tu a mi - susurré intentando tocar su mano

- te equivocas, eso sí va a cambiar , no te voy perdonar esto - advirtió evitando nuestro contacto - ¿qué piensas hacer?

- ¿a qué te refieres? - dudé

- ¿que harás cuando el monje llegué? ¿me delataras? - preguntó - ¿quiero saber si estás de mi lado o en mi contra?

Eso también quiero saber yo
¿Qué debo hacer?

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