Capítulo IX
Jeongin
Habían pasado un par de días desde mi encuentro con Hyunjin, y aunque trataba de concentrarme en mis deberes diarios, mi mente siempre encontraba la manera de regresar a él. Su rostro, su voz, incluso la forma en que se movía con una gracia tan natural, todo se había quedado grabado en mi memoria. Me sorprendía cuán rápido había ocupado mis pensamientos, y eso me frustraba. Sabía que no podía dejarme llevar por estas emociones, no con tantas miradas siempre atentas a cada uno de mis movimientos. Además, no se me ocurría ninguna excusa razonable para justificar un nuevo viaje al bosque sin levantar sospechas entre mis consejeros o, peor aún, mi padre.
Intentando disipar estos pensamientos, me forcé a centrarme en la lección del día. Minho había organizado un entrenamiento para mejorar mi control sobre el fuego, mi elemento. Había que seguir entrenando, perfeccionando cada movimiento, cada conjuro, para demostrar no solo que era digno de mi herencia, sino también para mantener mi posición segura ante los ojos de todos los que esperaban alguna señal de debilidad.
—Bien, su majestad —la voz de Minho resonó a través del altavoz desde una posición segura en la torre de control de la arena de entrenamiento—. Intentemos con algo más desafiante hoy. Las bolas de fuego deberán ser lanzadas hacia los objetivos en movimiento que se aproximarán rápidamente.
Me preparé en el centro de la arena, inhalando profundamente, sintiendo el calor familiar comenzar a brotar desde mi pecho y extenderse hacia mis manos. El fuego siempre había sido algo natural para mí, una parte de mi ser que nunca necesitaba forzar, pero hoy me sentía distraído, dividido entre la práctica y la imagen de Hyunjin que rondaba mis pensamientos. Asentí a Minho, indicándole que estaba listo.
Los primeros objetivos se desplegaron desde diferentes puntos del campo, moviéndose de manera errática para simular un ataque sorpresa. Mi vista se enfocó en el primero, y con un movimiento rápido de mi mano, conjuré una bola de fuego que salió disparada con precisión, impactando en el blanco con facilidad. Sentí una ligera satisfacción, pero rápidamente esa sensación se disipó cuando vi que otros dos objetivos se acercaban desde lados opuestos.
Me giré, lanzando dos bolas de fuego más en rápida sucesión, acertando una de ellas y fallando la otra por unos pocos centímetros. Gruñí para mis adentros, consciente de que Minho había notado el desliz. Me tomó un segundo recomponerme antes de que más objetivos aparecieran. Me obligué a apartar cualquier distracción, cualquier pensamiento sobre el joven del bosque.
Pero era más fácil decirlo que hacerlo. Cada vez que cerraba los ojos, veía su expresión curiosa, sus ojos intensos, su sonrisa juguetona. No podía ignorar la conexión instantánea que sentí con él, algo que me hacía querer saber más, descubrir quién era realmente Hyunjin, de dónde venía y qué lo había llevado al bosque aquel día.
—Concéntrese, su majestad —la voz de Minho me sacó de mis pensamientos, un poco más firme esta vez—. Hay más en camino.
Un nuevo grupo de objetivos apareció, moviéndose en patrones complicados. Volví a levantar las manos, lanzando más bolas de fuego, intentando sincronizar mis movimientos con los suyos. Logré acertar a dos blancos, pero otros tres lograron evadir mi ataque. Podía sentir la mirada crítica de Minho, y con razón. Mi puntería estaba claramente afectada por mi distracción.
—Otra vez, su majestad. Esta vez sin fallos —ordenó Minho, con una mezcla de firmeza y paciencia.
Tomé una respiración profunda, sintiendo cómo el calor se acumulaba de nuevo en mi interior. Tenía que concentrarme, tenía que dejar de pensar en él. Pero, por más que lo intentara, no podía evitar imaginar un escenario diferente, uno donde no estuviera atrapado en este entrenamiento, sino libre para seguir mis impulsos, para regresar al bosque y buscar a Hyunjin.
Esta vez, cuando los objetivos volvieron a moverse, lancé una ráfaga de fuego más poderosa, más rápida. Los tres primeros cayeron de inmediato, y aunque los siguientes me hicieron trabajar un poco más, logré acertarles también. Me sentí un poco más satisfecho, pero el peso de mi frustración no desapareció. Sabía que hasta que volviera a verlo, hasta que pudiera aclarar mis sentimientos, esta inquietud no se iría.
—Mejor, su majestad —dijo Minho finalmente, asintiendo con aprobación—. Pero su mente parece estar en otro lugar.
Sonreí levemente, sin poder evitarlo. Si tan solo Minho supiera lo cierto que era eso.
—Tal vez... —respondí, pensando en cómo volver al bosque, en cómo encontrar a Hyunjin una vez más.
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Después de mi entrenamiento, me retiré de la arena, sintiendo aún el calor del fuego en mis manos, pero también la creciente inquietud que no lograba sacudirme. Sabía que necesitaba encontrar un momento para pensar, para planear mi siguiente movimiento. No podía simplemente regresar al bosque sin una razón clara; tenía que ser más cuidadoso. Las miradas sobre mí, los rumores y las expectativas eran algo que siempre me rodeaban, como sombras acechantes.
Mientras caminaba por los pasillos del castillo, las paredes de piedra parecían cerrarse un poco más a mi alrededor. Cada paso resonaba en el silencio, recordándome lo limitado que era mi mundo a pesar de toda su grandeza. Vi a algunos sirvientes apresurarse a sus tareas y un par de nobles intercambiando palabras en voz baja. Ninguno de ellos se atrevía a mirarme directamente, todos inclinaban sus cabezas con respeto, pero también con una distancia que nunca me había gustado.
Decidí dirigirme al jardín trasero, el único lugar donde podía encontrar algo de paz. Era un espacio grande, lleno de flores de todos los colores, con caminos de piedra y fuentes tranquilas. Me senté en uno de los bancos de mármol, dejando escapar un suspiro. Este jardín era lo más cercano a la libertad que podía tener dentro del castillo, y a menudo venía aquí a pensar.
Mientras estaba perdido en mis pensamientos, escuché mi muñeca sonar. Al mirar, vi que era Felix haciendo video llamada, contesté.
Su rostro reflejaba una expresión de preocupación y curiosidad, pero también esa chispa de picardía que siempre tenía.
—¿Pensando en Hyunjin otra vez? —preguntó con una sonrisa maliciosa, sin siquiera molestarse en disimular.
Suspiré, sabiendo que no tenía sentido negar lo obvio con él. Felix era de mis pocos amigos que no se limitaba a los formalismos o las expectativas. Se permitía ser sincero, incluso si eso significaba retarme.
—No puedo dejar de pensar en él —admití—. Hay algo en Hyunjin que me intriga, algo que no puedo ignorar.
—Te entiendo, pero ten cuidado, Jeongin. Ya sabes cómo son las cosas en la corte, cualquier movimiento en falso y todos estarán hablando de ello.
—Lo sé, Felix —respondí con un tono más suave—. Pero siento que tengo que verlo otra vez. Algo me dice que hay más en él de lo que aparenta.
Felix me observó en silencio por un momento antes de asentir lentamente.
—Bueno, si realmente quieres volver a verlo, tendrás que ser más discreto. Tal vez... puedas usar tu entrenamiento como excusa. Decir que necesitas practicar en el bosque, lejos del castillo, donde puedas concentrarte mejor sin interrupciones. Y, por supuesto, llevar a tu fiel guardia, Minho, para mantener las apariencias.
—No es una mala idea —dije, una sonrisa comenzando a formarse en mi rostro—. Gracias, Felix. Siempre sabes cómo ayudarme.
Felix se encogió de hombros, sonriendo también.
—No es nada, solo ten cuidado. Y si necesitas una coartada, cuenta conmigo.
Asentí agradecido. Sabía que esta no sería una tarea fácil, pero ahora al menos tenía un plan. Podría ir al bosque nuevamente con una razón plausible, y si la suerte estaba de mi lado, tal vez volvería a encontrarme con Hyunjin.
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Esperé a que la cena terminara, manteniéndome en silencio durante gran parte del tiempo, apenas respondiendo a las preguntas de mi padre o de los nobles que se encontraban presentes. Mi mente estaba en otra parte, calculando el momento adecuado para presentar mi idea.
Cuando finalmente llegó el momento, aproveché una conversación relajada con mi padre después de la cena.
—Padre —comencé con cautela—, he estado pensando en mi entrenamiento con el fuego. Siento que necesito practicar en un ambiente más natural, donde pueda concentrarme mejor en mis habilidades sin las distracciones del castillo. Quizás podría ir al bosque lejos del reino, con Minho, solo por un par de horas al día.
Mi padre me observó atentamente, como evaluando mis palabras. Hubo un momento de silencio antes de que finalmente asintiera lentamente.
—Me parece razonable —respondió—. Pero ten mucho cuidado, Jeongin. Sabes lo importantes que son estos tiempos para nuestro reino.
Asentí, aliviado por su aprobación. Ahora tenía la excusa perfecta para volver al bosque. Ahora, solo faltaba esperar que Hyunjin estuviera allí también.
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