Capítulo 22.-
Jungkook tardó cerca de tres días en reunir el valor suficiente.
Se animó una y otra vez escondido bajo las sábanas raídas de su cama, dejando que su mente vagara entre los recuerdos de una dolorosa vida pasada y que se mezclaban con los pocos, pero bellos recuerdos compartidos junto al estudiante de medicina. ¿En qué momento se había vuelto tan vulnerable a él, a su sonrisa y sus tratos atentos? ¿En qué segundo Taehyung le capturó con tanta fuerza que hizo de la vida, aquella que siempre le había parecido sin valor y oscura, algo un poco más sencillo?
¿Cómo podría Jungkook realmente vivir para estar a su lado? ¿Podría él, que había perseguido la muerte como su única salvación, realmente hacerlo?
No encontró ninguna respuesta a ello, sin embargo, sólo encontró paz en el recuerdo de su risa, de sus manos sosteniéndolo y del calor de su cuerpo junto al suyo. Se animó a sí mismo con lágrimas en los ojos, sabiendo que estaba siendo egoísta al desear que Taehyung le sostuviese en medio de la tormenta permanente que era su existencia y que no le importaba... que, por primera vez en su vida, Jungkook sólo quería ser egoísta.
Así que no esperó a que el sol saliese aquella mañana, escurriéndose por el pasillo en dirección a la cocina incluso antes de que la mitad de la madrugada llegase y comenzó a preparar algo que no cocinaba desde que era un niño, cuando su madre aún parecía quererlo y pasaba tardes con él en la cocina, enseñándole algunos de sus postres favoritos mientras Hoseok reía en voz alta, bailando frente al televisor. Una familia que duró muy poco y que no existía más que en memorias que solía creer falsas, inventos de su propia mente para hacerle creer que alguna vez fue amado.
Sus manos lo prepararon todo con meticuloso cuidado, pensando en qué iba a decir y cómo hacerlo. Imaginando la sonrisa que recibiría de Taehyung en el momento en que le tendiese el delicado trozo de pastel de arándanos y avellana que había preparado como un obsequio que representase todo lo que Jungkook no podía decir en voz alta: "soy yo, mi corazón y la oportunidad de seguir aquí, a tu lado. Acéptalo, por favor."
¿Podría aceptarlo el mayor?
Jungkook esperaba que sí y con esa una ilusión afirmándose en su pecho, se detuvo a unos pasos de la facultad de medicina esa mañana, luego de semanas de haber dejado de frecuentar el lugar, y esperó. Esperó de pie, observando a los alumnos entrar, con rostros cansados mientras hablaban entre ellos y sin reparar en absoluto en su figura apoyada contra la pared, con una delicada bolsa de tela estampada entre sus manos, sosteniendo con extremo cuidado el pastel que había hecho esa madrugada.
Esperó una hora, luego otra y cuando comenzaba a pensar que Taehyung no aparecería, lo vio llegar por la esquina extrema, con la cabeza gacha y el rostro mirando hacia sus zapatos, su ropa ancha y de colores neutros lucía extraña en una persona que él sólo podía asociar con efusividad y emociones fuertes. ¿Alguna vez lo había visto así vestido antes? ¿Era ese el estilo que solía llevar bajo su típica bata de estudiante de medicina?
Jungkook tampoco tuvo tiempo de pensarlo, no sí quería hacerle frente al fin a Taehyung.
Luego de semanas huyendo, de darle demasiadas vueltas a sus propios miedos y pensamientos, Jungkook no podía simplemente dejarlo pasar por su lado sin hacer nada, no cuando había sido él quien huyó primero, sin dar una explicación, sin pensar en nadie más que en sí mismo. Ya no podía, no más.
.- Tae...
Su voz sonó como un murmullo inseguro que, a oídos del mayor de los dos, resonó como un grito. Una llamada que había estado esperando por tanto tiempo que, por un instante, Taehyung pensó que lo había imaginado, una treta más de su cansado y entristecido cerebro para recordarle que Jungkook no estaba ahí a su lado, que él también lo había abandonado porque no había sido suficiente.
Una risita amarga brotó entonces de su garganta reseca, negando con la cabeza gacha para sí mismo: .- Deja de imaginar cosas, Taehyung. Él no está aquí.
.- Hasta donde sé... no soy imaginario – Jungkook trató de sonar despreocupado, incluso divertido ante las palabras del mayor, quien alzó su cabeza de golpe, mirándolo.
Todas las palabras en la garganta de Jungkook murieron entonces.
Las disculpas, el discurso sobre su huida, todo lo que imaginó murió entonces.
Porque lo cierto es que durante esos tres días había imaginado múltiples escenarios de cómo sería volver a ver a Taehyung de nuevo luego de tanto tiempo tratando de tomar distancia de cualquier lugar común entre él y el mayor. Se imaginó al mayor girando su rostro, ignorándolo y sacándolo definitivamente de su vida tras haber huido lejos de él aquella última noche. Se lo imaginó mirándolo cómo sí el tiempo en realidad no hubiese pasado y fuese una tarde más en la que iban a encontrarse para almorzar.
Se lo imaginó gritándole, insultándolo e incluso se imaginó a sí mismo soltándose a llorar para pedirle perdón al mayor, dispuesto a hablar en voz alta del miedo que le había embargado al verse frágil ante aquellas emociones que Taehyung había despertado en él durante los meses que se habían acercado. Se imaginó dispuesto a decirle la verdad con tal de que Taehyung estuviese en su para siempre, con tal de que lo dejase vivir en el suyo.
Se imaginó tanto, menos lo que estaba viendo.
El cuerpo y rostro de Taehyung lucían mucho más delgados que en el pasado, dándole un aura casi esquelética, su piel había perdido color drásticamente, luciendo enfermiza y su gesto parecía más de dolor que de rabia. Jungkook se asombró de notar las ojeras oscuras que rodeaban las cuencas de sus ojos abiertos y que se cristalizaban con demasiada rapidez mientras permanecían mirándose sin decir nada ni acercarse lo suficiente como para tocarse.
.- Tú...
Su mano tembló cuando se estiró, tratando de alcanzar a Taehyung, que parecía más frágil que nunca a sus ojos: .- Hyung... Lo sien...
Taehyung negó con su cabeza, las lágrimas comenzando a bajar por sus mejillas pálidas mientras retrocedía dos pasos, alejándose de lo que parecía una alucinación demasiado real. Una tormenta de sollozos se atoró en su pecho cuando Jungkook dio un paso en su dirección, todavía con su mano estirada hacia él, su bonita y clara piel bajo la luz del sol lucía inmaculada, su rostro con gesto preocupado luciendo como todos los sueños que estaban bien en su cabeza.
.- Jungkookie... tú me abandonaste – susurró, temeroso de estarle hablando a la nada, de haberse vuelto loco al fin producto de la tristeza que había estado carcomiéndolo por todo ese tiempo – Te fuiste y me dejaste, te fuiste – comenzó a decir, llevándose las manos al rostro enajenado en lagrimas que no era capaz de sentir producto de todo lo que se acumulaba en su interior. Taehyung sólo quería acuclillarse en un rincón y gritar, llorar hasta que se quedase con la garganta destrozada – Te dije que no sabría qué hacer, qué después de ti nadie iba a sanarme. Te fuiste, te fuiste...
Jungkook sintió su pecho contraerse con dolor, recordando aquella noche en la que Taehyung y él compartieron por primera vez, los dos rodeados por las luces tenues de la cafetería, las palabras que compartieron y el dolor que el mayor le confió en medio de la noche. ¿Tanto daño le había hecho al marcharse? ¿Cómo Taehyung se había aferrado tanto a él? ¿Cuándo?
¿Qué haré sí me sanas? Jungkook, vas a irte y entonces me romperé de nuevo. ¿Cómo sanaré entonces sino te tengo?
Jungkook quiso entonces sostenerlo, decirle que daría todo de sí para no marcharse, para demostrarse a sí mismo que había una nueva oportunidad, en cambio, lo único que atinó a hacer fue terminar por romper la distancia entre los dos, sus manos tomando las del mayor para que destapara su lloroso y sonrojado rostro, sus ojos mirándole al fin por primera vez. Más allá del anhelo, del miedo a que fuese una ilusión... mirándole al fin.
.- Estás a-aquí...
Jungkook asintió, sonriéndole suavecito: .- Lo lamento, tenía miedo y... he estado solo toda mi vida, yo no...
Las palabras murieron en su garganta cuando los brazos de Taehyung le rodearon en un apretado abrazo, aferrándose a su cintura mientras enterraba su rostro en su pecho, sollozando con absoluta libertad. Jungkook le dejó ser, sus manos moviéndose lentamente hasta rodearlo por la espalda, teniendo el cuidado suficiente con el paquete que había cuidado toda la mañana para el mayor.
El cuerpo de Taehyung tembló, frágil como Jungkook nunca había sentido nada en su vida, ni siquiera el cuerpo diminuto de Ji Seok en sus primeros días de nacido.
.- No me a-abandones otra vez, p-por favor... no me a-abandones de nuevo.
A Kim Taehyung poco le importó lucir desesperado, poco le importó que estaban en la entrada de su facultad y cualquier persona podía verlos, incluidos sus preocupados amigos. Lo único en lo que podía pensar mientras sostenía el cuerpo delgado de Jungkook junto al suyo, era en el miedo que crecía en el fondo de su ser sobre perderlo una vez más y, esta vez, de forma definitiva. No llevaba ni media hora de nuevo frente a él y aquella idea ya estaba atormentándolo de nuevo, atrapando su respiración y enviando su mente un sinfín de pensamientos sin orden que no conseguía entender por completo.
Sólo sabía que no podía pasar de nuevo por lo que esas semanas significaron.
Sólo era consciente que no soportaría una pérdida más, mucho menos sí era de la misma manera en la que Seokjin se esfumó de su vida.
Sí Jungkook estaba ahí, sí el menor pretendía quedarse en su vida, Taehyung haría todo lo que estuviese a su alcance para no perderlo, para ser suficiente para él y demostrarle que no importaba el qué, no necesitaría nada más que a él. Se lo prometió a sí mismo en medio de su llanto, aferrándose a Jungkook para tratar de fundirse en él, de que la tristeza, las inseguridades y todas aquellas emociones negativas que lo habían acosado por semanas, se evaporaran gracias a su presencia.
.- Hyung... - susurró al fin Jungkook, incapaz de responder a las súplicas que el mayor había hecho en medio de su llanto. No podía prometerle nada, no podía darle nada más que su voluntad, aún sí saber sí lo conseguiría - Imagino que no has estado comiendo bien, ¿no es así, hyung? Vayamos a buscar algo de comer... Luego podremos comer un pastel que he traído para usted... Yo mismo lo hice.
Taehyung asintió, silencioso y aún sollozante.
Sus manos aferradas a su cintura con tanta fuerza que Jungkook temió por los posibles moretones que tendría en un futuro, sin embargo, durante ese momento, dejó de pensar en el mañana, concentrado en cómo el llanto del estudiante de medicina mermaba poco a poco, como su cuerpo dejaba de temblar gracias a su tacto y cómo, por un instante, Jungkook se sentía amado por alguien.
Hola a todos,
Realmente no tengo mucho qué decir del capítulo. Planeaba hacerlo más largo, pero creo que al final, fue justo lo que buscaba: qué viésemos cómo la relación de nuestros protagonistas comienza a afianzarse, aunque creo que en principios muy frágiles y que ya veremos cómo avanzan. Además, me costó seguir escribiendo y no quería fallarles con la actualización.
Como sea, no olviden contarme qué les parece y qué creen que pasará.
Gracias por todo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top