31. TE PERDÍ
Escucho hasta mi respiración. Mis nervios me carcomen y, acto seguido me echo una copa. No, de hecho, necesito varias copas. Me aflojo el nudo de la corbata. No, mejor me la quito, ¡qué puñetas!
Miro el reloj. Falta muy poco hasta la hora a la que he quedado con Aylin, me he ofrecido ir a recogerla a la residencia, sin embargo me ha hablado en un tono un poco seco. Me ha dicho que cogería un taxi para venir a mi casa. Pienso seriamente en su tono de voz y por dentro, espero que no le pase nada. Intento animarme a mí mismo, pensando que lo mismo está agobiada por los exámenes y que en realidad no le ocurre nada. Lo que menos me puede pasar esta noche es que esté de mal humor, necesito que lleve bien la sorpresa que le tengo. Sin esta última prueba, sería impensable que entrara en Olimpo de manera voluntaria. Nuestro clan no es para mujeres delicadas ni débiles. Pensándolo bien, a ella la veo valiente, nunca se echa para atrás. Ahora mismo estoy recordando que estas semanas me ha demostrado muchas cosas: ha podido con todo el volumen de trabajo que le he encargado, me ha plantado cara las veces que ha hecho falta y accedió a probar mis técnicas sadomasoquistas con ella.
Escucho el teléfono.
—Dime Jackson —contesto con voz gutural.
—Necesito que mañana por la noche estés aquí, tenemos comité.
—Lo sé, prepara todo. Pero el sábado no podré, te encargarás tú.
—¿Por qué?
—Tengo un compromiso.
—Serás tú el que reciba al gobernador. Asegúrate tenerlo contento. Sabes qué maneja, nos beneficia tenerlo de nuestro lado.
—¿Estarás en la fiesta de Sanders?
—Sí —contesto.
—Vale, pero te tendrás que encargar del siguiente transporte. No podemos permitir cometer el mismo error. Yo estaré fuera casi una semana.
—Jackson, ¡no hables en plural, demonios! —me enfurece que nunca asuma su culpa. Es un jodido cobarde.
—Bueno Brian, quedas avisado.
Escucho el timbre.
—Te tengo que colgar —le digo deprisa y cuelgo.
Abro la puerta y aquí está. El chico que he mandado a llamar.
—Entra —le ordeno.
El chico no dice nada.
—A la derecha tienes una habitación. Puedes quitarte la ropa ahí. Lo tienes todo dentro. No tardes.
Él solo asiente con la cabeza.
Está empezando a oscurecer y Aylin no aparece. Le doy un sorbo a mi vaso y empiezo a fantasear sobre qué pasará a continuación. Me imagino a Aylin con este chico en la cama y me empiezo a excitar. Si todo va bien, pasará la última prueba y estará preparada.
Al cabo de unos pocos minutos, escucho el timbre. Debe ser ella. Reconozco que estoy un poco nervioso y no sé cómo se lo va a tomar. Miro hacia la habitación en la cuál se ha metido el chico.
Abro la puerta y la miro. Ella está ahí parada y viene preciosa como siempre: hoy lleva un mono vaquero que tiene varios botones, desde el cuello hasta abajo y unas medias oscuras, al igual que unos botines azul marino y una chaqueta de cuero negra. Su pelo dorado está recogido en una cola alta y está sutilmente maquillada.
—¡Hola, pequeña! —le saludo y le doy un beso en la mejilla.
Cierro la puerta. Ella entra saludando y se quita la chaqueta de cuero.
—¿Qué tal? —pregunta, mirando a su alrededor.
—Bien. Creo que bastante bien —digo y le sonrío suavemente—. De hecho, como te dije, te tengo una sorpresa —añado un poco nervioso.
—¿Qué sorpresa, Alex? —pregunta y veo cómo se ilumina su rostro adorable—. Además, también quería preguntarte algo...
—¡Espera! —exclamo enseguida—. Ahora vuelvo —le digo emocionado.
Ella se levanta del sofá, y doy por hecho que está un poco confundida al verme a mí dirigirme a la habitación contigua.
Abro la puerta de la habitación y miro al chico. Está perfecto. Reconozco que su desnudez y cuerpo bien fornido es perfecto. Lleva una tela blanca alrededor de su cuerpo y una máscara dorada, tal cual han sido mis indicaciones. Mi intención era recrearlo todo y que Aylin esté segura cuando vaya a dar el paso de ingresar en Álympos. Sus rasgos masculinos combinan muy bien con el antifaz. Ahora bien, lo único que espero es que a ella le atraiga y despierte sus instintos, ya que me he esforzado bastante y he elegido a uno de los mejores chicos que tenemos en el Olimpo.
—Puedes salir —le digo al chico.
Este da un paso fuera de su habitación y queda expuesto delante de ella.
—Esta es la sorpresa que te tenía —digo enseguida y analizo su reacción inquieto.
Aylin se queda inmóvil y examina al chico, al mismo tiempo que frunce el ceño. Miro su cara y su rostro parece un puro bloque de hielo, sencillamente no refleja nada. Hasta diría que su rostro es terriblemente pálido.
¿Será demasiado para ella ? Empiezo a alarmarme.
—Di algo. No te gusta la sorpresa, ¿verdad? —digo sospechoso, al ver que no suelta ni una jodida media palabra.
Me acerco a ella deprisa y le toco el brazo. Sus rasgos permanecen quietos y parece que está en un trance. Diría que hasta se le ha olvidado respirar. Mis dedos aprietan su hombro, pero su mirada sigue fija en el chico y ni gira la cabeza hacia mí.
—¡No me toques! —me grita, sin dirigirme la vista.
¡Mierda! Esto no pinta nada bien.
Retiro mi mano de su brazo enseguida, y le hago una señal con la cabeza al chico. Este entra en la habitación, coge su ropa y se pone nada más que los pantalones y los zapatos. Al cabo de unos instantes en los que Aylin sigue mirando la jodida puerta donde se ha metido el chico y yo me paseo con las manos en los bolsillos nervioso, este sale y lo llevo a la salida, mientras que está vistiendo su camiseta.
Cierro la puerta de mi ático y reconozco que estoy muy confundido, no sé qué estará pensando ella ahora mismo. Sospecho que nada bueno, puesto que observo que permanece quieta y con la mirada perdida.
Me acerco y rozo su cadera con delicadeza. Necesito desesperadamente saber cómo se siente.
—Aylin... ¿qué...?
Sin previo aviso, estampa mi cara con su mano derecha. El golpe preciso de su mano sobre mi rostro retumba con fuerza y noto el cosquilleo en mi mejilla. Siento la irritación en mi piel y llevo la mano a mi cara agónico. No lo he visto venir, ¡diablos!
Empiezo a hervir por dentro y todos mis sentidos se agudizan.
—¿Qué mierda haces? —le suelto y acerco mi cara a ella más—. ¿Me quieres pegar? ¡Venga! ¡Pégame otra vez!
¡J-O-D-E-R! Esta mujer me pone a mil, hace que mi cólera aumente en segundos. Pero también hace que la desee extremadamente. Mi corazón parece que me va a salir del pecho y mi frustración de que las cosas no hayan salido como según lo planeado, puede conmigo.
Ella permanece callada y yo sigo.
—Recuerda con quién estás hablando. Recuerda que estoy muy acostumbrado a pegar y que me peguen ¡Estás delante de un sádico! —digo, levantando mi voz de manera exagerada y mis mandíbulas están muy tensas.
—Sí, eres un sádico ¡Eres un jodido sádico! ¿Y sabes qué, Alex? Lo peor de todo es que ¡estaba ciega! ¡No lo quería ver! —habla con dureza mientras retrocede un paso y aprieta los labios con mucha fuerza.
Tanto me acerco a ella que empiezo a notar miedo en sus ojos. La verdad es que no puedo permanecer lejos de ella ni un segundo más.
En el momento en el que avanzo un paso más, me pone la mano en el pecho y me empuja con fuerza para liberarse de mí. Me empuja tan fuerte que sus dedos queman mi piel. Intenta apartarse de mí enseguida y empieza a caminar deprisa hacia la puerta, pero le agarro el brazo. No, no voy a permitir que se vaya así, sin ninguna explicación. Mi cuerpo está sumamente tensionado por la furia.
—¿A dónde crees que vas? ¿A qué estás jugando, Aylin?
—¡Suéltame! ¿A qué estás jugando túuuuu? —me grita.
—¡No entiendo nada! —le digo rápido y al final estoy obligado a soltarle el brazo cuando empieza a retorcerse bajo mis dedos. Empiezo a sudar porque no comprendo ni una jodida palabra suya.
—Pensaba que estabas preparada y que lo tenías muy claro —continúo hablando con incertidumbre—. ¡Pensaba que ibas a estar dispuesta a hacer todo lo que yo te pidiese!
—¿Cómo lo has podido hacer? —pregunta con inquietud y noto decepción en sus ojos—. ¿Esa era tu sorpresa, eh? —levanta la barbilla desafiante.
—Dijiste que querías ingresar en el Olimpo —le recuerdo muy confundido y cortante—. ¿Cómo pensabas hacerlo? ¿Cómo pensabas ingresar en un sitio como ese?
—Hiciste lo mismo con Beth, ¿verdad?
—¿De qué estás hablando? —vuelvo a agarrar sus brazos con mis manos.
¿Cómo demonios sabe ella de Beth? No me lo puedo creer. Respiro agobiado.
—¡Elizabeth Stuart! ¿Hiciste lo mismo con ella, verdad? La perseguiste, la conquistaste, la metiste en el Olimpo, la dejaste embarazada y ¡se suicidó por tu puta culpa! —grita desquiciada y no la reconozco. Sus ojos son centellantes y nunca antes la he visto de esta manera.
—¡No sabes nada! ¡No es lo que piensas, te lo aseguro! —le contesto rápido y mi corazón está encogido. No quiero que piense lo peor de mí, ¡joder! —Déjame explicarte.
—¡Claro que es lo que pienso, no pierdas tu tiempo en explicarme nada! ¡¿¿¿Cómo pudiste obligarla a abortar, Alex????!
—¿Quéeeeeee? ¿De qué mierda estás hablando, Aylin? —aprieto su brazo con mucha fuerza. Mi corazón se para de repente. No puedo pensar en el aborto de Beth sin estremecerme.
—Alex... no me sorprendería que lo hicieras. Lo cierto es que me espero ya a cualquier cosa de ti.
—¡Eso no es cierto! ¡Yo no sabía nada del aborto! ¡Me enteré después! —grito enloquecido. No lo voy a permitir.
—¡No voy a creerme ni una jodida palabra! —contesta con resquemor y odio.
—¡Aylin! ¡Para! ¿Quién te contó de Beth? Fue Lorraine ¿verdad? —agarro su cadera y la intento tranquilizar, pero me es casi imposible. Se retuerce y lucha con mi cuerpo. —Por favor, tranquilízate —hablo en un tono más suave, suplicándola.
Esta me vuelve a empujar y parece poseída.
—Sí ¡fue ella! Me lo contó todo y por supuesto que ahora encajan todas las piezas ¡Qué estúpida he sido, Dios! —al mismo tiempo que dice esto, se lleva la mano a la cabeza y mira el suelo confundida.
—No la creas. Ahora mismo te voy a contar todo. Por favor... —muevo mis manos desesperado, no quiero que piense lo peor de mí.
—Por supuesto que la creo, al igual que me creo que hace unos días te acostaste con ella.
—¿Te dijo eso? —pregunto rápido y abro los ojos como platos.
¡Diablos! ¿Cómo puede ser tan mentirosa esta mujer! , piensa mi mente colérica.
¡Joder! Recuerdo como días atrás aquella víbora vino a mi piso y empezó a hacerme una mamada, y como finalmente la agarré y la eché de mi casa cuando en mi mente visualice la imagen de Aylin. Recordé la imagen de ella debajo de mí cuando le quitaba la virginidad. Me acordé de su rostro tan puro e inocente. Recordé aquellos ojos azul oceánico y no pude acostarme con Lorraine. Simplemente no pude.
Llevo mi puño a mi mandíbula y aprieto los dientes.
—Aylin... —levanto mi vista de nuevo hacia ella y susurro con la respiración acelerada—. Aquí hay una única verdad. Y esa es que sabías a lo que te exponías en el momento en el que elegiste acostarte conmigo. ¡Yo te dejé las cosas claras desde el principio! —le digo, mientras levanto mi dedo índice modo amenaza.
—¡Sí, lo sabía! Pero también me dijiste que era especial para ti, ¡y que no había ninguna otra mujer en tu vida! —dice esto derrotada y se lleva las manos a la cabeza de nuevo. Noto su aflicción.
—¡Y lo eres! —mi alma está tan trastornada que lo único que me apetece es acercarme a ella y darle un abrazo.
Intento abrazarla, sin embargo, ella empieza a retorcerse y me fastidia que no me deje ni tocarla.
—¿De qué manera? —aparta mi cuerpo —¿Trayendo a un hombre a que me folle delante tuya?
Unas lágrimas empiezan a caer sobre sus mejillas.
Confieso que no soporto verla sufrir y esta situación me supera. Pero tengo que ser fuerte, ¡joder!
—Era necesario —digo contundente—. Gracias a esto me he dado cuenta de que no estás preparada.
—¡Pues no, no estoy preparada! —suelta desafiante y sus ojos echan chispas.
—Además, ¿de que estamos hablando? Estuviste de acuerdo con todo esto cuando elegiste tener sexo conmigo en Miami ¡No me puedes culpar!
—Alex ...—se acerca a mí despacio y noto como otras dos lágrimas se abren paso por sus rosadas mejillas—. En Miami no tuve solamente sexo, me deje llevar y me entregué a ti. Me entregué a ti completamente. ¡En cuerpo y alma! —dice dolida y clava su dedo índice en mi pecho.
—Aylin...
—Mi corazón no entiende de normas y pensaba que.... en algún momento sería recíproco. Fui una idiota, ¿verdad? —veo que intenta ahogar un suspiro.
—Yo también me entregué a ti, ¡me encantas! ¡Me encanta sentir tu cuerpo!
—Mi cuerpo. ¿Lo ves? Yo no estoy hablando de eso —ella sigue llorando y mirándome con decepción.
Me está partiendo el alma. Llevo mis manos a sus mejillas y le empiezo a secar las lágrimas.
—¿De qué estás hablando entonces? —pregunto con dulzura.
—De amor, Alex... ¡De AMOR! —levanta su tono de voz y me aparta las manos de su rostro.
Me quedo helado. Ha dicho "amor". Mi respiración se ha cortado completamente.
—Yo no sabía que... ¿Tú me... amas? —levanto los brazos y quiero tocar sus mejillas de nuevo con mis dedos pero... ¡mierda! Estoy muy confundido. Bajo los brazos.
Ella suspira con fuerza y dirige su vista hacia la puerta.
—No hace falta que digas nada —arquea sus labios con ironía cuando se da cuenta de mi confusión.
Puedo notar el sufrimiento y el dolor en sus ojos cuando vuelve a mirarme.
—Aylin, déjame explicarte. Yo podría....
—Tranquilo —me corta en seco —. Sabía que esto pasaría.
Su voz suena muy rota y tras decir esto, simplemente se da la vuelta, coge su chaqueta de cuero y empieza a caminar.
—¡No te puedes ir!
No aguanto la jodida presión que siento en mi pecho. No soporto el pensamiento de que me esté dejando.
Aylin agarra el pomo de la puerta y la abre con decisión.
—No puedes irte. Por favor, no te vayas —añado rápido.
—¡No te atrevas a seguirme! —me suelta de manera severa, al mismo tiempo que se dirige al ascensor.
Intento agarrar su brazo, pero se resiste.
Cuando las puertas del ascensor abren, ella entra y me impide pasar. Pulsa el botón de la planta baja y noto ansioso que su mirada es demasiado fría. Lo cierto es que su actitud me está destrozando por dentro.
—¡Adiós, Alex! —dice con voz temblorosa. Está aguantando el llanto y me detiene con una mano. La coloca en mi pecho.
Me echo un poco para atrás por el impacto que producen sus palabras en mi oído. Las puertas del ascensor se cierran enseguida.
Me quedo en el pasillo perplejo.
¡Demonios! ¿Cómo es posible...?
Vuelvo a mi piso colérico, pego un portazo y empiezo a dar vueltas por el amplio salón. Me estoy asfixiando. Siento que algo se está rompiendo en mi interior.
—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! —grito desesperado. Necesito sacar la tormenta que llevo dentro.
Arraso con todo lo que hay encima de la barra. Las varias botellas de alcohol y los vasos de cristal chocan contra el suelo.
—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh! —grito de nuevo y me siento en el sofá. Hundo mi rostro en mis manos.
Las lágrimas invaden mis ojos.
¿La acabo de perder?
Tengo aquí una pena que quiere salir
Y un gran remordimiento que me habla de ti
No ves en mi lo que soy, si no lo que fui
Te quedas con lo que escondo, y no con lo que di
Te miro y te lo juro no sé que decir
El daño que nos hicimos no se va a curar
Si crees que tengo dudas la respuesta es sí
Si preguntas hasta cuando digo hasta el final
Lloramos hasta que vuelve a salir el sol
Yo no encajo en este puzzle al que llamas amor
No soy lo que esperabas
Te perdí
Por no entender lo que necesitabas
Por mentirte mil veces a la cara
Por no cuidar lo que mas importaba, no te valoraba
Entonces te perdí
(SHÉ: "TE PERDÍ")
https://youtu.be/sTRiVlNr4Nw
⏩⏩⏩⏩⏩⏩⏩⏭️⏩⏩⏩⏩⏭️⏭️⏩
¡Hola, hola!
Este capitulo es bastante emotivo, espero de verdad haber sido capaz de provocar muchas emociones en vosotr@s y que os pongáis en la piel de los personajes.
Yo estoy casi llorando.
La historia sigue adelante, ¡ gracias a tod@s vosotr@s !
Me apoyaríais muchísimo si me dejarais también un comentario en el tablón o aquí mismo, diciéndome qué os ha parecido el capítulo (o la historia en general). Y por supuesto, os doy las gracias de antemano 🙏❤️
¡Sois maravillos@s!
Ya sabéis, si os ha gustado, dadle a la estrellita 🤣👌👏
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top