20.WATERMELON SUGAR
⚠️⚠️⚠️AVISO IMPORTANTE⚠️⚠️⚠️
ESTE CAPÍTULO ES CATALOGADO COMO +21. CONTIENE ESCENAS DE SEXO MUY EXPLÍCITAS, APARTE DE LENGUAJE VULGAR, QUE PUEDE RESULTAR DESAGRADABLE O VIOLENTO PARA ALGUNAS PERSONAS.
LEERÁS BAJO TU RESPONSABILIDAD.
Ya es de día y abro mis ojos. Me encuentro muy relajada y estiro mis brazos, mientras empiezo a bostezar. La verdad es que me siento como un bebé en brazos. De hecho, este colchón parece que tiene superpoderes, pues es muy reconfortante. Los párpados me pesan todavía, aun así, debo levantarme de la cama. Me revuelvo unos minutos más y toco la almohada con mis finos dedos. Pero no hay nadie a mi lado.
—¿Alex?
Me incorporo, froto mis ojos y barro la habitación con la mirada. Noto que nuestra ropa está cuidadosamente colocada encima del sofá que hay en la suite, al igual que los zapatos, que están bien ordenados. Recuerdo que anoche lo dejamos todo esparcido por el suelo; al instante sonrío pensando que el profesor es bastante ordenado. Seguramente ha recogido nuestra ropa y la ha doblado. Al ver nuestras prendas recuerdo todo lo que pasó anoche, con todo tipo de detalles, así que no puedo dejar de tener esta sonrisa de idiota en la cara. Apenas dormimos, lo hicimos dos veces más, este hombre es realmente insaciable. Fue una noche verdaderamente espectacular y estoy más que feliz.
¿Y dónde estará él?
Me levanto y envuelvo la sábana alrededor de mi cuerpo. Me dirijo al balcón y empiezo a admirar el paisaje, el océano hoy está muy tranquilo. Tiene una calma especial. Y no sé por qué, pero lo asemejo a mi corazón ahora mismo. Estoy en paz conmigo misma y no me arrepiento de nada, a pesar de todo lo que sé ahora mismo sobre el profesor. A lo lejos noto que varias personas están practicando surf y están cogiendo las olas, además la playa está repleta de personas que están relajadamente tomando el sol. Las sombrillas coloridas invaden el mar de arena que se extiende hasta lo lejos. ¡Como me encanta! Siempre me ha gustado el sur, y eso hace que recuerde todos los veranos que mis padres organizaban vacaciones en la costa. Supe que la playa me fascinaba desde el primer momento que la pise.
Suspiro y pienso que me voy a dar una ducha. Al mismo tiempo que me cepillo los dientes, pienso que quizás Alex ha ido a pedir el desayuno, o a tomarse un café. ¿O estará teniendo alguna reunión?
Le doy a la ducha y vuelvo a pensar que aquella ducha es colosal. Es casi la mitad de una habitación pequeña, de hecho el baño en sí parece un spa. Dejo caer la sábana al suelo y espero que el agua se ponga caliente mientras que empiezo a tararear una de las canciones que más adoro de Harry Styles. ¡Lo amo! Posiblemente, la canción tarareada por mí parece más bien un ladrido que una canción. Vamos, que no soy ninguna competencia para mi querido Harry.
La verdad es que no suelo cantar en la ducha, pero hoy me estoy luciendo de verdad. De mis pulmones sale la letra de "Watermelon Sugar" con mucha fuerza, a la vez que me enjabono bien, me echo el champú cremoso y disfruto de la cascada de agua caliente de la ducha. ¡Mierda! Esto de la torpeza lo tengo que remediar porque se me acaba de derramar casi la mitad del bote sobre el plato de ducha. Veo una mancha azulada enorme del champú cerca de mis pies.
Sigo cantando, a la vez que me echo el champú restante del bote y me sorprende a mi misma que recuerde la canción. Me río triunfal, pensando que es un buen logro, ya que llevo sin cantarla al menos un siglo.
Tastes like strawberries
On a summer evenin'
And it sounds just like a song
I want more berries
And that summer feelin'
It's so wonderful and warm
Me vengo arriba enseguida. ¡Estupendo! Me acuerdo de la canción y ¿cómo no la voy a recordar? La he cantado con mis amigas millones de veces en los karaokes. Entonces alzo más mi voz.
Breathe me in, breathe me out
I don't know if I could ever go without
I'm just thinking out loud
I don't know if I could ever go without!!!!!
https://youtu.be/E07s5ZYygMg
¿Y por qué me estoy acordando de esta canción ahora? Sigo cantando con ritmo —o al menos es lo que yo pienso—. Y chillo a todo pulmón de nuevo, mientras que muevo el pelo mojado y empapado de champú en modo rebelde:
Watermelon sugar high!!!!
Watermelon sugar high!!!!
Watermelon su........
—Buenos días. ¿Interrumpo algo...? —escucho de repente una voz, al mismo tiempo que noto unos dedos sobre mi espalda. Giro mi cabeza, y aunque no pueda ver con claridad, ya que el champú de los cojones todavía está invadiendo mis globos oculares, identifico una silueta.
—¡Alex! —exclamo.
Lo tengo delante de mí completamente desnudo y me pregunto cuándo ha llegado, ni me he enterado. ¡Joder! ¡Me ha dado un susto de muerte!
Y encima, me ha encontrado cantando, ¡qué vergüenza!
Y apuesto que en este momento los astros o los dioses, o quién mierda sea, están muy cabreados conmigo porque, sin previo aviso, hacen que pise el champú que he derramado antes sobre las losas de la ducha sin querer. Como resultado, en el puñetero preciso momento en el que me giro para ponerme de cara al profesor, mi pie resbala sobre la mancha. Veo casi a cámara lenta como agarro con la mano su brazo para que no me caiga y como este, al no verlo venir, se desequilibra y lo arrastro conmigo al suelo, patinando los dos sobre las jodidas losas.
Nuestros cuerpos retumban y noto un dolor increíble en el culo y espalda. Él básicamente "aterriza" a mi lado y todavía tengo su brazo cogido. Lo miro embobada y noto que pone una mueca de dolor enseguida. Se ve que se ha golpeado la cabeza y rezo de que no se haya dado un golpe demasiado fuerte por mi culpa. Bueno, podía haber sido peor y quedarse tendido. Sé que soy dramática —bueno, menos que Bert—, pero ya estoy viendo los titulares de las noticias "Profesor de Harvard, encontrado muerto en el baño de un hotel de Miami mientras que se duchaba con su asistente. Y todo es producto de la torpeza de esta estudiante".
Intento volver en mí y no me cuesta deshacerme rápidamente del champú que tengo en los ojos. Prácticamente estamos debajo de la alcachofa de aquella ducha inmensa que hay sobre nuestras cabezas. Noto las gotas de agua en nuestras caras. El profe tiene los ojos un poco apretados para impedir que le caiga agua y entonces, debido al impacto y no saber qué hacer, lo sigo mirando y abro mis ojos como platos.
¡Joder! ¿Se habrá hecho daño?
Nos quedamos unos breves segundos así, mirándonos el uno al otro y enseguida hacemos un intento de levantar la cabeza e incorporarnos. Y entonces.... no me puedo aguantar más la risa y estallo en carcajadas ¡Ayy Dios mío! , pienso divertida. Me está haciendo mucha gracia lo que acaba de pasar. Él también me sigue el rollo y veo como su boca se tuerce y deja entrever su bonita dentadura. Por fin, se está riendo.
—Profesor... —sigo riéndome a carcajadas— ¿estás bien? —pregunto con mucha dificultad.
Él obviamente está incapacitado para contestarme, al igual que yo hablar. Solo mueve la mano, totalmente anulado. Ahora mismo estamos los dos casi revolviéndonos en el suelo muertos de risa. Es que ha sido verdaderamente gracioso. También nos tocamos con disimulo las partes del cuerpo en las que hemos recibido el golpe.
Cuando conseguimos regular nuestra respiración y tiramos el uno del otro para ponernos de píe —bueno, él más de mí que yo de él—, nos apartamos un poco del chorro de agua y nos intentamos deshacer del agua de la cara.
—Aylin... tengo que decirte que eres verdaderamente peligrosa —sonríe.
—¿Yo peligrosa? —abro la boca "sorprendida", con una indignación sobreactuada.
—Pues.. digamos que señorita Vega... —dice y coloca sus manos sobre mis brazos.
Las empieza a deslizar sobre mi piel y sus dedos llegan a la curva de mi cintura. Continúa hablando.
—Desde que la conozco me ha pasado de todo: sentí mis huevos quemados con café, me vi encerrado en un armario, me hice mierda la mano dándole un puñetazo a un gilipollas anoche y ahora ... acabo de ver las estrellas en un plato de ducha, en Miami. ¿Qué más me espera con usted? —pregunta muy ocurrente.
Se ve adorable así, con el pelo mojado. Me acerca más a él y nuestros cuerpos desnudos rozan. Sonrío complacida y estoy empezando a notar su pene ya erguido sobre mi abdomen.
—No se queje, usted se lo ha buscado —le digo sin tardar demasiado.
—¡Vaya! Que seguridad. Estoy sorprendido —dice este y nuestras caras se acercan cada vez más.
La cuestión es que, gracias a este acercamiento, me estoy poniendo jodidamente caliente.
—Pero ¿sabes qué? —continúo yo, mientras levanto mi mano derecha y empiezo a dibujar círculos sobre su brazo fuerte.
—¿Qué? —pregunta muy excitado.
—Al final he conseguido que te rías.
—Así es —y mira por un corto instante para arriba reflexivo, evadiendo mi mirada—. Por lo tanto, te tengo que recompensar.
—No, Alex — le contesto y sigo con mis caricias sobre sus brazos—. Hoy deseo recompensarte yo a ti. Por cómo me trataste anoche —añado con voz sensual, a la vez que llevo mis manos a su pecho y lo miro deseosa. Pienso que en el fondo, me tengo que aprovechar de que lo tengo delante y vivir todas las experiencias que ansiaba.
Mis senos se endurecen con el tacto de su robusto torso y su musculado miembro, que en este momento me está rozando la piel con fuerza.
—De acuerdo —contesta con suavidad. Sus manos empiezan a apretar mis nalgas con lozanía —Pero ¿estás segura?
—Sí —contesto decidida. Haría hasta el pino por él ahora mismo—. ¿Qué quieres?
—Follarte la boca —afirma muy serio, sin titubear. Me clava con sus ojos color azabache.
No contesto, pero tampoco me niego. En el momento en el que me muerdo el labio, él se da cuenta de que estoy de acuerdo. Lo próximo que hace es llevar su mano firme a mi nuca y pegar sus labios a los míos inesperadamente. Nuestras bocas se unen y comenzamos a besarnos con frenesí.
Todo lo que está pasando hace que un temblor desenfrenado me aceche. Además, pensando en que le voy a hacer sexo oral cuando no tengo ni puñetera idea, hace que me ponga más nerviosa todavía.
—¡Ven! —me indica y coge mi mano.
Nos colocamos los dos debajo del agua y se echa en la mano un poco de gel de ducha, del que tiene olor a frutas del bosque. A mí me echa también un poco. Nos empezamos a acariciar todo el cuerpo el uno al otro, esparciendo el gel sobre nuestro piel, es más, ya no es solo enjabonarse. Empezamos a rozar nuestra piel con anhelo.
—Aylin, siempre te deseo. En cualquier momento del día... —dice, mientras que baja su mano y roza primero mi ingle y después mi sexo. Empieza a acariciarme con suavidad y la sensación es más que plácida.
—Yo también te deseo —contesto con sinceridad.
—Tócame —me habla en el oído.
Básicamente coge mi mano y me la posiciona sobre su miembro agrandado. Puedo sentir claramente en mi mano las venas de su falo. Empiezo a acariciarle y Alex me vuelve a besar mientras su mano resbala sobre mi cintura.
—Quiero rozar tus labios con ella, Aylin. Me muero de ganas... —continúa—. ¿Estás segura de que quieres? —me vuelve a preguntar.
Asiento con la cabeza y en lugar de contestarle o decirle algo más, simplemente me pongo de rodillas, sosteniendo mi cabeza alzada y sin quitarle la vista. De momento, al fijarme mejor, me doy cuenta de que en la parte alta de su ingle derecha tiene dos tatuajes: uno que parece un casco, de hecho un casco gladiador y otro más pequeño debajo, que muestra un triangulo al revés, y dentro del triangulo hay letras griegas. No me esperaba que tuviera tatuajes. Quiero preguntarle, pero no me arriesgo a estropear el momento, ya que Alex me mira encandilado y empieza a mover sus dedos primero en mi pelo, y después sobre mi mejilla. De mi mejilla, lleva sus dedos a mi pequeña nariz y después a mis labios voluptuosos.
—Estos labios... —susurra y observo que su cara está realmente abrumada.
Me muerdo el labio de nuevo y lo miro en toda su plenitud. Lo cierto es que la expresión de su rostro está cambiada, y no deja de mirarme los labios y tocarlos con sus dedos. Por mi parte, estoy cogiendo su pene entre mi diminuta mano y empiezo a acariciarlo. Ahora mismo parece que no soy yo, y pienso que me estoy comportando como una puta. ¿Dónde está Aylin la recatada?
Dios mío. ¿Qué estoy haciendo aquí arrodillada? ¿Y por qué me está gustando?, piensa mi mente indecente.
El profesor tenía razón de que no puede haber dignidad en asuntos de cama. Y yo estoy a punto de perder la mía. Lo único que me importa ahora mismo es verlo disfrutar y, aunque no tenga mucha experiencia, creo que sabré hacerlo. He visto algunas películas porno. A decir verdad, quiero ver al profesor temblar de placer, al igual que yo lo estoy haciendo cada vez que me convierto en esclava de su boca.
—¿Estás preparado? —pregunto con suavidad y me excita mucho verlo de esta manera, delante de mi vista.
—No sabes cuánto, nena —contesta torturado.
Su miembro está latiendo en mi mano. Acerco mi boca y acaricio delicadamente con mi lengua la punta. Muevo mi lengua sobre la terminación rosada de su pene y estoy empezando a ejercer presión; cada vez con más fuerza. Muevo mi lengua con determinación alrededor de su piel suave y cuando introduzco su falo casi completamente en mi boca, lo miro atenta. Enseguida, este inclina la cabeza hacia atrás y acaricia mi pelo. Me esmero para darle placer y empiezo a succionar su capullo varias veces, alternándolo con lamidos suaves.
—Lo estás haciendo genial —lo escucho hablar.
Está disfrutando y eso hace que me sienta orgullosa, puesto que comienza a soltar unos leves gemidos. Entonces me mira, y acto seguido, hunde sus dedos más en mi pelo mojado. Me gusta mucho sentirlo dentro de mi boca y es una sensación muy desconocida. Aunque lo haya visto en el porno, nunca lo había sentido. A decir verdad, en estos momentos me siento extremadamente poderosa al poder provocar todo esto que estoy provocando en él.
Conforme mi boca y lengua se mueve cada vez más sobre su desorbitante músculo, sus gemidos son cada vez más seguidos y lo único que deseo ahora mismo es que estalle y lo vea disfrutar hasta el final. Abro más mi garganta e intento meter su enorme falo hasta más adentro, pero lo cierto es que es demasiado grande y en ningún momento consigo hacerlo desaparecer completamente, aunque lo desee. Con una mano le aprieto el miembro con fuerza y conforme voy succionando vigorosamente, mis labios lo aprietan con dureza. Mis movimientos son muy decididos y precisos y la cara de Alex lo dice todo. Está que echa fuego.
—Señorita Vega, esto se le da igual de bien que las Finanzas —dice sumamente excitado, y entonces sostiene mi cabeza entre sus manos y empieza a moverse, invadiéndome con poderío. Por mi parte, estoy intentando aguantarle el ritmo con tenacidad, pero casi que no puedo por sus movimientos bruscos. Está desatado, pero aun así no fuerza mucho la situación y estoy agradecida de que sea así.
Me mira con cara encendida.
—¡Ven aquí!
De repente, tras unos minutos muy intensos, libera mi boca y se arrodilla en el suelo, junto a mí. No sé lo que va a hacer, en realidad. Primero me mira y me acaricia un momento la mejilla, colocando su dedo gordo sobre mis labios y después se lanza a mí, dándome un beso desquiciante. Lo hace tan rápido, y tan violento, que me tumba con su cuerpo sobre el suelo de la ducha. Con una simple sacudida, tira de mis piernas y las abre. Y todo en cuestión de segundos. Sin perder el tiempo, el profesor se coloca entre mis piernas y se tumba sobre mí, al mismo tiempo de me penetra con fuerza. Suelto un quejido.
—Mi polla te necesita ya, Aylin. Sabes que soy adicto a ti, ¿verdad? —dice esto mientras que gruñe y me embiste con violencia, tanto que hasta siento un poco de dolor. Mi vagina todavía está resentida de anoche, aun así es una molestia soportable, que en un momento desaparece.
—Ohhh, sigue... —consigo decir, ya que apenas me deja respirar. Aumenta cada vez más sus movimientos y hasta me muerde y succiona el cuello. Seguramente me ha dejado marcas.
Empiezo a gemir por el placer enloquecedor que estoy sintiendo.
El punto culminante ocurre cuando junta mis piernas y se las lleva por encima de sus hombros. Levanta mi trasero y quedo suspendida, mientras que él no se detienen en ningún momento de sus continuas estocadas placenteras en mi interior. Es la primera vez que lo siento tan dentro de mí, es una sensación nueva y no consigo controlarme. Noto que él está al borde del éxtasis porque su respiración es cada vez más fuerte y está gimiendo descontroladamente, pero no da rienda suelta a su orgasmo porque seguramente me está esperando a mí.
Estoy extremadamente caliente y reconozco que en unos pocos segundos, el profesor me ha llevado al cielo. Mis sentidos no tardan en estallar, y los quejidos de alivio salen de mi garganta. Mi rostro está desencajado por la lujuria y la pasión, al igual que el suyo.
Nuestra respiración se siente entrecortada y nuestros orgasmos también se unen, al igual que nuestros cuerpos. Alex se sale de nuevo velozmente y estalla enseguida. Todavía mantiene la mano sobre mi vientre y con la otra empieza a dibujar unas líneas sobre mi pecho, acariciando mis pezones mientras me mira con satisfacción. Confieso que jamás en la vida podía haber supuesto que esto sería así. Que mis sentidos estallaran de esta manera bajo sus caricias.
Nos miramos con ternura, de hecho, nos quedamos varios minutos así. Yo tumbada sobre el suelo frio y húmedo de la ducha y él sobre mí.
Simplemente inmersos en nuestra mirada.
—¿Qué me estás haciendo? —susurro finalmente —¿Qué hechizo es este?
—A mí me parece que aquí la única bruja eres tú —me contesta y sus facciones, que siempre son tan duras en este momento reflejan dulzura.
—¿Y si nos duchamos otra vez? —mira mi cuerpo lleno de pequeñas gotas blancas.
El flujo de agua nos rejuvenece y frotamos de nuevo uno el cuerpo del otro con aquel gel de ducha que huele maravillosamente bien. Después de secarnos, empiezo a tirar de él y me da un poco mi vena infantil. Eso es lo que me ocurre cuando estoy feliz.
—¡Me muero de hambre! —exclamo y tiro de su mano.
—Espera —musita y no sé por qué pero me da la impresión que ha vuelto a su actitud fría de siempre—. Por cierto... No te lo pregunté anoche pero... ¿por qué me llamas Alex?
—Anoche digamos que... tampoco tuvimos tiempo de hablar. En realidad es una larga historia.
—Soy todo oídos —contesta este a la vez que se pone los pantalones.
—¿No te gusta que te llame así? —le digo un poco confundida, mientras que me agacho varias veces y sacudo mi cabello. Después me lo seco con una toalla. Tengo otra toalla blanca inmensa envuelta en mi cuerpo.
—No es eso. Solo que nadie me llama así. Me resulta raro.
—Más tarde a lo mejor te lo digo —contesto deprisa y salgo al balcón.
Todavía estoy fascinada por las vistas y no puedo despegar mi vista de aquel paraíso celeste. Mientras, Alex está realizando una llamada y sorprendentemente, nos traen el desayuno a la habitación en menos de diez minutos. Han sido muy rápidos. El desayuno es bastante copioso, hay cruasanes, pan, queso, todo tipo de fruta, zumo, café, también beicon y multitud de aperitivos.
—¡Dios mío! Esto es demasiado —le digo esto después de vestir con un corto vestido de lino blanco de tirantes. Muy cómodo, la verdad.
Él lleva puesto nada más que unos pantalones verde oscuro, color aceituna. Enseguida coge una camiseta negra y antes de que la deslice por su robusto pecho, noto unas pequeñas cicatrices en su espalda. Como si fueran los rasguños de un cuchillo.
—Alex... —le fijo con la mirada en el momento en el que se sienta en la silla, muy cerca de mí—. En la espalda tienes... unos rasguños ¿Qué te pasó? —pregunto con mucha inocencia y bastante preocupada. No me he percatado hasta ahora de que el profesor tuviera esas cicatrices ahí.
Observo que está mirando para abajo y su cara se vuelve más seria todavía. Está empezando a untar mantequilla en una rebanada de pan.
—Aylin... —dice al mismo tiempo que le da un mordisco a su tostada—. No preguntes cosas a las que sabes que no recibirás respuesta.
No me esperaba este corte.
—¿No confías en mí? —le digo seria, a la vez que le doy un sorbo al zumo de frutas.
—No es eso. Además, creo que te deje claro que sabrás lo que tengas que saber.Y hay preguntas que no tienen respuesta, así que no te esperes recibirla.
—Pues yo creo que todas las preguntas tienen respuesta. Otra cosa es que tú no me quieras contestar—le digo con atrevimiento y un poco molesta.
—En cuanto menos cosas sepas, mejor —contesta este y emboca unos trozos de fruta.
—¿Por qué? ¿Qué hay tan grave en tu vida que yo no pueda saber? —pregunto inquieta y también un poco indiscreta. Entonces cojo su mano entre la mía.
—Creeme, es mejor para ti.
—No entiendo.
—No hace falta que lo entiendas —dice y me echa la misma mirada impenetrante de siempre. Es como si en la ducha, tumbado sobre mí hubiese sido una persona y ahora mismo, desayunando conmigo es otra muy distinta.
¡Joder! Lorraine me dijo lo mismo en la fiesta de la casa de Bram , pienso.
El profesor le da un sorbo a su café.
—Por cierto, ¿quieres que vayamos a la piscina? ¿O prefieres la playa?
—Playa —contesto un poco desganada y miro el horizonte. Pienso que ¡ya está! Ya me ha cambiado el tema.
—Vale. ¿Estarás lista en un cuarto de hora?
—Intentaré. ¿A dónde vas? —pregunto cuando noto que se acaba de levantar de la silla. Lee algo en su móvil y se dirige a la puerta.
—Voy a hacer una llamada —contesta sumamente serio.
Nada más que asiento con la cabeza ¿Será su mujer? Es verdad que es un hombre muy ocupado, sin embargo... veo que no hay manera de que se abra conmigo. Ni siquiera después de todo lo que ha pasado entre nosotros.
Le daré tiempo. Espero que Alex pueda contarme sobre su vida en algún momento.
Espero poder conocer a la verdadera persona que se esconde detrás de ese traje y esa dureza e inexpresividad.
Lo espero desesperadamente. Necesito conocerlo mejor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top