19.EN MEDIO DE LA NOCHE
Estas llamas están ardiendo, estas olas están rompiéndose
Arrástrame como un huracán
Estoy cautivándote, te tengo hipnotizado
Puedes sentir el poder, soy yo de nuevo
(Elley Duhé- "Middle of the night")
⚠️⚠️⚠️AVISO IMPORTANTE⚠️⚠️⚠️
ESTE CAPÍTULO ES CATALOGADO COMO +21. CONTIENE ESCENAS DE SEXO MUY EXPLÍCITAS, APARTE DE LENGUAJE VULGAR, QUE PUEDE RESULTAR DESAGRADABLE O VIOLENTO PARA ALGUNAS PERSONAS.
LEERÁS BAJO TU RESPONSABILIDAD.
—¿Qué hacéis? —oigo el grito de alguien, conforme regreso del baño.
Cuando llego de vuelta al lounge, noto que el señor Clark está tendido en el suelo y me pregunto qué narices habrá sucedido mientras que me encontraba en el servicio. Todo el mundo está mirando atentamente. El profesor está de pie, delante de él, y su rostro está desencajado. Al verme aparecer en la terraza, se me acerca deprisa y me agarra el brazo.
—¡Nos vamos ya! —dice con voz severa y noto cómo respira velozmente.
Algo ha ocurrido.
—¿Le acabas de dar un puñetazo al señor Clark?
—¡Esa escoria no es ni señor, ni es nada! —ruge diabólico.
Coloca su mano en mi cintura, aprieta sus dedos con fuerza y atrae mi cuerpo hacia él, tirando de mí hacia la puerta. Nos vamos alejando hacia la salida del restaurante, aun así, no puedo evitar mirar para atrás. Veo a Mark ayudando al señor Clark a levantarse. El hombre se está tocando la herida y también mira en dirección a la salida.
—¿Qué ha pasado?
Los diez minutos que pasamos en el coche, de camino al hotel, son parecidos a los que hemos pasado llegando al restaurante. El profesor no contesta a mi pregunta y supongo que es porque acaba de darle un puñetazo a uno de los socios más importantes de la costa sur, con lo cual es absolutamente lógico que esté irritado.
Llegamos al hotel enseguida y, conforme vamos caminando, me estoy dando cuenta de que este sigue en silencio y ni siquiera me mira. Sus rasgos son muy tensos y me empiezo a preocupar verdaderamente por él. Seguramente este altercado le pasará factura dentro de la empresa y realmente no sé hasta que punto sus negocios se verán perjudicados.
El sonido rítmico de nuestros acelerados pasos sobre el suelo retumba en la gran entrada principal del hotel, mientras que nos dirigimos a zancadas al ascensor. Unas personas de la recepción nos saludan con una sonrisa de cordialidad.
—¿Estás bien? —pregunto cautelosa y me acerco un poco más a él.
—Sí. Pero lo cierto es que estaría mejor si no le hubiese puesto las tetas en la cara al imbécil de Clark —Gira la cabeza de repente y clava su vista sobre mí.
Su mirada me hiela.
¡Vaya! Yo soy la razón de la disputa. Abro mis párpados más cuando me regaño mentalmente. Acercarme e insinuarme al señor Clark ha sido bastante insensato e infantil, pero yo únicamente deseaba sacar de quicio al profesor con todas mis fuerzas y, por lo que veo, lo he conseguido.
—No es tu problema. Y aunque lo haya hecho, ¿qué necesidad había de pegarle al señor Clark? —le suelto molesta por haberme echado en cara mis insinuaciones—. ¿O lo solucionas todo con la fuerza, como siempre haces?
¡Puñetas! No me siento mal, él me está empujando a cometer locuras.
—¡Señorita Vega! —exclama este con brusquedad y levanta su tono de voz, al mismo tiempo que agarra mi brazo y casi me arrastra al interior del ascensor. Menos mal que no hay nadie dentro, es bastante tarde.
—¡Basta ya! —le grito mucho más enojada que él—. ¡No me puedo creer que después de todo lo que ha pasado entre nosotros, me sigas llamando "Señorita Vega"!
Suelto mi brazo de una sacudida y lo sigo desafiando con la mirada cuando este pulsa el botón de nuestra planta. El ascensor no tarda en ponerse en marcha.
—Aylin... —sigue con voz más suave y el hecho de que pronuncie mi nombre de esa manera hace que vibre— ¡No voy a permitirle a nadie que te insulte!
Inclina la cabeza y da un paso hacia mí.
—Entonces... ¿por eso le has pegado? —pregunto con cierta suspicacia, aunque me sale mirarle con ternura—. ¿Me has defendido?
—Siempre lo haría
Noto la intrepidez que emana su voz y pienso de momento que suena tan, tan jodidamente seguro cuando lo dice.
—Alex...yo no sabía que... —balbuceo a la vez que a mi corazón le va a dar una parada cardíaca. Definitivamente, el hecho de que me defendiera ha tocado mi fibra sensible.
—Dilo otra vez...
Su voz emana erotismo y, curiosamente, parece que a él también le incita cuando pronuncio su nombre. Sin duda, llamarnos por nuestro nombre es nuevo para ambos y eso provoca una tensión invisible, lo sé porque ahora mismo este se está acercando a mí cada vez más. Tanto, que su pecho toca el mío. Me está comiendo con la mirada y observo estupefacta cómo levanta su brazo izquierdo de la nada y pulsa el botón de bloqueado del ascensor, sin apartar aquella enigmática vista de mí. Enseguida, el ascensor se detiene, emitiendo un fuerte chirrido.
¡Oh dios! ¿Qué...qué está pasando aquí?
La tensión que hay entre nosotros ahora mismo se podría cortar con un cuchillo.
—Por favor, dilo otra vez Aylin. Di mi nombre... — su cara se enciende de una manera fascinante y me emociono.
—Alex... — vuelvo a pronunciar su nombre con mucho sentimiento y con voz demasiado seductora.
El deseo me paraliza y no me puedo mover. Se me ha olvidado todo lo ocurrido hoy y estoy totalmente cautivada por Alex... por Brian... por mi profesor. Su boca me fascina de tal manera que se me corta la respiración. Observo y siento dentro de mí que él también se ha quedado sin aliento. Lo noto en todo su ser. Sus ojos oscuros destilan deseo y puedo notar que la pasión arde dentro de él, está recorriendo cada célula de su cuerpo, de hecho, la suelta por todos sus poros. Entonces, respiro profundamente y quedo expectante, con el corazón a mil.
Inspiro...espiro...
La adrenalina está invadiendo todo mi ser y estoy embriagada por el electrizante contacto que supone su pecho fuerte contra el mío cuando él inclina la cabeza hasta que acerca más su cara a la mía. Y eso hace que sienta su aliento sofocado.
—Aylin... sé que he dicho que no te tocaría, pero... —habla muy profundo y casi roza su frente con la mía.
Noto su respiración rauda y persistente, y sus labios están demasiado cerca de mi boca. Es tan irresistible... tan jodidamente irresistible que...
De repente, un intenso deseo me invade.
—Bésa... —susurro en el silencio de la noche.
No espera a que termine de pronunciar aquella mágica palabra y, en un visto y no visto, se lanza a mi boca, poderosamente hambriento. Su beso es exigente y sus labios extremadamente persuasivos; su lengua roza a la mía con mucha fuerza y noto la calidez de su boca. Nos estamos saboreando el uno al otro y nuestras lenguas se retuercen de placer al mismo tiempo que unos escalofríos placenteros recorren todo mi cuerpo.
Enseguida, el profesor me rodea con sus brazos robustos, me acerca a su cuerpo y me aprieta de manera severa. Estoy temblando de emoción y respiro entrecortadamente, mientras que nos fundimos en un abrazo desesperado, tan intenso que parece que se nos va a ir la vida en ello. Hasta parece que este preciso y maravilloso momento va a ser el último de nuestras vidas. Es nuestro momento... y es perfecto.
—Solo basta con que me lo pidas —ronronea.
Me está aplastando contra su cuerpo fibroso y, por la violencia de nuestro beso, me obliga a retroceder unos pasos. La presión de su torso hace que roce el espejo que hay detrás; lo noto claramente cuando mi espalda golpea la pared del ascensor con demasiada ferocidad. No tarda en deslizar sus manos por mi cuello y sus dedos empiezan a bajar desde mi rostro a mi espalda y trasero. Por mi parte, clavo mis dedos en su espalda y pienso que necesito desesperadamente deshacerme de su camisa y sentir su piel.
¡Maldita sea! Quiero besar y sentir su piel urgentemente.
El profesor vuelve a ser dominado por el salvajismo que tanto le caracteriza, y aprieta mis nalgas con una mano, mientras que con la otra aprieta mi nuca. Sus dedos rozan mi piel con intensidad, al mismo tiempo que sigue con la danza erótica y apasionada de su lengua en mi boca. Me tiene atrapada y sé que no hay vuelta atrás. De esta noche no pasaré. Entonces, de manera inesperada, gira mi cuerpo completamente hacia la pared, de modo que mis senos quedan aplastados contra el amplio espejo del ascensor y mi trasero queda pegado a sus caderas sensualmente. Hasta suelto un suave gemido, al cogerme desprevenida.
Jadeo profundamente cuando deslizar sus dedos sobre mis brazos desde los hombros hasta mis muñecas y mi vello se eriza bajo el tacto suave. Agarra mis muñecas con las dos manos y me las retiene en la espalda. Mientras tanto, nuestras miradas se encuentran en el cristal.
—¡Mírate! Eres preciosa
El morbo me doblega cuando percibo su mirada tan atormentada por la lujuria. Acto seguido, la punta de su lengua empieza a acariciar el lóbulo de mi oreja con suavidad. Poco a poco, su boca va bajando sobre la piel de mi cuello, obligándome de alguna manera ladear la cabeza a un lado. Él ya ha tomado posesión de mi piel, como si de un vampiro se tratase, dispuesto a chupar y a lamer. Nuestras miradas ardientes siguen clavadas en aquel espejo y estoy observando maravillada cómo continúa recorriendo la línea de mi pálido cuello con su boca. Suspiro cuando noto sus labios sobre mi hombro.
—Aylin... —me seduce con su voz, cuan serpiente venenosa, a la vez que aprieta más mis muñecas retenidas, sin quitarme el ojo a través de aquel espejo.
—Dime...
Su respiración en mi oído provoca fuertes sacudidas en mi interior.
—¿Tienes idea de lo que te voy a hacer?
No contesto, solo inhalo el aire con fuerza. El corazón se me dispara y bombea sangre en todo mi atormentado cuerpo. Estoy fuera de mí completamente y aquellas palabras y la manera en la que pega sus caderas a mi trasero hace que se desate la locura. Noto claramente el roce de su miembro enorme a través de las telas, y eso hace que mi excitación aumente súbitamente.
Sus manos finalmente sueltan mis muñecas y sus dedos descarados empiezan a rozar mi cintura, al mismo tiempo que su lengua retoma mi cuello. Noto ansiosa cómo cuela sus dedos debajo del minúsculo vestido dorado que llevo y cómo me lo levanta hasta la cintura. Puedo notar sus facciones y cara de deseo cuando inclina la cabeza, y fija mi trasero semi-desnudo con su ardiente mirada.
—Bonito tanga, señorita. Aunque lo que hay debajo me gusta más. Me encanta... —murmura fascinado.
Acto seguido, Alex roza mis nalgas con la palma de su mano y me obliga a girar la cara hacia él, al mismo tiempo que su lengua invade mi boca nuevamente. Aprieta sus hábiles dedos contra mi piel, acariciando la línea de mi entrepierna. Doy otro brinco cuando este hace que separe las piernas de un movimiento brusco.
Mientras sigue acariciando mis ingles con movimientos lentos, se agacha y se pone de rodillas, para mi sorpresa. Yo sigo de espaldas a él, sin embargo, no puedo estar quieta. Cuando empiezo a moverme bulliciosa y girar mi cabeza para atrás para ver qué me va a hacer, limita mis movimientos y aprieta mi cadera con violencia.
—No te muevas, pequeña.
Su inesperado asedio tiene un objetivo. Noto la punta de su lengua sobre una de mis nalgas y sus manos empiezan a acariciar mi abdomen bajo. Después, las desliza peligrosamente hacia mis costillas, por debajo del vestido. Su boca sobre mi trasero y sus dedos rozando mis senos me obligan a inclinarme un poco hacia delante. Sus manos no tardan en llegar a mis pechos y una corriente me recorre cuando noto mis pezones entre sus dedos, los cuales funde en mis senos con firmeza.
—¡Ohhh! —gimo perturbada—. Nos pueden ver.
—Shhhh —me calla—. Eso es parte del juego.
¡Carajo!
Apoyo mis manos en el espejo que tengo delante y observo mi cara abrumada de placer.
Dios mío... siento que me voy a morir de placer con el movimiento de su lengua traviesa sobre mi trasero. Su boca y respiración sobre mi piel hacen que gima y, cuando los movimientos de su boca se intensifican, arqueo mi cuerpo y miro para atrás , al mismo tiempo que hundo mis dedos en su negro cabello. De repente, él mira para arriba y me observa detenidamente. Su rostro también está atormentado y, acto seguido, arquea más mi cuerpo de una sacudida, de manera que hace que me agache más todavía.
—Alex... ¿que vas a hacer?
—Separa más las piernas... ¡Oh así es perfecto!
Tiemblo por dentro y apoyo mi peso sobre aquel espejo, a la vez que giro más la cabeza. No me quiero perder ni uno de sus movimientos enloquecedores. Y sin apartar sus ojos de los míos, simplemente noto cómo este aparta con una mano el hilo de mi tanga, mientras que roza mi muslo con la otra mano. Sin preámbulo alguno, siento su húmeda lengua sobre mi sexo y pienso que me va a dar algo cuando este empieza a lamer la abertura que hay entre mis piernas con ímpetu.
Gimo con poderío y clavo los ojos en el techo.
Los músculos de mi parte más profunda se tensan por el placer de sentir su desvergonzada lengua dibujando círculos, mientras que con uno de sus dedos acaricia suavemente mi ano. Su boca hambrienta se termina de pegar completamente y se mueve insaciable. El sudor se adueña de mi piel y no dudo en que este hombre tiene una maestría en chupar y lamer.
—Me encantas —lo escucho hablar y noto palpitaciones cuando empieza a frotar mi clítoris con dos de sus dedos.—. Nunca me cansaré de lo que tienes entre las piernas, Aylin...
Aparta un poco más mi tanga, de modo que la tela hace presión sobre mi piel. Noto de nuevo su respiración sobre mi abertura y bajo la cabeza, respirando hondo. Pero unos sonoros golpes interrumpen nuestro desliz, y los dos nos quedamos mirando las puertas del ascensor.
—¡Oh, mierda! —exclamo preocupada mientras este se pone de pie deprisa y nos miramos mutuamente.
Hace un gesto con la cabeza mientras yo acomodo mi vestido sobre mis muslos.
—Tranquila...
No suelta mi cintura, sin embargo, pulsa el botón de la quinta planta deprisa. El ascensor se pone en movimiento al instante. No digo nada, pero lo digo todo. Lo miro avergonzada y solamente sonrío ruborizada, mientras me apoyo en la pared. El jodido hombre este me ha dejado sin fuerzas, me tiemblan las rodillas.
—¿Estás bien? —Aprieta su mano en mi cintura y me da un beso suave, antes de que las puertas del ascensor se abran.
—¿Tú que crees?
Tira de mi mano, todavía sonrojada y salimos los dos al pasillo cuando las puertas abren. Él sigue manteniendo su mano sobre mis caderas y observamos que no hay ni una sombra por el pasillo del hotel. Entonces, él me mira, se detiene en seco y levanta mi cuerpo. Suelto un pequeño grito cuando me veo flotar por el aire como si fuera una pluma.
—Nos va a ver alguien —aviso nerviosa y rodeo su cuello.
—Me da igual —contesta en mi oído y aprieta más mi cuerpo contra el suyo—. Lo único que quiero ahora mismo es sentirte entre mis brazos, ¿vale?
¿Cómo me puede decir estas cosas y que espere que no me dé un infarto?
Menos mal que no tardamos mucho en llegar a la habitación. El profesor no me deja en el suelo en ningún momento y, mientras me sigue sujetando, saca la tarjeta y la acerca a la puerta. La luz verde de la cerradura se enciende a la vez que acerca de nuevo sus labios a los míos. Me empieza a besar con mucha violencia y le da una patada a la puerta. Una luz tenue se enciende dentro de la habitación.
Alex me coloca sobre la enorme cama con cuidado y se deja caer sobre mí enseguida, sin soltar mi boca. Me encanta saborearlo y mis manos le acarician la nuca y espalda. Este se aleja un poco y se empieza a quitar los zapatos. Persigo sus movimientos, completamente absorta por su figura, y me sujeto en los antebrazos. Lo cierto es que me estoy empezando a poner muy nerviosa.
—Yo... ya sabes que no sé... —balbuceo mientras veo cómo este empieza a desabrocharse los botones de su camisa, uno por uno. Sus centelleantes ojos acarician mi cuerpo y noto la impaciencia en su rostro cuando examina la parte alta de mis muslos, ya que mi vestido está levantado y mis senos están casi fuera del pronunciado escote.
—No te preocupes, de verdad. Disfrutarás mucho.
Esboza una tranquilizadora sonrisa y se quita aquella camisa de un golpe, dejando a descubierto su torso excitante. Estoy tremendamente húmeda y ver su figura en la penumbra de la habitación, no ayuda nada. Cuando este vuelve a colocar las rodillas sobre la cama, mi corazón se acelera.
—Sabe lo mucho la deseo... ¿verdad, señorita Vega?
Sus dedos empiezan a resbalar sobre mis piernas y van subiendo hacia mi sexo con caricias placenteras.
—Relájate —añade, probablemente al notar mi rostro tenso.
—¿Me va a doler? —pregunto inquieta y con el corazón agitado en el momento en el que él se desliza y se tumba casi al completo sobre mí.
—Voy a ser un caballero, lo prometo. Pero solo esta noche— susurra en mi oído.
Empieza a rozar mi mejilla con su boca hasta que llega a la comisura de mis labios. Nuestros labios se funden de nuevo, mientras que con sus manos tira de mi vestido y lo baja sobre mis hombros. Libera mis senos y pezones ya protuberantes, que empieza a masajear. Hace este gesto con tanta sensualidad, que soy capaz de volverme loca a raíz de todas las sensaciones dementes que provoca en mí. Verdaderamente, este hombre es un sexy demente.
Me echa un poco para atrás con delicadeza y noto su lengua atrevida sobre mi pezón. Lo empieza a succionar primeramente con sutileza, ejerciendo su lengua sobre él y después, de manera vehemente. Con ansias. Inclino mi cabeza para atrás y cierro los ojos. Suelto un gemido cuando atrapa mi otro pezón en su boca y empieza a tirar.
—Eres hermosa, pequeña —dice cuando ingresa un dedo debajo de mi ropa interior.
La yema de su dedo me acaricia el sexo unos segundos. Se queda de rodillas sobre la cama y noto con estupor como tira de mi tanga por debajo de mis tobillos, hasta que se deshace de mi ropa interior. Sigue sujetando mis dos piernas en alto y entonces empieza a besar uno de mis tobillos. Tira más de mí hacia él.
—Aylin, me encantaría follarte con los tacones puestos, ¿estás de acuerdo? —pregunta al mismo tiempo que empieza a acariciar mis stilettos negros de tacón fino y sigue besando mis tobillos, apretando sus dedos en mis gemelos.
—Hazme lo que quieras, Alex. Hoy me dejo en tus manos
Hablo temblorosa y trago saliva con suma excitación cuando contemplo su imagen besando la parte baja de mis piernas.
—Túmbate —me ordena, y pienso que este tipo de órdenes me encantan.
Se inclina sobre mí y empieza a deslizar su boca desde mi abdomen hasta cerca de mi vagina. Cuando empieza a lamer mis ingles, literalmente, la amalgama de sensaciones no es normal. Suspiro continuamente, mientras que agacho la mirada hacia su cabeza y, cuando este empieza a rozar mi clítoris con su boca y succionar intensamente, no puedo evitar hundir mis dedos en su cabello. Agarro su pelo oscuro con mis dedos mientras que él me abre más las piernas.
Alex sigue con el insano juego de su lengua sobre mi sexo y yo me retuerzo con violencia, ya que sus succiones y caricias continuas son demasiado intensas. Mi cuerpo se estremece y estoy segura de que llegaré al éxtasis de un instante a otro y no seré capaz de llegar cuerda al momento de la penetración.
—Estás muy húmeda y eso me encanta —Me analiza de manera obscena cuando me penetra con un dedo.
¡Oh no!, le sonrío asfixiada y unas gotas de sudor se deslizan sobre mi pecho.
Mientras que mueve su dedo con precisión en mi interior, noto que con la otra mano se empieza a desabrochar el pantalón. Lo miro excitada cuando se baja el bóxer y su agigantado miembro se asoma por la parte de la bragueta de su pantalón de traje. Veo claramente aquel músculo venoso palpitando en su mano.
Es inmenso, ¡mierda! ¿Va a entrar eso... ahí?
— ¿Estás segura de que quieres hacerlo? —pregunta y me fija con su mirada oscura, pero la cual me parece tan bonita esta noche.
—¿Crees que podría haber marcha atrás? —frunzo mis labios con deseo.
Él intensifica ese jodido dedo que se retuerce en mi interior y yo sencillamente vuelvo a inclinar la cabeza hacia atrás, soltando un gemido.
—Cuánto te deseo, Aylin... —murmura y se abalanza deprisa sobre mí. Me deposita otro beso con arrebato, al mismo tiempo que clava sus dedos en mi cabello color bronce. A continuación, abre mis piernas y se instala entre ellas. Noto la punta de su pene rozando mi entrepierna, no me puedo creer lo imponente que es. Por supuesto que me entra miedo, esta es la mierda de ser novata.
—¿Y la protección? —susurro y me siento como un caballo galopante.
—No es necesaria. Quiero sentirte. No tengo ninguna enfermedad, no te preocupes. Me saldré a tiempo.
Asiento con la cabeza, aún un tanto indecisa, pero lo cierto es que yo también lo quiero sentir por dentro. Alex se inclina enseguida sobre mí, de modo que apoya sus manos en los dos lados de mi cabeza y queda suspendido por encima de mi cuerpo. Aprieta su cadera contra la mía y empieza a empujar con suavidad, mientras mi vello se eriza al notar la punta de su miembro erecto en la abertura de mi sexo. Este sigue ejerciendo presión sobre mí y adentrándose un poco más en mi interior, con mucha delicadeza. Sin embargo, las paredes de mi vagina están muy cerradas y le cuesta avanzar. Su respiración es acelerada y sus ojos ardientes. De momento, su mirada se vuelve turbia, es una mirada de deseo, pero también de ansias. Entonces invade de nuevo mi boca con su lengua sensual y yo le respondo, clavando mis uñas en la piel de su espalda. Estoy que floto de la emoción.
Uno de los rasgos del profesor es la intensidad, así que, al instante me penetra bruscamente y con mucha impaciencia. Suelto un grito ahogado cuando este vuelve a morder mis labios con pasión. Acaba de desgarrar mi virginidad y noto una sensación sumamente nueva, como si algo te invadiera por dentro.
Me mira triunfante y empieza a soltar gemidos suaves y guturales.
—¿Te duele? —Me besa la parte alta del cuello.
Aprieto sus brazos y a la vez niego con la cabeza. Adoro ver la imagen de su rostro sobre mí, al igual que sentir el peso que ejerce su cuerpo sobre el mío. Este empieza a moverse con lentitud, avanzando y retrocediendo dentro de mí. Todo con mucha destreza y cuidado, al mismo tiempo que no deja de mirarme, prueba de que está absorbiendo cada uno de mis gestos y gemidos.
—¿Te gusta?
—Me encanta —murmuro en su oído.
Me sonríe satisfecho y me besa la nariz.
—No creo que más que a mí.
—Uhmmm —suspiro extasiada, fruto de sus lentos movimientos—Entonces... ¿qué nota tengo, profesor Woods?
Separa un poco más su cabeza y me mira con rostro encendido.
—¿Nota? —muerde mi labio inferior—. Esto acaba de empezar, señorita Vega.
—¿Cómo?
Estampa sus caderas con pasión y suelta un gruñido.
—¡Voy a follarte hasta que grites mi nombre, Aylin!
¡Oh, dios mío! ¿Qué ha dicho?
Mi cuerpo se sacude con fuerza al escuchar aquellas palabras pronunciadas de su boca, en tono grave. Noto enseguida cómo aprieta mi pierna con una de sus manos y me obliga a rodearle la cintura. Empieza a acelerar sus movimientos, y aunque note un poco de dolor y escozor, poco a poco mi vagina se va moldeando a su grueso miembro. La sensación de tenerlo dentro de mí es muy placentera y conforme este entra y sale con más firmeza que antes, y cada vez con más fuerza que la vez anterior, un calor abrasador me quema por dentro.
—¡Dime que quieres más! —musita con exigencia.
—Quiero más —contesto atormentada.
—¡Entonces te voy a dar más, señorita! —exclama jadeante.
Aprieto los dientes cuando me empieza a embestir con firmeza y acelera el ritmo de sus movimientos de manera salvaje.
—¡Oh, joder!
Curiosamente, me sale de manera natural seguirle el ritmo, y yo también me empiezo a mover, atraiéndolo cada vez más a mí, mientras que aprieto mis muslos contra su cintura. Su modo implacable de invadirme y rozar su miembro en mi interior, hace que sienta mucha tensión en todo mi cuerpo, tensión que aumenta cuándo este levanta mis rodillas de repente. De momento me succiona y muerde el cuello y siento algo moverse en mi interior. Mi ansiado orgasmo está llegando, y él lo sabe.
—¿Lo notas, verdad?
—Síiii... —musito extasiada.
—Esto es un sueño... oír tus gemidos, sentirte por dentro... ¡ohhh! —su voz desprende pasión cuando aprieta mi mentón con una mano y se vuelve a lanzar a mi boca —¿Quieres más fuerte?
—¡Carajo!
—Dilo, Aylin... —demanda y mis suspiros quedan ahogados en su boca cuando me vuelve a asediar—. Solo falta decírmelo.
—¡Sí! —me siento asfixiada, presa de sus sucesivas estocadas—. Quiero más...
Tras unos breves momentos, en los que mi cuerpo convulsiona y parece que estoy en el séptimo cielo, mi vientre se sacude y grito extasiada, aturdida por la sensación insuperable que acabo de experimentar.
—¡Córrete, nena! —habla en mi oído, mientras siento sus húmedos labios en mi cuello.
—¡Oh... Alex...! Dios mío... —tengo las palabras atragantadas en la garganta y no soy capaz de hablar.
Él me sonríe a la vez que ralentiza sus penetraciones.
—No metas a Dios en esto.
—Ha sido... —clavo mis dedos en su nuca y también le sonrío.
—Tus gritos me vuelven loco, ¿sabes? —Me planta un beso suave en los labios.
Sin decir nada más, se pone de rodillas en la cama y observo que me abre más todavía, haciendo que mis largas piernas queden suspendidas por encima de sus brazos. Entonces vuelve a invadirme con mucha fuerza, más que antes, y extiende sus manos hacía mis senos. Los empieza a masajear con mucho anhelo, mientras yo intento recuperarme del éxtasis y tranquilizar mi respiración. Pero no me da tregua alguna. Sus testículos chocan violentamente contra mi sexo y me estremezco. Es tan incitante mirar su cuerpo bien esculpido y su cadera pegándose a mí una y otra vez...
—¿Sabes? —habla con aliento sacudido y alcanza mi cuello con dos dedos—. Desde que te vi supe que eras mía.
—No puedo ser tuya, Alex... Estás casado.
—Esto... —me señala su alianza— no significa nada.
—Pero... —aprieta mi cadera perturbado, mientras su pelvis choca contra mí con desenfreno.
—Shhh, ¡eres mía, Aylin! —sentencia y aprieta más mis tobillos con sus manos—. Y ni tú ni nadie podrá negármelo.
A continuación suelta un severo gruñido que me corta la respiración. Quedo muda y profundamente complacida cuando él gime con violencia y libera mi vagina con rapidez, marcándome con su descarga sobre mi abdomen. Estalla sobre mí y el ardor de aquel líquido blanquecino me trae de vuelta a la realidad.
Lo he hecho, al final se ha salido con la suya. He perdido mi virginidad con él.
Pero no me arrepiento... , confieso en mi mente.
El profesor intenta recuperar el aliento y sacude su miembro varias veces contra mi abdomen con una mano, mientras que con la otra acaricia con suavidad la piel interna de mi muslo. Después, extiende la mano para coger unas servilletas y me limpia con cuidado. Le vuelvo a sonreír cuando él alza las cejas en un modo adorable, a la vez que esboza una sonrisa a medias. Finalmente, se derrumba a mi lado con satisfacción.
—Señorita Vega, le pongo un 9 de nota—dice con picardía y me deposita un beso cariñoso en la nariz.
Sus oscuros ojos están a solo unos centímetros de los míos.
—¿Y por qué no 10? —pregunto divertida y me vuelvo hacia él. Estoy con ganas de comerme a este hombre loco y pasional.
—Porque necesita usted más práctica —contesta con esa seriedad tan característica —Sabe que soy exigente.
—Bueno, para ser la primera vez, no me quejo —contesto riéndome—. Pero no se olvide que el aprendiz superará al maestro.
Él, en cambio no se ríe, y únicamente me mira con profundidad. Después, tira de mí hacia su torso y dejo caer mi cabeza sobre su hombro.
—Ya veremos... —me rodea con su robusto brazo y siento su boca en mi coronilla—¿Eres ya consciente de lo que te estabas perdiendo?
No le contesto. Solo levanto mi mirada a él y acerco mi cara a la suya.
Nuestros labios se unen en un beso apoteósico, mientras nos abrazamos con satisfacción, siendo consciente de que lo ocurrido representa mi capitulación ante él. Ante mi profesor de Finanzas y también... mi amante.
Capítulo dedicado a @SoyVirgo29 @Basummers2020 y @flyingwhales7
Gracias por todo vuestro apoyo y fidelidad a mi historia!!! Os dedico este capítulo porque es uno de los más esperados y deseados (creo) , y en el cual invertí muchísimo tiempo e ilusión. Asimismo, os recomiendo a todo/as que echéis un vistazo a sus historias porque son unas escritoras estupendas y maravillosas personas.
Por último, os doy las gracias por todas vuestras visitas, votos y mensaje y si os está gustando lo que escribo, ya sabéis! ;) Me encantaría que me dejarais un mensaje para decirme qué tal os parece este capi, si os ha gustado.
¡Espero que disfrutéis! ;)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top