¿Sabes hablar?



Narra Timba

- ¡Musi, para! – Oí gritar a Sparta, que perseguía a Musi, probablemente temiendo que saltase por el primer precipicio que viese. - ¡Está bien, ¿vale?! Lo siento, lo siento mucho, teníamos que hacerlo.

- ¡No es eso! – Le respondió él, gritando. - ¡Es que no lo entiendes, no puedes entender una mierda!

- ¡Porque no me lo explicas! Joder, no me cuentas nada, Musi. No te entiendo, porque parece que no quieres hablar conmigo nunca de nada que te moleste, aunque sólo sea un poco.

Sparta se quedó mirándole. Dejó caer los brazos a los lados de su torso, lo cual le dio aún más aspecto de estar muerto de cansancio.

- Me evitas, constantemente. – Continuó.

- No es porque seas tú. – Ahora parecía desesperado, al borde de las lágrimas.

- ¿Y se supone que eso tiene que arreglarlo? ¿Hacerme sentir mejor? ¿Qué, Musi? – Parecía completamente fuera de sí mismo. - ¿¡Qué se supone que tengo que decirte ahora!? ¡A lo mejor quieres un premio, porque claro, mientras que no sea sólo a mí al que evades y en el que no confías, todo está bien!

- Sparta, ya está bien. – Trolli se acercó a él por detrás para ponerle una mano en el hombro, pero Sparta siguió fulminando a Musi con la mirada, como si realmente esperase una respuesta.

Cuando pensé que por fin podíamos acabar la pelea, Mónica apareció por el portal junto con Mike, que tenía cara de pocos amigos.

- Musi. – Dijo su madre, acercándose a él. – No le grites a él, no es culpa suya.

- Claro que no. – Respondió. - Es culpa vuestra. Y no quiero verte, ni a ti, ni a papá, ni a nadie. Me da igual que os quedéis aquí o no, sólo...

Pareció titubear, desinflándose agotado.

- Dejadme en paz.

Vi a Mónica abrir la boca para continuar hablando, pero yo intervine antes.

- No, no. Ni hablar. Ya, ¿vale?

Miré a su padre, que amenazaba con abrir la boca en cualquier momento.

- Dani, dejadle en paz.

Descubrí asombrado que incluso a mí me molestaba la situación. Sí, claro que era culpa de sus padres. ¿No podían dejarle en paz, hacer lo que quisiera? ¿Acaso no había demostrado ya lo suficiente, como para que ahora tuviesen que meterse así en su vida? Me di la vuelta para buscar a Musi con la mirada, pero ya no estaba. Y Sparta tampoco. Eran como dos niños pequeños: En cuanto los mayores empezaban a discutir, se iban a su habitación. De todas formas, era mejor así. Si Sparta se armaba de paciencia, tal vez conseguiría hacerle hablar, y por lo tanto, que se desahogase.

* * *

Suspiré, más dramáticamente de lo que pretendía, mientras me tiraba sobre el sofá de la sala común. Mike entró en la habitación, se llevó una mano a la frente e, imitando mi suspiro y haciendo una mueca burlesca, se dejó caer cual princesa a mi lado.

- Ja, ja, ja. – Dije, girando sobre mí mismo para empezar a hacerle cosquillas, provocando que se retorciera mientras reía.

- No, no. – Protestó sin dejar de reír. – ¡Ya está, perdóoon!

Yo no tenía la más mínima intención de parar, pero reparé en que los padres de Musi estaban los dos mirando por la ventana, con aire de preocupación. Sin pensarlo dos veces, dejé a Mike de lado (que enseguida volvió a sentarse erguido) y me volví hacia ellos.

- Está bien.

Los dos se giraron hacia mí a la vez.

- Es decir, está hablando con Sparta. – Continué, como si eso lo aclarara todo.

- Es la única persona con la que le he visto compartir sus sentimientos. – Dijo su padre. – Ni siquiera a nosotros nos ha contado tanto como a él.

- Lo sé. – Respondí

Entonces, Mike abrió su hermosa, enorme e inoportuna bocaza para cagarla a lo grande.

- Si todos lo sabemos, podríamos parar de meternos en su relación tan descaradamente, y en la vida de Musi también. Ya tiene una edad, los errores que cometa son cosa suya, y sabrá como arreglarlos. Es perfectamente capaz de tomar decisiones él solo.

Nota mental: Felicitar a Mike por haber dicho lo más maduro que le he escuchado en mi vida.

- Primero empiezas metiéndote en su vida, y al final terminas siendo como mis padres. No queréis eso, ¿no? Pues dejadle hacer lo que le dé la gana, anda.

Nota mental 2: Volver a repetirle a Mike por quincuagésima vez que ha de cerrar la boca cuando los adultos están hablando.

- El hecho es que tenéis que quedaros aquí. – Dije yo. – Y fue él el que dio la idea, obviamente, no iba a dejaros allí después del ataque que hubo en vuestra casa. Nadie debería estar ya en esa ciudad después de eso.

Ellos dos me miraron, pero no fui capaz de identificar qué era lo que estaban pensando.

- En resumen, que ya se le pasará el enfado. Es la persona más madura de esta casa, y todos lo sabemos.

- ¡Timba! – Tina me gritó desde la puerta de la sala. - ¡Te he dicho mil veces que no-es-una-casa! ¡Es una base de operaciones oculta, que tú mismo ayudaste a construir, así que muestra un respeto!

- ¡Eso, Timba! – Se burló Mike poniendo cara de enfado. - ¡Respeta a la jefa alfa!

Tina empezó a reír. Se me había olvidado cómo era cuando no estaba de mal humor, aunque no podíamos culparla, cuando se pasaba día y noche trabajando sin parar. Avanzó hasta el puff que teníamos colocado al lado de la chimenea y cogió su portátil.

- Espera. – Dijo, con cara de desconcierto. – Falta una semana para Navidad.

- ¡Sí! – Exclamó Mike, fingiendo entusiasmo. – Una época perfecta para recordar a tu familia, que da asco.

Un momento. – Intervino Cero, que en ese momento entraba por la puerta seguido de Trolli, mientras me miraba. - ¿Eso lo dice por nosotros? Lo digo por saber si debería sentirme ofendido.

En realidad, me extrañaba que Mike hubiese hecho un comentario como ese. Nunca, jamás se quejaba de sus padres delante de nadie que no fuésemos Trolli y yo, pero hoy ya lo había hecho dos veces. Le lancé una mirada cargada de confusión, y él enseguida reaccionó.

- Perdón, perdón. Estas fechas me traen malos recuerdos.

Si a él le traían malos recuerdos, cosa que no pongo en duda, no quería imaginarme cómo se sentía Trolli.

- No me he expresado correctamente. – Se corrigió. – Quería decir: "Una época perfecta para recordar a los que, según la ciencia, son tus padres a los que ni siquiera consideras familia porque dan asco".

- Acabas de hundirme, Mike. – Dijo Trolli, que reía por lo bajo, por lo que nadie menos Mike y yo pudo deducir que en realidad hablaba en serio.

- Lo siento. – Esta vez lo decía de verdad. – Estoy seguro de que (por muy cursi que suene), al estar todos juntos por fin este año, va a ser la mejor Navidad de todas.

- Cállate, Grinch. – Dijo Tina sacándole la lengua. – Ya has arruinado el ambiente.

* * *

Narra Sparta

Hice un esfuerzo muy grande por no pegarle un puñetazo – o varios – en la cara. ¿Cómo se podía ser tan idiota como para echarme en cara que no entendía nada, cuando era obvio que si no lo hacía era porque no le había dado la gana contármelo cuando le pregunté? Pues no lo sé, preguntádselo a él. Aunque tal vez tampoco quiera responderos.

- Ya está, Musi. – Dije, dejándome caer en la cama. – No puedo más, me rindo.

Él me miró como si acabase de amenazar de muerte a su abuela.

- Es que no sé cómo pretendes que esto... - Me corté, pensando seriamente si de verdad quería decir lo que estaba pensando. – No sé cómo pretendes que esto funcione si no arreglas eso.

- ¿Eso?

- ¡Sí, eso! – Le grité, al borde de la desesperación. - ¡Aprende a gestionar tus emociones! ¡Y si necesitas ayuda, dímelo! ¡Pero necesito que hables, joder! ¿Sabes hablar, Musi? ¿Te has olvidado de cómo comunicarte con la gente? Ya sabes, para evitar malentendidos, y que los demás sepan cómo te sientes, ¡esas cosas que todo el mundo hace, menos tú!

Nos quedamos en silencio. Yo no acababa de identificar si había sido demasiado cruel o no. Por un lado, era desesperante que no hable de sus emociones con nadie, y duele ver cómo se daña a sí mismo por eso. Y duele pensar que no confía en ti como para contarte sus problemas, que sólo te hable sobre las cosas bonitas y no las malas, y que la mitad sean mentira para no preocuparte.

Por otra parte, no era culpa suya y le costaba mucho hacerlo. Además, suficientemente mal tenía que estar pasándolo él ya.

Tal vez sí había sido cruel.

- Mis padres quieren que vuelva a la universidad.

Me quedé de cuadros en cuento le oí hablar, pero no me moví de mi cómoda posición en la cama.

- Y después de una extensa charla sobre lo irresponsable que soy, han intentado hacerme sentir culpable por mi relación contigo.

- ¿En qué sentido? – Pregunté, frunciendo el ceño.

- Me han dicho, en resumidas cuentas, que lo estoy haciendo todo como el culo y que no te merezco. Ah, y que somos unos irresponsables por permitirte estar aquí.

Apreté los puños. Otra vez eso no, por favor.

- Perdón. – Dijo, viniendo hasta la cama para sentarse en el borde. - Esa parte era la única que tendría que haberme callado.

Y pensar que sus padres me habían caído bien toda mi vida. Me sentía traicionado.

- Tal vez no debería estar aquí.

- De hecho no, no deberías, en absoluto. Es peligroso. – Dijo. – Sólo que en tu caso, es aún más peligroso que vuelvas con tus...

Le interrumpí antes de que pudiese terminar la frase.

- Si dices "tus tíos", mueres.

- Con el hermano de tu madre y su mujer. No me has dejado terminar, por supuesto que iba a decir eso desde el principio.

Solté una risa tonta antes de darme la vuelta en la cama para mirarle.

- Sabes que teníamos que traerles, ¿verdad?

- Claro. – Respondió. – Ya te he dicho que no estaba enfadado por eso. Jamás se me habría ocurrido dejarles allí después del ataque.

Los dos nos quedamos en silencio. Yo tenía la vista fija en sus dedos, que jugueteaban con los cordones de su sudadera. Él miraba el suelo de madera. Hermoso, suelo de madera.

- Tenemos que hablar sobre esto. – Dijo entonces, pillándome desprevenido.

- No quiero. – Mi respuesta fue automática.

- No, ni se te ocurra liarme ahora. Tú querías hablar, pues...

- Ahora no. – Interrumpí. – Vamos abajo. Seguramente necesiten ayuda para examinar los coches, o para organizar lo que sea o matar algún bicho.

- Claro.

No me gustaba, pero me daba miedo esa charla que teníamos pendiente. Y ahora mismo agradecía muchísimo que no hubiese entrado en detalles con lo que dijeron sus padres antes, porque estoy completamente seguro de que no hubiese pegado ojo en toda la noche.

Lo que más me preocupaba, no eran las dudas que tuviesen sus padres sobre nuestra relación, o sobre cómo me tratase o cualquier cosa de esas. Porque yo sabía que era complicado, pero él no iba a dejarse influenciar tan fácilmente por ellos. Lo que me asustaba eran las posibles dudas que podría tener él sobre nuestra relación.

Odiaba eso.







Fin del cap! Sé que esta nota del final quedó fatal, pero no me apetece ni poner barrera ni ná de ná porque aquí en España son exactamente las 6:07 de la mañana y me quier morir XD Así que mañana la pongo. 

La cosa es, quería esperar porque sé que la mayoría de los que me seguís soy de latinoamérica, o países en los que hay alrededor de cinco horas de diferencia, así que es mucho más pronto, por lo que si lo hubiera publicado a las doce hora española (además de no darme tiempo jsjs) allí en vuestro país serían como las seis de la tarde XD Así que hice un esfurcito y me quedé despierta hasta tarde :,) Llega a entrar mi señora madre ahora por la puerta de mi habitación, y me quedo sin cenar durante el resto de mi vida. Espero que esté dormida. En serio, tengo miedo, socorro :( 

Y pues eso, que tengo muuucho sueño y me voy antes de que me de un chungo por falta de sueño, mañana arreglo la barrera. c: 

Adioss - a estas alturas ni me acuerdo de cómo vergas escribía yo el adi's del fnal, mañana lo miro XD - *corazón imaginario* *corazón imaginario*

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top