Bosque oscuro
~~Narra Mike~~
Cuando me desperté por la mañana tenía las piernas entumecidas. Me giré, y me di cuenta de lo mucho que me dolía la espalda. Dormir en el bosque no era tan divertido como cuando pensamos en ir de acampada, pero yo ya estaba acostumbrado. Busqué a Trolli con la mirada, y le vi a mi lado, ya despierto, en su esterilla, como siempre. En cuanto me vio sonrió, y yo me acerqué a él para darle un beso. Él me agarró de la cintura y tiró de mi hacía él, tumbándome a su lado.
Todavía no había amanecido, había una neblina en el aire, y hacía frío. Me acurruqué a su lado y él volvió a besarme. Entonces me fijé en que la "cama" de Timba estaba vacía.
- Trolli... - Empecé a decir, preocupándome mucho de repente.
Él siguió mi mirada hasta el saco de dormir vacío de Timba, y me devolvió la mueca de preocupación que yo había hecho antes.
- Timba no está. - Sentenció, nervioso.
Y es que eran alrededor de las seis de la mañana, ni siquiera habían empezado los turnos de caza que había organizado Cero. Si a eso le sumábamos la inseguridad de estar en un sitio nuevo y la desconfianza de Trolli, estábamos en una situación preocupante. Y más tratándose de Timba, nuestro Timba.
Se levantó alborotado tirando la manta a un lado. No nos hizo falta vestirnos, nadie había querido cambiarse de ropa con la temperatura que había la noche anterior. Hoy iríamos a por nuestras cosas a la base, pero de momento, teníamos que apañarnos con la ropa que traíamos del día anterior. Tampoco me importaba demasiado, la verdad. Yo me levanté y bostecé por última vez, estirándome rápidamente. Busqué a Cero con la mirada. Tampoco estaba, y eso me calmó.
- Trolli, debe de estar con Cero cazando. - Dije, con voz tranquilizadora. - Él tampoco está aquí.
- Mike... - Murmuró, dubitativo. - ¿Timba cazando en medio del bosque a las seis de la mañana? ¿Con Cero, además?
- ¿Qué pasa con Cero? - Pregunté yo, poniéndome a la defensiva de inmediato a pesar de saber perfectamente a qué se refería.
- Ya lo sabes. - Suspiró. - Hablamos de Timba, simplemente no se fía.
- Razón de más para comprobarlo por sí mismo si es de fiar. - Dije yo. - Suena como algo que haría.
- De todas formas vamos a buscarle, por favor. - Suspiró Trolli, agobiado.
Yo ya tenía el arma cargada. Claro que íbamos a buscarle, hablábamos de Timba.
Miré a mi alrededor. Cuando él desaparecía, era difícil encontrarle. Solía irse a pensar, pero tenía la molesta manía de no contárselo a nadie. Por eso era mejor no agobiarse demasiado y no alertar a los demás.
Recorrimos el terreno que rodeaba el campamento. Ninguno de los dos quería asumir que era imposible encontrarlo sin conocer el bosque. Yo ya había estado allí antes, solo me había fijado en las miles de plantas venenosas que había. Justo cuando pensaba en eso, como si el mundo me leyese la mente, Trolli se fue a apoyar en el único tronco con hiedra venenosa encima de que había dónde estábamos. Le agarré de la mano y tiré de él hacía mí.
- Mejor no te apoyes ahí... Ni en ningún sitio, es un bosque traicionero.
Yo le sonreí, él suspiró. Estaba nervioso. Me acerqué a él y le abracé, aunque estuviese completamente rígido y tenso.
- Trolli... Sabes que al final siempre pasa lo mismo, solamente sale para pensar, y lo sabemos de sobra, solo le buscamos por miedo, inseguridad... - Empecé a decir. -Y te aseguro que aunque no confíes en él, Cero le protegería si algo malo pasase. Es decir, Cero protegería a cualquiera.
Hice una pausa, intentando elegir bien mis palabras.
- Además, no sé que hacemos pensando en estas cosas tratándose de Timba. Él puede protegerse solo, lo sabes.
- Lo sé, lo sé... Pero quiero encontrarle, no quiero que se vaya, quiero asegurarme de que está bien. - Sentenció. - Y no voy a encargarle esa tarea a nadie más, por muy confiable y perfecto que sea Cero.
Entonces algo crujió a unos metros de distancia.
- Les tengo. - Murmuré.
Di un pequeño bote en el sitio y corrí como pude entre las plantas mientras desenvainaba mi espada. Entonces vi Cero apuntándome con el arco. En cuanto me reconoció lo bajó. Yo envainé mi espada. Era una escena extraña. Para empezar, por alguna razón que desconozco los dos iban sin camiseta. Llevaban animales muertos cargados en los hombros e iban manchados de barro.
-Pues menos mal que íbamos a ir hoy a por nuestras cosas. - Dije, mirando a Timba de arriba a abajo mientras me reía.
Él también se rió, y cuando lo hizo y me puse serio.
- Timba, me cago en ti. - Solté de repente. - ¿Cuándo vas a parar de asustarnos así? Eran las seis de la mañana y entonces vemos que no estás, nos hemos dado un susto d...
Sin dejarme terminar, se acercó a mí para abrazarme con fuerza. Yo le correspondí, a pesar de seguir enfadado con él por casi causarle un paro cardíaco a Trolli.
- Necesitaba... Organizar las ideas. - Susurró.
- Ya. - Dije, sabiendo en qué debía de haber estado pensando. - Cero no nos va a hacer nada, ¿Vale? Es buena gente.
- ¡Gracias, amigo! - Gritó él unos metros más a la derecha, sin parar de reírse como un loco.
Yo me llevé una mano a la frente, incómodo. Aún así, Timba asintió, pero no le veía nada convencido. Me parecía bien, en realidad. Es decir, él es así, y eso nos ha salvado de muchas. Es solo que no siempre me parece tan bueno que esté en estado de alerta permanente.
- Mierda, Trolli. - Murmuré, acordándome de lo solo que le había dejado.
- ¿Qué le pasa a Trolli? - Intervino Cero, acercándose a nosotros.
- Nada, tranquilo. Le he dejado allí cuando os oí y...
- Ya le tengo yo... - Volvió a reír él, mirando a Trolli que se acercaba a nosotros también.
- No me tienes en absoluto. - Se quejó, una vez llegó hasta nosotros. - Yo he llegado aquí solito.
Después se acercó a Timba y le abrazó, todavía con el ceño fruncido, dándole a entender que le odiaba por asustarle así.
- Por Dios, ha estado fuera durante un par de horas... - Dijo Cero con sorna, aunque sonreía con ternura.
Vi a Trolli lanzarle una mirada asesina por llevarse a su amigo a las cuatro de la mañana del campamento sin avisar. Yo me limité a sonreír.
- Deberíamos volver. - Suspiré
Estuvimos caminando durante mucho menos tiempo que antes, obviamente Cero se sabía el camino de memoria. Pensé que tal vez iba a cazar siempre a la misma zona, porque si no, no me explicaba cómo podía conocerse este bosque de arriba a abajo. Por lo que me conté, él había estado viviendo aquí durante un buen tiempo cuando atacaron la dimensión. De todas formas, eso no justifica su conocimiento sobre esta zona, pues no creo que antes del ataque se dedicase a cazar aquí.
En cuanto me quise dar cuenta, ya habíamos llegado. Nos encontramos de frente con Sparta, que estaba completamente vestido y con todas sus armas a punto.
- Iba a ir a buscaros. - Dijo, calmado.
- Sí, definitivamente tenemos que establecer turnos para ir de caza. - Dijo Cero.
- ¿Y Musi? - Cambié de tema radicalmente.
- No jodas, pensaba que estaba con vosotros. - Exclamó Sparta, ahora más nervioso.
No le respondí, solo hice una mueca de preocupación y giré sobre mis talones. Sabía que si estaba en el campamento estaría con los niños, seguro; él era así. Y allí estaba. Respiré aliviado.
Los niños corrieron hacia mí, me preguntaban si quería jugar con ellos, y no pude evitar sonreír con ternura ante su inocencia. Sonreí aún más al ver cómo todos miraban a Cero cuando este se acercó a nosotros, con admiración.
- ¡Sparta! ¡Está aquí! - Grité, saliendo de mi ensimismamiento.
-¿Quién está aquí? - Preguntó Musi.
Vino hacia mí sonriendo radiante, cómo le gustaba estar con niños... Tenía una niña de unos cinco años en los hombros, cogida como una saco de patatas. Ella reía sin parar hasta que Musi se agachó lentamente para dejarla en el suelo, para después volver a levantarse y observar cómo salía corriendo con los demás.
-Tú. - Dije, con tono burlón. - Le has dejado solo e iba a ir a buscarnos, pensando que estabas con nosotros. - Yo me reí un poco. - Qué mal novio.
- Mierda. - Respondió con fastidio. - Siempre se me olvidan esas cosas.
Entonces Sparta apareció con Cero y los demás y miró a Musi aliviado, pero este pareció no darse cuenta.
- Veo que has conocido a los niños. - Me dijo Cero, sonriendo.
En cuanto los pequeños oyeron su voz, se lanzaron corriendo a él para abrazarle. Sparta se acercó a Musi y le miró, alzando una ceja.
- Qué imbécil eres. - Se quejó, con una medio sonrisa en el rostro.
- Lo sé... Tendrás que acostumbrarte. - Dijo Musi, dejando de sonreír para decir lo siguiente. - Lo siento.
Sparta le abrazó rápidamente y después se separó de él para irse con los niños, que le llamaban desde un extremo del claro.
~~Narra Manu~~
Cuando me desperté vi que el campamento estaba medio vacío. Miré la hora, era extraño qu eno hubiese nadie, sobre todo teniendo en cuenta que no era demasiado tarde, solo eran las siete y media. Me levanté y desperté a Tina y a los demás. Nos fuimos directos a las otras zonas a buscar al resto, y cuando llegamos al claro dónde solían jugar los niños que Cero había rescatado, vimos a todos de charla y a Cero... ¿Enseñándole a disparar a los pequeños? Tenía un arma de fogueo en las manos y disparaba apuntando a una diana, mientras ellos observaban con atención. Era un tipo curioso, a decir verdad. Decidí acercarme a Timba, esperando encontrar respuestas.
- Y... ¿Qué ha pasado por aquí? - Pregunté.
- Así, muy brevemente. - Dijo. - Salí de caza con Cero y todos se asustaron pensando que me había pasado algo así que vinieron a buscarme.
- ¿Y se supone que eso debería explicar por qué no llevas camiseta? - Dije, sin poder evitar reírme por lo bajo.
- Eso es ora historia, si quieres otro día te la cuento. - Rió un poco, bajando la mirada momentaneamente, cómo si meditase sobre algo importante.
- Ahora iremos a la base a buscar nuestras cosas. - Dije, llamando su atención. - Voy a avisar a Mike.
Él no respondió, solo asintió sonriendo ligeramente mientras avanzaba hasta Trolli, qu eestaba unos pasos por delante de nosotros. Me giré para ir a hablar con los demás después de obsevar cómo se alejaba, completamente absorto en sus pensamientos. Tina, Raptor, Rius y yo seríamos los que irían a la base para recoger todo lo necesario, incluyendo todo el material posible que pudiésemos coger del laboratorio.
- ¿Pero el maestro de los planes no debería quedarse con nosotros para... hacer sus planes, y esas cosas? - Preguntó Timba, riendo divertido.
- Sí, pero resulta que el maestro de los planes tiene que ayudarnos a coger las cosas que necesitamos para sobrevivir aquí. - Dijo Tina, mirando a su alrededor al mismo tiempo que suspiraba.
- Chicos, chicos, por favor. - Intervine yo, serio, mientras alargaba ambos brazos avanzando hacia ellos. - No es necesario que os peleéis por mí. En serio, tengo tiempo, amor y cariño para todos, así que mientras cargo trastos puedo planearos lo que os haga falta.
Todos rieron, y yo no pude evitar hacerlo también. Yo solía ser un tipo serio. No por nada, simplemente, era así la mayoría del tiempo. Claro que, a veces, y sobre todo estando con esta panda de locos, se te escapaba una sonrisa o incluso carcajadas en los buenos días, aunque fueses la persona más antipática del mundo.
- Esto se está descontrolando, Manu ha hecho una broma, nos hemos pasado de la raya con tanto chiste. - Rió Mike, con ganas, por primera vez en días.
- Imbécil. - Murmuré yo, sonriendo mientras negaba con la cabeza.
~~Narra Trolli~~
Nos sentamos en el campamento para hablar sobre algo. Ni siquiera sé sobre qué había que hablar, simplemente teníamos que pasar a la acción. Pero Sparta y Manu habían insistido, y sabía que tenían algo que contarnos, probablemente sobre lo que dijo el anciano. Y estaba seguro, aún más cuando vi que Musi miraba de reojo a Sparta y se hacían señas.
- Bueno, pues... - Empezó a decir, nervioso. - El anciano me dijo que tenía la ruta de dimensiones por las que pasarán los .exes. Es decir, tienen un plan establecido, y él tiene esos planes. Más bien, nosotros tenemos esos planes.
- ¿Dónde? - Inquirió Timba, arqueando una ceja, dudoso. No le culpaba, a mí tampoco me cuadraba nada de esto.
- En los microcomunicadores. Ya se lo he dicho a Manu. Que los coja, quiero decir.
Se le notaba nervioso, no me extrañó. Estaba casi completamente seguro de que tampoco se tragaba todo esto, pero se aferraba a la idea de que era cierto para sentirse mejor, como todos. Para creer que hacíamos algo. Puede que el único de todo el grupo que no hacía esto era Mike, pero él no cuenta, a él siempre le parece que no hace lo suficiente. Y luego teníamos a Cero, que iba por libre. No le importaban en absoluto los planes, no se empeñaba en creerse una idea para resolver el problema. No sé si me explico, él no iba a esperar sentado, haciendo el imbécil mientras intentamos descifrar el rompecabezas, sino que pasaba directamente a la acción para no perder el tiempo, y de paso averiguar qué estaba pasando. Tal vez, eso es lo mejor que podríamos hacer.
- ¿Y cómo nos van a dar esos planes los aparatos esos? - Preguntó Mike, resoplando e indicando lo estúpido que le parecía todo esto. Timba y yo le lanzamos a la vez una mirada reprendedora, indicándole que dejase de comportarse así.
- Eso es lo que no me dijo, pero confío en Tina y en Manu para que lo averigüen. - Esto es lo único de lo que había dicho que parecía creerse de verdad.
Tina y Manu le miraron, como si intentasen regañarle por lo que acababa de decir. Y es que ellos no sabían si iban a ser capaces, sobre todo porque sospechaban que no era cierto.
- Es decir, que confío en Manu y en Tina para que averigües si es mentira, no para resolver el misterio en general. - Aclaró. - Hay que ir poco a poco.
- Eso está muy bien, pero para ello necesitan el laboratorio entero, ¿Cómo van a traer todo lo que les hace falta? - Pregunté.
- No lo sé, pero Manu parecía convencido de que era pan comido. - Dijo él, provocando que yo me riese al ver la reacción de Manu, que pareció incluso sorprendido.
- ¿Laboratorio? - Preguntó Cero, arqueando una ceja.
- Sí. - Afirmó Mike, sonriendo. - Como ya te conté tenemos una base bastante bien equipada, después de dos años...
- Bastante bien equipada sí, ¿pero laboratorios? - Rió Cero. - Eso me parece algo más que "bastante bien equipada".
Le veía la cara a Mike, sabía que iba a hacerlo. Tenía que hacerlo, siempre era así. Le encantaba ver la cara de la gente a la que le explicábamos dónde y cómo vivíamos, siempre le había encantado. Lo que me extrañaba era que no se lo hubiese contado todo ya a Cero.
- Y sala de entrenamiento,
invernadero, sala de máquinas y pasadizos subterráneos, sí. - Explicó. - Tú también irías mejorando este campamento si te fueses a pasar aquí dos años.
- Por cierto, ¿Qué vamos a hacer después de curar a toda esta gente? - Intervine yo, cambiando de tema, como siempre.
- Pues llevarles a la dimensión que hemos creado, y Cero vendrá con nosotros a la base para ayudar con la misión. - Dijo Musi, como si fuese obvio.
- Eso tengo que decidirlo yo. - Cortó Cero, con seriedad.
Musi se encogió de hombros, para hablar unos segundos después.
- Si quieres verles morir en medio del bosque, por mí bien.
- Perdóname, pero no deberías hablarme de supervivencia cuando he estado a punto de ensartarte con mi flecha dos veces.
- Exacto, a punto. - Musi resaltó estas dos últimas palabras, mirando a Cero burlón.
Era curioso ver la especie de relación que tenían, además de gracioso, por supuesto. Yo estaba convencido de que en el fondo, algo de cariño sentían el uno por el otro. Cero dio un paso hacia Musi y sonrió al decir lo siguiente.
- Algún día juro que no perderé la oportunidad de clavarte la flecha en la cabeza...
- Nah, ya me has cogido cariño. - Musi se encogió de hombros mientras hablaba. - Si hubieses querido hacerlo, ya lo hubieses hecho.
En ese momento Cero empezó a reírse al mismo tiempo que levantaba el arco y disparaba aparentemente a la nada. Segundos después un pájaro muerto cayó del cielo.
- Exactamente, si hubiese querido, lo hubiese hecho. - Afirmó. - Así me gusta.
Después se levantó y cogió el pájaro del centro del círculo y lo metió en la montaña de carne que había a un lado del campamento, la que acumulábamos para después cocinarla en la hoguera del campamento.
- Deberíamos empezar a hacer la comida. - Dijo.
Señaló a un rejilla que había encima del fuego. Claramente, tenía una buena organización.
- Yo voy a ir a revisar a los heridos. ¿Te vienes, azulado? - Continuó, señalando a Sparta con un movimiento de cabeza.
Él no respondió, simplemente se levantó y fue tras Cero.
~~Narra Sparta~~
Cuando entré a esa sección del campamento, vi que todo era muy diferente de las otras. Los laterales estaban cubiertos por lonas, al igual que el suelo. Ellos tenían colchones hechos de hojas, puesto que los heridos más graves no podían dormir en el suelo con esterillas al igual que nosotros. Había algunas personas que estaban mucho mejor que las demás, ya casi recuperadas del todo, y se paseaban entre los heridos ajustando vendas y revisando heridas. Se ayudaban los unos a los otros, era bonito verlo. Les unía el dolor, que les había afectado a todos por igual, sin excepciones. Siempre he pensado que eso eliminaba las diferencias. Había un buen ambiente, no era triste como cabría esperar, sino que cantaban y reían juntos.
- Azulado, voy a dar una vuelta para avisarles de que la comida ya está. - Avisó. -Si quieres puedes ir conociéndoles. Por cierto - Dijo, bajando la voz. -, algunos tienen mala leche.
Me reí por lo bajo y empecé a caminar entre los colchones. Esa gente estaba feliz, a pesar de todo por lo que habían tenido que pasar. Eran capaces de centrarse en lo bueno, que era que estaban vivos. A medida que avanzaba entre las hileras de camas, esa positividad me invadía más. Porque íbamos a hacer algo grande, íbamos a salvar a más personas como estas.
- ¡Sparta! ¿Estás ahí? - La voz de Musi interrumpió mis pensamientos.
- ¡No! - respondí yo riendo, sin dejar de andar.
Él vino hacia mí tranquilamente, casi podía oírle resoplar desde la entrada.
- Qué tonto eres. - Dijo riéndose una vez llegó hasta mí.
Yo me di la vuelta para mirarle, sonriendo.
- Ven pronto, Timba te llama para... ¿partir la carne? - Dijo, más bien haciéndose la pregunta a sí mismo. - Dice que te gustaría hacerlo... A veces me pregunto qué clase de relación tenéis y qué cosas hacéis juntos. ¿Descuartizáis cadáveres? ¿Asesináis vacas por la noche? Supongo que siempre será un misterio.
Yo me reí acordándome de la vez que le dije a Timba que quería ser carnicero para poder aplastar la carne con esos cuchillos enormes que tienen. No sé qué se me pasaba por la cabeza en ese momento, yo era pequeño, tendría unos ocho años. Por supuesto, no pierde oportunidad para recordármelo desde entonces.
- Sí, todos los días. - Dije, riéndome. - De hecho, estamos pensando en unirnos a una banda callejera.
- ¡Azulado! - Me llamó Cero. - Vámonos ya, he terminado. Hay que ayudar con la comida.
Caminamos hacia donde estaban los demás, y lo primero que hizo Timba fue gritarme desde dónde estaba, con un machete en la mano cortando pedazos de carne.
- ¡Sparta! - Me gritó, riendo. - ¡Vas a cumplir tu sueño!
- Imbécil... - susurré.
A pesar de pensar eso firmemente, corrí hasta él riéndome.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Fin del capítulo! *Editado* 26/07/2018 Waaa ahora que me fijo, mis mensajes post-capítulo eran un ñordo xd. Bueno, igual que ahora, solo que ahora son buenos ñordos :3
En el siguiente habrá algo de Mikellino, lo subo mañana!
Adioss! 💕💕
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top