PARTE IV: un día de magia
Era la víspera de Navidad, el amanecer de Nochebuena, fecha para la que todo el mundo se alborotara y aquel lugar no era la excepción. Feriha aunque se encontraba de lo más emocionada por motivos personales comenzó también a notarlo cuando poco después de la medianoche, cuando ya la mayoría se encontraban acostados exceptuando por supuesto su mamá que aun estando recién llegada se empeñaba en terminar de realizar quehaceres del hogar sin aceptar ayuda; recibieron una inesperada llamada al convencional.
-¡Por Allah, cómo son algunos de desconsiderados!- le escuchó quejarse al ir a atender.
Su hermanito para esto se removió entonces a su lado, en la cama que ella le cediera para que durmiera con comodidad mientras volvían todos poco a poco de nuevo a organizarse
-¿Pasa algo?- consultó Omer restregándose los ojitos al despertar también de improviso, ante lo que ella le acarició la cabeza para calmarlo con ternura, muy contenta de tenerlo de nuevo allí consigo
-No es nada pequeño, duerme tranquilo, yo cuidaré tus sueños-
Omer le hizo caso y volvió a voltearse dándole la espalda como estuviera antes, dejándole otra vez el suficiente silencio para poder escuchar de qué trataban en la sala
-¿Está seguro... no se trata esto de una broma?... De acuerdo, mañana a primera hora mi esposo estará en su oficina-
Más no pudo alcanzar a pescar más que unas cuantas palabras porque la conversación de su madre fue muy breve, con lo que se resignó, pues no le quedaba de otra, a continuar averiguando que acontecía ni bien rayara el día.
A la mañana siguiente, como es normal, la mayoría de las personas se encontraban estresadas por los compromisos sociales o con compras de último momento ya fuera de vestimenta, obsequios o enfocadas en la preparación del menú para la cena, tal como era el caso de su madre, quien desde temprano se levantara con la misión de pasar primero por el mercado por temor a que algunos productos que olvidara adquirir con tiempo, más luego escasearan.
Feriha por lo tanto se había ofrecido de forma incondicional y sin dudarlo a ayudarla, pero le habían terminado delegando a cuidar a su hermanito, y es así como se encontraba entonces... en el instante en que muchos años después consideraría que su vida cambió para siempre... leyéndole un libro de cuentos de reinos lejanos a Omer, tal como solía hacerlo cuando era más pequeño. Un regalo que Lara, quien lo apreciaba mucho, contenta de que hubiera regresado, le hiciera y que el pequeño no se contuviera en su deseo de abrirlo antes de que dieran las doce de la noche o bien llegara la mañana de Navidad; cuando escuchó que Gulsum arribaba a la casa.
-¡Hola Seher!- saludó la ingenua y dulce chica rápidamente y luego por sus pasos apresurados Feriha sintió como sin esperar nada más se dirigía hacia su cuarto como un vendaval.
-¡Ay niña, parece que esto de la universidad cada vez te alborota más las neuronas!- se quejó su cuñada, empero como si no la hubiese oído, su prima apareció en el umbral de su puerta con una sonrisa resplandeciente pintada en el rostro para avisarle de una buena nueva que como regalo anticipado del cielo la sorprendería.
-¡Feriha tienes que venir pronto, no creerás lo que está sucediendo afuera!-
La chica de ojos verdes no dudó ni un segundo en la clara emoción reflejada en la mirada de su prima, que le revelaba que lo sucedía era algo importante y concerniente a ella, por lo que de inmediato se levantó del pequeño catre de un brinco para ver lo que acontecía.
Las dos chicas llevando a Omer consigo corrieron hasta la salida del condominio y si Seher no lo hizo fue porque le tocaba preparar el almuerzo pero eso no le eximió de curiosear lo que ocurría a través de las ventanas.
Se encontraron entonces de cara una particular escena que parecía salida de un sueño... De los más profundos y felices anhelos sobre todo para Feriha Yilmaz. Sus padres (su mamá ya habiendo regresado del supermercado y su papá habiendo dejado a un lado sus responsabilidades de conserje por unos momentos) se encontraban con los brazos cargados de regalos y conversando nada menos que con Emir, quien notoriamente los había proveído.
-Feriha hija, ven aquí- le llamó de tal modo su padre, mandato que ella acató enseguida con cierta timidez y prudencia –Este señor, Emir Sarrafoglú, tu compañero de universidad, se ha encargado amablemente de saldar la deuda que teníamos por la reparación de su auto y de perdonar el error que cometió tu hermano al tomarlo sin su permiso, por lo que en agradecimiento le reiteramos de nuevo aquí en presencia tuya que queda abolida nuestra antigua enemistad. No conforme con eso se ha tomado la molestia de traernos obsequios de Navidad para todos insistiendo en compensarnos además de las molestias sufridas, pero la defensa de nuestro honor no nos permite aceptarlo, espero que tú puedas hacerle entender-
-Por favor Señor Yilmaz acéptelos- Emir insistió de inmediato, cuando ella todavía no terminaba de superar su asombro –No es mi intención ofender de ningún modo su dignidad familiar, es sólo mi manera personal de disculparme por un hecho que le ocasionó dolores de cabeza y que en realidad en gran parte fue culpa mía- excusó. Omer mientras tanto haló el borde del suéter de su madre y aprovechó que Zhera estaba concentrada en el discurso de su sólo para ella "conocido" yerno para hacerse con uno de los grandes paquetes envueltos en bonito papel que tenía en las manos.
-Este es para mí, lo sé- comentó encantado con la envoltura de carritos de colores en tanto lo movía juntándolo a su oído para adivinar que contenía dentro. Su cuñado se dejó ver entonces conforme contemplando la inocencia y alegría del niño, con lo que pidió una vez más de favor que aceptaran su bondadosa acción y en esta ocasión a los padres de Feriha no queriendo ya robarle la emoción a su pequeño, no les quedó más que aceptar y agradecer de nuevo por todas las molestias y el noble gesto.
-Está bien, le estaremos por siempre agradecidos con su cordialidad joven- habló así la señora Zehra dando por cerrado el asunto aunque teniéndolo todavía en capilla y observación por haber intentado durante tantos meses hacer sufrir a su hija -...Pero sólo los aceptaremos si usted se compromete a bajar a cenar esta noche con nosotros- propuso al final cediendo y decidiendo pasar la vuelta al amargo capítulo pues sabía que Feriha también lo quería. Esbozó por lo tanto para ésta un guiño que le regaló una sonrisa de inmensa dicha en respuesta. Su esposo para completar la alianza de paz se mostró sin complicaciones de acuerdo, algo que ella apretando su mano le reconoció con gratitud.
Y Emir presenciando todo esto no pudo más que sonreír, empezando a sentirse desde ya bienvenido a la familia de su gran amor. Poco después sus futuros "consolidados" suegros se retiraron a almorzar según dijeron, yéndose con ellos Omer y Gulsum ayudándoles a llevar las fundas de compras y los obsequios de regreso a la casa de la portería, pero no así Feriha, que caminando despacio a propósito se fue quedando de a poquito rezagada.
-Gracias- le dijo por fin cuándo se quedaron solos
-De nada- él contestó con una inclinación de cabeza en un caballeroso gesto mientras conservaba las manos en los bolsillos de su largo y elegante abrigo para protegerse del frío que imperaba o bien podría decirse del que todavía le quedaba a causa de los nervios que acababa de pasar al superar la primera prueba hacia su vida feliz y soñada junto a ella.
-¿Por qué lo hiciste?- Feriha quiso saber entonces –...El pago de la deuda, todo- especificó y Emir en su respuesta, acortando un poco la distancia entre ellos, le contó en voz baja sin complicarse pero siendo muy claro
-Porque hoy me di cuenta de una cosa Feriha Yilmaz... que no puedo vivir sin ti-
Su mejor recompensa fue la mirada brillante de impresión y de contenidas emociones de su novia que vio desviada en esos instantes hacia el cielo cuando ambos se dieron cuenta que comenzaba a nevar.
Se sonrieron así tiernamente de inmediato y tomándose de la mano, teniendo fe en que el futuro les sonreiría también así mismo de allí en adelante, avanzaron de regreso al edificio.
FIN
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