La pequeña portería del lujoso edificio del barrio de Etiler, uno de los más lujosos de Estambul, se volvió casi una fiesta con el regreso de la señora Zehra y el menor de sus hijos e indescriptible fue la alegría que tanto a sus familiares como amistades que habían llegado a visitarles les embargó cuando la primera en mención les anunció el estar considerando seriamente quedarse de nuevo de forma definitiva. Hubo entonces una algarabía general y montones de vítores y abrazos, emoción que prevalecería en el ambiente en lo que restaba del día, y que para Feriha se incrementó al recibir un mensajito a su celular, como adivinando el remitente cómo se sentía.
"Me alegra tanto verte sonreír, quiero que siempre seas feliz"
Emir estaba allí con ella así no fuese físicamente compartiendo su felicidad, se había mudado a uno de los departamentos de arriba buscando estar cerca suyo y ahora que las cosas entre ambos se estaban comenzando a arreglar, ahora que él la aceptaba tal como era, sin importarle su estatus social, no podía saberse más dichosa. Era como si su vida se estuviese arreglando de repente, como si sus sueños poco a poco se empezaran a volver realidad.
Al llegar la noche a la hora esperada, Feriha le pidió permiso a su madre para ir a la papelería por unos cuadernos y tuvo suerte en que Zehra no le pusiera mayor reparo al encontrarse todavía rodeada de Gulfidam y otras amigas escuchando sobre las reuniones para Navidad y Año Nuevo que planeaban éstas.
-¿A la papelería dices? ¿A esta hora?- No obstante, previo a autorizarle salir con su instinto detectivesco de mamá responsable, le interpeló
-Mamá son apenas las siete, todavía está abierta- ella profirió tratando de parecer tranquila aunque la ansiedad le estaba carcomiendo por dentro, muy dispuesta a suplicar inclusive si ameritaba el caso.
-Uhm... de acuerdo, pero que Omer te acompañe- con una mueca de desconfianza debido a las cosas que entre las dos sabían, la señora de largo y hermoso cabello castaño le condicionó. No preguntándole abiertamente si iba a verse con su novio, como Feriha bien intuía debido a las personas que todavía había en la casa y en especial para no despertar sospechas en su padre, quien por suerte en ese rato estaba embebido en una plática sobre la religión, tema que le apasionaba, con el prometido de Gulfidam. Por todo, Feriha le agradeció a su mamá besando su mano y de inmediato sintiéndose ligera como una pluma y feliz como una niña, le avisó a Omer que saldrían a dar una vuelta. El niño que se encontraba entonces en la habitación de sus padres jugando con unos carritos, se alegró ni bien ella lo llamó, aburrido francamente de hallarse entre tanta gente mayor.
Otro gran alivio era que Memeth tampoco se encontrara, habiendo salido a realizar unas compras de víveres con la "insoportable de su mujer". Apelativo con el que ella no podía dejar de en su interior llamarle a Seher. El universo parecía estar confabulando a su favor, se dijo, y por lo tanto decidió que no podía desaprovechar ni un minuto de tiempo así que apuró a Omer que no tardó en acercarse a ella trayendo en las manos su chaqueta de calle.
-¿De verdad, a dónde vamos?- preguntó el niño mientras sin problemas se dejaba colocar el abrigo
-Me acompañarás a comprar y luego iremos un ratito a jugar al parque ¿te parece?- ella le explicó de buena gana acariciándole después la pequeña cabeza, reconociendo cuánto lo había extrañado.
-¡Siií!- exclamó Omer con júbilo y después de brindarle un corto abrazo que ella disfrutó, fue corriendo a ver su balón de fútbol.
La señora Zehra aún inmersa en sus conversaciones no les perdió de vista hasta que salieron, en especial a ella, y Feriha dándose cuenta, sabiendo que había logrado descifrar su propósito pero aun así no la condenaba, le sonrió con inmensa gratitud antes de cerrar la puerta.
Continuará...
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