~ 11 ~



Las hojas de los árboles crujen tranquilamente sobre su cabeza, en el ambiente silencioso, se vuelven una pequeña melodía de la naturaleza que sus oídos notan después de escucharlas durante tanto tiempo. Conforme pasó el tiempo, comenzaron a acompañarse por el cantar de pequeños pájaros que anunciaban la llegada de un nuevo día. Nuevo día que Rubén tiene ganas de mandar a la mierda.

Sus ojos se sienten cansados y sus extremidades comenzaban a doler por la presión de las cuerdas y la posición incómoda, de forma que aunque en cualquier otro momento hubiese gozado de la naturaleza, ahora la odiaba, sintiendo como la ramita de alguna planta se clavaba con insistencia en su espalda y retorciéndose en su lugar gracias a las cosquillas que le provocaba el pelaje rasposo de los lobos que lo rodeaban. Estaba bien si pensaban que se iba a escapar, si tuviera la oportunidad lo haría, pero ¿era realmente necesario dejar a todos los perros a su lado? ¡Con uno hubiera bastado para matarlo de miedo si lo intentaba! Y sin embargo, pese al enojo ta,bien se sentía aliviado, pues, gracias a los caninos no había pasado tanto frío como habría estado destinado a pasar cuando decidieron dormir a la interperie.

Aún así se abstiene de decir nada. Pues entre todo el silencio, la incomodidad y la calidez, también puede escuchar perfectamente el sonido de cuchillos siendo afilados no demasiado lejos de él. Y sabe perfectamente quien es solamente porque puede observar de reojo la dirección que toma el hilo en su dedo meñique, al cual aún mira con odio pensando que; debió tener estándares más altos que un loco.
Solo por él es que no se queja, o no se mueve más, en busca de quitarse la incomodidad en la espalda, porque le da pavor provocar nuevamente su mirada furiosa. Que maldita fuera.

No sabe que está haciendo exactamente, solo puede escuchar como raspa ligeramente alguna superficie filosa que él mismo había decidido que eran cuchillos, porque había visto, entre el mareo de hace algunas horas, como los pequeños bolsillos de su cinturón parecían tintinear cada vez que caminaba y un pequeño reflejo escapaba de algunos cuando la luz de luna se colaba por entre las hojas de los árboles.
¡Era un príncipe! ¡No el mejor caballero del país! No había necesidad de que lo presionaran tanto.

Estornuda cuando uno de los lobos se remueve en su lugar y le roza la nariz con el pelaje, y aunque sabe je no es alérgico, la sensación de cosquilla lo Indira a seguir estornudando. Son las risas burlonas la que lo hacen apretar los labios en una línea fina mientras su cara se pone roja a causa del esfuerzo por no seguir estornudando. Aunque fuera una ridiculez, quería mantener un poquito de su dignidad.

Dignidad que aunque no quería admitir, se había escapado de su humanidad mientras era cargado como un saco de papas, y arrojado de un lado a otro sin cuidado. ¡Mejor aún! Cuando lo habían amenazado con hacerlo cachitos y darlo de comer a perros mugrosos. Espera, ¿y si el tipo ta,bien era un canibal? Había escuchado historias de esas. Gente incivilizada que comía otros seres humanos. Su cuerpo se estremeció al imaginarse a aquellos ojos de color que desconocía gozosos mientras devoraban un pedazo de su cuerpo. Joder.

Sin embargo, quizá fue despistarse en sus pensamientos que le hizo volver a estornudar cuando no se resistió lo suficiente, y otra risa burlona rezono a su espalda.

— ¿Que sucede, su Alteza? ¿Su nariz es demasiado sensible para el ambiente? — Burló, y aunque tuvo ganas de gritarle por el tono que usaba al dirigirse a su persona, se dijo que no estaba en el lugar de hacerlo y solo refunfuño muy bajito en su lugar, antes de volver a estornudar.

No sabía dónde estaban los otros dos dementes, pero solo quería dormir aunque fuese un poco, así que aunque un rayito del recién salido sol le impactará de lleno en los ojos, se decidió por ignorar todo y cerrar los ojos. No está de humor para enfrentar la situación y no puede hacer nada por ca,binaria tampoco. Incluso si va camino a la muerte. ¿Que le queda por hacer?

Suelta un suspiro, y comienza a adormilarse rodeado por la calidez que emiten los perros. Por supuesto, nada puede cumplir sus expectativas y pronto una voz fastidiosa se hace presente.

— ¡BUENOS DÍAS! — Es tan enérgica que lo fastidia, pero se congela en su lugar al reconocerla. Es otro de los psicopatas. Ya no es tan buen momento para dormir.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top