34. Matthew (Editado)


(NA: Me alegro que haya gente que siga esta historia, a pesar de que no es perfecta. ¡Muchas gracias!)

Anochece cuando el coche entra en el camino terroso que lleva a la mansión del hombre. La lluvia se estrella con fuerza contra los cristales, en un sonido constante. A mi lado, Arthur dormita con la cabeza apoyada en mi hombro.

Desde que entramos en el coche, el silencio sepulcral se ha posado sobre nosotros. No es que tengamos nada de lo que hablar con el tipo de pelo extraño y su acompañante. Lya y David van en el siguiente vehículo. Son demasiadas horas las que llevamos en carretera y parece que vamos a escapar de la isla.

Los faros del coche iluminan la fachada del caserío. Es antigua, está inmersa en la vegetación que la rodea y sus enormes ventanales nos dan la bienvenida. Kanate desvía el coche hacia un lateral, en el que se alza lo que parece un establo. Dentro no hay caballerizas, sino un lugar reformado para que sea un amplio garaje.

Poso con delicadeza mis dedos sobre la mejilla de Arthur y lo acaricio hasta que se despierta. Su gesto de dolor me dice que no ha sido una siesta reparadora. Tampoco creo que sea posible.

—¿Ya hemos llegado? —La voz pastosa de Art es amortiguada por el ruido que hacen las puertas del coche al abrirse. Nuestros supuestos aliados salen y encienden los fluorescentes del establo-garaje—. Parece ser que sí.

Art se estira antes de sacudir su cabeza y sale.

David carga con Lya en brazos, la cual sigue inconsciente y cada vez más pálida. No se va a morir, ¿verdad? Ni siquiera he tenido la oportunidad de hacerme su amigo.

—Tomad estos. —La mujer nos da unos paraguas. Abro el mío y cubro a David y Lya.

—Os cubro hasta que lleguéis.

Él asiente, echando a caminar.

Apenas se divisa nada en el exterior. La noche ha caído inundando con la negrura que solo las noches de lluvia pueden traer.

—Lo primero que debemos hacer es ponerle un antibiótico. También un suero. —Va diciendo la acompañante de Kanaste—. Espero que su cuerpo resista esto. Si veo que empeora, la llevaremos a un hospital.

David aprieta la mandíbula. No puedo imaginarme lo que está sintiendo ahora mismo, tampoco sé cómo de unidos estaban. Supongo que mucho.

—Vaya, ahí está otra vez —dice Kanate señalando con la cabeza. Un hermoso cuervo se resguarda de la lluvia. Permanece posado sobre el dintel de la puerta—. カラス。(1)

Tengo la sensación de que es el mismo cuervo que vi anoche. Aunque para mí, ha pasado una eternidad. Tiene gracia como el concepto del tiempo cambia tu mente, cuantos más sucesos ocurren, más dispersa queda la memoria.

—Parece que le gusta quedarse ahí siempre que llueve. Cuando hace sol, prefiere adueñarse de las ventanas —explica Kanae abriendo la enorme puerta de madera. Las luces se encienden de forma automática, mostrando un interior que contrasta con el exterior. Me imaginaba una casa de estilo rústico, pero para mi sorpresa, por dentro ha sido remodelada con un concepto minimalista y moderno—. Si no me equivoco, también ha robado uno de mis preciados anillos.

—Y le tiraste una zapatilla. —Menea la cabeza en desaprobación su acompañante. ¿Cómo se llama esta mujer?

—Matt, puedes cerrar el paraguas —carraspea David. Es entonces cuando me percato de que estoy en el medio del vestíbulo, dejando que el paraguas gotee sobre la alfombra. Me parece estúpido poner una alfombra tan cara justo en la entrada. Los ricos somos idiotas.

Cierro el paraguas y lo coloco con el resto.

—Mientras acomodan a Lya podemos picar algo —señala Kanale, apartando el flequillo azul y violeta de su cara—. ¿Cuánto lleváis sin comer?

Art mira a su hermano.

—Id sin mí, me quedaré un rato para ver si está estable —dice David.

—Llevamos desde ayer sin comer nada —respondo a la pregunta de Kanate a la vez que pongo las manos sobre los hombros de Art y lo empujo en la dirección que nos ha señalado.

En la enorme cocina, nos sentamos en unos taburetes altos e incómodos. Art se tambalea al intentar subir al suyo y termino por ayudarle para que no se caiga estrepitosamente. Me ofrece una desvaída sonrisa.

En las paredes hay unos cuantos cuadros inteligibles. Jamás me ha entusiasmado el arte abstracto.

Kanate rebusca algo en la enorme nevera y termina por sacar una fuente cubierta por un plástico de cocina. Dentro se atisba lo que parece ser carne.

—En mi país la carne es muy cara —expone poniendo unas generosas porciones en platos. ¿Eso es algo para picar? Parece una comida copiosa—. Así que en cuanto vine aquí por motivos de trabajo me sorprendí con los precios. Aunque, la verdad, es que en Inglaterra no he probado apenas platos deliciosos. ¿No sabéis cocinar?

Soy irlandés y rico. Para mí siempre han cocinado de forma exquisita, por lo que creo que sus palabras son un mero prejuicio.

Arthur y yo lo observamos en silencio.

—¿A qué se dedica usted? —cuestiona Art con voz temblorosa. Yo también me lo pregunto.

—Soy abogado. —En cuanto escuchamos su respuesta, ambos abrimos los ojos desmesuradamente—. Antes trabajé un corto tiempo de otra cosa. Pero aquello no iba conmigo. Y no, no fue un trabajo para la mafia japonesa.

—Pensé que eras un... —susurra Art.

やくざ (2) —dice Kanade con una sonrisa en un idioma que no entiendo—. Lo cierto es que desde que he cambiado mi color de pelo, la gente tiende a tergiversar notoriamente mi trabajo real. Y a recordarme lo que es adecuado o no para una persona de mi edad. Por cierto, un yakuza me pegaría si digo que formo parte de su gremio, no hay más que verme bien.

Se ríe mientras coloca uno de los platos en el microondas. Tras eso, continúa hablando:

—¡Ah, el mundo de la apariencia! Si te sales de la pauta predeterminada, eres señalado de la peor forma posible. Pero, ¿sabéis qué? A mí me importa menos que nada como me miren los demás. Soy muy bueno en mi trabajo.

—¿Ya les estás ofreciendo uno de tus monólogos? —David entra en ese preciso instante por la puerta. Sacude de forma cariñosa el pelo de Art, aunque al terminar lo mira expectante, como si esperara que Art reaccionase mal al gesto. Ojalá yo tuviera un hermano así, no un tipo vengativo y egoísta.

—Les estaba diciendo a qué me dedico. —El olor que nos llega es tan delicioso que hace que mi boca se llene de saliva.

—A tus cuarenta y seis años te dedicas a hacer el idiota. Parece que estás pasando por una segunda adolescencia. Supéralo, eres un viejo.

—¿¡Cuarenta!? —exclamamos Art y yo al mismo tiempo. Imposible. No tiene ni una sola arruga.

—ひどいだなダくんは(3) habla en lo que parece japonés con tono condescendiente. Suena a anime.

—¿Qué mierda estás soltando ya? —David arranca el plato de las manos del hombre, agarra el tenedor y lo clava en una patata. Después se lo lleva a la boca. Ese era mi plato. Ahora tendré que esperar a que caliente el siguiente.

—Dice que David es cruel. —La mujer entra en la estancia poniendo su cabello corto tras la oreja—. Esta noche va a ser crucial para la supervivencia de esa chica.

Arthur deja de comer momentáneamente; está contemplando el plato e inmerso en sus pensamientos.

—¿Qué vamos a hacer a partir de ahora?

La atmósfera cambia de relajada a tensa. Los rostros de todos los presentes se tornan serios.

—De momento, efectuar un buen plan. —Kanate es el primero en hablar. Creo que no tengo muy claro cómo se llama este tío—. Debéis explicarme todos los detalles de lo sucedido, puesto que solo tengo unas leves nociones. Nos estamos enfrentando a un enemigo poderoso, ni más ni menos que a uno de los hombres ricos más influyentes de este país.

Me pone un plato de comida caliente delante, pero he perdido el apetito.

—No siempre ha sido así, por supuesto. Ese hombre se volvió rico de la noche a la mañana. Nadie sabe de dónde ha sacado todo lo que posee, pero desde luego, ha sabido mantener el papeleo limpio para que el gobierno no sospeche nada.

—Como da a entender Kanade, consiguió el dinero de forma ilegal —dice David, el cual sigue comiendo al igual que Art. Al parecer ellos no pierden el apetito ante estas cosas. Trato de comer algo mientras mi cerebro funciona a toda velocidad.

—Tengo la impresión de que mi madre estaba implicada —ahora es Art el que habla—. He recordado a medias una conversación que tuvo con el señor Lavestre. Dijo que no volvería a esa vida.

No sé si quiero saber que ha hecho mi padre para lograr todo el dinero que tenemos ahora mismo.

Me levanto de golpe sintiendo náuseas.

Necesito respirar.

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(1) カラス Leído "karasu". Cuervo en japonés.

(2) やくざ Leído "yakuza".

(3) ひどいだなダくんは Leído "hidoi da na da kun ha" (ese ha se lee como wa). Eres cruel, Da-kun.

https://youtu.be/VrOOigt76K0

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