CAPÍTULO 6.
Por razones de seguridad del príncipe Luckyan y el consejero Clifford se le dijo a cada sirviente del palacio en Briansk que un par de primos lejanos del rey William vendrían de visita por unos días y todo debía estar impecable y listo para cuando ellos llegarán.
Mi corazón latía a mil por ahora mientras ayudaba en lo posible a mantener limpio el salón y sacudir el polvo de las bibliotecas, aunque estaba segura que nada de aquello le importaría ni al consejero y muchos menos al príncipe Luckyan.
Cuando por fin tuve un descanso de aquel ajetreado día, tomé un poco el aire en los jardines mientras observaba los altos árboles de secuoya que protegían y rodeaban el palacio de forma natural.
Aun no sabía en qué momento o día llegaría el príncipe y la incertidumbre se arraigada con fuerza en mi piel, esperaba que pudiera llegar sano y salvo hasta Briansk y aunque nunca había rezado a ninguno de los dioses que por años habían sido nuestros protectores—porque nunca me habían ayudado—, lancé una plegaria silenciosa para que ambos, tanto el príncipe Luckyan como el consejero Clifford, llegarán a salvo.
—¿Cómo es él? — preguntó la voz, volteé a verlo y ahí estaba el príncipe Lawrence con las manos detrás de su espalda mientras observaba el jardín.
—Príncipe Lawrence —susurré e hice una suave reverencia—. ¿Cómo es quién, príncipe?
—¿Cómo es el príncipe Luckyan Loramendi?
—Bueno, usted y él comparten un gran parecido físico, príncipe — respondí, me miró en ese momento y una ligera sonrisa apareció en sus labios.
—No, me refiero a si el príncipe Luckyan es una buena persona, si realmente estará dispuesto a ayudarnos, ¿Qué me dice de eso?
—El príncipe Luckyan es una persona amable, él fue el único que me ayudó dentro del palacio real en Loramendi a buscar a mi hermana. — Me moví incómoda mientras los ojos grises me observaban con detenimiento.
—¿Y el rey Eadred?
—Supongo que su padre ya le ha contado mucho sobre él, ¿no?
—Una opinión sobre una persona que vivió bajo su reinado no me vendría mal — dijo mientras su rostro se volvía un poco tenso.
Me encogí de hombros.
—El rey Eadred es un monstruo, uno que se cree muy inteligente, uno que ha gobernado demasiado tiempo y que si yo misma pudiera mataría con mis propias manos — dije en voz baja, el príncipe Lawrence enarcó una ceja elegante por encima de la otra.
Guardamos silencio durante un largo momento hasta que por fin él continuó.
—¿Cree que llegado el momento el príncipe Luckyan podría ayudarnos a derrocar a su padre?
—Sí, lo creo, príncipe Lawrence. Realmente lo creo — dije con firmeza y él asintió con energía.
Lorin y Laurie salieron corriendo por las grandes puertas del palacio entre risas cada vez más fuertes, pasaron a nuestro lado mientras una de las sirvientas corría tras ellos para detenerlos y los vimos perderse entre los altos árboles del bosque.
—No sé nada de guerras, príncipe Lawrence, pero si llegara el momento de invadir Loramendi... ¿Minsk podría ganar?
Él me observó con gesto intrigado, luego suspiro cuando las risas de sus hermanos volvieron a sonar fuerte y alegres por el jardín.
—Sí. — Pero su voz sonó llena de melancolía.
—¿La extraña, príncipe Lawrence? — pregunté sabía que era una pregunta estúpida y quise golpearme por ello, pero el príncipe Lawrence solo suspiró y miró a sus hermanos correr de nuevo hacia dentro del palacio con una sonrisa triste.
—La recuerdo, aunque esos recuerdos son algo borrosos ahora, ha pasado demasiado tiempo —susurró—. Mi padre ha sido todo lo que mis hermanos han conocido, por ellos me gustaría que nuestra madre volviera...
—¿Y por usted?
—No lo sé. Todos los días me preguntó por qué no ha decidido escapar como antes, ¿por qué, Josephine? — me preguntó, sus ojos se clavaron en mi rostro y fue doloroso ver la profunda tristeza que había en ellos y que hasta ahora no había notado.
—Pero...
—No hay cartas. No hay mensajes. No hay nada de su parte. Mi padre comenzó una guerra, una guerra que no ha tenido fin en los últimos casi veinte años, pero ¿de qué ha servido todo esto? — dijo en voz baja y cruda, su hermoso rostro siempre alegre ahora era una máscara de dolor.
Quise abrazarlo. Quise decirle que todo estaría bien. Deseé poder hacerlo sentir mejor y que su dolor desapareciera, pero era imposible y lo entendía bien.
—Lo lamento, príncipe Lawrence.
—Yo también. Mis hermanos y mi propio padre merecen más, por ello una guerra en Loramendi es lo esencial aunque en ocasiones pienso que tal vez sólo deberíamos parar...
—Cuándo me conoció dijo que quería que lo ayudara a recuperar a su madre, ¿ha cambiado de opinión, príncipe?
Se encogió de hombros y tomó aire despacio, una suave brisa recorrió el jardín y nos envolvió en un suave olor a menta y bayas silvestres.
—Mis hermanos solo conocen la pintura que hay en el salón del trono, saben que ella es su madre, pero han crecido con nodrizas y nanas, es todo lo que ellos conocen, Josephine. No una madre.
—¿Es por ellos entonces?
—Haría cualquier cosa por ellos, incluso ir a la guerra si mi padre me lo pidiera, necesito saber por qué, necesito una respuesta y... — Un par de lágrimas rodaron por su mejilla, las limpió con tranquilidad.
Miré los árboles mecerse con suavidad, fue mi turno de tomar aire porque sus palabras me habían golpeado de una forma aterradora, porque eran verdad.
¿Por qué la princesa Lauren no volvió a escapar como antes?
Entendía lo mucho que había sufrido, pero sus hijos la necesitaban... pero no podía juzgarla tan cruelmente, no, no podía.
—¡Jo! — gritó, y lo vi correr hacia nosotros deprisa con los brazos abiertos. El príncipe Lorin me abrazó por la cintura y sonrió de oreja a oreja, yo también sonreí.
—Príncipe — respondí y envolví mis brazos alrededor suyo, mientras respiraba su suave aroma a tarta y jabón.
—¿Irías con nosotros a buscar bayas al bosque? — preguntó, él siempre hacia este tipo de preguntas, siempre estaba buscándome y llevándome a lugares bonitos y tranquilos, acaricié su mejilla con cariño.
—Debo volver al trabajo pronto, príncipe Lorin, perdóneme — respondí, sus ojos de diferentes colores me miraron con gesto de súplica.
—Ve con él, Josephine. Le diré a Maia que estas con el príncipe Lorin — dijo el príncipe Lawrence, asentí mientras él nos observaba a con los ojos entrecerrados y los brazos cruzados sobre el pecho.
—Gracias, príncipe — respondí y tomé la mano que Lorin me ofrecía con otra sonrisa grande.
—Vamos entonces, Jo.
Avanzamos a pasos rápidos y caminamos por el jardín hacia el bosque donde Laurie ya nos esperaba haciendo señas para que avazaramos mucho más rápido , volteé sobre mi hombro para ver al príncipe Lawrence de pie observandonos con una media sonrisa en los labios.
Sí, tenía razón, sus hermanos necesitaban una madre. Pero, ¿su madre los necesita a ellos?
✨️✨️✨️✨️✨️
¡❤️FELIZ DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD❤️!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top