CAPÍTULO 25.


《LUKYAN LORAMENDI

Escuché la voz de Mikhail en la celda de enfrente, hablaba con un ente imaginario que sólo él era capaz de ver y oír o al menos es lo que quería pensar. En algunos momentos solíamos tener conversaciones normales incluso un par de risas en aquel lugar, pero también habían momentos como esos en los que Mikhail simplemente se perdía en sí mismo.

Suspiré y lamí mis labios resecos. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí abajo? ¿Habían pasado solo días o eran ya semanas o incluso meses? No lo sabía, pero la sed se había vuelto una constante a cada minuto que pasaba y cada vez era más difícil abrir los ojos o si quiera respirar.

Me moví incómodo hacia la puerta de la celda, Mikhail seguía en su conversación imaginaria, pero su voz de alguna forma muy extraña se había vuelto, para mí, un susurro familiar y cálido.

Un par de pasos se acercaron rápidamente por el pasillo, escuché la voz del guardia que pedía a los prisioneros acercase y el llanto suave de algunos de ellos que pedían un poco de agua. Mi propia garganta se sintió seca y dolía, pero no iba a rogar por un par de gotas... todavía no.

Los pasos se detuvieron en la celda de Mikhail y la antorcha lanzó un suave brillo en el rostro del guardia, era joven y no lo había visto antes ahí abajo. Miró a Mikhail durante un momento antes de negar con la cabeza, pero dejó sobre el suelo de piedra lleno de paja un par de panecillos.

Respiré hondo y cerré los ojos, con suerte Mikhail compartiría uno de ellos conmigo, pero no podía seguir de esa manera, sin embargo, ¿cómo iba a salir de ahí?  ¿Cómo diablos iba a lograr escapar sin alguien de fuera?

—Príncipe... —dijo con suavidad, abrí los ojos de golpe y el chico me miró con intensidad, era joven, muy joven y sostenía una cucharon con agua cerca de mí, vi el líquido moverse en suaves ondas, tragué, pero me negué a moverme incluso cuando realmente sabía que necesitaba beber.

—Príncipe, beba un poco de agua, por favor —y su voz sonó más apremiante que antes, en un tono de urgencia que parecía extraño.

—¿Por qué? —pregunté con cuidado, me moví en mi lugar e incluso ese pequeño movimiento me hizo apretar los dientes con fuerza.

—Hágalo a menos que quiera realmente morir aquí abajo —murmuró, miró por el pasillo oscuro y suspiró—. Me uní hace poco a la guardia de Loramendi, están reclutando tanta gente como puedan y han movido a los pobladores de ciudades pobres hacia Mariehamn...

Lo observé, parecía nervioso y un poco agitado, miró el agua y a mí por unos segundos, luego se llevó el agua a los labios y bebió.

—No está envenenada, si es lo que le preocupa, príncipe.

—¿Por qué? —pregunté una vez más, mí garganta gritó y era tan doloroso, pero escondí ese dolor en la máscara fría de mi rostro.

—Usted... usted salvó a mi madre de uno de los burdeles hace meses atrás... Y, bueno, nos dio dinero para poder comer al menos un par de días... Eso nos salvó la vida a mí y a mis otros cuatro hermanos, ya habíamos perdido a dos de mis hermanas debido al hambre... —susurró y volvió a llenar la cuchara con agua del balde que llevaba colgando en uno de sus brazos.

—No tienes que hacer esto... si te descubren...

—Está bien, príncipe... —dijo, pero había temor en su voz, volvió a acercar la cuchara con agua y está vez bebí, bebí tanto como me fue posible, hasta que el dolor desapareció y mi cuerpo pudo relajarse por fin.

—Gracias, por favor, dale un poco a Mikhail —murmuré y señalé la celda frente a mí, él chico asintió despacio y se acercó a la celda—. Mikhail, agua —dije, pero él siguió hablando con el ser imaginario que llevaba el nombre de una mujer.

—¿Señor? —preguntó él joven y miró a Mikhail con temor.

—¡Mikhail! —lo llamé en voz alta y él por fin me miró—. Agua —dije de nuevo y él se acercó rápidamente hacia la puerta de la celda.

—Gracias —agradeció en voz baja despuésde beber y tomó el par de panes que el joven había dejado antes sobre el suelo y volvió a su catre.

—¿Cómo te llamas? —pregunté cuando el chico volvió a mirarme, él sonrió un poco, buscó algo dentro del bolsillo de su chaqueta y me entregó un par panecillos calientes, lo miré y el nudo en mi garganta se hizo cada vez más grande.

—Raphael, me llamo Raphael —se presentó e hizo una suave reverencia hacia mí, me mordí el labio.

—Gracias, Raphael —dije y nunca en mi vida había dicho aquello con tanto dolor.

—Eso —y señaló los panecillos—, son por parte de los sirvientes de las cocinas, ellos dijeron que lamentaban no haber enviado nada antes, pero están asustados.

Lo miré y asimilé, o traté de hacerlo, cada una de sus palabras. Mi cuerpo se relajó un poco más y las lágrimas cayeron por mejillas y aunque aquello podría haber sido una muestra de debilidad, justo ahora ya no me importaba demasiado.

—Diles que lo agradezco mucho, pero que no deben arriesgarse así por mí —susurré y negué con la cabeza, porque era verdad, por mucho que apreciera aquello de su parte, si mi padre llegaba a descubrirlos todos estarían muertos.

—Usted vale la pena, eso es lo que ellos han dicho... y yo también lo creo, príncipe Luckyan.

Después de eso caminó rápidamente por el pasillo y desapareció en la oscuridad y solo pude quedarme en aquella celda pensando que quizá debí de haber matado a mi padre en ese momento en la sala del trono incluso si eso significaba mi propia muerte, pero había dudado y ahora estaba pagando las consecuencias de aquella estúpida indecisión.

❁❁❁❁❁❁❁❁❁

Desperté, ¿en que momento me había quedado dormido? No lo sabía, respiré hondo y miré a Mikhail que comía pequeños pedazos de panecillo con semblante pensativo.

—Ha hecho las cosas bien afuera si tenemos ahora a un guardia trayéndonos pan de las cocinas del palacio —dijo y me di cuenta que su momento de locura había pasado.

—Quiero creer que así es, Mikhail —respondí, él me dedicó una larga mirada y luego una extraña sonrisa.

—¿Por qué no lo usa? —preguntó con voz calmada, pero la mirada en sus ojos seguía siendo lejana.

—¿A quién?

—Al chico, ¿por qué no lo usa como su medio de escape?

—No creas que no lo he pensado, pero no puedo arriesgar su vida de esa manera, Mikhail, no soy ese tipo de persona.

—Pues alguien va a tener que arriesgarse para sacarlo de aquí, príncipe Luckyan, de lo contrario de verdad que vamos a pudrirnos con las ratas y ya estoy cansado de esta celda.

—Lo sé, por supuesto que lo sé —murmuré con rencor, sabía que algo debía hacer y pronto antes de que aquel lugar se quedara por siempre en mí.

—¿Cómo se siente? —preguntó después de un par de minutos en silencio, me encogí de hombros—. Sé que esos tipos le rompieron algunas costillas, ¿cómo va eso?

—No es nada comparada a las cosas que he debido enfrentar en los campos de batalla.

Pero mentía, estaba agotado mental y físicamente y muchas ocasiones simplemente quería cerrar los ojos y no volver a abrirlos, pero no podía decirle aquello y no podía hacerlo, no solo por el reino sino por Josephine.

Y había tratado de guardar su recuerdo en el fondo de mi mente, porque no era capaz de pensar que le había fallado y que probablemente no saldría de aquí para verla una vez más y eso me destrozaba y me avergonzaba.

—Descanse tanto como pueda, príncipe Luckyan, estoy seguro que pronto alguien vendrá por usted —susurró y luego guardó silencio una vez más mientras comía su panecillo.

Miré mi propio panecillo, era de arándanos y té verde, no era más que un panecillo normal y sencillo como cualquier otro en el mundo. Tomé un pedazo entre mis dedos y lo llevé a mi boca, mastiqué suavemente y me di cuenta a lo que Mikhail hablaba, sí, era un panecillo simple, pero estaba hecho por la mujer que amaba y eso podía reconocerlo incluso muerto. Sonreí, porque en ese momento entendí que Josephine ya estaba en Loramendi.

Como soy un amor de persona jaja xD (mentira) ahí tienen otro capítulo más el día de hoy y espero de verdad que lo disfruten mucho ❤️✨️ Déjenme sus comentarios siempre disfruto mucho leerlos y eso me hace saber que ustedes están pendientes de las actualizaciones ✨️ Siempre que mi pluma sea rápida ✒️ nos estaremos leyendo  la próxima semana 📚❤️✨️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top