Reina de Inglaterra...
Temas fuertes, lees bajo tu responsabilidad...
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Irene Styles, o Elizabeth Montagut.
Al tener los diez años fue consciente de lo que quería para su vida... Ella no quería ser un fenómeno como sus madres.
—Elizabeth come algo.— Se escuchó la voz de Evelina.
—No quiero esto, es una porquería.— Empujó el plato.
—¡Elizabeth!— Gruñó la alfa.
—Tranquila, Elizabeth come algo.— Susurró Anna viendo a su hija.
—No puede tener esa actitud.— Rodó los ojos. —¡Elizabeth!— Golpeó la mesa.
—¡Siempre es lo mismo! ¡La misma porquería de comida ¿No hay algo más? ¿Algo como la comida de los reyes? ¡Es una delicia!—
—No, no somos igual que los reyes.—
—Desde ahí empieza el error, ¿Por que Anna no se acostó con el rey para tenerme, en lugar de acostarse contigo...?— Una cachetada llegó a su mejilla.
—¡Te prohíbo que me hables así!— Evelina la había golpeado.
—¡Te prohíbo que me vuelvas a golpear, no tienes derecho!—
Se levantó de la mesa y caminó hacia su habitación, cerró la puerta de golpe.
—¡Maldita seas!— Gritó tirando todo lo que estaba en su habitación.
—Estas mal si piensas que me quedaré aquí mientras que los reyes disfrutan de todo.— Limpió sus lágrimas.
Se dejó caer al suelo, bufó.
Al paso de los años, Elizabeth conseguía todo con facilidad, solo seduciendo a los alfas, aunque se involucraba más con los guardias del castillo.
Hasta que al cumplir los dieciocho años todo cambió, un guardia del castillo la dejó en cinta...
—¡No puedo!— Gritó tirando las copas del bar.
—Eli, tranquila.— Le dijo Amber, una beta dueña del bar, la única amiga de Elizabeth.
—Es Irene.— Murmuró hecha chispas.
—Bien, Irene tranquila, ¿Qué pasó?—
—Mande todo a la borda... No puedo hacer eso, Amber ¿Qué haré? Un maldito bebé en este momento no ayuda.—
—¿Ya le dijiste al padre?—
—No se quién es... Me acosté con varios estos meses, ¿De dónde crees que saqué toda la ropa y accesorios nuevos?—
—Uh, eso explica todo...— Evidentemente rodó los ojos.
—¿Qué haré? Mis planes se arruinaran por un maldito bebé, ¡No puedo! Mande todo al carajo.— Se recostó en la barra y comenzó a llorar.
—Tranquila, tal vez alguien se hará cargo...—
—Es que no quiere a «alguien» yo necesito al príncipe Edward.—
—No creo que puedas hacer algo... El príncipe es algo alejado del pueblo, no creo que un día de la nada venga aquí, beba algo y lo puedas tener...—
La puerta se escuchó abrir, llevaron su mirada hacia atrás. El príncipe de Inglaterra estaba caminando hacia la barra.
—Hola, un trago fuerte por favor.— Susurró.
Amber preparó el trago más fuerte, se lo dio al príncipe.
Elizabeth, bueno... Irene sonrió al verlo.
—¿A qué debemos su visita príncipe?—
El chico llevó su mirada hacia ella, sonrió.
—Vine solo a relajarme. ¿Quiere un trago? La invito, pida lo que desee.—
—Lo mismo que el príncipe por favor.— Le dijo a Amber.
—En un momento señorita Irene.— Se notó el sarcasmo.
Pero el príncipe estaba tan perdido en sus pensamientos que no lo notó, después de eso no entablaron más conversación.
Al paso de varias horas el príncipe estaba totalmente ebrio, lo que era de aprovechar.
—¿Qué harás?— Le preguntó Amber.
—Fingir que me acosté con él.— Sonrió.
—¿Y en donde? Date cuenta que no podrás entrar al reino.—
—En un hotel, me llevo al príncipe.—
—No, Irene deberías buscar al verdadero padre.—
—No, prefiero buscar la manera de hacerme reina... Nos vemos.—
—Irene...—
La omega ni siquiera la escuchó, con un poco de esfuerzo salió del bar, para dirigirse a un hotel, al entrar en silencio caminó hacia la misma habitación que siempre iba, el hotel no era el mejor, ni el más conocido, pero era el más discreto, ya que solo entraban e iban a una habitación.
Al llegar lo dejó en la cama, cerró con pasador, armó toda la escena, se acostó junto a él, durmió con una sonrisa en su rostro, los planes comenzaban a salir bien.
A la mañana siguiente, sintió como salieron de la cama.
—¿Qué pasó?— Preguntó alarmado.
—Me tomaste alfa...— Murmuró.
—No... No... No puede ser.—
—Lo hiciste.—
El príncipe negó vistiéndose rápido.
—No, yo no pude hacerlo hecho...—
—Tranquilo, mantendré discreción si eso quieres.—
—Esto fue un error, nunca debió pasar.—
Salió corriendo, la omega comenzó a reír feliz.
Se arregló y salió rápido, al llegar a su casa entró.
—Elizabeth ¿Dónde estuviste?—
—Hola Anna... ¿Y Evelina?—
—Tu madre está cuidando al hijo de los reyes de Francia.—
—Que lindo... Nació en cuna de oro, que suerte por él.—
—Elizabeth... Tratamos de darte todo.—
—Pero no es suficiente.— Inspeccionó la casa.
Era una de las mejores casas del pueblo, no iba a negarlo, pero no era su ambiente... No era para ella.
—¿Qué te hace falta?—
—Todo lo que tienen los reyes. ¡La hija postiza de Evelina tiene mejor vida!—
—¿Hablas de Johanna?— Asintió.
—Mamá, se consiguió al príncipe apuesto, un alfa apuesto ¡Ahora son reyes! Todo el pueblo está feliz por su bebé... ¡Yo quiero eso!—
—Al paso que vas no encontrarás nada...—
—Lo haré mamá.— Sonrió.
—Espero que cuando estés en problemas no te arrepientas.—
—Hay mamá... Si crees que estaré arrepentida te equivocas, nunca me arrepentiré, pero te juro que seré reina de Londres.—
Anna solo negó en silencio, Elizabeth fue a su habitación riendo. Al llegar se dejó caer a la cama.
—De algo me vas a ser útil bebé.— Acarició su vientre.
Ocultó su aroma para que ni Evelina, ni Anna se dieran cuenta, al pasar un mes llegó al castillo, en donde fue recibida por los reyes.
—Hola un gusto ¿Tú eres?—
—Irene...— Estrecharon sus manos.
—¿A que debemos tu visita?—
—Uh... Seré sincera y pido una disculpa, pero no fue mi culpa...— Comenzó a llorar, fingiendo.—Hace un mes tuvimos un encuentro con su hijo... Pasaron unas cosas y... Y-o, yo estoy esperando un hijo del príncipe.—
Bajó su mirada, sus lágrimas salían.
—Tranquila, vamos al salón a hablar, ven.—
Entró al castillo, la llevaron al salón.
—¿Hace cuánto fue todo?—
—No recuerdo la fecha exacta, pero él estaba en el bar... Después fue que todo paso.—
—Tranquila, nosotros te apoyaremos, es nuestro nieto o nieta, no dejaremos que lo hagas sola... Mi hijo se hará responsable.— Le aseguró el rey.
—Gracias.—
—No te preocupes, te apoyaremos.— La reina la abrazó, Elizabeth correspondió el abrazo.
—Muchas gracias.—
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Jamás imaginó que la boda sería la semana entrante, ahora estaba viéndose en el espejo, portaba un vestido blanco de tela muy fina.
La boda fue un éxito en todo el pueblo, Irene se inventó que la ausencia de sus padres se debía al fallecimiento de ellos hace más de tres años, lamentaban la pérdida y le daban sus condolencias, Evelina y Anna no estuvieron invitadas a la boda, Irene les negó la entrada al castillo.
Con su actual esposo... No estaba nada bien, se imagino que al menos podía desearla, pero Edward no era así, no la deseaba para nada, es más, hasta dormida en una habitación aparte.
Su luna de miel fue una total mierda, se canceló debido a que sus síntomas de embarazo aumentaron a gran escalada, dejándola sin ganas de probar algún bocado.
Ese día Anna había llegado al castillo, estaba esperando a Evelina, cuando llegaron sus madres, estaban en el salón.
—¿Qué quieren?— Preguntó viéndolas de pies a cabeza.
—¿El hijo es del príncipe?—
—No es de tu incumbencia, y si es solo eso, puedes retirarte.—
—Vengo aquí por Anna, no por ti.—
—Hija...—
—No me llames así.—
—Esta bien, solo quería... Que me dejarás ver a mi nieto.—
—No es tu nieto... No eres mi madre.— La omega mayor asintió bajando su mirada.
—Tu madre, porque lo es, aunque no te guste, quiere ver al bebé que esperas, lo quiere cuidar, y lo hará... Es una orden, o amenos que quieras que le diga al príncipe que no es su hijo, así que piensa rápido Elizabeth.—
La chica suspiró, vio a Evelina con desprecio, asintió.
—Esta bien, Anna se puede quedar como la nana de mi hijo.—
—Gracias, gracias.— La iba a abrazar, pero se alejó.
— Aléjate, ensucias el vestido, es demasiado costoso.—
Evelina gruñó, Anna solo se separó de su hija pidiéndole perdón.
—La respetas.—
—¿Quieres que la deje al lado del bebé o no?—
—Elizabeth...— La chica rodó los ojos.
—Si, si, ya vete, me perturba verte aquí, le haces mal al bebé.—
La alfa bufó, tomó suavemente el brazo de su omega, salió del castillo.
Irene suspiró aliviada, caminó hacia su habitación, hoy tenía una cena importante, tenía que ver su atuendo.
Llegó a su armario, estuvo probándose varios vestidos de su armario, pero ninguno le gustaba.
Cuando el príncipe llegó, le dijo que comprara vestidos si quisiese, pero Irene se negó.
—Más adelante comprare, ahora es una cena poco formal, no debería llevar demasiado.—
—Como gustes.— Fue lo único que dijo el alfa.
Sinceramente... No era el matrimonio que se esperaba, el príncipe salía al pueblo casi todo el día, regresaba en la noche, solo hablaban un poco y dormían en habitaciones separadas.
Aunque eso cambió cuando fallecieron los reyes... Ambos fueron dueños del trono, Irene estaba más que feliz al saber que sería por fin reina. El pueblo la amaba, la contemplaba, admiraba y... Todo el pueblo estaba ansioso de saber cuándo nacería aquel pequeño alfa que esperaban.
Desde el fallecimiento, el príncipe la tocaba, la besaba, la amaba, ahora todo iba perfecto en su vida, todo marchaba bien según sus planes.
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El día del parto, su esposo estaba a su lado, solo un doctor de su gran confianza atendió el parto.
—Felicidades... Es un lindo omega.— Irene abrió los ojos al extremo.
—¿Qué?—
—Sí Irene, tuviste un omega varón.—
—¡No! ¡No puedo traer a un fenómeno al mundo!—
—¡Irene!— Elevó el tono el rey.
—No lo quiero ¡Que lo maten!—
El llanto del bebé se escuchaba por la habitación, Anna lo tenía en sus brazos.
—¡Llévate al maldito omega! ¡Ahora!—
El rey bufó, le dijo a Anna que saliera, pero él se fue con ella.
—¿Por qué no lo quieres?—
—Es un fenómeno ¡No puedo traer un fenómeno al mundo!—
—Irene, es tu hijo... Será tu único hijo.—
—¿Qué?—
—Sí Irene, ya no podrás tener más hijos, tu parto fue riesgoso.—
—¡Maldito fenómeno! ¡Arruinó todo!— El doctor suspiró con pesadez.
—Es tu hijo, te guste o no, con permiso.—
La dejaron sola en la habitación, comenzó a llorar.
—No, no puedo traer fenómenos al mundo, tengo que convertir a ese bebé en alfa. —
Limpió sus lágrimas, quedándose totalmente dormida.
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—¡Que se calle! ¡Ya me aburrió su llanto!— Le gritó a Anna, quién trataba de controlar al omega.
—Todo sería fácil si al menos alimentaras a tu hijo.—
—¿Para darle más vida a un fenómeno? No gracias, espero se llegue a morir.— La omega suspiró.
—Me llevaré al niño.—
Salió de la habitación, bufó.
Suspiró con pesadez, tenía que buscar la forma de que su hijo fuera alfa, había la pequeña esperanza que cuando se presentará podría ser un alfa, el doctor no les dejó la seguridad que fuera un omega.
No....
Sus planes si salieron totalmente arruinados, Harry era un omega... Un maldito fenómeno, ni siquiera lo ha visto a lo largo de los años, siempre lo evitaba.
Ahora se encontraba caminando de un lado hacia el otro en el salón, estaba esperando a su esposo, quién no llegaba, Harry tenía diez años, ahora estaba en su habitación.
El rey llegó, entró al salón, tomó asiento enfrente de su esposa.
—Tengo malas noticias.— Frunció el ceño.
—¿Qué pasa?—
—Es omega, no cabe duda.— Suspiró. —No lo puedo creer ¡No!— Exclamó frustrada ante la situación.
—No podemos tener un hijo omega.— Vio como se colocó de pie.
Algo que amaba de su esposo era que siempre la apoyaba en sus decisiones.
—¿Qué dirán todos? ¡¿Mis amigas, el periódico, el pueblo?!—
—Ocultemos que es omega... — Interrumpió.
—¿Y lo casamos con la hija de los reyes de Alemania?— Asintió.
—Si, Harry la tendrá que acortejar.—
—Esta bien, pero ¿Su aroma?—
—Le daremos supresores, le dirás que son vitaminas.— Asintió varias veces, cualquier cosa para no ser la burla del pueblo.
—¿Le doy el manual?— Asintió.
—Si, ahora tenemos tiempo para convertir a nuestro hijo en alfa, que se corra el rumor que tenemos un hijo alfa.—
—Esta bien, le diré a la servidumbre.—
—Esta bien, ahora ve.—
Corrió hacia la cocina, al llegar todos estaban hablando.
—¡Nuestro cachorro es un alfa!— Gritó emocionada.
—¡Felicidades!—
Ese mismo día sabía que los rumores iban a correr, se alegró por eso.
Caminó hacia la habitación de Harry, por primera vez en varios años lo vería. Entró sin llamar a la puerta, hizo una mueca de disgusto, el omega la vio asustada, apagó la música.
—Harry, te he dicho mil veces que no puedes comportarte así.— El pequeño bajó su mirada. —Tienes que ser un príncipe responsable, tienes que ser el mejor, ya has escuchado que en Francia el príncipe es alfa...— Elevó su mirada.
—Mamá, pero yo no pedí nacer omega...— Eso fue algo que la sacó de si, caminó hacia el omega y le dio una cachetada.
Vio como su hijo dejaba su mano en la mejilla, sus ojitos ya tenían lágrimas.
—Tu no eres omega, ¡No lo eres! Recuerda, eres alfa ¡Alfa!— Rodó los ojos al verlo llorar.
—Esta bien mamá, soy alfa.— Sollozó.
—Te prohíbo que cantes, que bailes, que vayas a cortar rosas ¡Comportarte con un alfa! Deja de llorar por todo ¡Eso no hacen los alfas!— Asintió varias veces asustado.
—Esta bien mamá, está bien, seré alfa, si mamá, seré alfa y me comportaré como un alfa, estarán orgullosos de mi.— Soltó aire, estuvo de acuerdo.
—Aquí está el manual, hazle caso al manual, serás el mejor príncipe y uno envidiable.— Se lo dio al omega, las manos del pequeño temblaban.
Vio como dejó el manual en la cama, su mejilla seguía roja.
—Cuídalo y espero si lo hagas como se debe.— Tomó el tocadiscos y los vinilos, salió de la habitación.
Lo llevó hacia el basurero de la cocina, pidiéndole que lo quemaran. La servidumbre así lo hizo.
Anna caminaba hacia ella.
—¿Qué le hiciste a Harry?—
—Nada que te importe, te recuerdo cual es tu lugar aquí.—
—Solo déjalo vivir feliz.— Rodó los ojos.
—Anna... No eres nadie aquí para darme órdenes, o te conformas con esto, o te largas de este castillo.—
Sin esperar respuesta caminó hacia su habitación, paso por la habitación de Harry, el pequeño estaba llorando hecho bolita en la cama, bufó.
Iba a entrar, pero decidió irse a su habitación.
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Hizo todo lo posible para que Harry fuera alfa, pero su hijo jamás colaboró, se quedó sin ideas, hasta que se le ocurrió una magnífica idea.
—¿Qué?— Le preguntaron los alfas.
—Lo que dije, entraran a la habitación de mi hijo y lo harán suyo.— Fruncieron más el ceño. —¿Pueden o no?—
—Si...—
—Bien, vamos.—
Los guio a la habitación, en donde el omega estaba leyendo el manual.
—Ahora, denme un minuto.— Asintieron.
Entró a la habitación, Harry estaba perdido en el manual.
—Te tengo buenas noticias.— Elevó su mirada, sonrió.
—¿Me aceptarás como omega?— Rodó los ojos.
—Te dije buenas noticias, no imposibles noticias.— Su sonrisa se desvaneció.
—Ya tengo catorce... Mamá déjame ser un omega.—
—No, entiende de una vez, eres alfa, serás alfa.—
—Mamá.—
—Yo te haré odiar ser un omega, no tienes de que preocuparte.— Vio como su hijo frunció el ceño. —Pueden entrar.—
Los alfas entraron, Harry negó varias.
—Mamá ¿Qué vas a hacer? Mamá...— Sonrió.
—Regreso en una hora.—
Caminó hacia la puerta, las súplicas de su hijo se escucharon.
—¡Mamá por favor! ¡Mamá me haré alfa! No me hagas esto ¡Mamá!— Se dio la vuelta, vio como los alfas lo tenían agarrado.
—Perdón, pero de alguna forma tienes que aprender.—
Cerró la puerta, los llantos de su hijo se hicieron más fuertes, rodó los ojos.
Bajó los escalones, la servidumbre se había ido al pueblo, salió del castillo, esperando que su esposo no llegara.
Pasó unas horas, entró al castillo, subió a la habitación de su hijo, los alfas ya venían saliendo.
—Mañana pasen por sus monedas.—
—Gracias.—
Se retiraron, entró a la habitación, Harry estaba tomando fuerte las sábanas, estaba llorando, había sangre.
—¡Que dejes de llorar! ¡¿Por qué nunca comprendes?!—
Elevó su mirada y asintió.
—Esta bien, perdón.—
No detuvo su llanto, caminó aburrida hacia la cama, lo tomó del cabello.
—¡Mamá! ¡Me duele!— Gritó desesperado.
Caminó hacia el cuarto de baño, lleno la tina, lo tiró hacia el interior, el omega se quejó llorado.
Lo sumergió, las piernas y brazos se agitaban tratando de salir.
—¡Mamá!— Le dio la oportunidad de respirar.
—Me aburres, eres un maldito fenómeno ¿Cuándo aprenderás a cambiar? No puedes ser así, seremos la burla del pueblo.— Lo sumergió otra vez.
Perdido la noción del tiempo, solo recuerda que sacó a Harry, lo dejó tirado en la alfombra del cuarto de baño, salió dejándolo encerrado bajo cerradura.
Después de una semana, caminó hacia la habitación, Anna estaba buscando a su nieto desesperadamente, pero siempre le dijo que Harry no quería ver a nadie.
Igual a su esposo le dijo lo mismo, aunque discutieron varias veces, pero nadie podía saber.
Abrió la puerta, vio a Harry aún tirado en la alfombra, tenía una bata con varias manchas de sangre.
—Ven.— Lo tomó del cabello, lo saco del cuarto, después lo tiró a la cama, le tiró ropa.
Dejó una bandeja de comida, después salió sin dirigirle la palabra, cerrando con cerradura.
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Al pasar de los días Harry volvió a su vida normal, ya no llegó a su habitación, debido a que odiaba y repudiaba a su hijo.
Logró cambiar su pensamiento, ahora pensaba y actuaba más como alfa, aunque su confección no la lograron cambiar.
Ahora estaba en el salón, vio como Anna se acercaba a ella.
—¿Ya viste a Harry?—
No recibió respuesta, solo una cachetada.
—¡Estas enferma! ¿¡Hacerle eso a tu hijo!? ¡Es solo un niño!—
—No tienes derecho a levantarme un dedo, después... No te incumbe lo que yo haga con mi hijo.—
—Claro que me incumbe, ¡Estas enferma Elizabeth!— Le dio otra cachetada, bufó.
—¡Lárgate! ¡Ya no tienes derecho de ver a Harry!—
Anna suspiró profundamente.
—Espera a que venga Evelina.— Salió del castillo.
Subió corriendo los escalones, al llegar a la habitación vio a su hijo leyendo el manual.
—¡No podías mencionar nada!—
—Mamá... No... Yo no.—
Lo tomó del cabello y lo llevó a la tina, otra vez... Lo torturó.
Así sucesivamente pasaban los días, semanas y años, se volvió normal torturar a su hijo por idioteces que lo hicieran ver omega, cambiaron el método y ahora lo inyectaban cada mes.
Aunque dijeron que corría con el riesgo de quedar estéril, era lo que me deseaba.
Cuando su hijo se fue a la primera charla de príncipes, en serio les alegro.
Cuando Harry cumplió los dieciocho, era un alfa totalmente, cubría su confección con un abrigo, pero ya no era un omega, habían logrado ocultarlo, todo por fin salía bien.
—¡Buenas noticias!—
Entró corriendo a la habitación, su hijo solo elevó su mirada y frunció el ceño.
—¿Qué?— Preguntó cortante.
—¡Tienes que alegrarte! ¡El príncipe de Francia te ha invitado a su castillo!—
—Que emocionante.— Sabía que fingía, pero no iba a arruinar su felicidad.
—Prepara tus cosas, te vas esta tarde.—
Salió corriendo, llegó a su habitación y le comento a su esposo, le dijo a la servidumbre, que ya eran todos betas, para evitar que sintieran el aroma.
Le dijo a la servidumbre que prepararán todo, que su hijo se iría. Corrió nuevamente a la habitación de su hijo, llamó la puerta.
—Pase.— Escuchó.
—Mi pequeño alfa, todo está listo para que puedas irte a Francia, todos los príncipes asistirán a la fiesta que organizó el príncipe de allá.— Tenía una sonrisa, nadie podía negarse que estaba feliz.
—Madre ¿Es necesario ir?—
—Claro, no puedes faltar, han girado una invitación para ti, estarás una semana entera allá.— Se acercó a la cama.
—Esta bien, madre. Pídele a la servidumbre que baje mis maletas.—
Caminó hacia Harry, sonrió y le dejó un corto beso en su mejilla.
—Cuídate mucho mi pequeño alfa, espero nos escribas.—
Al estar listo, lo esperaban junto a su esposo cerca del carruaje, su pequeño alfa tenía una sonrisa en su rostro, sonrió.
—No te quites el abrigo, puedes decir que estás resfriado, queda absolutamente prohibido que te quites el abrigo enfrente del príncipe, peor de los reyes.— Le advirtió.
—Esta bien, madre.—
—Por favor, toma los supresores, en tu maleta hay demasiadas cajas, no dejes que nadie se de cuenta que eres omega ¿Entiendes?— Se escuchó la voz del rey.
—Si padre, lo haré como ustedes digan.—
—Ahora vete, se te hace tarde.—
Ninguno lo abrazó, Harry sabía que nunca habían demostraciones de cariño. Mucho menos para él, que arruinó su vida desde que nació.
Cuando Harry se fue a Francia, todo está bien, era una vida que siempre soñó... Su hijo no era un fenómeno y eso la hacia feliz.
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Al regresar lo notó perdido, pero se optimizo pedirle detalles, tampoco le importó demasiado.
—¿Crees que lo hayan descubierto?— Le preguntó al rey.
—¿No regresaba en una semana?—
—Sí, pero regreso, ya está en su habitación, no comprendo.—
—¿Le preguntarás?— Hizo una mueca y negó.
—No, es una pérdida de tiempo.—
—Esta bien.— Le restó importancia.—Recuerda que esta tarde nos iremos.—
—Sí, está bien, iré al salón.— Asintió.
Bajó a la cocina, la servidumbre caminaba hacia ella.
—Reina, le han enviado esta carta.— Se la entregó.
—Gracias, lleven un vaso de limonada al salón.— Caminó hacia el salón, abrió la carta.
"Queridos reyes de Inglaterra, es un honor saludarlos.
El motivo de mi carta es para tomarme el atrevimiento de visitar su reino, cómo sabrá, he estado recorriendo la mayoría de reinos a lo largo de este tiempo, he estado interesado en visitar su reino, espero su respuesta sea positiva, muchas gracias. Quedo en la espera de su respuesta."
Sonrió emocionada, tomó una hoja que estaba en la mesa del centro.
"Príncipe de Francia, será una honor recibirlo en nuestro reino, lastimosamente y me apena decirlo, con mi esposo estaremos ausentes unos días. Pero mi hijo; El príncipe, lo podrá recibir y guiar a lo largo de esta visita, esperamos que nuestro reino sea de su agrado, quedo a la espera de su visita."
Al terminar llamó al chófer, se la entregó diciéndole que fuera enviada al reino de Francia.
Subió los escalones, llamó a la puerta, su hijo le dio la autorización.
—Cariño, el príncipe de Francia viene de visita.— El alfa elevó su mirada, vio a su madre y abrió los ojos al extremo.
—¿En serio?— Asintió feliz.
Alzó la carta, el alfa sonrió.
—¡Si!— Chilló emocionada.— Lee esto.— Le dio la carta.
Vio como su hijo solo asintió.
—Ya le envié una carta aceptando su visita.—
—¿Pero ustedes se irán?— Bufó, pero era necesario irse.
—Si, iremos a un comité, son solo dos días, el príncipe se pasará una semana, pide que le enseñes el reino.—
—Esta bien mamá. Hazme saber cuando llegue.—
—Esta bien alfita, regreso después.—
Salió de la habitación, sonrió. Caminó aún sonriendo a la habitación, al llegar preparó sus maletas.
Al pasar las horas, caminó hacia la habitación de su hijo. Llamó a la puerta, no abrieron la puerta, llamó nuevamente, ahora fue recibido por su alfita, quién se notaba que había despertado.
—Mi pequeño, ya es tiempo de irnos.— El alfa asintió.
—¿Tan rápido?—
—Si cachorro, tenemos que llegar mañana en la mañana, por favor, espera al príncipe, no tarda en llegar.—
—Esta bien madre.—
—Toma supresores o inyéctate si no hacen efecto.— Le recordó, no quería ningún problema.
—Si mamá, no te preocupes, ahora ve.— Por primera vez, se despidió de su hijo con un abrazo, aunque eso no significaba que le diera un sermón de advertencia.
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Un día antes de regresar, habló con unos alfas de la corte.
—¿Por que no lo vende?— Le pregunto un alfa.
—Nunca lo vi necesario.—
—Cuando este en su decisión venderlo, no tenga ninguna duda, yo se lo compraré.— Frunció el ceño.
—¿Usted?— Asintió.
—Sí, a cambio de un príncipe que acaba de nacer, es alfa, así que no tendrá mucho inconveniente.—
—Cuando lo haga, lo buscaré.— Asintió.
Buenas ideas cruzaron por su mente, hasta que recordó un pequeño detalle, ¿Su hijo podría contener sus instintos omega al ver a un alfa? Un presentimiento cruzó por su cabeza, tomó el carruaje y se fue a Inglaterra.
En el camino aún iba pensando en el tema, tal vez si haría un intercambio con aquel alfa.
Cuando llegó al castillo bajó, subió los escalones rápido, abrió la puerta, su hijo estaba leyendo el manual, desde los escalones se podía sentir el aroma del alfa, suspiró.
Su hijo elevó su mirada de golpe.
—Hola cariño.— Lo saludó, caminó lentamente hacia el.
—Hola mamá, ¿Qué tal su viaje?—
—Bien, tu padre se quedó, me regresé con urgencia.—
Analizó toda la habitación, sabía que había pasado en aquella habitación, vio las flores...
—Que bien ¿Verdad?— Asintió sonriendo con ironía.
—Eres un estúpido ¿Verdad?— Ya no soportó ni un minuto más.
—¿Qu-e...?— Le dio una cachetada y lo tomó del cabello.
—Mamá me duele ¡Mamá!—
—¿Por qué la habitación huele a alfa?— Apretó su agarre.
—Mamá suéltame...— Sus ojos se llenaron de lágrimas, rodó nuevamente los ojos.
—Tienes prohibido llorar ¡Lo sabes!— Le dio otra cachetada más fuerte, este golpe ocasionó que el labio sangrará. —¿Te acostaste con el príncipe?—
—¡Mamá!— Gritó.
—¡Responde!—
—No...—
—¡Es mentira!— Le dio otro golpe más fuerte.
Este golpe ocasionó que Harry cayera a la cama, comenzó a llorar.
—¿Te dio flores por quitarte la virginidad?— Tomó las flores y se las tiró en la cara.
—Mamá por favor.— Suplicó.
—¡Eres una vergüenza!— Lo volvió a tomar del cabello, solo que ahora lo aventó al suelo.
—¡Mamá para!— Trató de ponerse de pie, pero la reina le dio una patada en su estómago, el alfa gimió del dolor. —Mamá me lastimas.— Sollozó.
—¡Eres un maldito hijo desagradecido! No te vendí porque lastimosamente solo un hijo pude tener ¡Hasta en eso arruinaste mi vida, Harry! Por tenerte a ti... Ya no logré tener hijos... No sabes la emoción que tenía de venderte a cualquier persona y tener otro hijo alfa.—
—¡Mamá me lastimas!— Gritó llorando.
—Si ese alfa piensa que te va a embarazar está equivocado, no voy a permitir que me arruine mi negocio.—
—No mamá, no lo hagas.— Le tiro la mesita de noche, para evitar que caminará.—¡Mamá no lo hagas!— Gritó desesperado.
—Es por tu bien, no puedes solo enredarte con una persona y pensar que es tu persona destinada, piensa un poco, alfa.—
Caminó hacia el otro lado de la cama, sonrió al ver inyecciones para evitar embarazos y celos.
Caminó hacia su hijo nuevamente, quién no se había colocado de pie, logró quitarse la mesita, pero antes de intentar correr lo tomó del pie.
—¡Mamá por favor no!—
—Harry es por tu bien, no puedes pedir la mano de la princesa si ella se entra que puedes tener un hijo.—
Quería detenerse, pero estaba demasiado enojada, había perdido todo el juicio. Necesitaba tener un hijo alfa, y si Harry no lo sería, tal vez otro bebé podría serlo.
—¡Entiende! No me voy a casar un ninguna omega ¡Amo al príncipe de Francia! Acepta eso, quiero tener una vida con el príncipe ¡Si quieres que me vaya me iré! Al menos se que él me ama... ¡Me ama más que tú!—
Soltó una risa amarga, negó, Harry gateó un poco.
—¿Estas seguro?— Se acercó. —Puede que eso te diga que luego se consiga a una omega, porque hasta una omega es mejor que tú.— Preparó la inyección.
—¿Crees que me va a dañar?— Aquellas miradas verdes se debieron.—Se que él me ama, ¡Me ama más de lo que papá te ama a ti!— Lo soltó y se colocó de pie, le dio varias golpes con su tacón en el estómago.
—Cállate ¡No sabes nada! Tu padre ya no me ama desde que tú naciste ¡Por tu culpa!— Volvió a golpearlo.
—Dile la verdad.— Se escuchó la voz de su madre.
Bufó y negó, llevó su mirada hacia atrás.
—¡Tú no tienes derecho!—
Vio como su hijo se recostó cerca de la pared, aprovecho el momento para tratar de inyectarlo en la pierna, pero Harry tiró la inyección.
—¡Eres tan estúpido!— Le gritó colocándose de pie.
—¡Lo heredé de ti!— Elevó la voz.
Un gruñido se escuchó, llevó su mirada hacia atrás, ahí estaba el príncipe de Francia, bufó.
—¿Estas bien, mi amor?— Se escuchó.
—Me duele el abdomen.—
—¡No tienes derecho a tocar a mi hijo!— Se iba a acercar, pero Anna la tomó del brazo.
—¡Déjalo! Él lo ama más que tú.—
—¡Tú no te metas no tienes derecho!— Soltó el agarre y le dio una cachetada.
—¡Soy tu madre y me respetas!— Anna le dio una cachetada más fuerte.
—¿Qué?— Se escuchó la voz de su hijo.
Mierda... No, no.
—Anna es tu abuela mi amor.— La voz del príncipe de Francia se escuchó.
—¡No es cierto! Es solo una simple criada.— Vio a Anna.—¡Eres un fenómeno! ¡Igual que ellos!— Señaló a ambos príncipes.
—Pero al menos somos felices y no infelices como usted.— Le dijo el alfa.
—Tu no te metas.— Se iba a acercar, pero Anna la tomó del brazo.
—Me meto porque es mi omega y usted lo ha dañado, algo que no permitiré.— Ambos debatieron miradas.
—Elizabeth vete de aquí.— Apretó los labios.
Maldito nombre que jamás había vuelto a escuchar.
—¡Es Irene! Jamás fui Elizabeth.—
—Vete o te juro que mando a llamar a Evelina.— Asintió.
—¡Ni ella tiene derecho! ¡Vas a ir a la cárcel por secuestro de mi pequeño!— Empujó a Anna y salió de la habitación.
Corrió hacia el carruaje fue a la delegación del pueblo.
Estuvo un buen tiempo esperando hasta que la atendieron.
—Vengo a colocar una denuncia, el príncipe de Francia ha secuestrado a mi hijo.—
—¿Dónde están ahora?—
—Supongo que en Francia.—
—Reina no podemos detenerlo en otro país, lastimosamente Francia tiene otras creencias, si el príncipe estuviera aquí, podríamos decapitarlo.—
—Yo me encargo de eso.— Salió de la delegación.
~👑🏰~
Solicitó ayuda a los alfas que ofrecieron comprarle a su hijo
Esa noche, los reyes de Francia habían salido, aprovechó esa oportunidad, le dijo a los guardias que era la madre de la pareja del príncipe, así que quería darles una sorpresa, ellos la dejaron pasar, pero la seguían, así que se le ocurrió algo.
Antes de llamar a la puerta, una omega de la servidumbre corrió hacia ellos.
—Me acaban de informar que el príncipe Harry está en el pueblo, necesita ayuda.— Todos se alarmaron, así que le tocaba fingir.
—¿Mi hijo está en peligro?—
—No podemos...—
—¿Qué esperan para ir? Mi hijo puede estar en peligro.— Fingió estar asustada.
—No podemos...—
—Es mi hijo, yo lo esperaré aquí, vayan rápido.—
Los guardias corrieron hacia el exterior del castillo, sonrió.
Los alfas entraron, asintieron al verla.
—Vamos, los inyectaremos.— Asintió.
Entraron a la habitación, tomaron primero al alfa, ya que él se estaba despertando, después al omega, los sacaron en silencio del castillo lo subieron al carruaje.
—¿Este es su hijo?— Señalaron a Harry.
—Sí, aunque tenía prohibido usar ropa de omega.— Hizo una mueca.
—Se lo compraremos al doble.—
—¿En serio?—
—Sí, le daremos el doble de dinero y al alfa que acaba de nacer.— Asintió feliz.
Llegaron después de varias horas, dejaron al príncipe de Francia amarrado, dejando a Harry en la cama, el doctor le hizo estudios y en unas horas los tendrían. Volvieron a inyectarlos.
Esperaron varias horas, mientras que lograron que la comisaría decapitara al príncipe, ya que se encontraba en Inglaterra.
Cuando volvió a la habitación, Louis estaba despierto tratando de liberar el agarre.
Harry se despertó, estaba caminando hacia él con una jeringa, hasta que se escuchó un grito.
—¡Amor cuidado!— Vio como se cayó de la cama, corrió hacia él y lo inyectó.
—Reina, ya están aquí.—
Anna y Evelina entraron atadas. Las dejaron al lado de Louis.
—Inyecten.— Señaló a Anna y Evelina, ellos así lo hicieron.
Ayudaron a subir al omega en la cama, suspiraron.
—¿Por que hace esto?— Le pregunto el príncipe.
—Tu no tenías que aparecer en nuestras vidas, fue un error.— Los alfas salieron de la habitación.
Tomó asiento en el borde de la cama.
El príncipe la veía.
—Puedo darle lo que guste, riquezas, mis castillos, el honor del pueblo...— Negó.
—No lo necesito, necesito a mi hijo.—
—Puedo darle dinero.— Susurró.
—No lo necesito.—
—Pero lo venderá.—
—A cambio de un alfa.—
—Podemos hacer un trato... Puedo buscarle un bebé alfa... Me hará un intercambio.—
—¿Cuando?—
—Déjeme ir y en veinticuatro horas lo tendrá.—
—Me parece, iré a consultarlo.—
Salió de la habitación.
Suspiró profundamente, negó. Los alfas caminaban hacia ella.
—En unas horas decapitaran al príncipe.— Asintió.
—Me parece bien, vamos en ese caso.—
Caminaron hacia la habitación, al entrar vieron a su hijo buscando con desesperación algo con su mirada.
—Hola cariño.— Su hijo al verla negó varias veces.
—Mamá libéranos.— Suplicó.
—No alfita, el manual decía que no podías estar con un alfa y lo hiciste, eso se llama desobedecer.— Los alfas le entregaron el látigo, sonrió y lo tomo.—No llores! ¡Eso no hacen los alfas!— Se acercó poco a poco, los alfas se quedaron en la puerta.
—¡Lo hacen! ¡Solo monstruos como tu no lloran y solo dañan!— Un gruñido salió de sus labios.
Al acercarse golpeó la mejilla de su hijo, suspiró profundamente.
—Mamá, está bien me quedo contigo, pero librera a Louis, a mi nana y a Evelina.— Sonrió y acarició el cabello de Harry.
—Esta bien mi amor, pero Louis no se puede ir, cometió un delito, y esos delitos se pagan con muerte.— Negó rápido.
—No mamá...—
—Ellos son los alfas que decapitaran al príncipe, no te preocupes, podemos conservar su cabeza.— Su hijo comenzó a llorar.
—Mamá déjalo vivir, y yo me casaré con la hija de los reyes.— Rodó los ojos.
—No cachorro, pero te daré tiempo para despedirte.— Lo soltó, el omega agradeció.
—Gracias.— Sonrió.
—No hay de que, es la última vez que lo verás.— Le regaló una sonrisa.
Los alfas se llevaron a Evelina y a Anna, zafó el amarre que Harry tenía.
—Bien, tienes media hora en lo que reunimos al pueblo.—
Estuvo de acuerdo, salió de la habitación.
—¿A donde las llevamos?—
—En el salón, después me encargo de ellas.—
—Reuniéremos al pueblo, después vendremos por el alfa.—
—Esta bien, gracias.—
Los alfas se fueron, el doctor entró, frunció el ceño.
—No le tengo buenas noticias.—
—¿Qué pasó?—
—Harry está en estado...—
—¿¡Qué!? No puede ser cierto.— Susurró.
—Lo es... Esta en estado.—
—Gracias.—
Tomó los documentos, el doctor se quedó en aquel lugar, subió rápido los escalones, abrió la puerta de golpe, vio a su hijo abrazando al príncipe.
—¡Eres tan estúpido! No puedo creer que te dejaras embarazar por un alfa.— Le tiró unos exámenes.
Tomó a su hijo del cabello.
—¡Mamá!— Le dio una cachetada.
—¡Eres tan estúpido! Nunca puedes hacer nada bien.— Le dio otra cachetada.
Lo empujó hacia la cama. Lo golpeó, pero su hijo evitaba los golpes en su vientre.
—¡Ya!— Se escuchó la voz del rey.
Se congeló en su lugar, Harry corrió hacia el príncipe.
—¡No dijiste que lo golpearías!— Se acercó.
—¡Era necesario!— Negó.
—Estuve de acuerdo con los supresores, pero nunca que le hicieras la vida imposible. ¡Eres la peor reina!—
—¡No tienes derecho!—
—¡Claro que lo tengo! Lo crie, les di techo y algo mas importante... Les di el respeto del pueblo, cuando tu no te lo merecías.—
—¡Siempre he merecido esto!— Negó.
—¡Nunca! Eres una vergüenza, jamás pensé que fueras un monstruo, eres una vergüenza para el pueblo. ¿Decir que nuestro hijo fue secuestrado? ¡Cuando fue tu culpa que se fuera!—
—¡Tu no sabes nada!— Se iba a acercar a Harry, pero el rey la tomó del brazo y la jaló.
—¡Si lo sé! Te prohíbo que le hagas algo al alfa de nuestro hijo.— El rey los vio.— Váyanse.—
—¡No puedes! ¡Es solo un fenómeno! Nunca en su vida será nadie, era una deshonra, una vergüenza, un estúpido.—
—¡Ya cállate!— Le dio una cachetada. Ambos príncipes salieron.
—¡No tienes derecho en golpearme!— Trató de zafar el agarre.
—¡Lo tengo!—
La policía del pueblo entró.
—Que se vaya a la cárcel, que no salga, la acuso por todos los cargos, desde secuestrar a mi hijo siendo menor de edad.—
—¡No es cierto! ¡Eso no es cierto!—
—Lo haremos rey.—
—¡Desde hoy deja de ser la reina de Inglaterra, ahora será lo que siempre fue, una simple campesina! Que se corra el rumor. ¡Irene de Styles es una farsante! Su nombre verdadero es ¡Elizabeth Montagut!—
La policía se la llevó, la subieron al carruaje.
¿Quién se lo imaginaría?
La gran reina de Inglaterra en la cárcel...
Bueno... La ex reina de Inglaterra, el rey no la había visitado, habían pasado algunos días, todo el mandato cayó sobre ella, jamás podría haberse imagino estar en la cárcel.
—¡Maldito seas Harry!— Grito golpeando la pared.
—¡Silencio!— Gritó el guardia.
Rodó los ojos, se acostó en su cama, la mugrosa cama... Odiaba todo, todo era una mierda.
Al paso del tiempo, el jefe de la policía llegó a su celda, sonrió y caminó hacia las rejas.
—Sera decapitada en un día, ¿Desea algo?—
—Quiero ver a mi hijo, ahora.—
—Esta bien.—
Se fue sin decir más, se acostó en la cama.
Al paso de las horas llegó nuevamente, frunció el ceño, caminó hacia las rejas.
—Su hijo está aquí.— Una sonrisa se dibujó en su rostro.
~👑🏰~
Gracias por leer. <3
(Algunas edades no cuadraran,
debido a las reglas de Wattpad)
Versión con fechas, edades adecuadas,
y con temas sin filtros,
disponibles en Inkitt.
En algunos días estará disponible
el capítulo extra en inkitt.
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