5
Jimin estaba sentado junto al rey mientras este le enseñaba a escribir y a leer, Jimin miraba el libro mientras suspiraba estaba aburrido y la lectura ya le estaba dando dolor de cabeza.
—Majestad. —hablo Jimin.
—¿Qué ocurre? —sonrió.
—Usted sabe que no poseo nombre. —acarició la portada del libro. —¿Su majestad podría darme uno?
Yoongi lo vio y asintió el chico tenía razón y no podía tener a un concubino sin nombre Yoongi miró al chico y pensó.
—¿A ti cómo te gustaría llamarte? —preguntó el pálido.
—No lo sé majestad. —negó. —temo equivocarme y que el nombre no sea digno.
—Te llamaré Kim Soobin. —le acarició el muslo al castaño.
—Oh majestad me encanta. —sonrió. —prometo usar ese nombre con honor.
Yoongi sonrió satisfecho el ahora nombrado Soobin eran tan sumiso ante él y él deseaba conocer cómo sería en la cama, de seguro tan sumiso y se dejaría hacer lo que quisiera.
—Soobin(Jimin). —dijo y el castaño lo vio.
—Sí, majestad. —habló el chico.
—¿Tú sabes lo que es complacer? —pregunto.
—No majestad. —bajo el rostro. —no sé que es.
—Complacer es que tú hagas todo lo que te diga. —le acarició el cabello. —en la cama tú deberás complacerme y hacerme sentir bien.
—¿Su majestad me enseñará cómo complacerlo? —lo miro a los ojos. —prometo aprender rápido.
—Si gustas podemos ir a mis aposentos y te enseño un poco. —le acarició la mejilla.
Jimin sonrió y se levantó saltando emocionado, algo que le pareció gracioso al mayor el cual miraba con pura lujuria al hermoso doncel. Yoongi se levantó y lo tomó de la mano para llevarlo a su habitación, el castaño no decía nada.
—Majestad. —hablo y Yoongi lo vio. —me preguntaba algo.
—Dime. —dijo mientras seguía su camino hacia la habitación del rey.
—¿Por qué nunca se ha casado? —pregunto. —he escuchado rumores que dicen que no desea compartir su trono con nadie más.
—No es eso. —lo vio. —si me voy a casar quien comparta el trono conmigo debe de ser digno de ello.
—Ya veo. —sonrió. —yo me siento feliz que su majestad se haiga fijado en mí.
—Soobin(Jimin) ya es la quinta vez que te digo que es haya. —le acarició el cabello.
—Haiga, haya. —lo vio. —¿No es lo mismo?
Jimin vio como el pálido río mientras negaba, Jimin sonrió al saber que tan fácilmente tenía al rey en su palma de su mano, pues el fingir le salía tan bien.
—Ya llegamos a mis aposentos. —abrió la puerta. —entra y ponte cómodo.
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