Capítulo 14

Jessica

Cuando despierto, caigo en cuenta de que estoy acostada en el sofá, las luces de mi dormitorio están todas apagadas y me levanto buscando mi celular para alumbrar la habitación, una vez que lo hago, busco el interruptor para encender las luces. Debí de quedarme dormida en algún punto de la noche porque no recuerdo en qué momento Aiden se fue.

Que pena, pienso. Me quedé dormida en su hombro y seguro debió de aburrirse, escudriñando la habitación con la mirada, me doy cuenta de que hay una nota junto al mueble de la televisión, voy y la tomo, Aiden se ha tomado la molestia de dejarme una nota, una sonrisa somnolienta —porque aún tengo sueño—, se dibuja en mi boca, veo que me ha escrito su número de teléfono, sin pensarlo, registro el número en mi celular, pienso en que puedo escribirle un mensaje, pero es tarde, son casi las tres de la mañana y seguro ya está dormido.

Vuelvo a apagar las luces para ir a mi habitación, me despojo de mi ropa y me pongo el pijama, una vez dentro de la cama, el recuerdo de nosotros besándonos me viene a la cabeza. No puedo creer que en verdad lo haya besado, Ana tenía razón, solo había una forma de averiguar si el príncipe estaba interesado en mí y vaya que resulto. De tan solo pensar en el beso, siento una sensación extraña en el estómago, pero no es desagradable.

Por la mañana siguiente, minutos antes de ingresar al hospital, le escribo un mensaje a Aiden, al principio, dudo un poco sobre qué podría decirle, y como no se me ocurre mucho, termino agradeciéndole por acompañarme de vuelta a mi dormitorio y apagar las luces de mi habitación, después apago el teléfono porque una de las políticas que tiene el hospital es no usar nuestros celulares mientras estemos laborando.

Me envuelvo en mi habitual rutina ayudando al doctor Sullivan y para la hora del almuerzo, cuando me reúno con mis amigos, enciendo mi celular para ver sí Aiden ha contestado.

Aiden: No tienes que agradecerme, ¿estarás ocupada más tarde?

Jessica: Estoy en el hospital, en la hora del almuerzo ahora, termino mi turno a las seis.

Aiden: ¿Te parece si nos vemos más tarde? En estos momentos estoy por entrar a una reunión. Te veo en tu dormitorio.

Jessica: De acuerdo. Nos vemos luego.

—Vaya, alguien está de muy buen humor hoy.

Murmura Ella en mi dirección, tiene una expresión curiosa en el rostro, su comentario solo hace Ana dirija su mirada en mi dirección.

—¿Estás hablando con Aiden?

Deduce Ana como si fuera algo muy obvio.

—¿Por qué lo preguntas?

Ella enarca una ceja.

—Porque, ¿qué otra persona te sacaría una sonrisa como la que tienes ahora en la boca?

No viendo venir su comentario, me sonrojo.

—Oh, Jess, ¿te dio su teléfono? ¡Eso es genial!

Exclama Ella entusiasmada, Ana se acomoda mejor en su asiento.

—Vamos, suelta la sopa, ¿seguiste mis consejos?

Me quedo en silencio por unos largos segundos que se sienten como una eternidad para mis amigas, y en el instante en que asiento, las dos sueltan un grito agudo, demostrando su emoción.

—¿Y? ¿Qué tal fue? ¿Besa bien?

Ella me ataca con una ronda de preguntas que Ana hace también después de ella, dejándome envolver por la emoción de mis amigas, termino contándoles todos los hechos de la noche anterior, sobre todo la parte del beso y la cita.

—¡Sí! ¡Lo sabía! —exclama Ana con entusiasmo—. ¡El beso nunca falla!

Una risa se me escapa.

—Creo que te debo una por ese consejo.

—Estamos a mano, Castriel también me pidió una cita.

Nos dice encogiéndose de hombros, ahora somos Ella y yo quienes gritamos de emoción.

Después del almuerzo, mi humor continúa hasta la hora de salida, ni siquiera perseguir a aquel niño de siete años por casi todo el hospital cuando el doctor Sullivan me pidió que solo debía amarrarle la liga para sacarle sangre del brazo, logra apagar mi buen humor.

Para alrededor de las nueve, Aiden me envía un mensaje.

Aiden: Lamento si te he hecho esperar, no he podido librarme antes de la última reunión, ¿A qué hora es el toque de queda en la residencia?

Jessica: Doce, pero es preferible estar un poco antes de las doce.

Aiden: Estoy por llegar, ¿Te importa esperarme en el estacionamiento?

Jessica: Bien. Estaré allí.

No tengo idea de qué es lo que Aiden planea y si está es nuestra supuesta cita, aunque no estoy segura de que sea una. Por suerte, no me encuentro con nadie conocido mientras salgo de la residencia hacia el estacionamiento.

Cuando subo a su auto, el príncipe me ofrece una cálida sonrisa, puedo ver que trae una vestimenta formal, seguro no ha tenido tiempo de cambiarse por un atuendo más casual, deduzco que no debió de asistir a la universidad y quizás estuvo en el palacio atendiendo reuniones.

—Lamento mucho que te visite tarde, es solo que es difícil librarse de las juntas —me cuenta sin despegar la mirada del volante—. A veces es imposible.

Ríe.

—¿Puedo preguntar cómo son?

Me gano una rápida mirada de su parte, puedo ver un ligero asombro, no esperando que me interesara por lo que hace en el palacio.

—Son reuniones sobre tratados políticos y comerciales con otros países, ciudades, y aunque son importantes he de admitir que las encuentro aburridas. Es como pasar más de tres horas escuchando una exposición de tu profesor menos favorito.

—Oh, Dios, eso es pésimo.

Me quejo y ambos reímos.

—Sí, lo es a veces, sin embargo, no puedo saltármelas, son importantes.

—Claro, serás el rey de Inglaterra, estarás en ellas todo el tiempo.

—Por desgracia.

Vuelve a reír.

—Bien, ¿a dónde vamos?

Pregunto acomodándome mejor en mi lugar, es de noche y hay bastante tráfico, una mueca se forma en su boca y se muerde el labio, segundos después mientras piensa.

—Honestamente, no se me ocurre un buen lugar, ¿quizá recorrer la ciudad? Es algo tarde y tienes toque de queda, no me gustaría perjudicarte.

Tiene razón, no puedo pasarme el toque de queda de la residencia porque de lo contrario, no tendré a dónde irme, así que dar un paseo por la ciudad en auto por la noche, puede ser una buena opción, no es la idea de una cita, pero no me quejo, estoy contenta por el hecho de verlo.

—¿Quieres un helado? Sé de una buena heladería.

Me encojo de hombros.

—Claro, ¿por qué no?

Aiden y yo vamos hacia una heladería un poco alejada de la ciudad y tiempo más tarde, después de dar un par de vueltas en el auto, suelta un suspiro pesado.

—Dios, lamento mucho que no sea el mejor paseo. —Se pasa una mano por el cabello un tanto avergonzado—. Es culpa de mi falta de tiempo, siendo honesto, me hubiese gustado que tuviéramos oportunidad de hacer algo más casual que pasear en auto por la noche.

No puedo culparlo por tener una agenda bastante ajustada, estoy a punto de decirle que en cualquier otra ocasión podríamos salir de manera casual, podría ajustarme a su tiempo, pero se me ocurre una idea.

—¿Alguna vez has estado en la azotea de la universidad?

—¿La azotea?

Aiden me observa con sus grandes ojos azules y tiene el entrecejo fruncido. Asiento de inmediato.

—Sí. —Una risa se me escapa ante la alocada idea que se me ha ocurrido—. Vamos, conduce hacia la residencia, si nunca has estado, te pierdes de una grandiosa vista.

—De acuerdo, iremos para allá.

Veinte minutos más tarde, los dos nos encontramos sobre la azotea de la residencia, es una suerte que los estudiantes no suelan venir aquí, más bien nadie lo hace, ya que no es una especie de azotea en la que puedes venir a pasar el rato, sin embargo, la descubrí en mi primer año de universidad cuando deseaba buscar un poco de espacio personal y alejarme del resto. Subir aquí siempre ayuda a despejar mi mente.

—No tenía idea de que se podía subir a la azotea —dice Aiden, admirando el lugar, niego inmediatamente.

—En realidad no se puede —digo ladeando la cabeza—. Alteza, me temo que usted y yo estamos haciendo algo ilegal aquí.

Una risa sale de él.

—Vaya, es bueno saber en qué nos estamos metiendo, señorita.

Dice, le hago un gesto con la cabeza para que me acompañe al borde del edificio, donde ambos nos recargamos, a pesar de que mayoritariamente tienes una vista de los demás edificios que hay en la universidad, también se puede percibir una parte de la ciudad.

—A veces suelo venir aquí cuando quiero despejar la mente.

Le cuento, deseando no vernos envueltos en un silencio. Puedo sentir su mirada fija en mí por un buen tiempo hasta que habla.

—Es un buen lugar, quizá no la mejor vista, pero suficiente para pasar un tiempo a solas.

Agrega y asiento. Hay un breve silencio que ninguno de los dos rompemos, la mirada de Aiden ya no está puesta en mí y me permito ver su delicado perfil, el cual incluso es atractivo, justo antes de que alcance a apartar mi mirada, Aiden voltea, provocando que me sonroje, su cuerpo opta por una mejor postura, recarga los codos en el muro del edificio que impide que nos caigamos y habla.

—¿Te he dicho antes que eres guapa?

Suelta de la nada, cosa que me sonroja en segundos más de lo que ya estoy.

—Gracias.

Murmuro pasándome el cabello por detrás de las orejas, los cumplidos siempre me ponen nerviosa e incómoda, incluso cuando vienen de mi familia.

—Solo digo la verdad. Admito que lo he pensado desde el primer día en que te vi en el hospital.

—Bueno, tú no te quedas atrás, eh.

Agrego y ríe por lo bajo, antes de acercarse lentamente a mí.

—Ya que estamos confesándonos, también me gustas, pero creo que eso ya quedo claro. —Aiden estira una mano a mi rostro, la entierra en mi cabello y atrae su cuerpo al mío, todo sucede rápido y cuando menos lo espero, nos estamos besando, es un beso lento y corto, aun así, lo disfruto—. Lo digo en serio.

—Te creo —pronuncio tímidamente, después alzo mi mirada para encontrarme con la suya, Aiden coloca sus dedos en mi barbilla levantando mi rostro—. También me gustas.

Me pongo de puntitas para darle otro beso, pero el timbre de su teléfono celular nos interrumpe a los dos, apartándome de él.

—Perdón debo de responder.

Dice sacando el celular del bolsillo de su pantalón, se aleja un poco para atender la llamada y puedo escuchar que se trata de sus hermanos menores, si no me equivoco, el príncipe Jaxon.

—Lo siento, mi hermano necesita mi ayuda, tengo que irme ahora. Es una emergencia familiar.

Cuenta, apenado. No tengo idea de que ha pasado, pero asiento en acuerdo.

—Anda, ve, entiendo.

Aiden me ofrece una sonrisa que luce más como una mueca, puedo percibir que hay cierta preocupación en él y sin pensarlo, se va corriendo, dejándome allí sola.



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Buenas noches a todos, ¿Cómo están? Honestamente, siento que es un mal capítulo pero no me he sentido tan bien, aun asi no me queria quedar sin actualizar hoy domingo, espero que lo hayan disfrutado aunque sea corto. Prometo que el siguiente capítulo lo compensará es solo que hoy no fue mi dia del todo.

Por otra parte quiero darles las gracias porque ya son 20k lecturas que aprecio mucho, ustedes son los mejores y siempre agradezco de corazón el apoyo que me dan por eso tambien queria actualizar hoy, quizá y después haga un maraton, UNR esta por llegar a los 3 millones, cuando lo haga, aquí festejamos con maraton de esta novela, solo lamento que el capítulo este no sea tan bueno.

Pasen buena noche, abracito virtual para todos<3.

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