Capítulo 13

Aiden

Tengo que decir que me toma por sorpresa el repentino beso que Jessica me planta en los labios, sin embargo, me toma segundos, atraer su cuerpo al mío, enredar una mano entre su cabello y profundizar nuestro beso. Mentiría si digo que no he fantaseado con lo que sería besarla y admito que besarla no se compara para nada con mi imaginación, es mucho más que eso.

Sus labios al principio son fríos, su boca posee un ligero sabor a alcohol, aun así, consigue ser embriagador, es un beso lento, sin apuros, ambos disfrutando del momento y olvidándonos de los acontecimientos que hemos tenido minutos atrás, como si atraer su cuerpo más al mío, me hará probar más de ella, la acerco a mí, ambos nos separamos segundos después por falta de aire, pero no la dejo ir, y ella no pone resistencia alguna para apartarse de mí.

Jessica tiene los ojos cerrados mientras que yo contemplo su encantador rostro, es tan preciosa que podría pasarme horas admirándola, cuando sus castaños ojos me encuentran, no puedo evitar sonreírle y darle un corto beso de vuelta, beso que ella acepta sin cuestionar.

—No desconfío de ti —se apresura a explicar, bajando la mirada, puedo ver que se siente apenada por cómo ha reaccionado, mi enfado no ha tenido que ver con ella, no creo que podría enfadarme de ella por mucho que quisiera, sino por pensar en que un hombre le ha puesto una mano encima. Jamás he apoyado la violencia, sobre todo en una mujer y juro que nunca le pondría una mano encima a nadie—. Es solo que no puedo evitar reaccionar por instinto.

Termina. No puedo culparla por algo que es cierto, su instinto ha reaccionado antes que todo.

Le acaricio el cabello, retirando los mechones que cubren parte de su rostro y los meto detrás de su oreja con delicadeza.

—Lamento haberte dado indicios de que podría lastimarte —me veo diciendo, no ha sido mi intención ocasionar cierta escena, Jessica evita mi mirada por un largo tiempo y levanto su rostro con mi mano, para obligarla a verme, no hay indicios de miedo en su mirada y eso me alivia, no desconfía de mí como lo ha dicho—. Solo quería asegurarme de que en verdad estabas bien. Aquellos chicos me tomaron por sorpresa.

La chica que me abrazó estaba borracha y fue cuestión de segundos que reconociera que estaba abrazándome para que otros chicos se acercaran curiosos. Por lo general, no tengo problemas con toparme estudiantes que sienten admiración o curiosidad por la familia real, sucedía muy pocas veces y en las fiestas universitarias a las que he asistido, no suelen hacer el escándalo que han hecho hoy.

Cuando vi que Jessica se marchó, traté de seguirla e incluso iba llamando su nombre, estaba tan envuelta en sus pensamientos que no me escuchaba.

Nuestras miradas vuelven a encontrarse, sus ojos son curiosos y hay un pequeño desdén de timidez en ellos, veo que el rubor en sus mejillas no tarda mucho en llegar y se aparta de mi agarre cuando retrocede.

—Ay Dios mío, perdóname —se disculpa llevándose las manos a los labios—. Yo... Ay dios, no puedo creer lo que he hecho...

Estas últimas palabras son más para ella que para mí, me veo negando porque no quiero que se disculpe por besarme, no tiene que hacerlo. Doy un paso al frente, queriendo volver a estar cerca de ella.

—Jessica, por favor, mírame —inquiero, deseando conseguir su atención, le toma unos segundos voltear a verme—. No tienes por qué disculparte. No has hecho nada malo.

—Te he besado y lo he hecho sin pensar, ni siquiera sé si te gusto y es que... —Se pasa las manos por su cabello—. Me he dejado llevar y claramente quería besarte, pero no quería que tú...

Para demostrarle que no hay por qué sentirse arrepentida, acorto la distancia entre los dos, tomo su rostro entre mis manos, justo como ella lo hizo y la beso sin más, Jessica no tarda mucho en aceptar el beso, claramente disfrutándolo tanto como yo. Su sabor es embriagador y sus labios tan suaves que no quiero romper el beso. Su cuerpo se relaja, dejando a un lado la tensión que la ha estado acompañando, quito una mano de su rostro para posarla en su espalda baja y atraer su cuerpo al mío, aquello ayuda a profundizar nuestro beso y me veo disfrutándolo más que el primero.

—También quería besarte —digo una vez que nos dejamos de besar, nuestras frentes están unidas, puedo sentir su respiración chocar con la mía y de nuevo vuelvo a robarle otro beso—. Quería hacerlo desde hace tiempo.

Le dejo saber, cosa que es cierto, no he dejado de pensar en ella desde el día en que estuve en su dormitorio, y también quería besarla cuando me dio la noticia del hospital. He estado atraído a ella desde el primer día en que nos conocimos y no me la he podido sacar de la cabeza.

—Vaya —susurra en tono de sorpresa—. Supongo que es una buena noticia.

Es tan tierna que no puedo evitar sonreír y reír al mismo tiempo, la forma espontánea e inocente en que actúa es más que adorable.

—Una excelente noticia —corrijo y sonríe, tiene una sonrisa preciosa justo como ella—. ¿Qué me dices de tener una cita?

Mi pregunta sale de la nada, Jessica se aleja solo un poco para buscar mi mirada.

—¿Qué no es esta una cita?

Pregunta frunciendo el entrecejo.

—No una formal, además, no salió tan bien que digamos. —Me río ante esto último porque ninguno de los dos la hemos pasado bien, y por mucho que se haya sentido como una cita al principio, me temo que no lo es—. Mereces una buena cita y quiero dártela, por favor acepta.

Creo que estoy dispuesto a rogarle que me dé una oportunidad porque después de besarnos, me rehusó a la idea de no volver a hacerlo.

—Me gustaría tener una.

Es su forma de decir que sí.

—¿Te parece si nos vamos de aquí?

Sugiero, pues no tengo ánimos de volver a la fiesta y estoy seguro de que ella tampoco.

—¿Vamos a la residencia?

Pregunta refiriéndose a su dormitorio, asiento.

Los dos comenzamos a caminar en silencio, la tensión en nuestro ambiente se ha ido, aun así, no digo nada deseando darle su espacio para pensar, cruzamos los edificios hasta llegar a la residencia, y una vez dentro de su dormitorio, nos sentimos más cómodos. La fiesta no era tan mala, pero tampoco estaba cómodo en ella, quería pasar tiempo con Jessica más que con mis amigos.

—Se me ocurre que podemos ver una película.

Dice, sus ojos me observan atentos, antes de responder checo la hora en mi reloj, son las once y media, cosa que es temprano, puedo quedarme más tiempo.

—Seguro, busquemos una.

Una diminuta sonrisa se dibuja en ella, toma asiento en el sofá a mi lado, estamos muy cerca, a ninguno de los dos nos molesta el hecho de estarlo, sin pensarlo, Jessica recarga su cabeza en mi hombro cuando encuentra una película que no hace mucho que acaba de empezar y me permito cepillarle el cabello con mis dedos, disfrutando de su compañía.

Creo que aquel gesto funciona para que se quede dormida minutos después, una sonrisa se dibuja en mis labios, es tan tierna, no quiero moverme por miedo a despertarla, llamo a su nombre un par de veces para confirmar que realmente se ha quedado dormida y cuando no me responde, pienso que lo mejor que puedo hacer es recostarla en el sofá e irme, porque no puedo quedarme aquí hasta que despierte, me temo que no lo hará.

Mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón y me percato de que es un mensaje de William.

William: Alteza, he pasado temprano por su habitación para entregarle el itinerario de las reuniones de mañana, los deslice debajo de su puerta cuando descubrí que no estaba, perdone que le avise tarde, se me había olvidado, le pido disculpas.

Aiden: Gracias, Will, lo importante es que al final te acordaste. Agradezco el mensaje, saludos a tu familia.

Con cuidado de no despertar a Jessica, me levanto del sofá y consigo acostar su cuerpo en este, pienso en que puedo cargarla y llevarla a su habitación, pero no quiero ser irrespetuoso con ella al entrar como si nada a su habitación, podría asustarla al despertar, haciéndola creer que quizá me propasé, me lo debato por unos largos minutos hasta que me rindo y decido que lo mejor es dejarla allí.

Apago el televisor y le doy una última mirada, su cuerpo está relajado, observo la habitación en busca de papel y un bolígrafo donde pueda escribirle una nota para dejarle saber que me he ido, me toma unos minutos hallarlos junto al mueble de la televisión y escribo en la nota un pequeño mensaje y mi número de teléfono, ya que no hay forma en que le pida el suyo en estos momentos. Antes de irme, vuelvo a mirarla, aun dormida luce encantadora, me quedo con esa imagen de ella en mi cabeza antes de apagar las luces e irme.

***

Mientras salgo de la residencia estudiantil, le escribo un mensaje a Castriel informándole que Jessica y yo abandonamos la fiesta, le digo que ella está en su dormitorio y que iré al palacio. Me toma tiempo conducir, no hay mucho tráfico, pero el trayecto es un poco largo y cuando entro a los establecimientos del palacio, el guardia de la entrada se asegura de que soy yo e informa al resto para que abran las rejas y me dejen pasar, voy hacia la cochera donde la mayoría estaciona sus autos y lo dejo allí, tengo que caminar hacia la entrada, que queda retirada, sin embargo, la noche es agradable y no me molesta caminar, es más, disfruto de ella, el cielo está estrellado, dándole un toque hermoso.

—Alteza.

Murmuran los guardias en la entrada, ambos hombres en turno me hacen una reverencia, les ofrezco una sonrisa y abren las puertas para que entre, hago mi habitual recorrido a mi habitación, saludando a los guardias y personal que aún continúa despierto, no tengo sueño y se me ocurre que podría ir a la cocina por un postre.

Cuando llego a la cocina, veo que no hay nadie, está completamente sola, checo la hora en mi reloj de mano para comprobar que es alrededor de la una de la mañana, la mayoría debe estar ya descansando en sus habitaciones. Camino al refrigerador y observo que hay de alimentos, deseando que Ronan haya guardado algún postre a medio terminar y no uno entero porque de lo contrario, me sentiré culpable comiendo algo que quizá preparó para el desayuno.

—¿Buscas algo?

La voz de mi abuela me sobresalta, ocasionando que golpee mi cabeza con el refrigerador, suelto un quejido al tiempo en que me volteo a verla. Es una versión de ella que muy pocos conocen, una bastante informal que solamente algunos del palacio hemos visto, pues, aunque conserva la elegancia digna de ella, no posee su habitual maquillaje, su cabello no está perfectamente arreglado como de costumbre y la bata que trae como pijama la hace lucir bastante informal.

La abuela cruza la habitación para llegar a la mesa grande que se encuentra en la cocina, los empleados suelen comer en ella.

—Buscaba un postre.

Respondo luego de un tiempo, ella asiente.

—También yo, ha sido un día ajetreado, ¿te importaría compartirlo conmigo? —pregunta, retirando una silla de la mesa para sentarse—. Ronan preparó un pastel de tres leches, debe quedar un poco.

Vuelvo a abrir el refrigerador y buscar el dichoso pastel, encuentro un cuarto de plancha de este, Ronan es un excelente chef que es muy raro que su comida quede para más tarde, coloco el pastel en la mesa y voy en busca de utensilios, platos y vasos.

—¿Quieres un poco de leche?

Pregunto cuando dejo todo en la mesa y voy de nuevo al refrigerador para sacar la leche, asiente, me siento frente a ella y lleno nuestros vasos, la abuela corta el pastel y me sirve una rebanada grande de este.

—¿Cómo estuvo la fiesta hoy?

Pregunta con curiosidad, sé que a veces puede ser estricta, demasiado, pero también sabe cómo divertirse, en mi mente, recuerdo los acontecimientos de esta noche, más bien, la parte de Jessica y yo besándonos, inconscientemente, una sonrisa se forma en mi boca.

—Normal. —Me encojo de hombros antes de llevarme un trozo de pastel a la boca. La reina pasa horas encerrada en su oficina, es una adicta al trabajo, rara vez se toma un descanso, pero busca hacerse de su tiempo para tener pláticas casuales con nosotros, aun así, hablar de ciertos temas con ella no me son tan adecuados.

—Puedo ver esa sonrisa en tu boca, hijo —dice dándome una mirada curiosa—. ¿Me contarás a qué se debe?

Es imposible ocultarle una parte de nuestras vidas a ella, al final de cuentas, es la reina y siempre se entera de todo, es mejor que ella lo haga a que se entere por boca de los medios.

—Solo cosas de... —¿Qué debo de decirle? Antes de que pueda pensar en una buena excusa se me adelanta.

—¿Jóvenes? Te recuerdo que fui joven en una época, Aiden, sé reconocer esa sonrisa.

—¿Ah sí?

Ella asiente.

—¿Cuál es su nombre?

—¿De quién?

Cuestiono, ella hace su pastel a un lado, recarga los brazos en la mesa y me da una sonrisa, no puedo evitar avergonzarme.

¿Cuándo fue la última vez que hablé sobre mi vida amorosa a la reina? ¡Nunca!

—Cuando conocí a tu abuelo, siempre mantenía una sonrisa en la boca cada que pensaba en él, era muy similar a la tuya —me cuenta, niego con humor, es difícil de creer que estemos teniendo esta conversación ahora—. Creía que era el hombre más guapo que había visto nunca, fuerte, atractivo, con unos encantadores ojos y esos labios...

—¡Dios mío, abuela! ¡Detente! —protesto arrugando el ceño, definitivamente no quiero tener esta conversación con ella, es penosa, ella ríe por mi gesto.

—Antes no tenías ningún problema porque les contara cómo conocí a tu abuelo.

—Antes era un niño, abuela.

Las historias familiares siempre han sido mi parte favorita y ella tiene razón, siempre le pedía que me contará alguna, a veces la historia de como ella y el abuelo se conocieron.

—De acuerdo, entonces, creo que no insistiré en saber quién esa misteriosa chica, claramente no me contarás de ella.

Dice sin ninguna molestia, pero puedo ver en su mirada que se muere de ganas de que le cuente, intento evadir sus ojos porque a veces mirarla, hace que me rinda, ella no desvía sus ojos de los míos, es persistente y al cabo de unos segundos más me rindo.

—Se llama Jessica.

Puedo ver que su semblante cambia, hay curiosidad en él y también orgullo por ganar la inexistente batalla.

—¿La hija del conde Clermont?

He olvidado que la hija del conde también lleva ese nombre. Niego apresuradamente.

—No, sabes que solamente la he visto dos veces. Es una chica de la universidad.

Cuando le dejo saber que es de la universidad, se acomoda en su asiento y su semblante se torna un poco serio.

—Oh.

Susurra en sorpresa. Papá se había casado con mamá, quien no pertenecía a la realeza, si bien, siempre han dicho que la abuela no quería a mamá, quizá no era muy afecta a ella, más siempre mantuvieron una relación cordial, mamá la respetaba por ser la reina y nuestra abuela, la reina también lo hacía, al menos, cuando nosotros nacimos, las cosas cambiaron un poco, ella comenzó a aceptar un poco más a mamá.

A diferencia de mi padre, jamás había sentido interés por una chica que no perteneciera a la realeza hasta ahora. La mirada de la abuela se pierde en un punto fijo en la habitación, no sé me ocurre qué decir, es evidente que mi respuesta la sorprendió, después de un minuto, se aclara la garganta.

—Discúlpame, Aiden. Estoy cansada, descansa.

Se levanta de la mesa haciendo rechinar su silla contra el suelo para luego irse, ha dejado su postre a medio terminar, por otro lado, me pongo a pensar en que no le ha agradado la noticia, aunque no lo ha expresado, ha preferido mostrarse respetuosa y levantarse de la mesa para irse sin discutir, aunque no estoy seguro de que la conversación terminaría en una discusión.



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¡Hola! ¡Feliz Miércoles! ¿Cómo están? Hoy no me he sentido bien en todo el día que no he podido actualizar más temprano, saben que las actualizaciones nocturnas por alguna extraña forma, tienen una conexión especial jajaja

Este capítulo me ha gustado, sobre todo que la reina Cristina se siente hablar con Aiden, de cierta forma me gustan los momentos familiares que aquí verán, sin embargo, podemos ver que la noticia de que Jess no es de la realeza no le ha gustado mucho a la reina....

¿Qué opinan? Espero que les haya gustado el capítulo<3

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