Capítulo 1

Jessica

Intento ignorar a la señora que continúa hablando por culpa de la anestesia, está intentando coquetear con Matt, el otro practicante que está asistiendo al doctor Sullivan, no es que quiera ser grosera al ignorarla, para nada, solo no quiero reírme de ellos y llevarme una buena reprimenda por no tomarme en serio mi trabajo. Matt comparte una mirada conmigo, suplica ayuda, pero niego de inmediato y alzo las manos a modo de defensa, en realidad, no hay mucho que yo pueda hacer, además, la escena es casi graciosa, por suerte el doctor Sullivan frena a la mujer de besar a Matt cuando ella se abalanza hacia él en busca de besarlo.

Media hora después, me reúno con mis amigos en la cafetería, Matt me trae mi café negro mientras él escoge un té y Chase, Ella y Ana escogen un refresco.

—Ha sido un día ajetreado, díganme, ¿pasaremos por esto cuando por fin nos graduemos? —dice Ana con un ademán de desespero, me causa gracia la forma dramática que usa para expresarse—. Hoy una señora me mordió cuando intenté inyectarla y luego un mocoso me hizo corretearlo por los pasillos cuando también tenía que inyectarlo.

Me uno a la risa de mis demás amigos mientras Ana cuenta sus experiencias.

—Y nos queda un año de esto y más —agrega Chase, para generar más drama en la vida de la chica, quien se desploma con cansancio sobre su asiento, reímos.

—Dios, eres tan dramática —aseguro a su lado, ella rueda los ojos.

—Y tú tan aburrida, Jess, dime, ¿cuándo ha sido la última vez que te has divertido?

—¿La última vez que me he divertido?

—Así es, lo que oíste.

—No estoy entendiendo tu pregunta.

Digo para molestarla, ella bufa.

—Sabes a lo que me refiero, salir de fiesta, conocer a un chico, ir a una cita, quizás viajar y no sé qué otra cosa más agregar.

Dice puntualizando cada una de ellas con sus manos.

Niego.

—No tengo tiempo para esas cosas.

Estudiar enfermería siempre fue una de las cosas que quise hacer, me apasiona la idea de ayudar a los demás salvándoles la vida, pero la universidad se me da fatal, soy distraída, muy distraída y torpe también, por lo que tengo que concentrarme más de lo normal y estudiar el doble que el resto, tanto así que a veces me olvido de divertirme.

—Eres aburrida.

Asegura Ana, rodando los ojos.

Terminamos nuestros almuerzos y regresamos a nuestros deberes, el doctor Sullivan es demasiado tranquilo, comprende a los pacientes y no se queja de aquellos que prácticamente pueden sacarlo de quicio en segundos, pero ama su profesión como para quejarse y se muestra sereno con cada paciente.

—¿Crees que puedes ir a buscar un poco de gasas y vendas? Me he quedado sin ellas y necesitaré un par para el siguiente paciente.

Asiento y salgo del consultorio para ir al cuarto de materiales, donde tienen todo el material, como gasas, vendas, guantes, entre otros, voy con tranquilidad por el pasillo observando a los doctores y enfermeros moverse de un lado a otro, trabajar en el hospital puede resultar bastante estresante, pero cuando te gusta algo, tiendes a agarrarle cariño y adaptarte fácilmente, aunque la carrera puede ser estresante a veces, no puedo quejarme de algo a lo que amo y estoy segura de que quiero dedicarme por el resto de mi vida, y entre más tiempo paso en el hospital, más estoy segura de ello.

Paso de largo por el mostrador, ya que el cuarto de material queda al otro extremo del pasillo, trato de hacer caso omiso de las dos mujeres que están cuchicheando entre ellas en el mostrador, pero su comportamiento es tan sospechoso que me cuesta pasarlo por alto.

—Sí, no estoy mintiendo. Te juro que es él. Lo he comprobado yo misma.

Es lo único que alcanzo a escuchar con claridad. Sin interés de lo que están hablando, tarareo una canción mientras voy por el material, antes de entrar, toco para no llevarme el susto de que hay alguien adentro, un enfermero de tez morena me abre la puerta y me ofrece su mejor sonrisa.

—¿Te han mandado por material?

Asiento.

—Es para el doctor Sullivan.

—Seguro que sí, ¿Qué te ha pedido? —cuestiona amable, veo que en sus manos trae un paquete de guantes.

—Gasas y vendas.

—Las gasas están en el estante tres y las vendas las guardamos en aquel cajón de la esquina —indica señalando cada lugar. Le doy mi mejor sonrisa ante su amabilidad y me acerco a tomar las cosas que me han encargado.

De regreso al consultorio, a las dos mujeres que antes estaban cuchicheando, se le ha sumado alguien más. Hago caso omiso de su conversación, ya que no es de mi interés y regreso a donde el doctor Sullivan, a quien me lo encuentro en el pasillo antes de entrar a la habitación en la que estábamos.

—¡Aquí estás! —exclama al verme, no sé por qué, pero luce algo ajetreado y nervioso—. Ya estaba por ir a buscarte.

—Siento la demora —me disculpo con una diminuta sonrisa, Sullivan niega.

—No, descuida. Hay una emergencia y necesito de tu ayuda, pero antes tengo que terminar con otro paciente para poder atender al último, ¿crees poder hacerte cargo?

Me tenso ante la idea, pero me las arreglo para asentir al mismo tiempo, si el doctor Sullivan está confiándome a uno de sus pacientes es por una razón y no debo decepcionarlo.

—¿Quiere que vaya a verlo? ¿Tengo que suministrarle algún medicamento?

Señalo a mi espalda, sé que hay un paciente en la quinta habitación, pero él niega.

—No hace falta, yo me encargaré del paciente de las cinco, solo necesito darle de alta —responde amablemente, sus manos se posan en sus caderas y camina en mi dirección, dispuesto a acortar la distancia entre los dos—. Escucha, necesito de tu discreción con el paciente que te dejaré a cargo, le he dado un sedante para el dolor y necesito que lo vendes, es algo leve, pero es importante que esté bien.

Frunzo el ceño. Todos los pacientes son importantes, pero si el doctor Sullivan está siendo más cuidadoso con este paciente, imagino que puede tratarse de algún familiar.

—¿Solo debo vendarlo?

Asiente.

—Tuvo una ligera contusión muscular debido a una caída, no he tenido tiempo de checarlo a profundidad, como comenté, primero debo de dar de alta al paciente de la cinco para poder continuar con el de la tres. No lo administres ningún medicamento aun si te lo exige, el sedante es leve, no causará segundos efectos como lo hizo con la señora de la mañana, asegúrate de que no tenga más lesiones, y si es posible tener un reporte... No, mejor olvídalo, solo asegúrate de que esté bien hasta que yo llegue.

Explica. Asiento en acuerdo y me ofrece su mejor sonrisa antes de pasar por el pasillo hacia la habitación cinco en donde se encuentra el otro paciente, con las gasas y vendas en la mano me dirijo a la habitación en la que estamos, internamente agradezco que no se trate de aquella mujer terca que ya me había colmado la paciencia, al entrar y cerrar la puerta detrás de mí, pongo mi mejor sonrisa.

—¡Hola! Soy Jessica, el doctor Sullivan vendrá en un momento a atenderla —menciono asumiendo que se trata de otra mujer, ya que la mayoría de nuestros pacientes el día de hoy han sido mujeres de la tercera edad—. El doctor Sullivan ha dicho que ha tenido una ligera contusión, ¿tiene alguna molestia?

Aún no veo el rostro de mi paciente porque estoy ocupada cerciorándome de que las cortinas estén cerradas para darle privacidad al paciente, aunque no es del todo necesario teniendo en cuenta que alrededor de la cama hay una cortina que nos divide.

—Disculpe señorita, pero me temo que no soy una damisela en problemas —murmura el paciente rompiendo el hielo entre los dos, rio por lo bajo ante el comentario que decide usar para describir que no es mujer.

—Lo siento señor, le debo una disculpa si lo he ofendido —inquiero, colocando las gasas y vendas sobre el escritorio, aún no me acerco al paciente, estoy buscando las tijeras para cortar las vendas y un poco de cinta.

—Claramente ha sido un error por culpa de esta cortina, no tiene por qué disculparse. —Su voz es jovial, aunque varonil al mismo tiempo lo que me deja intrigada de que quizás se trate del hijo del doctor Sullivan, su hermano o sobrino—. Dígame, ¿el doctor Sullivan vendrá a asistirme?

Rezo en mis adentros porque no sea esa clase de pacientes pesados que no permiten que lo atienda hasta que el doctor esté presente.

—Él vendrá en un momento —respondo amable, acercándome a la cortina para recorrerla y comprobar su estado—. ¿Tiene alguna molestia?

Pregunto al tiempo que comienzo a recorrer la cortina para poder mirarlo.

Cuando por fin libero su rostro detrás de las cortinas, la enorme y amistosa sonrisa que hay en mi boca desaparece y es reemplazada por un semblante lleno de asombro y terror a la vez.

—Eres el príncipe...

Susurro en voz queda. Estoy segura de que tengo una mirada de pavor fija en él y estoy en un estado de shock porque no sé cómo reaccionar, me obligo a parpadear un par de veces para comprobar que es real y no una broma que tengo al heredero de Inglaterra frente a mis narices.

—Y-y-y-o-o...

Pienso en que no puede ser real, incluso vuelvo a parpadear y compruebo que no es un sueño, el príncipe está frente a mis narices y en cuanto reacciono ante ello, mi instinto es hacer una reverencia, pero me he olvidado que estoy aún sujetando con fuerza la corina que cuando me inclino para hacer la dichosa reverencia al príncipe, tiro con tanta fuerza de ella que logro hacer que se caiga y yo término medio enrollándome en ella en mi intento de recuperar la compostura.

Soy tan torpe que no sé cómo consigo dar una vuelta y tropezar en la camilla, cuando intento zafarme, el príncipe instintivamente trata de salir de la camilla para ayudarme, cosa que solo consigue empeorar cuando me da un rodillazo en la espalda y caigo al suelo.

La camilla no es tan alta, pero el príncipe quien continúa tratando de ayudar, consigue aplastar un par de botones de la camilla y haciendo que suba y baje, entro en pánico con la situación, envuelta entre la cortina, logro levantarme de mi lugar, el príncipe quien aún continúa al parecer sosteniéndome, pero de mi antebrazo, tira de mí con fuerza y hace que de nuevo caiga.

—¡Dios! ¿Cómo se detiene esto? —se queja buscando el control para dejar que la camilla continúe moviéndose, ahora sí, logro salir de entre la cortina, observo la camilla subir y bajar, el control yace justo a un costado de la camilla, el príncipe hace sus esfuerzos por buscar el control y detenerlo y me doy cuenta de que ha aplastado los botones sin querer y lo ha hecho al azar.

Me acerco a la camilla, ya que me he alejado un poco, pero mi pie se resbala un poco entre la cortina en el suelo, pero esta vez, mantengo la estabilidad conmigo y logro detener la camilla y estabilizarla.

—¡Uff! ¡Eso estuvo cerca!

Exclamo antes de echarme a reír por mi cuenta.

Son risas de nervios y terror a la vez, estoy pensando en que debe ser ridículo reírme de esto, pero la risa del príncipe no tarda mucho en unírseme, compartimos una mirada cómplice mientras nos reímos con ganas, de todas las locuras por las que he pasado en el hospital, esta ha superado todas hasta ahora.

—¿Se encuentra bien? —pregunta cuando se recupera de la risa, asiento frenéticamente aun con una enorme sonrisa en la boca.

—Lo estoy.

—Dios mío, eso sí que fue... —Hay cierta pizca de humor en su voz, sin embargo, no puede encasillar la escena que acabo de hacer frente a él. Instintivamente, me cubro mi rostro con ambas manos.

—Lo sé, ha sido patético —murmuro sin quitar mis manos de mi rostro—. Lo siento mucho, yo...

La risa que sale de él me interrumpe.

—Descuide, no es la única que ha causado una escena aquí —dice con humor, lentamente, quito mis manos de mi rostro para comprobar que está mirándome con sus intensos ojos, hay cierta intriga entre ellos y humor, claramente, ha encontrado la escena más divertida que vergonzosa.

—En verdad, lo siento mucho.

Vuelvo a disculparme y una risita absurda se me escapa de tan solo recapitular todo lo sucedido en mi cabeza, él niega.

—Descuide, señorita —dice aún mirándome, me permito mirarle directo a los ojos, son grandes y azules, se forman pequeñitas arrugas a los costados debido a la gran sonrisa que aún permanece en su boca—. ¿Cuál dijo que era tu nombre?

Pregunta con interés y mi semblante se vuelve serio, tomo una profunda respiración para aclararme la garganta y darle seriedad al asunto.

—Jessica, soy la ayudante del doctor Sullivan quien se encontrará asistiéndolo luego, le...

—Recuerdo esa parte —dice despreocupado y se lleva una mano al pelo—. Soy Aiden.

Le toma unos segundos estirar la misma mano con la que se ha despeinado, en mi dirección, no titubeo ni un segundo en acercarme y estrechar su mano.

—Es un gusto en conocerlo, alteza —inquiero al soltar su mano, me las empeño para hacer una diminuta reverencia con éxito, cosa que dibuja una sonrisa en él que luego decae.

—Por favor, puede llamarme Aiden.

Insiste.

—Y tú puedes llamarme Jess —agrego y de inmediato me arrepiento de cómo ha sonado, ha sido como si intentara coquetearle, aparte, lo he tuteado, cosa que no es correcto cuando te diriges a un miembro de la realeza, niego abruptamente—. Digo, la mayoría me llama Jess de cariño porque mi nombre es Jessica y digo que tú puedes llamarme así porque es más cómodo, juro que...

De nuevo, su risa me interrumpe.

—Tranquila, señorita, lo entiendo.

Asegura y me muerdo el labio con nerviosismo, hay un breve silencio entre los dos y estoy casi segura de que es incómodo solo para mí.

La puerta de la habitación se abre, rompiendo nuestro silencio, el doctor Sullivan entra con una tabla portapapeles en mano, los cuales parece estar revisando.

—Bien, alteza, me temo que...

Las palabras del doctor Sullivan se quedan a medias al vernos, no luce asombrado de tener al príncipe como su paciente porque es evidente que sabe que estaba aquí antes, más bien, su sorpresa es por las cortinas que están en el suelo.

—¿Está todo bien por aquí?

Pregunta, intrigado. Me tenso en mi lugar porque no estoy preparada para llevarme un buen regaño de su parte por el minucioso desorden que he ocasionado en la habitación, Aiden carraspea para llamar la atención y me hago a un lado para que el doctor pueda tener una mejor vista de él.

—Mis disculpas, doctor Sullivan, he intentado salir de la cama y lamento decir que no ha resultado nada bien.

Los labios del doctor se fruncen en confusión y se pasa una mano por su escasa cabellera, después se acerca y me da una mirada seria.

—¿Jessica? No le suministraste ningún otro medicamento, ¿verdad?

Niego rápidamente, afirmando que no he suministrado nada en el príncipe.

—Juro que no he hecho nada, estaba esperando a que viniera.

Inquiero y trago con fuerza el repentino nudo que se ha formado en mi garganta. El doctor Sullivan me analiza por unos largos segundos como si tuviera que asegurarse de que no estoy mintiendo, ruego en mis adentros para que no esté dudando del todo de mí y me crea porque de lo contrario, esto puede arruinar mi expediente escolar si él decide ponerme una queja o una mala reseña como pasante.

—Doctor, la señorita no se ha entrometido en ningún momento, solo ha intentado cooperar ante mi torpeza.

Agrega Aiden, le doy una mirada rápida, no puedo creer que esté culpándose de todo y aunque me gustaría culparme también de los hechos, no puedo hacerlo, la razón de ello es que tengo miedo de conseguir una mala reseña por parte del doctor, pues me arruinaría.

Sullivan camina por la habitación para llegar hacia Aiden, y se pasa de nuevo una mano por el pelo.

—Bueno, supongo que probablemente no debí sedarte, aunque estoy seguro de que la dosis fue mínima, era para disminuir tu dolor —dice algo preocupado de haberse pasado la mano con el medicamento, Aiden no dice nada, sus labios se fruncen mientras asiente—. Jessica, trae aquí las vendas, por favor.

Asiento y voy al escritorio donde las había dejado, ni siquiera tengo idea de qué es lo que hace aquí el príncipe, porque para mí, luce más sano que nunca. Sullivan toma las vendas en cuanto se las entrego y suspira.

—¿No tiene ninguna molestia, alteza? —pregunta y Aiden niega—. Lamento que no pueda hacer una placa de su pie para confirmar que su pequeña lesión no ha pasado a mayores, pero...

—Confiaré en su palabra, doctor Sullivan —interrumpe Aiden, frunciendo los labios—. Sé que es un excelente médico y estoy seguro de que mi pequeño incidente no ha pasado a mayores.

De pronto tengo curiosidad de saber qué le ha pasado al príncipe para que acabara en la habitación del hospital. Callada, continúo observando al doctor Sullivan, quien luce algo nervioso.

—Bien alteza, al parecer solo se trata de una pequeña contusión en su pie derecho, nada que no tenga solución, es muy afortunado en no haberse fracturado, lo que haremos es vendarle el pie y darle un par de analgésicos para el dolor, el sedante que le administré se supone que iba a relajarle, disculpe si me he pasado la mano, no creí que tendría efectos secundarios.

Se disculpa algo apenado, Aiden asiente con discreción y amabilidad.

—Descuide, sé que usted está haciendo su trabajo, le aseguro que estoy bien y confío en que estaré bien con los analgésicos.

Dios, es tan correcto y respetuoso, además, las palabras salen de él con demasiada facilidad, no le cuesta expresarse.

—De acuerdo, alteza.

Observo a Sullivan vendarle el pie al príncipe, después, voy por los analgésicos que me pide que traiga, soy tan discreta como me pide serlo, ya que me deja en claro que nadie tiene la menor idea de que el príncipe está aquí. Cuando regreso a la habitación, Aiden está solo.

—Sullivan ha salido, ha dicho que volverá en unos minutos.

Se apresura a decir y asiento cerrando la puerta a mis espaldas.

Por una razón, me pienso mejor la situación y de nuevo me encuentro sintiéndome algo incómoda ante la presencia del príncipe y deseo que el doctor Sullivan esté aquí en cuanto antes.

—Disculpe, ¿ha visto algo en los pasillos?

Pregunta Aiden, después de un minuto de incómodo silencio entre los dos, yo estoy aún muy cerca de la puerta, no queriendo acercarme a él, frunzo el ceño al tiempo en que niego.

—¿Algo como qué?

Se encoge de hombros.

—¿Algo extraño en los pasillos?

Me alejo de la puerta dispuesta a acercarme a él, aprovecho que tengo bolsas en mi uniforme y meto las manos en ellas, más bien, guardo los analgésicos en las bolsas.

—Necesitará ser más específico si quieres que te responda.

—Oh vaya, tiene razón —dice más para sí mismo que para mí, la mueca que se dibuja en sus labios permanece allí por unos segundos mientras tiene la cabeza cabizbaja, cuando la levanta, su mirada se encuentra con la mía—. Escuche, se supone que nadie me vio entrar, pero teniendo en cuenta que estamos en un hospital público, es muy probable que alguien se percatara de mi presencia al no ser tan precavido con ella, ¿no ha notado algo raro afuera?

Entiendo lo que quiere decir, quiero negar y confirmar que no hay nada raro afuera y que probablemente corra con la suerte de que nadie sepa que está aquí, sin embargo, recuerdo la extraña actitud de las mujeres en el mostrador y la pequeña conversación que conseguí escuchar.

—¿Qué si alguien sabe que se encuentra aquí además del doctor Sullivan y yo?

Pregunto y su cuerpo se tensa.

—Sí es así, estoy en problemas —dice y enarco una ceja en su dirección, él suspira—. Los paparazzis podrían venir aquí en cuanto antes.

Encuentro lógica en sus palabras, si se descubría que el futuro heredero de Inglaterra estaba en el hospital de Oxford con una lesión, es cuestión de segundos para que el hospital se vea infestado por paparazzi queriendo fotografiarlo.

El doctor Sullivan regresa a la habitación interrumpiendo nuestra conversación, el semblante serio que trae consigo nos dice que trae malas noticias.

—Lamento informarle, alteza, pero alguien alcanzó a verlo al entrar y hay un par de fotógrafos afuera esperando por usted en la entrada principal del hospital.

Confirma lo que Aiden sospechaba, quien maldice por lo bajo.

—Dígame doctor, ¿hay alguna otra salida por la que pueda irme?

Pregunta con preocupación y Sullivan se pasa una mano por el cabello.

—Hay una salida de emergencia, podría usarla.

Aiden asiente en acuerdo, Sullivan le termina dando una receta y para mi fortuna, termina dándome indicaciones de cómo sacar al príncipe por la salida de emergencia sin que nadie se dé cuenta, mientras que él va al mostrador dispuesto a distraer a quienes están en la entrada.

Conseguimos cruzar el pasillo sin ser vistos, pues la mayoría de los doctores y enfermeros que no están en turno, se encuentran en la entrada, curiosos por tener a paparazzi esperando fuera del hospital.

—En verdad, estaré muy agradecido con ambos —inquiere el príncipe a medida que cruzamos el siguiente pasillo con sigilo, no se lo digo, pero me late el corazón con fuerza y estoy algo nerviosa por el hecho de que podemos ser descubiertos en cualquier momento y eso provocaría un revuelo inmediato de doctores y enfermeros curiosos.

Me limito a asentir y le hago una seña para que se detenga y no cruce por el pasillo cuando veo a una enfermera pasar al fondo de este con materiales. Al príncipe le ha tomado un par de minutos cambiarse antes de salir de la habitación, cosa que nos dio algo de desventaja para salir en dirección a la puerta de emergencia de inmediato, a eso, súmale el pequeño problema del príncipe para caminar con rapidez por culpa de su incidente.

Cuando la enfermera desaparece y me cercioro de que no hay nadie más caminando por el pasillo, avanzamos de nuevo hasta la puerta del fondo, con éxito. Nos detenemos allí, el doctor Sullivan nos ha asegurado de que no tiene llave, que solo debemos de empujarla con fuerza y salir, espero a que el príncipe lo haga y se vaya en cuanto antes, pero no lo hace, en su lugar, se pasa una mano por su cabello antes de ofrecerme una mirada.

—Por favor, agradézcale al doctor Sullivan por su cooperación, ambos han sido muy amables por ayudarme.

Expresa con gratitud, una diminuta sonrisa se dibuja en mi boca y asiento.

—Es un placer ayudarle, alteza.

Respondo con amabilidad, él asiente.

—Por favor, llámeme Aiden, señorita.

Río por lo bajo.

—Si continúa usando ese tono formal conmigo me temo que será imposible, alteza.

Si no me equivoco, el príncipe y yo debemos tener la misma edad o quizás hay una ligera y mínima diferencia de edad, un año cuando mucho. Él ríe.

—Tienes razón —dice en un tono bajo, antes de volver a ofrecerme una cálida sonrisa—. Gracias, Jessica, no olvidaré tu nombre.

Asegura, le doy un asentimiento, ya no hay más que decir y él parece notarlo, se aclara la garganta, compartimos una última mirada y luego empuja la puerta de emergencia para salir.

Lamentablemente, el doctorSullivan, quien no dudo que haya tenido una buena intención al ayudar alpríncipe, omitió el hecho de que, al empujar la puerta, se activaría una alarmade emergencia en todo el hospital. 


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¡Hola a todos! ¡Estoy de vuelta! Me hace mucha ilusión compartirles el primer capítulo de está novela, sobre todo porque me tome un pequeño respiro de wattpad mientras me dedicaba a escribirla y hoy ya regreso a mi rutina con actualizaciones. 

Volviendo al capítulo, espero lo disfruten, dejenme saber que tal les pareció y cual ha sido su parte favorita, sí no es su primera vez leyendome, ya se habrán dado cuenta que me encantan que los personajes tengan encuentros vergonzosos y fuera de lugar, lo siento, no puedo evitarlo :D Disfruten de su lectura<3.

Las actualizaciones serán cada miércoles, pueden seguirme en instagram si lo desean, me encuentran como "andreabonnelll" allí les compartiré spoilers de los capítulos siguientes y de otras historias también<3.

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