Primera parte: RENACIMIENTO (II)
Un día, un hombre llamado Kinzokuu secuestró a un Ángel con el fin de exigir más tesoros y poder para sí mismo. Cuando ella rehusó contestar a cada una de sus preguntas, Kinzokuu la asesinó brutalmente. De ese modo, la paz que el clan de las Plumas trajo al mundo, se vio eclipsada por la codicia mundana.
Cuando los rumores se extendieron, el rey de los Ángeles, Taÿro, juró destruir a esta ignorante, codiciosa y desgraciada raza. En el curso de una sola noche, el mundo se convirtió en un purgatorio; en lugar de los amables Ángeles procedentes del Ojo del Cielo que descendieron a enseñarles, los humanos presenciaron a poderosos y vengativos guerreros dispuestos a la destrucción.
En seguida la humanidad se vio al borde de la extinción y los pocos que sobrevivieron al ataque se vieron obligados a vivir ocultos en las cavernas de las montañas para esconderse de los Ángeles.
Aun así, se dice que el caos y la desesperación despertaron al más grande de los héroes, y así fue como la esperanza de los mundanos revivió con la aparición de Harlock, el hermano pequeño de Taÿro. Harlock reunió a los Ángeles que se oponían a su hermano y alentó a los guerreros mundanos para que se unieran al contraataque.
Conducidos por la esperanza de Harlock, más bravos mundanos se unieron a sus tropas para luchar por la libertad, y con esa nueva tenacidad, la humanidad comenzó a ganar más batallas.
No obstante, Harlock no estaba dispuesto a permitir que ambas razas se destruyeran entre ellas, de modo que hizo llamar a dos Ángeles y a dos mundanos y les confió su vida. Con el corazón de Harlock, mundanos y Ángeles tallaron un espejo distinto a todos los demás, un arma con la que Harlock confiaba separar ambas razas y restablecer la paz en el mundo.
Finalmente, con la muerte de Taÿro, la humanidad ganó la guerra y los Ángeles supervivientes fieles a él fueron obligados a abandonar el mundo a través del espejo. El resto de Ángeles sellaron la reliquia con una poderosa magia, la cual evitaría que los Caídos (los Ángeles fieles a Taÿro) regresaran al mundo.
A pesar de sus precauciones, los Ángeles previeron que el sello se debilitaría con el paso del tiempo, de modo que guiados por las órdenes que Harlock había dado antes de morir, después de la victoria de la humanidad, los fieles a Harlock escogieron a los quinientos guerreros mundanos más poderosos, les confiaron una pequeña parte de su poder y los nombraron guardianes del espejo.
Ellos serían quienes en ausencia de los Ángeles protegerían y restaurarían el sello. Estas bravas almas que patrullan el patíbulo que se construyó alrededor de la reliquia, recibieron el nombre de Templarios, las personas más respetadas en el mundo.
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