3. Algún día mi Príncipe Regresara

Después de la partida de su hada madrina, Ashley, decidida a aprender todo lo que pudiera sobre cómo complacer a su príncipe, se tumbó en el asiento de la ventana entre un mar de cojines de terciopelo dorado y berenjena, con el ejemplar abierto de Princesita Mensual en la mano. El pesado aire de verano con olor a jazmín entraba por las ventanas abiertas. Los insectos zumbaban canciones de amor verdadero bajo una gorda luna llena, trayendo luz a un cielo que de otro modo sería como la tinta. A Ashley también le zumbaba la cabeza por haber bebido dos vasos de whisky, lo que hacía que las palabras de las páginas fueran un poco borrosas.

Un relincho resonó desde el patio de pastoreo de unicornios abajo. Con el valor líquido del alcohol, Ashley, quien, si recordarán, tiene miedo a las alturas, se aventuró a mirar a las criaturas juguetonas. Sus pelajes iridiscentes brillaban a la luz de la luna. Ashley contuvo el aliento ante su belleza.* Dos de las criaturas se habían alejado de las demás y estaban realizando con entusiasmo la actividad ilustrada en la página 22 de Princesita Mensual titulada: Compitiendo cabeza a cabechota. Su boca se abrió de par en par. ¿Podrían los humanos hacer ESO?

A pesar de las distracciones, la princesa Ashley leyó el artículo dieciséis veces hasta que pudo citarlo textualmente. A estas alturas, las páginas de la revista se le pegaban a las manos sudorosas.

La cerró de un golpe, con el estómago apretado, encogiéndose, mientras se daba cuenta de que había hecho absolutamente todo mal en su noche de bodas. Se había acostado remilgadamente sobre las sábanas, haciendo todo lo posible por parecer pura y majestuosa, tan inmóvil como un cuadro. Puede que haya llorado un poquito. Pero resultó que nada de esto era correcto. Sobre todo la parte del llanto.

Aquí hay una muestra de lo que el artículo aconseja a una princesa que tenga en cuenta durante el acto sexual:

Una princesa debe ser una participante activa en el proceso. Incorpore todas las herramientas a su disposición: manos, boca, plumas, pañuelos de seda, uñas, etc.

Hacer ruido. No tengas miedo de gemir, grita el nombre de tu príncipe, dale un refuerzo constante sobre la habilidad de hacer el amor y el tamaño de su miembro real.

¡Recomiende ubicaciones creativas! Los establos, las murallas o las cocinas pueden ofrecer muchas delicias. (Consulte la nota al pie a continuación sobre las propiedades afrodisiacas de los tenedores).

Había capítulos avanzados que trataban sobre la incorporación de postres, atuendos de cuero y armamento, pero estos parecían opcionales, por lo que Ashley decidió que probablemente podría omitirlos por ahora y guardarlos como respaldo en caso de que las cosas se volvieran obsoletas. —¡Puedo hacer esto! —Ashley declaró—. Soy deseable. Soy digna de amor.

Pero una voz dentro de ella preguntó, si él es tu único amor verdadero, ¿debería ser todo esto necesario? Como la mayoría de nosotros cuando esa voz sabia interfiere con nuestros planes, Ashley la empujó hacia abajo tanto como pudo y fingió que no la había escuchado.

—Mwahaha —dijo una voz incorpórea. Ashley odiaba las voces incorpóreas incluso más que su sabia voz interior. La incorporeidad por lo general significaba que estabas enfermo del coco.

—¿Quién eres? ¿Hay alguien aquí? —El estómago de Ashley se contrajo. Las rosas del papel tapiz se movieron—. No manches, ¿puedes hablar? El papel tapiz verbalmente expresivo es ilógico. El papel tapiz no es animado. —Pero aquí estaba ella hablándole de todos modos. Estúpida magia de cuento de hadas—. ¿No puedes estar calladito y bonito como una decoración de pared normal? ¿Por qué debes burlarte de mí?

Ashley no quería admitirlo, pero el carácter juicioso del papel tapiz dolía. Como si supiera la verdad que tanto trabajo le costó esconder del resto del castillo. Que ella no era digna. Ella era un fraude. Ella nunca encajaría. El príncipe nunca volvería y ella nunca tendría una familia.

Por el lado positivo, ¡ella no era papel tapiz!

Ahora la pregunta era, ¿cuánto tiempo tendría que esperar antes de poder poner en práctica su nuevo conocimiento?

Sus ojos se volvieron pesados; los monstruos del papel tapiz silbaron para llamar su atención. Dobló la revista y gruñó: —Estoy pensando en poner paneles de madera en la pared. —Los monstruos se calmaron. Se estremeció, cerró las ventanas y en segundos cayó en un sueño profundo.

Al final resultó que Ashley no tuvo que esperar mucho para saber cuándo regresaría su príncipe.

La princesa se despertó sobresaltada por un golpe de pánico en el vidrio de la ventana. Se sacudió un extraño sueño sexual sobre productos horneados helados y parpadeó ante la luz del sol de la mañana que se filtraba por las ventanas. —¡Igor!

Era el cuervo favorito del Magnífico Marveloni con un sobre agarrado en su pico, batiendo sus alas como un huracán contra el cristal—. Cálmate, o te lesionarás.

Igor lanzó su cuerpo al esfuerzo como si dijera, 'tú no eres mi jefe'. Los cuervos pueden ser tan inmaduros. ¿Por qué no usan sus palabras?

Ashley abrió la ventana e Igor, ahora aturdido, se dejó caer sobre las almohadas. —Oh, pobrecito —dijo Ashley—. Déjame traerte un poco de agua.

El cuervo olfateó su oferta, abrió el pico, dejó caer el sobre y comenzó a acicalarse sus aceitosas plumas negras.

Ashley tomó el sobre con su mano temblorosa y lo olió, con la esperanza de que pudiera oler como su príncipe, pero en cambio, apestaba a saliva de cuervo, vagamente sulfurosa con matices de frutas en descomposición. —No entiendo por qué no me hablas. Simplificaría las cosas. Y no tendrías que volar millas y millas con un sobre en tu pico. Eso tiene que ser duro para la aerodinámica.

(En este punto, probablemente debería recordarles que la princesa Ashley podía hablar con los animales. Recordarán a los pájaros azules, los ratones y las criaturas del bosque que acudieron en su ayuda durante su época Monstruatrosa).

Igor era el único animal que no hablaba con Ashley. No era que no pudiera, sino porque él se negaba a conversar con un humano, creyendo que estaba por debajo de él. Además, era una criatura desagradable en todos los sentidos.

Dudó antes de abrir el sobre. Su corazón revoloteó como las alas de un colibrí y su estómago se contrajo. ¿Sería una buena o mala noticia? ¿Estaba su príncipe de camino a casa? ¿Se había convertido en carne de dragón? O peor aún, ¿la estaba dejando? Obligándose incluso a respirar, Ashley rompió el sello real. Su príncipe tenía que estar bien. Esta era la vida de cuento de hadas que había pagado con sangre y sudor, amabilidad y obediencia, sin mencionar todo el asunto de ser HUERFANA. Otra vez.

Ella lee:

Mi queridísima princesa,

Regresaré de mi búsqueda esta noche. Los nabos han sido cosechados y los dragones asesinados. ¡Como si alguno tuviera una oportunidad contra nuestras justas espadas! La paz vuelve a reinar en el reino. Pronto estaremos reunidos.

Con amorcito,

Azul

PD ¡Tengo una gran sorpresa para ti!

Ashley saltó del asiento junto a la ventana y deambuló por la habitación, sosteniendo la nota contra su corazón. —Él resara. ¡Ya viene! —ella cantó.

Una fila de pájaros azules revoloteó hasta el alféizar de la ventana y comenzó a armonizar. Igor alardeó e hizo todo lo posible por taparse los oídos con las alas. Pero su actitud agria no empañaría su estado de ánimo, porque su príncipe estaba en camino, Y él la amaba. Igor revolvió sus plumas, saltó hacia los pájaros azules, empujó a algunos de la cornisa y se fue volando, encogiéndose hasta convertirse en un punto negro, una mancha en el cielo.

Ashley solo tenia unas pocas horas para prepararse y poner en práctica su conocimiento del artículo de RPM. Tendría que contar con la ayuda de las costureras, peluqueras, cocineras, mucamas, jardineras e instructoras de pilates del castillo. (Muchas de las posiciones descritas en la revista parecían imprescindibles para tener músculos flexibles).

Apenas unos segundos después de que Ashley hiciera sonar su campana de llamada, pidiendo que la conectaran con Max y sus damas de honor, la puerta del dormitorio se abrió de golpe y una bandada de damas entró corriendo, con sus faldas susurrando como hojas caídas en el viento otoñal.

—¡Majestad! ¡Buenos días! —dijo Scarletta, la hermosa líder de cabello cobrizo del grupo. La mujer olía como su nombre. Como el color rojo, agudo como el hambre; profundo como especia; chamuscado como la fragua del herrero.

El resto dio los buenos días al unísono, como un ejército bien entrenado.

—Buenos días —gorjeó Ashley—. Espera, ¿alguien sabe dónde está Max?

—Ella dijo que te dijera que está enferma y que no podrá ayudarte con tu, um... —dijo Scarletta.

—¿Qué? ¿Qué dijo ella?

—Ella dijo. Um. —Scarletta se aclaró la garganta y miró la armadura vacía con su enorme maza que custodiaba el armario de Azul.

—¿Por qué todo el mundo piensa que estoy a punto de mandarlos adescuartizar? —Ashley se quejó—. Mira, no soy el tipo de princesa que grita 'que les corten la cabeza' cuando me despierto en el lado equivocado de la cama. ¿De acuerdo?

—Está bien —dijo Scarletta—. Max dijo, 'dile que estoy mal y que no podré participar en esta encarnación antifeminista, imbécil y ridícula del patriarcado'.

—Bueno, entonces no importa. Espero que se recupere pronto —dijo Ashley, herida por ser tan crítica con su hada madrina, pero sabiendo que venía de un buen lugar. Ashley aplaudió y sonrió—. ¿Empezamos?

Scarletta se apresuró hacia lo que Ashley denominó "La Bóveda" — un depósito para su guardarropa. Era del tamaño de un campo de justas, con docenas de maniquíes ataviados con galas—filas y filas de princesas falsas para elegir. Todas las telas combinaban con el esquema de color dorado, morado y rojo del castillo, como camuflaje. Era como si fuera un tapiz, una pintura o un taburete más.

Rastros de mágicas luces de hadas iluminaban la Bóveda mientras se retorcía y giraba en un verdadero laberinto de joyas brillantes, coronas, raso, seda, terciopelo e incluso una sala entera dedicada a los zapatos. —Parece bastante animada hoy, Su Alteza.

—Oh, lo estoy. Mi príncipe viene esta noche. No importa el vestido por ahora. Tengo una lista completa de cosas que debo hacer en preparación. ¿Todos ustedes me ayudarán?

Ante esto, los ojos de las damas de compañía se iluminaron desde adentro; sus sonrisas se extendían tanto que era como estar rodeado de calabazas espeluznantes con elegantes peinados recogidos y capas de enaguas. —¿En serio? ¿Vas a dejar que te ayudemos? —dijo una dama de honor muy joven y morena. ¿Se llamaba Valerie? ¿Valle? Valeria? Ashley debería aprenderse sus nombres en lugar de identificarlos por el color del cabello, pero no tenía intención de mantener un equipo de sirvientes, habiendo sido una de ellas durante casi toda su vida.

Cuando llegó, las señoras querían hacer todo por ella, vestirla, desvestirla, bañarla, arreglarle el cabello, darle de comer, en otras palabras, tratarla como a un bebé. Hubo muchas quejas al principio sobre la princesa insistiendo en cuidar de sí misma. A estas alturas, sin embargo, se habían dado por vencidos. Entonces, puedes imaginar su sorpresa cuando Ashley les pidió ayuda directamente.

—Sipo. Esto es lo que necesito.

La princesa Ashley describió su plan. Hubo un poco de risitas ante las partes sexys, pero su entusiasmo general permitió a la princesa soportar la mortificación. Se apresuraron a realizar sus diversas tareas mientras Ashley escribía una respuesta a su esposo:

Mi querido príncipe Azul,

Es con gran alegría que anticipo su llegada esta noche. Te he extrañado tanto.

Todo mi amor,

Ashley

PD ¡También tengo una gran sorpresa para ti! xoxoxo

Ashley se estremeció ante la visión en su cabeza de los dos entrelazados en las sábanas, declarándose su amor el uno por el otro, con palabras, bocas y manos. Su sueño de productos horneados helados volvió a su mente. Se recordó a sí misma que se trataba de una sugerencia avanzada en el artículo y que no debería adelantarse. Sacudiéndose el pensamiento, silbó a su paloma mensajera favorita, Dominó, que siempre entregaba a tiempo. Voló hacia ella desde el palomar y aterrizó en el asiento de la ventana, arrullando.

—Gracias por venir tan rápido, Domino. Eres la mejor paloma que una chica podría pedir.

—Todas las bienvenidas, Princesa. ¿Tienes algo para moi? —El inglés de Domino no era el mejor.

—Por favor, entrégale esto al príncipe. —Ella le entregó la nota, envainada en un sobre perfumado de rosas y sellada con cera con su anillo de sello, que pesaba sobre su dedo.

—Blerp —dijo Domino, lo que Ashley interpretó como "Okay." La paloma agarró el sobre con el pico.

—Oh, espera —dijo Ashley. Abrió la Bóveda y suspiró. ¿Qué camino lleva a su ropa íntima? Debería tener un mapa producido para evitar este problema en el futuro.

—¿Sigues vivo dentro de alla? —la paloma llamó desde afuera.

—Todo bien —le aseguró Ashley—. No sera sino un momento.

Finalmente encontró el departamento de ropa íntima, abrió una vitrina y seleccionó una tanga de encaje púrpura sin usar con una pequeña corona de diamantes en el frente que alguna duquesa lejana le había enviado como regalo de bodas. Ashley dudó, mordiéndose el labio. —¿Qué diablos? Bien podría comenzar mi fase seductora ahora.

Se apresuró a salir de la Bóveda, no queriendo hacer esperar a Domino porque eso era de mala educación. —¿Crees que podrías cargar esto también?

El calor subió del cuello de Ashley a sus mejillas. Domino, sin embargo, no reaccionó, muy probablemente porque, como paloma, no entendía la ropa humana, o por qué los humanos fueron hechos sin plumas ni pelaje. Parecía un gran defecto de diseño no venir equipado con protección contra los elementos. Domino agarró la tanga con sus garras. —¡Brillante bonito! ¿Para tu nido?

Ashley guiñó un ojo. —Uh, digamos que aumentará las posibilidades de que haya un nido.

Domino saltó al alféizar de la ventana. —Ciao —dijo, antes de irse a hacer su mandado.

Afortunadamente, las palomas mensajeras de Siempre Jamás siempre parecían saber cómo encontrar a los destinatarios de una nota.

Pronto el príncipe tendría los "mensajes" de Ashley. Ella sonrió y se frotó las manos. Su Plan de Seducción Definitiva funcionaría. Tenía que hacerlo.

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*Los unicornios preferían pastar a altas horas de la noche porque eran muy conscientes de que los rayos de luna les daban a sus pelajes ese brillo atractivo. No es muy conocido que los unicornios estaban entre las criaturas más vanidosas de los siete reinos, una región conocida por sus madrastras malvadas, reinas malvadas y princesas mimadas, donde el negocio de los espejos chupamedias era competitivo.

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LOS VOTOS SON ROSY RED

SIN VOTOS ME HACEN AZUL

PERO SI VOTAS ¡SIEMPRE TE AMARÉ!

¡Lo sé! Qué poema tan brillante. Lo escribí solo para ti, querido lector. ¡Espero que lo hayas disfrutado!

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