Nos atacan
Yo salí de la calle, pero la calle jamás va a salir de mí. Lo que aprendí ahí afuera se quedará conmigo de por vida.
Si algo me enseñó el vivir en constante peligro por todos esos años, fue a estar siempre alerta. A tener un instinto de supervivencia que se activa de forma inmediata al detectar el más mínimo peligro. Por eso fue que, aún estando distraído y de lo más tranquilo, pude reaccionar al instante ante lo que sea que estaba sucediendo. Ni siquiera tenía idea de lo que pasaba. Mi cuerpo se movió de forma instintiva.
Corrí a toda velocidad y le metí un puñetazo con toda mi fuerza a quien sea que fuera. Probablemente haya muerto. No me importó lo más mínimo.
Ese tipo estaba a punto de empezar a lanzar hechizos a quemarropa para asesinar a todas las allí presentes. Lo pude... ¿sentir?
No me dio tiempo ni de reaccionar. Me tuve que dar la vuelta para derribar a otros dos de una patada.
Por fin pude ver a mi alrededor. Había miles de... personas con túnicas negras y máscaras blancas. Eran la Secta del Libro de las Sombras.
Las profesoras y brujas más experimentadas no tardaron mucho en sacar sus varitas. De repente, esto pasó a ser un verdadero campo de batalla, con hechizos yendo de un lado para el otro.
Algunas alumnas salieron corriendo y otras escaparon volando en escoba hacia las instalaciones de la academia.
Los enmascarados no me daban tregua. Esquivé cada uno de los hechizos que me lanzaban, pero tenía que contratacar.
Lancé un Uzumaki a la izquierda y otro a la derecha que acabaron con varios de ellos. Sabía que había muchos presentes, incluso brujas ajenas a Luna Nova, pero no tenía una mejor opción.
Me abrí paso entre mis enemigos, derribando a cada uno de ellos con patadas o golpes, así hasta llegar a la profesora Finnela, la cual estaba siendo acorralada.
—¿Todo bien, Finnela? —pregunté después de lanzar al suelo de unos cuantos golpes a sus atacantes.
Se quedó por unos segundos inmóvil, pero reaccionó.
—¡Michelangelo, debes huir. Esto es muy peligroso!
Usé Protego para detener un hechizo que iba a nuestra dirección y lancé un Uzumaki a quien nos había atacado.
—Me las puedo arreglar bien yo solo.
De reojo logré ver a mis tres amigas, estaban junto a Amanda, Constanze y Jasminka. Se defendía como podían de unos cuantos enmascarados que las atacaban, pero claramente las terminarían superando.
Corrí en dirección a ellas, pero antes de llegar, alguien ya las estaba ayudando. Diana abatió con una facilidad que me sorprendió a todos sus oponentes, y usando hechizos simples.
—Buen trabajo —le dije una vez que llegue con ellas.
—Tenemos que salir de aquí —dijo Diana rápidamente.
—¡No tenemos escobas, se las llevaron todas! —exclamó Amanda— ¡Y este sitio está lleno de esos tipos raros. No podremos contra todos!
—En eso te equivocas —dije— solo síganme y estén detrás de mí.
Empecé a caminar, pero de inmediato fui detenido. Alguien me jaló del brazo. Me voltee para ver quién era.
—Mikey... debe haber otra forma, una que no involucre ir de cara contra todas estas personas. Es muy peligroso. —Era Lotte.
—¡Lotte tiene razón, Mikey! —opinó Akko.
Era claro que ellas no me habían visto en acción hace un momento.
—No se preocupen. Lo tengo todo controlado.
Me di media vuelta y apunté con mi dedo a un par de enmascarados que se dirigían a nosotros. Lancé un Uzumaki y acabé con ellos de un solo movimiento.
—¿Lo ven?
No dijeron nada, pero las expresiones en sus rostros lo decían todo. Excepto Diana. Por alguna razón, me estaba viendo con el ceño fruncido.
—Vámonos —dijo ella.
Y sin nada más qué decir, comenzamos a correr. Diana y yo al frente, con las demás atrás.
Las profesoras y el resto de brujas tenían muy bien controlados a todos los miembros de la Secta. A pocos de ellos dejaban que se fueran para seguirnos, así que no fue muy difícil llegar a la entrada del edificio principal de la academia. Solo tuvimos que derribar a unos pocos y esquivar uno que otro hechizo.
—¿Qué está pasando. Por qué nos atacan? —se preguntó Akko mientras corríamos por los pasillos.
Nos atacan por mi culpa. Por mi maldita culpa está ocurriendo todo esto.
—Y más importante —añadió Amanda— ¿Quiénes son los que nos atacan. Acaso son brujas, o como pueden usar magia?
—Estoy segura de que no son brujas, o no de las normales —dijo Sucy— aparte, logré ver que entre ellos había hombres.
—Jah, entonces al parecer Mikey no es el único brujo en el mundo como creíamos —dijo Amanda.
Dimos vuelta a una esquina y empezamos a subir unas escaleras. Justo en el momento en el que llegamos al siguiente piso, escuchamos como el cristal del ventanal se rompía.
Dos personas entraron por la ventana que recién habían roto. Estos llevaban las túnicas negras que los identificaban como miembros de la secta, mas no llevaban máscaras.
Eran dos hombres, uno de piel morena, alto y bastante delgado. Tenía el pelo muy largo y tenía una postura excesivamente encorvada. El segundo era de cabello rubio dorado y piel clara. Corpulento y con una cicatriz en su mejilla.
Diana no dudó un solo momento y atacó al Jorobado de Notre Dame lanzándole un hechizo. Él recitó un hechizo, cosa que me hizo pensar que contrarrestaría el de Diana lanzando otro, pero...
—¡QUÉ PUTAS FUE ESO! —exclamé.
Esquivó el ataque de Diana y la golpeó. De la fuerza, la estampó contra la pared, la cual se rompió. Ella, literalmente, salió volando. La velocidad de ese tipo fue tanta que ni siquiera lo pude ver bien.
No sé porqué, pero sentí una ira inmensa al ver como golpeó a Diana.
¿Estaría viva. Sobreviviría a la caída? Mierda.
Iba a lanzarle un Uzumaki al jorobado hijo de puta, pero su compañero me detuvo.
Me embistió como un putísimo toro de rodeo. Me empujó hacia el agujero recién hecho en la pared y ambos caímos.
—Metamorphie Faciesse —recitó mi atacante antes de que tocaramos el suelo.
Sus brazos se convirtieron en alas y sus piernas en patas de aguila. Con sus garras me agarró de los hombros y empezó a volar, llevándome a quién sabe dónde.
Dejé solas a las chicas con ese otro loco. Maldita sea, esto está saliendo muy mal.
—Intenta lanzarme un hechizo —dijo el pedazo de deformidad que me tenía capturado— y te parto los brazos. —Hizo presión en mis hombros sus garras.
Estos tipos me querían vivo, pero nunca habían tenido problemas en hacerme daño.
Tenía que pensar rápido en algo. Si intentaba mover mis brazos o manos para realizar cualquier hechizo, me iba a ir mal, entonces, ¿qué podía hacer?
El único hechizo que conozco a la perfección es el Uzumaki, ya que es de mi autoría. Se basa en energía mágica en un estado inestable. Es energía mágica pura pero puesta en una vibración constante, o sea, es el concepto básico para cualquier hechizo que se base en lanzar un proyectil para causar daño. Lo que diferencia al Uzumaki es que la energía mágica gira, causando el efecto de atracción.
Si tan solo pudiera lanzar un Uzumaki tan solo con recitar el hechizo... pero cualquier hechizo que se lance tiene que ser apuntado sí o sí a su objetivo.
¿Pero... y si el hechizo no se lanzara?
Claro. Aquel jorobado de mierda había usado un hechizo para moverse así de rápido, es obvio. Incluso recitó un hechizo, pero no hizo ningún movimiento con sus manos. Como el hechizo se aplica en su cuerpo, no hace falta eso.
Tenía que lograr algo así, pero con el Uzumaki. No debía lanzarlo, debía serlo. Ser el Uzumaki.
Eso es.
—¡UZUMAKI CORPORAL!
Me rodeó un manto de energía mágica girando a una gran velocidad. El adefesio que me sostenía fue atraído hacia mí. Me soltó y se pegó a mi cuerpo debido a la fuerza de atracción del hechizo que recién había empleado.
Empezamos a caer en picada, pero no deshice el hechizo.
Caímos al suelo y desactivé el hechizo. Me levanté de inmediato, sin importarme cuanto dolor sentía en ese momento. Lo mismo hizo mi oponente, el cual igualmente desactivó su hechizo, volviendo a su forma humana.
—Creo que me subestimas —dije con una sonrisa.
—No. Tú eres el que me está subestimando.
Él levantó ambos brazos, cerró los puños y cruzó sus brazos frente a él, formando una equis.
Un portal se empezó a abrir detrás de él. Era una Línea Ley. Acaba de abrir una Línea Ley.
Y ambos fuimos absorbidos por el portal.
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Ahora sí. Se armó el despiche. Por fin voy a poder escribir pichazos, tenía muchas ganas de hacerlo.
Por otro lado. Hoy estaba reordenando mi estantería. Mientras ponía en su sitio ese montón de libros y mangas que tengo ahí, me encontré con los tres mangas de Little Witch Academia que tengo. Empecé a releer el primer tomo, y no sé porqué pero me puse sentimental. Recordé lo mucho que significa este anime para mí. Gracias a esa obra escribo, por ese anime fue que empecé a ver anime en primer lugar, de ahí viene mi afición. De no ser por el anime, nunca hubiera descubierto esos fanfics mal hechos de Naruto y con voz de Loquendo que solía escuchar en YouTube. Nunca olvidaré que Little Witch Academia fue la obra que me inspiró a escribir mi primera historia. Un fanfic mal hecho que escribí hace años, lleno de errores gramaticales y ortográficos, pero esa primera historia me hizo amar la escritura, incluso antes de siquiera haber leído un libro. Gracias a este amor por la escritura fue que decidí empezar a leer y descubrir el fascinante mundo de la literatura. Gracias a que me interesé por la literatura fue que empecé a interesarme por el arte, eso y un par de factores más me hicieron interesarme por la música. La amé tanto que empecé a estudiar artes musicales. Y Little Witch Academia fue el desencadenante de todo esto. Es el verdadero "efecto mariposa", el cual ha condenado por completo mi vida.
Por simple amor al arte decidí tomar el camino difícil. El camino del artista.
Hace unos años que tomé la decisión de estudiar música, una gran decisión. Empecé a emprender vuelo por caminos que parecían de ficción en un inicio. De pasar a tocar para mis padres o para mis amigos a tocar en el teatro más importante de mi país. Y lo mismo está pasando ahora mismo con este pequeño proyecto que decidí iniciar. Antes, solo yo leía lo que escribía, ahora hay personas que leen y disfrutan de esto, a las cuales les agradezco mucho. Pero esto solo es el comienzo. Algún día llegaré más alto.
Mierda, me puse sentimental. Mejor dejo esto
Yo fui F Green, su escritor anónimo de confianza. Me lees en el próximo capitulo.
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