Las quiero

—¡¿HICISTE QUÉ A LA PROFESORA PISCIS SE FUERA POR LA CAÑERÍA?! —dijo Úrsula, muy alterada.

—¡No quise hacerlo! —exclamó Akko, a punto de romper en llanto.

Akko acababa de cometer asesinato... o algo así.

Lotte, Sucy y yo íbamos de camino a ver cómo le había ido a Akko en su examen, y de paso nos topamos con Úrsula, que iba a lo mismo, pero lo primero que vimos fue a Akko gritando como subnormal frente al lavabo.

Según lo que explicó: intentó sobornar a la profesora Piscis, echándole agua a su pecera, lo que no sabía era que a los peces no les puedes dar agua mineral. En su desesperación por salvar a la profesora, se le terminó resbalando y cayendo en el lavabo del pasillo, yéndose directo por la cañería.

—¡¿Qué haré ahora?! ¡Me van a expulsar! —dijo Akko, desesperada.

—Podrías ir a buscarla a la cloaca —sugirió Sucy.

—Tienes razón —concordó Lotte— no debe de haber ido muy lejos.

Akko salió corriendo por el pasillo, Lotte y Sucy la siguieron.

—... ¿En serio van a ir a la cloaca?

—Eso parece —me contestó Úrsula.

Suspiré.

—Que hagan lo que quieran. Yo tengo que ir a mi examen. —Me di media vuelta y empecé a caminar— nos vemos. —Me despedí de Úrsula.

El examen de folklore de la magia fue muy fácil. Era teórico, así que todo era memorizar.

Mientras realizaba el examen, me sentí más relajado. Ahí no estaba Diana, así que no tenía que preocuparme por sacarme una nota perfecta. Si perdía unos dos puntos, no importaría tanto.

Fui el último en salir del aula, no porque me hubiese tardado en terminar el examen, sino porque había algo en el aula que me llamó la atención.

Una vez que todos se fueron y me quedé solo con la profesora en el aula, me levanté y entregué mi examen. Ella salió apenas pudo, parecía impaciente por mi tardanza, aunque no me lo expresó.

Ella salió apresurada, sin mirar atrás para ver si yo también salía del aula, cosa que, de hecho, no hice.

A un lado del escritorio, apoyado contra la pared, había un estuche de violín color marrón oscuro. Era normal que estuviese ahí, ya que la clase de folklore mágico incluía cosas sobre música folklórica.

Agarré el estuche cuidadosamente y lo puse sobre el escrito, lo abrí y saqué el violín junto con su arco. Me senté sobre el escritorio y me coloqué el violín.

Hace años que no toco...

Intenté tocar un re sostenido. Sonó fatal. Lo intenté de nuevo, y sonó un poco mejor. Solo un poco.

El último violín que tuve en mis manos, lo vendí. Necesitaba urgente ese dinero, así que lo tuve que vender con todo el dolor de mi alma.

Poco a poco me fui volviendo a acostumbrar al instrumento conforme seguía tocando notas al azar. Fui recordando cómo se hacía y qué se sentía hacerlo.

Extrañaba esto. Volver a tocar me hizo recordar cuando era feliz, cuando era ajeno a la magia y cuando vivía junto a mis padres.

Interpreté Wind, de Akeboshi. Se supone que "me la sabía de memoria", aunque cometí mil y un errores. No sé por cuánto tiempo estuve practicando, pero probablemente haya sido mucho. No paré hasta que logré interpretar la canción de forma decente, pero no perfecta. No como me hubiera gustado.

Terminé de tocar y de inmediato me llevé una mano a la cara para limpiarme las lágrimas. La nostalgia pega fuerte... Sí, aunque tenga solo 16 años.

Sentí la presencia de alguien más en el aula. Levanté la cabeza y vi a Diana, parada frente a mí, manteniendo bastante distancia.

¿Acaso había entrado de forma tan cuidadosa a propósito solo para que yo no me diera cuenta mientras tocaba, o simplemente estaba tan absorto en la música que no me di cuenta del evidente ruido de pisadas al entrar al aula?

—Me encargaron venir a cerrar con llave este salón —dijo Diana, apartando sus ojos de mí— pero cuando te escuché, tuve que entrar para ver qué sucedía.

Me levanté y guardé el violín y el arco en el estuche, para luego volver a colocarlo donde estaba cuando lo agarré.

—Eso quiere decir que me tengo que ir —dije. No lo pregunté, ya que se me hacía evidente.

—Sí. Lárgate.

Fruncí el ceño al escucharla decir eso, pero no le hice mucho caso y simplemente me di media vuelta, para así comenzar a salir del aula.

—Y por cierto —dijo— también deberías ir a ver a la inútil de tu amiga, porque parece ser que se metió en problemas de nuevo. Creo que están a punto de expulsarla.

La volví a ver por encima del hombro con enojo. Podía soportar sus constantes provocaciones hacia mí, pero no soportaba para nada que se metiera con Akko, o con cualquiera de mis amigas.

—Quizá ella no sea la mejor bruja —le dije— pero por lo menos no es una fastidiosa piedra en el zapato para todo el mundo como tú. Ni siquiera sé cómo diablos tienes amigas, si eres una maldita insoportable.

Y con eso dicho, salí del aula.

¿Casi expulsan a Akko? Pues, sí. Fue por lo ocurrido con la profesora Piscis, aunque, gracias a la intervención de la profesora Úrsula y de la misma profesora Piscis (a la cual sí que lograron rescatar), ella se salvó de la expulsión. Me lo explicaron todo cuando las dejaron volver al dormitorio después de la regañada de sus vidas.

—¿Tú no puedes estar tranquila ni un día, verdad? Siempre tiene que ocurrir algo —le dije— hoy te salvaste por los pelos, pero dudo que te vuelvan a perdonar algo así. Ten cuidado, Akko.

—Lo tendré... —dijo para luego suspirar.

—Y eso va para ustedes dos también, Lotte y Sucy. No olviden que también salieron embarradas —les dije.

—Suenas como mi padre —dijo Sucy, poniendo los ojos en blanco.

—Tendremos más cuidado, Mikey... —dijo Lotte en voz baja.

Suspiré y me llevé una mano a la frente.

—Solo me preocupo por ustedes. No me gustaría que algo malo les pasara —expliqué— porque yo... las quiero.

Ellas no dijeron nada, pero pude notar el efecto de mis palabras en ellas. La más evidente era Lotte, sus mejillas se tiñeron de un leve color rosa.

Ya les agarré cariño. Después de tanto tiempo estando solo, sin tener a nadie en quien confiar, se siente bien tenerlas a ellas. Así que sí, hablo en serio cuando digo que las quiero.

A la mañana del siguiente día, estaba a solas con Lotte en nuestra habitación. La estaba ayudando a ordenar algunos libros en la estantería que teníamos.

—Mikey, sobre lo de ayer... —me dijo repentinamente.

Giré mi cabeza para verla con expresión confunsa, pero esperé a que terminara.

—¿Hablabas en serio?

—¿Sobre qué?

—Dijiste que... nos querías.

Me avergoncé un poco. Quizá fui demasiado directo.

—Claro que hablaba en serio. —Volví mi mirada hacia la estantería y retomé mi trabajo de acomodar libros— ustedes son las primeras personas a las que puedo considerar mis amigas.

—¿En serio. Nunca antes has tenido amigos?

—No. Nunca.

No hizo más preguntas, cosa que agradecí.

Yo también te quiero, Mikey —me dijo en lo que fue casi un susurro.

Sonreí inconscientemente al escuchar esas palabras. Sentí una calidez que no había sentido hace mucho tiempo, desde que... perdí a mi familia.

Volver a tener una familia. Es algo que deseo desde que empecé a vivir en las calles. Y aún sigo teniendo ese anhelo.

___________________________________________

Seguiré publicando así de seguido hasta tener todo lo que he escrito acá en Wattpad, así que tendrán a Mikey y sus estupideces para rato.

Yo fui F Green, su escritor anónimo de confianza. Me lees en el próximo capitulo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top