Fiesta de mierda
Después de clases, nos hicieron ir hacia la Sala Magna de la academia, y también nos obligaron a usar el incómodo uniforme ceremonial. Ahora mismo podría estar cómodo en mi habitación, ¡pero no! ¿Por qué? Por culpa de ese viejo que va a venir a la academia.
El Conde Hanbridge me la puede lustrar entera.
¡Eh! Ya te pasaste, Mikey.
Sí, sí. Como diga, patrón.
Nos dividieron en dos grupos, cada uno al lado de la puerta principal. Como si fuéramos soldados nazis esperando la entrada de Adolf Hitler... Creo que ese ejemplo no era el idóneo.
Había puesto una larga alfombra roja que iba desde la puerta principal hasta la tarima, donde estaba parada la directora Miranda.
—El Conde Hanbridge es un ministro real en este país —dijo— así que les pido que sean educadas, modestas y mantengan el decoro como damas y estudiantes de Luna Nova.
Yo soy toda una educada dama, no hace falta que la directora me lo diga.
No esperamos mucho a que llegara ese tal Hanbridge. Las puertas fueron abiertas por dos hombres con elegantes trajes negros y lentes oscuros ¿Es que también nos vienen a visitar los Man in Black?
Una orquesta de duendes, trolls y hadas que estaban en la tarima comenzaron a tocar sus instrumentos una vez que tres personas vestidas con trajes muy elegantes entraron a la Sala Magna y comenzaron a caminar sobre la alfombra roja. Había cuatro personas en total. Un viejo calvo, otro viejo con pelo canoso y lentes. Un chico de cabello rubio claro, alto, de ojos miel y de tez bronceada, y por último, otro un poco más bajo que el rubio, piel clara, cabello castaño y ojos verdes.
Maldita sea. Como dice esa canción de Tik Tok: "don't copy my flow". El castaño ojiverde soy yo. Aunque sus ojos son considerablemente de un tono más natural que los míos. Mis ojos son de un verde muy saturado, diría que hasta parece antinatural. Y mi cabello es más claro que el de él.
Escuché varios sonidos de sorpresa y admiración de algunas alumnas cuando los dos jóvenes pasaron frente a ellas, supongo que es porque están guapos, o qué sé yo.
Luego de la entrada innecesaria y excesivamente ostentosa de esas cuatro personas, la fiesta dio inicio.
Lotte, Sucy y yo fuimos a sentarnos juntos a una mesa. Yo me dispuse a comer. La comida era lo único bueno de la fiesta.
—Qué mal que Akko no pudiese venir —dijo Lotte.
—La verdad, no se pierde de mucho —dijo Sucy.
Vi como la profesora Úrsula se acercaba al lugar donde estábamos sentados, ella llegó hasta nosotros y se inclinó levemente para hablar.
—Disculpen —dijo— ¿Dónde está la señorita Kagari?
—En su habitación, practicando el hechizo de transformación —le respondí.
—La profesora Badcock se lo ordenó —añadió Sucy.
—Sí. Badcock es una vieja put-. —Me callé. Lotte me dio un codazo para que no terminara mi frase.
—Es una lástima... —dijo Úrsula en respuesta.
La profesora se despidió y se marchó, dejándonos solos otra vez.
Luego del banquete, del cual disfruté como si fuera un mendigo que no ha comido en días, cosa que, de hecho, hace no mucho era yo.
Como decía: luego del banquete, tres alumnas empezaron a realizar una de las peores danzas que he visto en mi vida. Las tres subieron a la tarima, vestidas con túnicas negras que las cubrían por completo y unas máscaras de madera de distintos colores que, a mi parecer, eran horribles.
Nadie estaba poniendo especial atención al baile, todos andaban de aquí para allá, llenando sus vasos con las bebidas que habían sobrado del banquete. Las únicas personas que estaban sentadas viendo la danza eran las profesoras, la directora, los dos viejos que habían llegado y el chico pelicastaño.
Me levanté y fui a llenar mi vaso. He de mencionar que el refresco era tang de uva. Que no se note que Luna Nova está casi en bancarrota.
—¡Oh! Tú eres...
Me di media vuelta para ver quien me hablaba, era el chico rubio que había llegado junto con aquellos dos viejos.
—¿Yo soy qué? —pregunté.
—El brujo de Luna Nova —dijo él— al principio no lo creía del todo, pero al parecer sí existes.
—¿Y tú eres...?
—Frank. —Me tendió la mano.
Correspondí el saludo.
—Yo soy Michelangelo —me presenté.
—No sé si lo sepas, pero hay muchas personas que hablan de ti.
—Lo suponía, aunque no estaba muy seguro. —Me encogí de hombros.
—¿Lo suponías? Oh, vamos. No seas tan modesto. Eres un caso único en todo el mundo.
—Bueno, es cierto, aunque no creo que sea para tanto. —Lo volví a ver con la ceja arqueada— ¿Tú no deberías estar con aquellos viejos viendo el baile ese raro?
Frank se echó a reír cuando escuchó mi pregunta, aunque no le encuentro nada gracioso. Quizá le haya hecho gracia mi falta de decoro al referirme a los invitados.
—Nah. Es muy aburrido —me contestó Frank cuando terminó de reírse— por cierto, ya que estamos, tengo una pregunta... ¿Cómo es estar en un colegio donde eres el único varón?
—Pues, normal —respondí con simpleza— supongo que no hay mucha diferencia a estar en una escuela mixta.
En realidad, no lo sé. Antes de venir a Luna Nova, nunca había pisado ninguna institución educativa, así que no sabría decir cuán diferente es estar en una escuela mixta o una de solo chicas.
—Yo voy a una escuela masculina —dijo Frank— ya quisiera yo estar rodeado de chicas lindas todos los días. Sobre todo si son brujas. Para mí, las brujas son asombrosas, en especial, aquella de la familia Cavendish —dijo mientras veía hacia otro lado.
Vi hacia donde él estaba viendo, era una mesa no muy alejada de donde estábamos. Ahí estaba Diana, sentada junto con Hannah y Bárbara.
Un momento, ¿acaso a este tipo le gusta Diana?
—Es muy bella y elegante —dijo Frank.
Sí, cómo no.
—Ah, sí... Es mi compañera de clase —dije con tono apagado. Hablar de Diana me ponía de malas— ¿La conoces?
—Sí. Mi familia y la de ella tienen una relación cordial, y la he visto en algunas reuniones. También he hablado con ella un par de veces. —Suspiró— aunque nunca he llegado a nada.
A este idiota le pica el culo, ¿cómo le va a gustar semejante espécimen como lo es Diana?
—Mikey.
Me voltee para ver quién me hablaba. Era la directora Miranda, acompañada del chico pelicastaño.
—Veo que ya conoces a Frank —me dijo— él es Andrew —presentó al chico que la acompañaba— me preguntaba si serías tan amable de darle un recorrido por el campus.
—Yo también quiero ir —dijo Frank con una sonrisa.
—¿Podrías darle un recorrido a ambos, Mikey? —me preguntó la directora.
—Eh... —La verdad no quería, así que iba a poner cualquier excusa tonta para no hacerlo— verá, directora. Yo..
—No se preocupe, directora Holbrooke. Ya que veo que Ambrosius no está muy por la labor de realizar su petición, lo haré yo.
Diana apareció de la nada junto a nosotros, ofreciéndose para realizar el trabajo que me estaban pidiendo a mí.
¿Pero cómo puede ser tan sapa?
En cualquier otro contexto, hubiera aprovechado para irme, pero no podía darle esa satisfacción a Diana, menos cuando me estaba dirigiendo esa mirada despectiva.
—Creo que soy yo a quien se le está pidiendo la tarea —dije con extrema cordialidad— así que, si me disculpa, les iré a dar el recorrido a Frank y a Andrew.
Diana y yo cruzamos miradas, casi se podía sentir la tensión asesina, cosa que Miranda notó.
—Sí, muchas gracias a los dos —dijo— ambos pueden darle el recorrido a los dos jóvenes invitados, si no es mucha molestia. De nuevo se los agradezco.
Con eso dicho, se marchó, dejándonos a los cuatro.
¿Acaso el universo conspira hacia mí para estar junto a la persona que detesto en cada momento? Todo esto es por culpa de esta fiesta de mierda.
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Ahora sí.
Espero te haya gustado lo que acabas de leer, sea quien seas.
Yo fui F Green, su escritor anónimo de confianza. Me lees en el próximo capitulo.
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