Contra su supuesta voluntad

Amanda pasó a toda velocidad sobre mi cabeza mientras lanzaba otro hechizo a la mujer contra la que combatía, pero ella esquivó y se puso a la defensiva.

—¡Mikey, atrapa!

Akko me lanzó dos frasquitos, los cuales atrapé en el aire con facilidad. Pociones curativas.

—¡Dale una a Diana, nosotras mantendremos ocupada a esta bruja! —me gritó Amanda.

Asentí y corrí hacia Diana. Destapé uno de los frascos, lo acerqué a los labios de ella e hice que bebiera el líquido.

Se suponía que Akko y Amanda deberían estar en la academia, resguardándose. Pero, conociéndolas, lo más probable es que se hayan escapado y venido aquí a escondidas.

Yo mismo tomé el último frasco. Sentí como mi herida se curaba y mi cuerpo volvía a sentirse fuerte.

—¿Te sientes mejor? —le pregunté a Diana mientras la ayudaba a levantarse del suelo.

Ella solo asintió.

Volví a ver hacia la pelea. Amanda y Akko estaban logrando distraer a la sectaria, pero no durarían mucho. Me puse alerta cuando vi como esta misma hacía el gesto de antes, el mismo que usó para abrir una Línea Ley. Dejé a Diana atrás y corrí hacia ella, y cuando estuve cerca, le lancé un puñetazo el cual esquivó, pero logré impedir que abriera una Línea Ley.

—¡3 contra 1 no es justo! —gruñó ella.

Estaba acorralada. Estuve a punto de lanzarle un Uzumaki y acabar de una vez con la pelea, pero...

Una ¿sombra...? O algo así, bloqueó el hechizo. Deshizo mi Uzumaki como si fuera cualquier cosa.

Sombras, como cuchillas negras, se levantaban desde el suelo. De entre los árboles emergió una figura, un hombre alto, muy delgado. Su túnica no era negra, era blanca, al igual que su cabello y su piel. Lo reconocí al instante.

—Olive tiene razón... —dijo el peliblanco. Las sombras moviéndose alrededor de él como tentáculos— no es justo un 3 contra 1.

—¡CORRAN! —grité— ¡ESCAPEN Y LLEVEN A DIANA!

Las sombras empezaron a moverse frenéticamente por todo el lugar, cortando árboles como si fueran hojas de papel.

Amanda, Akko y Diana subieron a la escoba y empezaron a escapar. Vi sus miradas, no querían dejarme. Pero no había otra opción.

—Ve por ellas, Olive —le dijo el peliblanco a la mujer con la que antes estaba luchando.

Ella asintió y corrió detrás de mis amigas. Quise impedirlo, pero de repente, mi estómago fue atravesado por una de las sombras. Me azotó contra el suelo y otras dos sombras atravesaron mis manos, manteniéndome en el suelo, inmóvil.

El albino se acercó a mí, con una sonrisa de oreja a oreja.

Maldita sea, no lo recordaba tan fuerte.

Empezó a tararear una suave y lenta melodía mientras seguía caminando en mi dirección.

«Hace tiempo que un dios vació su alma en él
Con letras de dolor y océanos de amor
Arropados en él duermen ritos de poder
Recetas del vivir y hechizos del morir
Invocamos a otra realidad, conectamos con una deidad
Los espíritus despertarán si sabes recitar
En sus hojas la luz en sombras alguien convirtió
Las brujas son la voz, sortilegios de su amor
El pentáculo nos cuidará, velas negras iluminarán
Abre el libro de las sombras que la misa va a empezar»

No me importaba mis heridas ni el dolor. Mis emociones se desbordaban, pues tenía frente a mí a la persona culpable de las mayores desgracias de mi vida.

—¡TE MATARÉ, MALPARIDO HIJO DE PUTA! —le grité.

«Llévame contigo al más allá, pues aquí no dejo de llorar
Llévame a otra realidad, no quiero despertar
Junto a ti por fin podré olvidar que la pena siempre fue mi hogar
Llévame, no puedo respirar, quiero tenerte junto a mí»

Se inclinó hacia mí una vez terminó de cantar. Ese hombre era Jaxon, el encargado de liderar la Secta del Libro de las Sombras... y el asesino de mis padres. 

Escupí en su cara una vez estuvo lo suficientemente cerca.

—Tú, tu estúpida secta y tu maldito dios de cuarta me la van a terminar pelando.

Activé el Uzumaki Corporal, pero no surtió efecto. Las sombras no me soltaron, y Jaxon ni se inmutó. Lo desactivé, pues era mejor guardar mis reservas de energía mágica antes que desperdiciarlas así.

—No entiendo como es que alguien como tú es el enviado de Cysgott.

—¿Quién te crees que soy? ¿Jesús? ¡NO SOY NINGÚN PROFETA NI ENVIADO DE NINGÚN DIOS!

Jaxon soltó una carcajada, una risa fría y burlona que resonó entre las sombras que se retorcían a su alrededor.

—¿No lo entiendes aún, elegido? —susurró mientras su rostro se acercaba aún más al mío, sus ojos brillando con un destello maligno— Cysgott es real, tan real como el suelo que pisamos. Tú naciste para servirle, lo quieras o no. Llevarás su palabra a toda la comunidad mágica... No, lo harás a todo el mundo entero.

—¿Sabes qué? —gruñí— me vale mucha mierda lo que tu religión o tu dios digan de mí. Yo no creo en tonterías que sacas de un maldito libro.

Me levanté del suelo, sin importar que aún tenía las sombras atravesadas en mi cuerpo. Era un hechizo muy fuerte, y ni siquiera aún había entendido como funcionaba, pero me sobrepusé a él a pura fuerza bruta. Las sombras como cuchillas seguían clavadas al suelo a través de mi cuerpo, pero por más fuerza que tuvieran, no me volvieron a tirar al suelo.

—¡¿Quieres saber que opino de tu Cysgott?! —dije con una gran sonrisa. La euforia apoderándose de mí— esto.

Forcé el agarre de la sombra que atravesaba la palma de mi mano, logrando levantarla. Saqué mi dedo de en medio, mostrándoselo a Jaxon.

Jaxon frunció el ceño, estuvo a punto de hacer un movimiento, pero...

Un destello naranja pasó en medio de nosotros dos. Las sombras que me atravesaban fueron cortadas, y se empezaron a desvanecer, dejándome libre.

—Lamentamos llegar tarde.

Gire mi cabeza. Era Lorence. Su velocidad era... impresionante.

—¡¿Pero qué-?! —Jaxon fue interrumpido por un proyectil mágico que lo golpeó por la espalda.

La profesora Úrsula. Ella también estaba ahí.

Probablemente habían llegado hasta mí siguiendo la pista de Akko y Amanda.

Lorence no dudó ni un segundo y se lanzó a atacar a Jaxon, este último no se movió ni un centímetro, pues con sus sombras era más que suficiente para darle pelea a Lorence. Era uno de los hechizos más impresionantes que había visto hasta ese momento, pero Lorence tenía una ventaja: su espada. Su arma cortaba como papel las sombras, pero eran tantas que no le permitían acercarse a Jaxon.

Úrsula aprovechó la distracción y corrió hacia mí.

—Por dios, Mikey... —dijo, con voz preocupada.

Me apoyé en ella, manchando su ropa de mi sangre.

—No mencione a dios en este momento —dije con voz sombría mientras veía como se desarrollaba el enfrentamiento entre Lorence y Jaxon— porque estamos luchando contra su supuesta voluntad.

Úrsula frunció el ceño. Acercó su varita a mi herida en el estómago y aplicó un hechizo en mí, haciendo que mi herida se cerrara poco a poco.

—¿Dónde están Akko y Amanda? —me preguntó Úrsula.

—Huyeron junto a Diana. Las está persiguiendo una bruja —respondí— tengo que ir a ayudarlas.

Úrsula vaciló, parecía no querer dejarme ir, pero al final asintió.

—Cuídate. Yo tengo que ayudar a Lorence. —Me dio unas palmaditas en el hombro— varios enmascarados nos siguieron, así que probablemente lleguen aquí pronto, y él solo no podrá. Ve, y cuídate mucho.

—Lo mismo le digo.

Úrsula corrió y se unió a la batalla, apoyando a Lorence. Jaxon se veía muy superior, pero entre los dos, estaba casi seguro que tendrían una oportunidad. Pero, en este punto, solo parecía estar jugando con ellos. Si decidía usar esa extraña habilidad de abrir una Línea Ley...

Aceleré el paso y me adentré al bosque, siguiendo las ramas rotas y el rastro que había dejado la escoba en la que iban mis amigas... mis amigas y Diana.

Corrí con todas mis fuerzas, el bosque era un caos de ramas quebradas y hojas revueltas. Podía oír los ecos lejanos de la batalla detrás de mí, el retumbar de hechizos chocando contra las sombras y los gritos de Lorence y Úrsula. Pero mi mente estaba enfocada en una sola cosa:

Alcanzarlas antes de que esa bruja, Olive, pudiera hacerles daño.

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A veces es bueno escribir protagonistas que no comparten nuestras propias visiones, ya sea en ética, moral, filosofía, estilo de vida o, en este caso, opinión sobre la existencia de una divinidad.

Yo fui F Green, su escritor anónimo de confianza. Me lees en el próximo capitulo.

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