Capitulo 50

''En un abrir y cerrar de ojos todo se destruyó, se acabó, se arruinó y no se puede hacer nada ante una destrucción tan inminente. ''

Erick.

Quince minutos después de que se la llevaran.

Comienzo a abrir mis ojos y los cierro de golpe al sentir un dolor insoportable en mi cabeza, llevo mi mano a mi frente y siento algo mojar mis dedos, intento con todas mis fuerzas abrir mis ojos y cuando lo hago pongo frente a mis ojos mi mano y veo la sangre que agarre de mi frente, me muevo un poco y siento mucho dolor en mis piernas, bajo mi vista y el volante quedó sobre mis piernas, presionándolas. Estoy de cabeza, sintiendo como la presión en mi cabeza se hacia más fuerte, se sentía como un globo a punto de explotar. Busco con mis manos para desabrochar el cinturón de seguridad pero no encuentro la parte, me sujeto con fuerza del techo e intento descansar mi cabeza pero la presión de estar de cabeza me tiene mareado y no quiero desmayarme de nuevo.

Todo me duele, no hay forma de describir un dolor tan fuerte, tengo cortadas por muchas partes y golpes, no sé si algún vidrio se me incrustó en alguna parte porque no podía sentirlo en ese momento pero si era consciente del dolor en mis piernas y mi cabeza que además de tener una herida abierta también esta volteada. Intento nuevamente salir o bajar al techo para salir pero estaba siendo muy difícil, a lo lejos veo una luz venir y comienzo a oler gasolina, el desespero me invadió e intente hacer algún movimiento o gritar pero no podía así que me detuve, no importaba lo que hiciera, de esta forma solo me aporrearía más y no quiero eso, trataba de pensar con claridad pero cada vez se me hacia más difícil pensar o hilar algún pensamiento fuera de dolor y sangre.

El auto se detuvo y el olor a gasolina era más fuerte, solo podía ver mientras parpadeaba con pesadez como se acercaban dos personas que no conozco hacia el auto, esperé con todas mis fuerzas que me ayudaran, que no me dejaran tirado aquí, a punto de morir en una explosión.

—Llama a una ambulancia, rápido—le dijo el chico a la chica y ella temblorosa sacó su celular—Hey, te voy a ayudar a salir de ahí, no te preocupes—asentí y lo vi buscar el broche del cinturón, antes de soltarlo me tomo con su otro brazo para que no me golpeara, soltó el cinturón y me coloco con cuidado en el techo del auto—por Dios, esto huele mucho a gasolina, debemos salir rápido de aquí—el dolor en mis piernas se sentía mucho peor pero pude asentir, me ayudó a salir lentamente y cuando estuvimos fuera del auto me coloqué de pie y soportando todo el dolor, comencé a caminar a su lado lo más rápido que podía pero mientras más me esforzaba más me dolía.

Llegamos a su auto y en ese momento mi auto explotó, parecía una gran fogata donde la leña era mi preciada camioneta. Miré como se quemaba por completo y pensé que si ellos no llegaban y me auxiliaban estaría justo dentro de ese auto quemándome, la chica me vio preocupada y yo le sonreí pero entonces el chico me miró preocupado y vio hacia mi costado, yo llevé mi mirada hacia ese lugar y un vidrio estaba clavado allí, seguro de la ventana o del vidrio del frente. Respiré lentamente y vi al chico correr a su carro, yo solo estaba tratando de concentrarme para no desmayarme nuevamente. El chico volvió con una toalla pequeña la cual puso en mi frente para parar el sangrado de allí, me sentía muy débil y no podía sostener más los ojos abiertos.

—No te desmayes, por favor. Ya la ambulancia viene, aguanta un poco—dijo la chica quien se había acercado a mi para mover mi cara—por favor, aguanta—ya la escuchaba lejos.

También escuché muy lejos una ambulancia, me sentía como en una nube. Sentí como me levantaban pero ya mis ojos no podía abrirlos, me sentía muy cansado, no sé es por la sangre perdida o por todo en realidad pero sentía que ya no podía más, poco a poco mi consciencia se fue alejando más dejándome en la total oscuridad.

Me despierto y veo a mi alrededor con miedo, todo esta oscuro, no hay ni siquiera un rayo de luz hasta que un reflector gigante apunta hacia mi dejando por unos instantes ciego, cerré mis ojos con fuerza y trate de levantarme pero estaba atado con cadenas en mis manos y en mis pies como si fuera un perro que deben someter. El reflector se apaga y abro mis ojos para empezar a escuchar un llanto, trato de buscar por todos lados pero no veo nada solo puedo escuchar como la otra persona esta llorando.

— ¿Hola? ¿Quién esta ahí?—pregunté pero solo se seguía escuchando el llanto que cada vez disminuía convirtiéndose en quejidos— ¿Qué ocurre? ¿Estas bien? ¿Quién nos tiene aquí? ¿Hola?—se dejó de escuchar la persona y yo fruncí mi ceño, en eso el reflector volvió a encenderse pero esta vez enfocando a una chica en una esquina, con una bata cubierta de sucio, su cabello se veía grasoso y sucio también, quise acercarme pero las cadenas no me dejaron llegar a ella— ¿Quién eres? ¿Puedes mirarme?—ella se giró hacia mi y yo contuve la respiración, eso no podía ser, ella no podía estar aquí y así.

—Erick...—casi se me salen las lágrimas pero me contuve, mi amiga, Fabiana. Esta llena de mugre y sangre, esta hecha nada entre todo ese desperdicio, esa no es la chica que amo—sácame...por favor—susurró y yo estiré mi mano hacia ella pero se escondió entre sus rodillas y brazos—no, no me toques. Solo sácame de aquí, no dejes que me lastimen más, no dejes que me vuelvan a tocar—asentí y el reflector se apago, sentí que alguien se acercó a mi golpeándome en la cabeza haciendo que cayera al suelo inconsciente.

Me desperté de golpe sintiendo como mi corazón iba a casi salirse de mi pecho, llevé mi mano hacia ese lugar y trate de calmarme cuando fui consciente del lugar en el que me encuentro, veo a mi alrededor sintiéndome mareado de momento por tanto blanco. Es una habitación de hospital, busco algún rastro de alguien pero estoy completamente solo, enfrentando a esta dura realidad.

Me recuesto de nuevo tratando de calmar el palpitar de mi corazón y mi respiración desordenada, acelerada. Cierro mis ojos y lo abro al ver esa imagen que acabo de soñar, al ver a Fabiana entre sangre y mugre, asustada e indefensa, intento levantarme de aquella cama pero el dolor me hace regresar arrepentido, levanto la sabana y veo la marca en mis piernas, las cuales me duelen demasiado. Siento dolor en mi abdomen y llevo mi mano hacia el lugar en donde estaba clavado el vidrio sintiendo una venda en el lugar, mi cabeza comienza a doler y toco donde tenía la herida sintiendo una costura larga.

La puerta es abierta y una enfermera entra sonriéndome, yo la miro mientras se acerca queriendo preguntarle en donde estoy, porque no han llamado a mi familia pero en eso la puerta se abre y mi mamá llorando entra corriendo y se detiene a un lado de la cama, yo la miro unos segundos y dejo de hacerlo porque no quiero llorar, no quiero recordar a un todo lo que pasó.

—Señora, debe calmarse y hacerse a un lado, debo chequear al chico, por favor—mi mamá se hace aun lado y la enfermera comienza a preguntarme cosas las cuales respondo cortamente, ella observa mis ojos con una cosa extraña, luego revisa mis heridas agregándole un poco de alcohol a la de la frente para limpiar un poco de sangre que tenia y me dijo que cuando tocara la hora vendría a colocarme el medicamento, yo asentí y ella me sonrió para luego irse.

Yo cerré mis ojos queriendo que no me preguntaran nada, que todo acabara para poder salir de aquí e ir a buscar a mi amiga por todos los lugares de esta estúpida ciudad, poder pararme de esta cama ya es lo que más quiero en este momento.

— ¿Cómo fue que esto pasó?—me preguntó y yo abrí mis ojos para verla seriamente—háblame hijo, necesito saber—pero yo no quiero hablar, no quiero recordar ese momento, no quiero pensar ni siquiera en lo que pasó porque me recuerda que cuando desperté ella no estaba a mi lado, que se la habían llevado y que si no hubiese sido por esos chicos en este momento estaría calcinado, no quería revivir ese momento y debía entenderlo porque eso me superaba y no quiero llorar, no quiero mostrar lo frágil y débil que estoy en estos momentos por dentro.

—No quiero hablar de eso mamá, no ahora—dije y cerré los ojos, voltee mi cara y fingí dormir, la escuché llorar pero no podía hacer nada, interiormente estoy sufriendo demasiado, es como si me estuvieran quemando, arrancando de mi algo que no debía ser quitado y eso me tiene pendiendo de un hilo, es como si estuviera en un limbo donde no podía sentirme ni vivo ni muerto pero seguía consciente de mi alrededor y pienso en porque no morí de una vez, porque quedar vivo cargando con este sufrimiento que me esta quemando, que no soporto y entonces esa imagen de mi sueño pasa por mi mente y comienzo a moverme desenfrenadamente.

—Quita esa imagen, no quiero verla, no quiero pensar así ¡no más! Me duele—grité alterado y unas enfermeras entraron, me sujetaron con fuerza mientras una de ellas me inyectaba algo y yo comenzaba a sentirme más liviano, como una pluma cayendo al suelo, a la tierra donde será arrastrada por la brisa y ensuciada por la propia tierra, quise detenerlas porque eso solo me hará pensarla nuevamente de esa forma pero no podía evitarlo ya porque mis ojos que habían abierto, se estaban cerrando por si solos, como si yo ya no tuviera el control sobre mi propio cuerpo y pienso que así debe estar mi panda y eso solo me hizo lamentar el hecho de que me sedaran.

Me levanto lentamente y vuelvo a ese lugar negro, que era consumido por la oscuridad. Busco por todos lados y me doy cuenta que solo tengo una cadena en mi cuello, ya las cadenas en mis manos y pies no están, frunzo el ceño y camino para ver hasta donde puedo caminar. Aquí huele horrible, escucho sollozos y me dejo guiar por el sonido hasta llegar a una chica, el reflector se enciende y doy dos pasos atrás al ver el estado en que se encuentra, esto es aun más horrible.

Esta tirada en un charco de sangre, golpeada y con la ropa rota, se ve muchísimo más delgada y sus manos no dejan de cubrir sus rostro, intento acercarme pero se remueve llorando.

—Soy yo, mírame, no te haré nada—dije pero no se movió ni un ápice—Soy Erick, jamás te haría daño, mírame por favor—le rogué y ella quitó sus manos de su cara y comenzó a llorar mucho más al verme.

—Debes irte de aquí, no puedes estar aquí o te harán lo mismo que a mi—yo fruncí el ceño y negué.

—No, te vas conmigo—ella negó.

—Ya yo no tengo para donde ir, estoy acabada y no hay forma de que pueda volver a vivir después de esto—yo sentí mis ojos empañarse por las lagrimas—vete Erick o te hará daño—repitió y yo solo pude observarla.

— ¿Quién?—ella señaló detrás de mi.

—Él—volteo y me levanté pero no fui tan rápido y recibí un golpe muy fuerte, no puede ser ¿Por qué? Pensé que era algo tonto lo que le pasaba con ella ¿por qué someterla a este sufrimiento?— ¡vete Erick, ahora!—gritó.

Me desperté sobresaltado, miré hacia todos lados y pude ver a través de la ventana que ya es de noche, respiré profundamente y voltee hacia mí otro lado encontrándome a mi mamá que al verme despierto se levantó, al lado de ella estaba Fernanda dormida. Mi mamá se acercó a mi y yo le tendí mi mano para que la tomara, lo cual hizo conteniendo las lagrimas, yo sentí mi pecho explotar y comencé a llorar desconsolado, sacando de mi ser eso que me estaba matando, quemando y que en realidad no soportaba.

—No soporto este dolor, no puedo mamá...—dije y Fernanda se despertó, mi mamá limpiaba las lagrimas que caían por mis mejillas mientras yo seguía llorando, lloraba por haberla dejado, por desmayarme y no poder defenderla—ella me dijo que nos quedáramos, que no quería salir mamá y yo no hice más que seguir lo que mi papá me dijo, es mi culpa que no este, es mi culpa mamá—ella negó y yo seguí llorando desconsolada, sin ganas de nada más que eso porque había dejado que se la llevaran y eso me pesara toda la vida.

—No es tu culpa, no tenias como saberlo hijo—yo negué haciéndola aun lado.

—Si lo es, yo debía protegerla pero no lo hice, es mi culpa mamá, solo mía—vi a Fernanda quien me miraba llorando y yo lloré mucho más—perdóname mamá Fernanda, perdóname por dejar que se la llevaran, perdóname por no protegerla como debía, si tan solo la hubiese escuchado, si tan solo nos hubiésemos quedado en la casa nada de esto hubiese sucedido pero lo hice y ahora no esta con nosotros—podían golpearme justo ahora y eso dolería menos, es Fabiana, mi mejor amiga y perderla duele tanto como o más que cualquier otra cosa.

—No es tu culpa, solo fueron victimas de un psicópata que debimos detener desde un principio ¿Quién nos asegura que si se hubiesen quedado no hubiese ocurrido algo igual o peor? No puedes culparte por algo que nadie podía prever, me duele que se la llevaran pero el dolor hubiese sido peor para todos si también te llevaban a ti hijo, me estoy muriendo por dentro al no tener a mi hija aquí pero no puedo solo derrumbarme y llorar, debo ser fuerte y buscarla hasta debajo de las piedras, así que no, tu no tienes la culpa y te juro que la encontraremos sana y salva—yo asentí limpiando mis lagrimas y en eso la puerta se abre mostrando a un iracundo Maximiliano con unas grandes ojeras y los ojos rojos.

Llegó hasta mi y me tomó por los hombros levantándome, yo me quejé por el dolor pero a él no le importo y si soy sincero, a mi tampoco. En mi pensamiento me merezco todo el dolor que me puedan generar, porque aunque me digan que no tengo la culpa, yo sé que si soy culpable y me merezco absolutamente todo el dolor que pueda existir mientras ella no aparezca con vida.

— ¡¿Dónde esta mi hija?! ¡¿Dónde carajos esta mi pequeña?!—Gritó en mi cara— ¡dímelo, Erick! Donde esta...—y mi papá lo aparto de mi, él cayó al suelo de rodillas llorando mientras Fernanda llegaba hasta él y mientras lloraba lo consolaba—mi pequeña, donde esta mi pequeña hija... ella no puede estar pasando por esto ¿por qué no hicimos algo antes? ¿Por qué esperar hasta ahora? Mi hermosa niña...—ambos lloraron abrazados, yo tapé mis oídos y comencé a llorar meciéndome de adelante hacia atrás, mi papá me detuvo abrazándome.

— ¡Salgan ya! Mi hijo también sufre, salgan ahora—les dijo y todos salieron mientras yo seguía meciéndome—hijo, mírame. Debes calmarte, esto va a pasar pero debes poner de tu parte.

—Es mi culpa, solo mía ¿y si no la volvemos a ver? No papá, no. Debes encontrarla, ella debe volver. Esto es mi culpa, solo mía—repetía una y otra vez mientras me obligaban a acostarme en la cama, cerré mis ojos y luego los abrí porque no quería volver a tener esa pesadilla que cada vez empeoraba, no podía vivir más ese infierno, no quiero.

—Cálmate hijo, te juro que la encontrare, te lo juro—yo asentí y suspiré girando mi cabeza hacia el otro lado para no verlos, sé que les duele verme así pero no puedo hacer más nada, solo quiero verla a ella bien.

Sentí que se alejaron y comenzaron a susurrar cosas, yo preste un poco más de atención y empecé a escuchar.

—No podemos decirle lo que pasó, no esta bien amor, esto lo dejó muy mal, no quiero que lo carguen con más cosas. Tú solo encárgate de encontrarlos a ambos, no te rindas cariño—le dijo  mi mamá y yo fruncí el ceño ¿Quién es la otra persona?

—Claudia esta muy mal, Benjamín tiene horas desaparecido—yo abrí mis ojos impactado y llevé mi mano a mi boca, no puede ser, no él también—estoy haciendo lo posible para localizarlo pero no sé porque no he dado con él, espero poder hacerlo rápido, no quiero que otro de nosotros sufra más, esto es una gran tragedia para nosotros, debemos parar todo esto—dijo y escuché la puerta abrirse y cerrarse.

¿Qué le habrán hecho a Ben? ¿Quién habrá hecho todo esto? Mi mente se aclara y recuerdo el rostro que vi en la pesadilla, tiene que ser él, esta más que claro ¿Cómo no lo vimos antes?

—Mamá—la llamé volteándome hacia ella y me vio esperando que le dijera algo—Charlotte ¿esta ahí?—ella asintió y yo suspiré un poco más tranquilo— ¿puedes llamarla? Necesito hablar con ella, necesito que no se despegue de mí, no me atrevo a perder a Pardo—ella asintió y yo suspire de nuevo al verla salir, necesitaba que este conmigo y además un teléfono para investigar a ese imbécil.

Si podía hacer algo desde aquí, lo haría. Charlotte entró y me sonrió llorosa, corrió hacia mí y me abrazo haciendo que me quejara un poco.

—Te prometo que la encontraremos, a ambos y volveremos a estar juntos como antes, te lo juro—ella asintió llorando y yo la seguí abrazando, no dejaría que nada malo le pasara a ella, ya no más.

***

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