Capitulo 30.
''¿Como puede ser tan facil odiar y tan dificil olvidar.?''
Lo que restó de la tarde mientras mi mamá se iba a trabajar fue increíble, quise que el día no se acabara y que no se tuvieran que ir pero era algo imposible. No pude bajar a despedirlos pero todos me abrazaron antes de irse, Benjamín bajó con ellos y en cuanto se fueron él subió para acostarse a mi lado.
—Fabiana, no has descansado en todo el día, deberías dormir un poco—hice una mueca y lo abracé—en serio, amor. Descansa un poco—yo cerré los ojos y aspiré su aroma.
—Lo haré solo porque tengo sueño, no porque tu me lo digas—sentí su pecho vibrar por la risa y yo me reí con él—Cuando me despierte ¿seguirás aquí?—pregunté soñolienta.
—Estaré si tus padres no están, recuerda la regla de tu padre—suspiré y comencé a sentir mis parpados muy pesados para abrirlos—descansa, amor—sentí un beso en mi cabeza y sonreí dejándome envolver por completo por el sueño.
Cuatro semanas después.
Salí de mi casa contenta pues iba a la clínica a que me revisaran para ver si ya estaba bien, yo me sentía bien y para mi eso era suficiente pero mi mamá quería una revisión medica para estar segura de mi mejoría.
—Debes tomártelo con calma, no es que porque te hayas recuperado puedes hacer desarreglo—asentí mientras íbamos en el auto, no podía quitarme la felicidad y la tranquilidad de sentirme bien.
Pasados unos quince minutos entramos al estacionamiento de la clínica y nos bajamos del auto para entrar al ascensor subterráneo para salir justo en la sala de espera. Yo me senté y mi mamá fue a notificar a recepción que habíamos llegado. Yo le dije a Ben que no era necesario que viniera porque quería hacer algo lindo por él hoy.
Una enfermera me hizo una señal junto a mi madre para que las siguiera y eso mismo hice, caminé por el pasillo llegando hasta ellas quienes siguieron caminando hasta un consultorio. Entramos y vi al mismo doctor de la otra vez, yo le sonreí y me senté lista para lo que me diría.
Una hora después salimos de la clínica felices porque efectivamente me había recuperado con éxito y aunque aun debía andar con cuidado, estaba sana ya.
Le pedí a mi mamá pasar por una floristería a comprar unas flores para mi novio, ella se bajó y compro justo las que le dije para luego conducir para llevarme a su casa. En diez minutos ya estaba en frente de la casa de Benjamín, me bajé nerviosa y caminé por ese jardín principal hermoso hasta llegar a la puerta y tocar el timbre.
Abrieron y vi a la mamá de Benjamín verme con una gran sonrisa en su rostro.
—Mamá ¿Quién tocó la puerta?—preguntó mi novio para segundos después asomarse por la puerta y verme extrañado. Yo me puse las flores en la cara porque tenia las mejillas rojas por el sonrojo que provocó en mi la vergüenza y el miedo, tenia tantas ganas de hacer algo lindo por él y que más que empezar por algo que nunca hacen las mujeres por creer que solo los hombres tienen la obligación de hacerlo.
Se acercó a mi y yo le tendí las flores, son unas margaritas que un día me dijo que le gustaban porque siempre le parecieron tan sencillas pero hermosas.
Tomó mi mano y pasamos a su casa, me llevó hasta el jardín trasero y nos sentamos a la orilla de la piscina, no sabia que decirle y creo que él no supo como reaccionar a ese gesto que tuve con él. Tomó la nota que traían las flores y yo sonreí.
''Para mi hermoso algodón de azúcar, gracias por siempre estar para mi, te amo.''
Me miró y luego se acercó a mí para darme un beso suave. La necesidad de sentirlo un poco más creció y lo tome por la nuca para besarlo con una pasión increíble, feroz e intensa.
Benjamín.
Me había encantado demasiado ese hermoso detalle, no tenia porque hacerlo pero lo hizo y eso solo me hizo enamorarme más de su hermoso ser, me separe de ella apoyando mi frente en la suya y nos quedamos mirando muy fijamente, transmitiéndonos ese amor que con palabras no se puede medir.
En eso escuchamos su celular y ella me lo dio para que contestara al ver que es un número desconocido.
—Hola, Fabiana—es un hombre y sé que hombre es, porque esa voz no podría olvidarla.
— ¿Quien es?—dije en tono seco.
—Noah, imagino que tú no eres Fabiana—sentí como mis venas se calentaban ante el atrevimiento de este idiota después de todo lo que han hecho él y Madison.
—Tú sabes perfectamente que no, sabes quien eso y si no quieres que te busqué y te muela a golpes, deja a Fabiana en paz—Y colgué molesto.
No podía voltear a verla.
— ¿Quien era?—Dijo con voz temblorosa.
—Noah—dije con el ceño fruncido.
—¿Qué era lo que quería?—frunció el ceño y se levantó.
—Nada, solo molestar. Quédate tranquila—la tomé por la cintura y la acerqué a mi.
— ¿Y si no deja de molestar? ¿y si hacen algo peor? ¿si siguen insistiendo?—estaba nerviosa y comenzaba a respirar con rapidez.
—No amor, eso no va a pasar, ellos no podrán acercarse a ti, te lo juro—le dije y la abracé mientras ella se aferraba a mi.
Fabiana.
Me alivio escuchar aquello, sabia que podía confiar en él aunque no me iba a dejar de preocupar por si se le ocurre hacer algo en contra de todos esta vez, alcé mi rostro y le di un beso en la quijada, él me agarró desprevenida y me cargó para salir corriendo hasta la piscina y hundirnos abrazados.
Salimos a la superficie muy mojados mientras nos reíamos, él me sostenía con fuerza de la cintura y yo había puesto mis brazos alrededor de él
—Te amo y confió tanto en ti, que sé que si fuera por ti y me dispararan te pondrías en frente para que nada me pase—le di un beso en la nariz y él sonrió.
Pasamos un rato hablando en la piscina, riendo y jugando como dos niños de cinco años, trataba de huir de él nadando pero al ser más rápido me atrapaba y volvíamos a reír, todo sin importarnos lo mojados que estaríamos al salir.
Se hicieron las seis de la tarde y nuestras madres estaban viéndonos desde la puerta del patio haciéndonos seña para que saliéramos de la piscina.
— ¡Vengan a cambiarse y a comer algo!—gritó la mamá de Ben y como niños obedientes le hicimos caso.
Salimos para entrar corriendo a la casa y subir las escaleras dejando todo empapado. Bajamos y vimos que su padre ya estaba sentado en el comedor junto a mi madre, llegamos y nos sentamos uno al lado del otro.
—Buenas noches, señoritos.
—Buenas noches, señor Albert— le sonreí y él me devolvió la sonrisa.
—Hola padre—saludó mi novio y yo le apreté la mano.
Ellos siguieron charlando durante la comida mientras yo pensaba en la tarde que habíamos tenido y una sonrisa se formó en mis labios. Todo había sido increíble.
Luego de comer nos despedimos y nos fuimos.
Mientras íbamos en el auto vi que Noah iba con dos mas los cuales no conozco, se veían demasiado sospechosos y eso me dio muy mala espina.
Enserio lo detestaba, yo se que él esta apoyando a Madison en lo de esa venganza absurda por eso no confío en el. Y ojala no se le ocurra acercarse a ninguno de nosotros porque le va a ir mal.
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