Capitulo 24
''Amar se convirtió en lo principal.''
Cenamos entre risas, ellos realmente eran la personificación del amor en todo su esplendor, a veces hasta se pasaban de melosos.
—Ok, pongamos de regla no ser tan melosos frente a tu hija—dije y ambos se rieron para luego rozar sus narices y decir cosas muy dulces.
—Mi terroncito de azúcar, cuanto te amo—dijo mi papá sonriendo.
—Mi caramelito sabroso—me tapé los oídos mientras llevaba los platos para lavarlos, recordando que solo me falta un día para cumplir con la apuesta.
Ya me sentía ganadora.
Estando con ellos pude olvidarme de todo lo que me aquejaba hasta que mi celular volvió a sonar y mi corazón comenzó a martillar con fuerza, terminé de lavar los platos, me sequé las manos y me acerqué a mis papás.
—Los amo, me voy a dormir empalagosos, que pasen linda noche ustedes—ambos me vieron sorprendidos y luego entrecerraron sus ojos haciéndome reír—son unos loquillos—dije para terminar de subir hasta mi habitación.
Cerré detrás de mí y me tiré a la cama sacando mi celular de mi bolsillo, lo desbloquee y es un mensaje de Benjamin.
Benja: Ya estoy abajo ¿abres?
Sonreí y me acerqué a la ventana para correr la cortina y verlo abajo, la abrí y me devolví a la cama para esperarlo allí.
Se tardó cinco minutos para entrar y cerrar detrás de él, se acercó a mí sonriendo y me abrazó al tenerme cerca.
—Te extrañé mucho, preciosa—dijo y me dio un beso en la frente.
—Y yo a ti Benja—lo tomé por la nuca y lo besé con necesidad, quería poder olvidar esa paranoia, ese mensaje, ese acoso y todo lo de Madison.
Él me tomó por la cintura y me empujó hacia atrás para ponerse por completo sobre mi y entre mis piernas, metí mis manos por dentro de su camisa y sentí su cálida piel con mis dedos.
Benjamin exploró dentro de mi camisa y jadeando ambos nos dejamos llevar por el momento, por la intensidad y por lo que sentimos.
Su delicadeza me llenó el corazón de amor, era como una pieza de cristal en sus manos, pasamos de los besos a que él recorriera mi cuerpo con sus labios, decorando mi cuerpo con sus besos, cubriendo cada parte con él.
Impregnandome de su esencia, de su amor y se sentía tan increíble, sentía que deliraba.
—¿Quieres seguir?—me preguntó y yo lo atraje hacia mi para besarlo con ganas.
—No estoy lista para pasar a más pero amo como tocas mi cuerpo—le dije y volví a besarlo—te amo Benjamin y te necesito—dije y él me abrazó con fuerza—no se que haria sin ti y mis amigos, son lo mejor que tengo ademas de mis padres—él dejó besos por todo mi cabello y luego por mi rostro hasta terminar en mis labios nuevamente.
—Te amo, Fabiana. Mi hermosa mamá panda, mi divertida y mandona Fabs y no habrá momento en el que no esté a tu lado porque ahora ese es mi lugar—me abrazó y nos quedamos así con los ojos cerrados.
Podía escuchar su corazón bombear con fuerza y sentir el mío queriendo ir a su encuentro.
—Ya veras que resolveremos esto, ahora es hora de dormir que no dormiste nada la noche anterior—asenti y aspiré su aroma.
Comencé a adormecerme en el momento en que sus caricias empezaron a viajar por mi cabello.
—Descansa, amor—susurró en mi oído y yo suspiré quedándome dormida.
Escuché a los pájaros cantar en mi celular y me levanté sintiéndome mucho mejor que ayer, dormir si que es reconfortante. Me estiré y bajé mis piernas de la cama, en mi buró encontré una nota escrita por Benjamín, la tomé y la leí sonriendo.
''Espero que hayas descansado, nos vemos en media hora.
Te ama, Benjamín.''
La guardo en la gaveta y me levanto para ir al baño, me aseo rápido y voy a mi armario escogiendo un vestido holgado morado con un faralao en los hombros y con una cinta ajustable en medio de los senos, me coloco unas sandalias y me humecto un poco la cara para después hacerme un moño alto un poco desordenado, me acomodo los mechones que quedaron por fuera y me sonrió en el espejo.
Hoy si me veo como yo, ayer solo parecía un fantasma. Tomo mis cosas y salgo de mi habitación para después bajar las escaleras y caminar hacia la pequeña mesa para tres que está en una esquina de la cocina cerca de la ventana.
Mi papá está ahí leyendo el periódico.
—¿Eso aún se lee?—pregunté y él asintió—se me olvidaba que tu eres un viejito papá—dije y mi mamá comenzó a reírse.
—No tientes a tu suerte jovencita—negué.
—Ya hasta hablas como uno—dije y me golpeó el brazo con el periódico.
Mi mamá nos sirvió el desayuno y esta vez comimos en silencio, me reí internamente porque sé que están en duelo por el dinero que están a punto de perder si llego a lavar los platos esta noche, nadie los mandó a subestimar a su hermosa hija.
—Entonces... esta noche es la final—dije y ambos me vieron mal—no me vean así, ustedes se metieron en esto al no confiar en mi—dije y me levanté—los amo, nos vemos en la tarde—les di un beso y salí de la cocina, pase por el comedor y llegué a la sala para caminar hasta la puerta y abrirla viendo a Benjamín frente a mi.
—Ya iba a tocar—dijo sonriendo.
—Así vi —di un paso hacia él cerrando y me tomó por la cintura alzándome un poco para darme un beso delicado y dulce dejándome sin aliento.
—Te extrañe—tomó mi mano y nos guió hacia el auto.
Pasamos el camino de piedras y él abrió la puerta para que yo subiera lo que hice encantada, rodeó el auto para luego subirse él.
—Debemos pasar buscando a Charlotte y a Erick otra vez—yo asentí y siendo la persona inteligente que soy, conecto mi celular al estéreo y comienzan a sonar mis canciones—gracias, igual le iba a decir a Charlotte que se daño o algo así, no soportaré otro viaje en donde ella esté cantando esas canciones de esa boy band—me reí y él comenzó a conducir.
Llegamos y nos bajamos los cuatro como si fuéramos de esos chicos de las series, me reí porque en realidad todos nos veían por ser los famosos chicos que comenzaron la guerra, éramos famosos en nuestro último año.
Entramos como las estrellas del colegio y cuando llegamos a nuestros casilleros nos reímos a carcajadas por lo tonto que seguramente nos veíamos.
Benjamín me dio un beso para irse con Erick y Charlotte a su primera clase, yo cerré mi casillero y caminé para llegar a la mía y no dejaba de pensar en como Madison había cambiado tanto, como había mostrado su verdadera cara por fin y ahora sabia porque tanto odio, al cual no le encuentro sentido.
Logré pasar las primeras horas de la mañana pero en mi interior la preocupación crecía cada vez más. Caminar a oscuras no era lo mio, yo quería andar en claridad siempre y saber lo que pasaba a mi alrededor.
Pero no podía averiguarlo sola, no podía simplemente estrellarme porque quisiera saber la verdad.
Un chico se acercó a mí y sin decir nada me entregó una nota, la vi dudosa pero la abrí de todas formas para terminar sonriendo por las locuras de mi novio.
"Este panda es para que te acompañe y cuando te sientas sola pienses que yo estoy ahí contigo"
Lo leí varias veces y me pregunté qué panda y en eso otro chico se acercó y llevé mis manos a mis labios al ver un panda casi de mi tamaño frente a mí, lo tomé agradeciendo al chico y lo abrace oliéndolo en el proceso, huele a él.
No sé como haré con ese oso por todos lados pero disfrutaré de como todos me ven por mi nuevo compañero.
Ya habíamos pasado el almuerzo e iba de camino a la última clase, entré al salón y pude ver a Madison hablando con Noah, los miré extrañada pero no quise prestarle mucha atención. El profesor aún no había llegado así que saque mi celular para enviarle un mensaje a mi novio.
Yo: Gracias por ese panda, amor.
Benja: Es con todo mi amor, preciosa.
Yo: Se te ocurren unas cosas ¿como me lo vas a dar en el colegio?
Benja: Por ti se me ocurriría cualquier locura, por ti diría cualquier estupidez, por ti hago lo que sea.
Sonreí por eso y sentí que me sonrojé.
Yo: Por eso es que me encantas, porque sabes como hacerme reír, porque a pesar de las circunstancias estamos juntos.
Benja: Te amo, que termines tu jornada escolar con éxito, nos vemos al rato.
Yo: Te amo más e igual para ti.
Sonreí dejando el celular a un lado, la profesora entró y yo traté de acomodarme para no estar incómoda, la clase pasó tranquila, pude entender casi todo y cuando sonó el timbre guarde todo con calma.
Me levanté y sentí una mano en mi hombro, supe de quien era al oler el perfume, me sacudí deshaciéndome de su toque y me di la vuelta para enfrentarla.
—Ay, que hermosos y que asco me dan, disfruta todo lo que puedas de esto—dijo y yo fruncí mi ceño.
—¿Me estás amenazando, Madison? ¿Tu odio te lleva a tanto? que pena me das—vi como apretaba sus puños—porque como no es a ti, porque tu no eres yo—hice una mueca de pesar —que tristeza pero tranquila en algún momento llegara alguien a quien le guste todo lo que eres—quiso golpearme otra vez y la detuve—en tu vida te atrevas a tocarme.
—Eres una idiota, te odio y te haré pagar absolutamente todo—dijo escupiendo todo su veneno hacia mi—eres solo esa basurita en mi camino y sentirás como quito ese tipo de basuras—dijo y yo alcé mi barbilla.
—Inténtalo, ya veremos quien quita a quien—ella frunció el ceño—¿qué esperabas, Madison? encontrar a la chica que su primera impresión por ese estúpido mensaje fue preocuparse y dejarse caer, pues te equivocaste. Si estos años que fingiste ser mi amiga no te diste cuenta como soy, entonces realmente no me odias de verdad—dije y ella abrió su boca.
—Y para la próxima, inventa una excusa mejor de odio que unos chicos tontos que puedes conseguir en todos lados, idiota cerebro vacío—tras Charlotte decir eso, ella salió corriendo del salón.
Charlotte me sonrió y me abrazó para luego darme un gran beso en la mejilla.
—Esa es mi amiga, no debes dejarte de esa garrapata asquerosa—yo me reí por como la llamó y asentí.
—Nunca más—dije y comenzamos a salir del salón.
—Ella siempre me pareció rara pero esto que está haciendo es el colmo ¿no se cansa?—me encogí de hombros.
—Pues no sé, lo único que sí sé es que me alegra saber quien es de verdad y no seguir engañada con que es mi amiga—Charlotte asintió.
—Tienes toda la razón, pero en fin, yo siempre te lo dije y tu nunca me creíste—puse mis ojos en blanco asintiendo.
—Lo sé, pero yo guardaba la esperanza de que te equivocaras, yo de verdad la apreciaba—dije y Charlotte me quitó el panda.
—Te entiendo, me pasó lo mismo pero ya ves, no hay que confiar en todo el mundo—abrazó al panda y suspiro al olerlo—huele delicioso.
—Si, no vuelve a pasarme, lo juro—sonrió alzando mi mano derecha—es el perfume de Benjamín—ella alzó las cejas.
—Vaya, eso es genial ¿y como va eso?—preguntó subiendo y bajando las cejas sugerentemente y yo me reí.
—Vamos bien, nos queremos y eso es bueno—dije y apreté mis labios—dormimos juntos todas las noches—ella abrió mucho sus ojos—se mete en mi habitación, dormimos abrazados y se siente tan bien—ella miró al cielo y casi llora.
—¿Cuándo me va a tocar uno a mi así? yo sé que no hablo contigo seguido pero ten misericordia de esta pobre alma soltera que quiere un beso—me reí por su oración y ella seguía viendo hacia arriba.
—Estas loca, amiga—dije llegando al estacionamiento viendo a los chicos.
—Esta vez te superaste ¿ahora que? ¿uno del tamaño de la casa?—dijo riendo y yo negué subiéndome al auto.
—Cállate, solo estás envidiosa porque no te regalo uno así a ti mi polarcito amorsito—Erick se puso serio y lo señaló.
—Ni se te ocurra—dijo y Benjamín amplió su sonrisa.
—¿Es eso un reto?—pude ver el terror en el rostro de mi amigo que luego disfrazó con indiferencia.
—No, haz lo que quieras—ambos se subieron al auto.
—¿Seguro?—preguntó burlón.
—Si Benjamín, no me importa—dijo como si nada pero yo sé que en realidad tiene miedo de que lo haga, su padre es muy especial y eso es para que se burle de él para toda la vida.
Si aún no supera lo del oso pequeño.
Benjamín los dejó a cada uno en su casa y luego me llevó a una heladería.
—Todo para que mi novia esté tranquila y olvidé todo lo malo—me voltee para darle un beso y él sonrió en mis labios.
—Te amo mucho—dije y él me abrazó por la cintura.
—Yo te amo más, mi preciosa panda—sonreí al escucharlo llamarme así.
Benjamín me hacía muy feliz.
Pasamos la tarde juntos y en un parque vimos como el sol se ocultaba y me incorporé abriendo mis ojos.
—Debo irme—dije y él me miró preocupado.
—¿Qué ocurre? ¿por qué debes irte?—lo miré y me levanté haciendo que él hiciera lo mismo.
—La cena, si no llego hoy y lavo los platos todo mi esfuerzo se va a ir por el drenaje, no puedo permitirlo—dije comenzando a caminar.
—¡Dios! pensé que era otra cosa, no vuelvas a asustarme así—dijo y yo asentí deteniéndome.
—Perdóname—le di un beso y lo tomé de la mano para empezar a correr, esto era de vida o muerte, era imposible que me dejara ganar por esos señores.
Nos subimos al auto y cada dos segundos lo apuraba para que acelerara, vi la hora en mi celular y comencé a sudar, quería ganar y solo faltaba media hora para la cena.
—Vamos Benjamín, debemos llegar—dije golpeando su hombro mientras cruzaba una esquina.
—Cálmate, ya casi llegamos—dijo él por enésima vez y yo le sonreí.
—Ok...pero apresúrate—detuvo el auto y yo me bajé corriendo para detenerme a mitad de camino—bájate y ven, vas a cenar aquí—me miró inseguro y yo le sonreí como si fuera un ángel—te prometo que no pasara nada—él hizo una mueca—bueno, si no quieres esta bien. Hasta mañana—dije y seguí mi camino.
—¿Cómo que mañana? ¿y esta noche?—preguntó acercándose.
—¿Qué pasa esta noche? no recuerdo—dije poniendo mis manos detrás de mí balanceándome.
—Dormimos juntos, Fabiana—fruncí el ceño confundida.
—No recuerdo, hasta mañana—quise girarme pero él me detuvo.
—¿Estás manipulandome?—preguntó y yo negué fingiendo inocencia.
—¿Yo? no, para nada—él negó y caminó delante de mí y yo sonreí porque funcionara.
—Manipuladora—dijo y yo esta vez si me reí con fuerza.
—Solo quiero un testigo—se detuvo volteando.
—¿Eso soy para ti, ahora?—preguntó dolido y yo negué.
—No y te amo pero estamos perdiendo tiempo—él asintió y ambos entramos a mi casa.
Definitivamente no sé como saldrá esto pero espero que bien para mi, aunque me temía un desastre antes de llegar a eso.
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