Capitulo 18
''No podemos confiar cuando las intenciones siempre estuvieron claras. ''
Creo que venir tanto al colegio me estresa mucho, no es como que no quiera tener conocimientos o ser una persona estudiada pero no debería costar nada, debería ser menos estresante.
Mil tareas por aquí, mil exámenes por el otro lado y no hay descanso, solo hay muchas hojas, libros, lápices y dolores de cabeza.
Además nos ponen a estudiar a muy temprana edad, sin preguntarnos siquiera.
Salgo de la última clase y justo cuando voy saliendo Charlotte toma mi brazo llevándome con ella, caminamos juntas y nos encontramos a Erick que se nos une, quien extrañamente tiene una gran sonrisa en sus labios.
—¿Y tu novio? —me encogí de hombros.
—No lo veo desde el almuerzo ¿por qué? —Charlotte se detuvo y lo miró seriamente.
—Diste tu golpe, no puede ser ¡lo diste! —gritó sobresaltándome y Erick se carcajeó.
Un espacio se abrió en medio de pasillo y mi novio se encontraba en el otro extremo , yo dije que no quería estar en esta guerra y estos me obligan a estar en el medio, solté un bufido cuando la sonrisa de Erick creció, se le iba a desencajar la mandíbula.
Benjamín venía como toro en coleada y Erick como todo un torero dispuesto a esquivarlo, a veces son tan infantiles.
—No puedo con esto—Erick me miró.
—Tú dijiste que estarías de mi lado—negué.
—Créeme que no, aunque él empezó pero no quiero participar en todo este desastre—Erick se acercó negando.
—Cuando estás dentro del juego, no puedes salir de él—arquee mi ceja y le pegué en la mano cuando quiso tocarme.
—Estás loco, no voy a participar en esto—el alboroto se hizo más fuerte.
— ¡Según las leyes de las guerras de último curso, el que entra no sale! —gritó alguien de la multitud y yo protesté en voz baja.
— ¡Nadie pidió tu opinión! —grité y todos comenzaron a abuchearme. —Bueno, está bien—todos comenzaron a gritar emocionados.
— ¡Erick! —Gritó mi novio y yo cerré los ojos esperando lo peor, de esto no saldría nada bueno— ¡¿preparados?! ¡AHORA! —cuando los globos de pintura comenzaron a caer todos comenzaron a buscar refugio mientras otros salían del colegio, otros hacían barricadas para que a los capitanes de la guerra no les pasara nada.
Todo parecía sacado de una película, Charlotte estaba al lado de mi novio mientras que yo estaba con Erick quien se había escondido detrás de su equipo, yo estaba en medio viendo como los del bando de Benjamín seguían enviando globos.
Querían derribar la barricada y Erick intentaba que no lo hicieran.
—Tonto, deben moverse—le dije y en eso una chica salió y le dieron en todo el pecho haciendo que cayera al suelo por el impulso con el que venía el globo. —yo estoy de tu lado pero no me voy a quedar a ver como se pintan con globos—le dije y el idiota que me gritó hace rato iba a hablar—yo sé pero como quiero, cambio las reglas hoy.
—No puedes—me encogí de hombros y comencé a caminar en medio del pasillo viendo fijamente a mi novio.
Charlotte le decía algo al oído y él titubeó, igual yo seguí caminando mientras los globos caían a mi lado.
— ¡Alto al fuego! —gritó y yo le sonreí.
Seguí caminando y cuando llegué hasta él puse mi mano en su hombro limpio.
—Nos vamos ¿sí? —lo miré sonriendo.
—No puedes dejar que te convenza, no te puedes retirar así—Benjamín la miró y yo me crucé de brazos—es del bando enemigo.
—Solo en el juego pero sigues siendo mi novio y quiero irme a casa o a cualquier otro lado—eso llamó su atención—dicten tregua por hoy y esperen la respuesta de Erick—ambos asintieron, de verdad servía eso de ser la mamá panda— ¡Erick, retirada! —le grité y todos rompieron fila yéndose por lados distintos.
Erick caminó hasta nosotros y le hizo una seña a su mejor amiga para que lo siguiera.
—Adiós capitán—me reí de mi amiga mientras caminábamos hacia la salida, podía sentir que de esta no saldríamos bien librados.
Llegamos al estacionamiento y contuve la risa al ver el auto de mi novio cubierto de hojas con fotos de él de bebé, de su trasero y mucho más, no pude más y me reí ganándome una mala mirada de mi novio y una gran sonrisa de Erick.
—Aunque eso no es peor polarcito amorcito—me burlé y Erick puso mala cara llevándose a Charlotte por el codo cuando comenzó a reírse.
Nos subimos al auto y sin esperar mucho Benjamín salió del estacionamiento.
—Entonces ¿A dónde quieres ir? —preguntó viéndome por el rabillo de su ojo.
—A la playa—él sonrió—sí, quiero ir allí.
Conecte mi celular y comenzó a sonar mi playlist que se llama sad pero tiene mucha variedad, canté la primera canción con mucho sentimiento, eran parte de mi esas canciones.
Así fuimos mientras llegábamos a la playa más cercana, desde hace meses estuve diciéndole a Erick para ir pero nunca nos quiso llevar, debía aprovechar la oportunidad que la vida me puso enfrente.
Seguí cantando cada canción, una tras otra sin detenerme mientras hacía reír a Benjamín con mis movimientos de baile y mis palabras mal dichas en español.
—Hoy no quiero que digas ni una palabra tus labios cerrados van a ser más que suficientes—canté o más bien grité mientras me dejaba llevar por el ritmo de la canción—Amo cuando dices mi nombre desesperada—seguí y Benjamín me veía de vez en cuando.
— ¿Esa es del mismo cantante? —asentí y me acomodé para cantársela.
—Acércate a mí, bésame sin sentir que si sentimos vamos a morir—me reí después de cantarlo—Nunca me había sentido tan libre de compromisos y a la vez tan atado por tus caderas al piso—mis mejillas se tiñeron de rojo y me voltee al frente escuchando la risa de Benjamín.
—Que gran canción—le sonreí cambiándola y me recosté en el asiento a esperar que llegáramos—canté en voz baja pero seguí haciéndolo mientras él conducía.
Me quedé dormida a lo largo del camino mientras se escuchaban mis canciones.
Varios minutos después siento como están tocando mi hombro y abro mis ojos poco a poco viendo el rostro de Benjamín muy cerca del mío.
—Ya llegamos—me sonrió para luego bajar del auto.
Yo bostezo y me estiro para salir también, quito mis zapatos y camino descalza en la arena caliente, sonrió y me siento feliz.
Pasamos la tarde corriendo, riéndonos y disfrutando de la arena, del sol y del mar. Nada podía ser mejor
—¿No quieres entrar?—me preguntó señalando al mar, yo lo miré un segundo y luego a mi ropa—luego nos secamos, aunque sea hasta las caderas—lo pensé un poco más y acepté.
Tomé su mano y corrimos hasta que nuestros pies tocaron el agua, yo lo miré y él me sonrió feliz.
Avanzamos poco a poco hasta el límite que dijimos, él me tomó por la cintura y me acercó a él, acarició mi cara con su nariz, se detuvo y me miró fijamente.
—Jamás pensé sentir tanto por ti, por nadie—dijo y mi corazón comenzó a golpear con fuerza—te quiero mucho Fabiana y quiero que estemos juntos por siempre.
—Por siempre son palabras muy fuertes por ahora, pero yo también te quiero y justo ahora no veo como no podría estar contigo, aquí—llevó una de sus manos a mi mejilla y yo me pegué a ella.
Jamás pensé que esto pudiera ser, que nuestro amor se pudiera concretar, que fuéramos él y yo después de todo.
Me besó con delicadeza, transmitiendo lo que siente y yo devolviéndolo en la misma medida, quería poder quedarnos así por siempre.
Nos quedamos un rato más en el agua hasta que el sol comenzó a ocultarse, yo no les avise a mis papás aunque ellos saben que paso las tardes con él.
Salimos y al llegar al auto me sequé con una camisa que tenía en la parte trasera para después ponerla sobre el asiento y subirme al auto.
Voy a poner la música y veo que tengo muchas llamadas perdidas y mensajes.
—Oh por Dios—dije al ver que mi mamá nos agregó a un grupo y pasó la foto de todos en el pasillo con la guerra de pinturas y no solo eso, estaban también las mamás de mis amigos.
Veo a Benjamín y tiene la misma cara que yo.
—¿Qué es esto? ¿Mi mamá está en el grupo? no puede ser—dijo pasando su mano por su cabello—¿Que haremos?—miré mi celular y llamé a Charlotte pero esta no me respondió.
Intenté otra vez y fue lo mismo así que decidí llamar a Erick que tardó en responder pero igual lo hizo.
—¿Si?—escuché que susurro.
—¿Qué fue lo que pasó?—pregunté y un golpe se escuchó del otro lado tras un quejido y luego pasos silenciosos.
—Que no medimos las consecuencias y ahora estamos en los juegos del hambre con nuestras madres, yo estoy escondiéndome porque ella me quiere matarme, Charlotte tiene prohibido usar el celular y no podrá salir por un mes entero—llevé mi mano a mi pecho—no sé qué será de mí y ahora ustedes en sabe donde quien, que es algo peor porque sus madres están que queman todo, tienen dos opciones, escaparse o regresar—me reí nerviosa.
—No puede ser tan grave—dije tratando de despreocuparme.
—Lo es, amiga—miré a Ben—no hay forma de que salgamos con vida de esto—escuché un golpe fuerte y la comunicación se cortó.
Oh no, lo atrapó.
—Estamos en unos muy grandes problemas—él asintió y encendió el auto para empezar a conducir.
—¿Qué haremos?—pasé mis manos por mi cabello frustrada.
—No lo sé Ben pero huir no es opción o si, no sé, solo no quiero que esto empeore—él no dijo nada más y siguió manejando.
Los nervios me tenían al límite, no quería las represalias de algo que yo no provoqué pero que de alguna forma apoyé, era cómplice y ya nadie me sacaría de allí.
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