Capitulo 1
''Amar siempre fue lo ideal.''
2 semanas antes.
Estaba nerviosa, demasiado para ser honesta.
Era mi último año lo que significaba tener que ir a la universidad y por ende, convivir con personas nuevas, conocer un nuevo entorno y seguir matando mi cerebro con letras y números.
No sé cual era la necesidad de llevarnos a la escuela a una edad tan temprana, para mi lo más lógico era que si pasaríamos la mayor parte de nuestra vida estudiando, nos tenían que dar un respiro y dejarnos empezar seis u siete años, no a los tres o cuatro cuando solo queremos jugar, ensuciarnos, correr, comer dulces y dormir siestas largas.
Para mí, ser niña era lo mejor, no había preocupaciones por absolutamente nada, los niños solo nos servían para jugar y eso estaba bien pero debíamos crecer porque ese es el orden natural.
Aunque en ocasiones ser niño era molesto porque no podías hablar cuando lo hacían los adultos porque ¿Qué podría aportar un niño en una situación adulta? Solo por eso me gusta ser grande.
Todo tenía ventajas y desventajas pero aunque la balanza se fuera por el lado de la adultez siempre preferiré la inocencia, el juego, el no resentirme por mucho tiempo, sonreír con mucha facilidad y olvidar las caídas con una fuerza increíble.
Admiraba como son los niños.
Suspiré con fuerza y miré por mi ventana mientras quitaba el edredón que me cubría.
Había quedado con mi mejor amiga hoy, pasaríamos las tarde juntas aprovechando que nuestros días aun no se colapsaban por las clases.
Habíamos tenido unas vacaciones increíbles, siempre agradecía tenerla en mi vida.
Mire mi reloj en mi mesita de noche y bostece con una flojera increíble, eran casi las once de la mañana, me estiré y bajé mis piernas colocando mis pies en mis pantuflas.
Seguramente mamá ya estaba haciendo el almuerzo, ella era increíble en la cocina, por eso es chef en un restaurant.
Siempre me he sentido orgullosa de su fuerza y alegría.
Ella cuando salió del bachillerato ya había tomado muchos cursos de cocina hasta que logró entrar en una escuela gastronómica que al graduarse, por ser el mejor promedio, obtuvo el puesto de chef en el restaurant en el que trabaja actualmente.
A lo largo de los años capacitó a una chica, que ahora es su asistente de cocina y la chef queja a cargo cuando regresa a casa a mediodía.
Entro en baño arrastrando los pies y decido asearme para no perder tanto tiempo, si espero más llegare tarde como siempre.
Cuando ya he lavado mis dientes, decido entrar a la ducha y darme un baño rápido disfrutando del agua refrescando mi piel.
Siempre he pensado que reflexionar bajo la ducha es increíble, te sientes relajado y tu mente queda en paz y silencio.
Salgo envolviéndome en una toalla y seco mi cabello con una pequeña, luego conecto el secador y sonrío al verme en el espejo, siempre me ha gustado mi sonrisa y como mi cabello rubio caía a los lados de mi cara llegando por debajo de mis senos.
No puedo decir que tengo un cuerpo de infarto pero con mis dieciséis años mis curvas eran decentes, mido un metro sesenta, mi cara es un poco ovalada, mi nariz perfilada, mis labios un poco gruesos y rosados, mis ojos verdes como los de mi papá y mis largas pestañas como las de mi mamá.
Según ellos era una hermosa chica y lo creía porque una de las cosas que me habían enseñado ellos fue amar mi cuerpo tal era y lo hago.
Alisé mi cabello creando luego ondas leves con una plancha, me apliqué un poco de maquillaje y mi estomago protestó al no haber recibido alimento.
Caminé para salir del baño para llegar a mi armario y tomar un vestido de verano hermoso que me había regalado mi papá, me coloqué unas zapatillas y salí de mi habitación siguiendo el maravilloso olor que venia de la cocina, baje las escaleras y caminé hasta llegar a ese lugar feliz.
—Hola mami—sonrió al escuchar como la llame.
—Hola estrellita dormilona—me reí bajito al escucharla—agarra esas frutas picadas y come eso hasta que este listo el almuerzo—asentí encantada y me senté en un taburete frente al mesón que divide la cocina del comedor.
Ella me echaba ojitos mientras yo devoraba las frutas, vi una pequeña sonrisa en sus labios y negué, sabia que se moría por preguntar.
—Oh mamá, pregunta con confianza—ella entrecerró sus ojos hacia mi y yo me reí con ganas.
— ¿Acaso vas a salir con algún chico?—negué carcajeándome y ella me lanzó una mala mirada, no puedo creer que me pregunte eso.
—Posiblemente mami—ella me miró fijamente y yo le sostuve la mirada apretando los labios con fuerza para no reírme.
—No estoy jugando Fabiana—dijo volteándose por completo para mirarme.
—Yo tampoco mamá no sé si mi querida mejor amiga me sale con una sorpresa—pude ver el alivio en su rostro y sonreí—ustedes si saben que en cualquier momento tendré un novio ¿cierto?—ella desvió la mirada.
—Si, pero es difícil hija. Tu eres nuestra pequeña— le sonreí y asentí.
—Te entiendo—ella siguió cocinando y yo la seguí observando con una sonrisa en mi rostro.
Yo amo demasiado a esa mujer .
***
Entro a una heladería y veo a mi mejor amiga sentada en nuestra mesa habitual, caminé hasta ella y tapé sus ojos con mis manos.
—Fabiana yo no sé cuando dejaras de hacer esa tontería sabiendo que puedo reconocerte—me reí y destapé sus ojos para sentarme frente a ella.
—Ese siempre será mi saludo Charlotte, así que acostúmbrate—ella me sonrió—no entiendo como después de tantos años no te acostumbras—yo negué decepcionada.
—Estoy acostumbrada fabs, solo que gusta parecer que no—ella sonrió—tómalo como respuesta a tu saludo, ahora ¿lista para nuestro ultimo año?—hice una mueca y ella sonrió—deberías dejar de pensar en lo horrible que es estudiar tanto y concéntrate en que este año sea el mejor.
—Lo haré, lo bueno es que tu estarás a mi lado y yo al tuyo—ella asintió feliz.
Seguimos hablando por un rato, pedimos nuestros helados y mientras disfrutábamos planeamos que hacer los días que nos quedaban libres.
—Fabi ¿crees que volverá este año?—la miré por un segundo y negué.
—No creo y espero que no, sabes cuanto me dolió que se haya ido, no creo poder verlo nuevamente—ella asintió.
—Lo entiendo, sé lo que te afecta pero ya ha pasado un tiempo ¿no crees que es tiempo de sacarlo por completo?—la estudié unos segundos y suspiré, no hay forma de que pueda eliminarlo por completo, por lo menos no todavía.
—¿Quieres dormir en mi casa hoy?—pregunté para cambiar el tema, siempre hablar de él me ponía nerviosa, era algo que no podía evitar.
Nos concentramos en planear nuestra noche pero ya mi mente no se quería apartar de esa pequeña posibilidad.
No creo poder verlo y no sentir algo por él, tardé mucho para superarlo pero estoy segura que no lo hice al cien por ciento y eso me aterra demasiado.
Sabía que, de alguna forma, era imposible no sentir nada por él después de tanto.
***
Escuché el despertador sonar por quinta vez y volví a golpearlo para que se apagara, yo solo quería dormir como lo hice en todo el verano ¿por qué tenían que empezar las clases de nuevo? esto de estudiar realmente es un martirio.
—Vamos Fabi, es hora de levantarse o te tendrás que ir caminando—resople y salí de debajo de las sabanas—no me voy hasta que no salgas de la cama, te conozco—me reí y me levanté perezosamente.
— Mamá, debes confiar un poco más en mi—me reí al decir eso—hablo de a la hora de levantarme, confía en mi auto control a volver a dormir, yo se que debo ir a clases—dije entrecerrando los ojos evaluándola.
—No hagas esa cara que pareces loca y no, no confió en ti porque sé como eres con eso de dormir, pareces un oso perezoso así que levántate ya que vas a llegar tarde—bufé y termine de levantarme mientras ella salia de mi habitación.
A veces que me repitiera las cosas lograban fastidiarme mucho pero como sabia que tenia razón no replicaba.
Entre al cuarto de baño de mi habitación y con toda la flojera del mundo hice mi rutina de aseo personal, salí envuelta en mi toalla y me senté en mi cama a revisar mi teléfono mientras escucho voces en la planta baja.
Siempre haciendo ruido.
—¡Fabiana! ¡apresúrate!—grito mi mamá y yo casi dejo caer el teléfono del susto, llevé mi mano a mi pecho y deje el teléfono en la cama para ir a mi armario a buscar la ropa que me pondría, eso es lo bueno de estar en bachillerato que puedo usar ropa normal y no uniforme.
Agarro un pantalón negro tiro alto y una camisa holgada azul con unas letras en el frente blancas, me puse unos zapatos deportivos, salí para verme en el espejo y arreglarme bien.
Peine mi cabello con mis dedos y me hice una cola alta un poco despeinada, mi apariencia era más desorden que pulcritud y es que así me arreglara el cabello se me desordenaba en el camino.
Metí los libros a mi bolso y salí de mi habitación, revise mi teléfono y ya casi eran las siete, baje las escaleras y camine al comedor donde están mis padres desayunando.
—Buenos días estrellita—dijo mi papá y yo me acerque a besar su mejilla.
—Buenos días pá—me senté y me serví el desayuno.
—Es el primer día de tu ultimo año y vas a llegar tarde, típico de ti—me reí comiendo mi cereal y ella negó—¿que voy a hacer contigo?—me encogí de hombros.
—¿Amarme? no puedes hacer más, soy tu hija adorada—mi papá se rió chocando los cinco conmigo.
—En eso tiene razón, bueno ya es hora de irnos—deje la mitad de mi cereal y colgué mi bolso en mi hombro y metí mi teléfono en mi bolsillo.
Le di un beso a mi mamá y la abracé con fuerza—te amo mamá—la solté y corrí detrás de mi papá.
Tenia la esperanza de que este año fuera diferente, mejor y con mucha emoción, sin complicaciones. Me prometi no estresarme de más y eso es justo lo que haré.
***
Entre y vi como todos iban de un lado a otro, parecía que no solo yo había llegado tarde o quizás no han querido entrar.
Caminé por el pasillo para ir a mi clase y me detuve abrupta-mente, esto no podía ser, pensé que no lo volvería a ver nunca más.
No se si sentirme bien o mal, porque justo hoy en este fatídico día para mi que odio levantarme temprano aparece él.
Justo cuando pensé que todo estaba bien, que ya todo estaba superado, vuelve y hace que mi estomago de tantas vueltas que sientas cosquillas ¿o eran mariposas? me preguntaba porque justo tenia que venir aquí, otra vez.
Se había ido y pensé que así podría superarlo pero el verlo otra vez como que hizo que emergiera eso que había encapsulado hace varios años y yo sabia que justo eso era lo que pasaria si lo veia.
Tome una respiración profunda y cerré los ojos, tenia que controlarme y parecer lo más normal posible, no podía dejar que se notara cuanto me afecta su cercanía o su simple presencia.
Seguí caminando y cuando estuvo más cerca pude ver sus hermosos ojos cafés mirarme con fijeza, una sonrisa apareció en sus labios rosados y mi corazón se detuvo, sentí las mariposas revolotear con mucha más intensidad y mis manos comenzaron a sudar, me sentía nerviosa y con ganas de darme la vuelta y caminar hacia otro lado pero hice lo más lógico, le devolví la sonrisa.
Se detuvo frente a mi haciendo que me detuviera también, estaba comenzando a transpirar, ya no sentía el aire entrar con normalidad a mis pulmones.
Sorprendiéndome se inclino sobre mi y me dio un beso en la mejilla y deje de respirar por completo.
—Hola ¿Como has estado?—pregunto dando dos pasos hacia atrás dejándome ver sus ojos de cerca, pestañee y suspiré nerviosa.
—Hola, Benjamín—sonreí tímidamente—he estado bien ¿y tu?—pregunte alejándome un poco.
—Me alegro mucho y yo bien también, regresando a mi hogar—dijo con una gran sonrisa, me quedé mirándolo con fijeza, su sonrisa también era hermosa como sus ojos.
—Ya veo, espero que disfrutes el estar aquí otra vez—dije retorciendo mis dedos—¿te gusta como mejoraron el colegio?—dije lo primero que se me ocurrió y me di una bofetada mental por ser tan tonta.
—Si, ha cambiado mucho desde que estuve aquí en el primer año—asentí—ademas hay más chicas lindas—hice una linea con mi labios y desvié la mirada.
—Si...claro—tomo mi mentón con sus dedos y volteo mi cara hacia él viéndome con una intensidad que me dejó pasmada, no podía dejar de verlo.
—Debo decirte algo—dijo acercándose un poco más haciendo que mi corazón quisiera salirse de mi pecho.
—Si...¿de que se trata?—dije en un susurro, sentía la boca seca y las manos sudorosas, se acerco un poco más y dejé de respirar sin dejar de mirarlo a los ojos.
Escuchamos un grito y es su mejor amigo llamándolo, me miró y luego sonrió para irse sin más y dejarme allí ansiando que me dijera o que hiciera algo más.
Sacudí mi cabeza y comencé a caminar nuevamente hacia el salón.
Después de pensar que no lo volvería a ver, volvió y ahora no sé como haré para calmar los latidos de mi corazón cuando siento su cercanía, iba a ser muy difícil evitar todo lo que emergió al verlo.
***
Entré a la primera clase con demasiados nervios, volverlo a ver había abierto una brecha muy grande entre mi fuerza de voluntad y mis ganas de poder por fin vivir lo que un día empezó para no existir más.
Me torturaba la idea de que era tan tonta para no haberlo olvidado durante todos esos años pese a mis intentos.
Seguramente Char ya lo vio, ella me estuvo mandando mensajes pero yo no quise contestarle ni una vez, era demasiado cansado tan solo el hecho de pensarlo una y otra vez como una escena repetitiva.
Quería salir corriendo para no tener que verlo en lo que resta del día pero de nada serviría, no es como que dejaría de venir para no verlo, además mi mamá no me dejaría faltar, si en los anteriores años era intensa, no quiero imaginarme lo que me espera al ser este mi ultimo año.
Mi ultimo año...
Pensaba que seria tranquilo, sin problemas, disfrutaría de cada aventura inventada por Charlotte pero ahora tenia que pensar de más en algo que había dejado en el pasado.
Aún recuerdo como nos despedimos, justo ahora se siente tan presente ese recuerdo que hace que se oprima mi corazón, siempre me gustó, siempre lo quise y siempre pensé que él no sentía lo mismo.
Me acerqué a los columpios del parque principal, seguro tendría que esperarlo, no puedo creer que hace dos días atrás había empezado a salir con el chico que siempre me había gustado, es como realizar una gran hazaña.
Me columpié pensando en las posibilidades a las que siempre me aferré, era horrible pensar que no gustaba de mi y cuando por fin supe que era correspondido me sentí genial.
Alcé mis pies en cada ida y vuelta, la brisa golpeaba con fuerza mi cabello, tenia aproximadamente media hora aquí sentada viendo a la gente pasar y al sol ocultarse.
Me levanté de un salto y dando un largo suspiro comencé a caminar para alejarme de ese lugar, me había dejado plantada como a una tonta.
Mi madre siempre decía que era demasiado inocente y que aunque eso estaba bien, también me hacia un blanco fácil para las personas y cuanta razón tiene.
Estaba cruzando la esquina para salir de ese parque y escuché un grito a lo lejos pero no me detuve, no se quien se creía para pensar que esperaría por él todo el tiempo que el quisiera.
Así no funcionaban las cosas, así que con mi molestia al borde comencé a caminar más rápido, cruce la calle y seguí por la acera.
La fría brisa alborotaba mi cabello y me hacia frotarme los brazos, como pude dejar mi chaqueta en casa.
Vi a Charlotte en la cafetería a la que siempre vamos y decidí ir hacia ella pero a mitad de camino me detuve, no quería tener que explicarle porque no estaba en mi cita soñada y porque llevaba esa cara pero al darme vuelta para cambiar mi rumbo, choqué con un pecho fuerte y contuve el aliento.
Mi corazón quería salirse de mi pecho y mis manos comenzaron a sudar, lentamente subí el rostro y pude ver esos ojos que tanto me gustaban, el oxigeno no llegaba a mis pulmones con normalidad, quería centrarme, hacerlo a un lado y seguir mi camino pero mis piernas no me respondían.
—Fabiana—cerré mis ojos y di un paso hacia atrás, no podía dejar que viera lo afectada que estaba.
Respiré y volví a abrir los ojos encontrándome con su mirada intensa sobre mi, era difícil esto para mí.
—Déjame explicarte, por favor—lo miré unos segundos y negué.
—Yo no soy burla de nadie, no tengo un cartel en mi pecho que dice hazme creer que te gusto o que soy estúpida, no Benjamín yo siento todo esto por ti y no estoy para juegos, no estoy para tus estúpidos juegos—di un paso hacia atrás—si solo querías burlarte no me hubiese pedido ser algo pero claro así era más divertido—resoplé—yo no soy juego de nadie Benjamín, de nadie—iba a pasar por su lado pero me detuvo tomando mi codo.
—No es lo que crees, tú si me gustas ¡Por Dios! Me gustas muchísimo y jamás me burlaría de ti, nunca pienses eso—se quedó en silencio y luego suspiró—me voy Fabiana—fruncí el ceño y me aparté de él—me voy mañana, yo... no lo supe hasta hace una hora, por eso no llegué. Lo siento tanto...—él se acercó y tomó mi mano—te juro que me gustabas y me gustas demasiado, que te correspondía y que jamás me burlaría de ti de esa forma.
—Te vas, tú... después de tanto tiempo y ahora te vas—no lo podía creer.
—Lo siento yo... te prometo que estaremos en contacto, no me alejare de ti—yo negué.
—No, yo no puedo tener una relación a distancia—me alejé un poco más.
—Pero...Fabiana yo sé que puede ser difícil pero nosotros podemos.
—No, yo no puedo—él se acercó y pasó sus brazos por mi cintura y acercando su rostro al mío acariciando mis labios con su respiración.
—Podemos—afirmó y yo pase mi lengua por mis labios y su vista bajó allí viendo como lo hacia.
Subió una de sus manos y tomó mi mentón para subir mi cara y encontrarme con la intensidad de su mirar, yo apreté mis manos en su camisa formando puños y lo atraje hacia mi estampando mis labios en los suyos.
Ninguno de los dos reaccionó en el primer momento pero en lo que nuestras respiraciones se volvieron pesadas fuimos conscientes de la intensidad del momento y comenzamos a mover nuestros labios en un beso lento, tortuoso y dulce, demostrando nuestros sentimientos y marcando el momento como una despedida única.
Quise llorar pero no podía arruinarlo, no cuando sus labios se movían con gentileza sobre los míos, cuando su corazón marchaba a una rapidez muy semejante al mío, cuando sus manos me sostenían con firmeza.
No podía arruinar ese momento de esa forma, no me lo perdonaría.
El aire ya era un poco escaso pero yo no quería dejarlo ir, no cuando lo tenía para mi justo ahí.
Cerré los ojos con fuerza cuando dejó de besarme lentamente, no quería verlo.
—Debo irme Fabi, te prometo que te escribiré a diario—me alejé de él asintiendo, no podía hablar.
—Adiós—dije en un susurro.
—Hasta luego, Fabiana—sonreí y me di la vuelta dejándolo allí, sintiendo como mi corazón dolía.
Me alejé sabiendo que no lo vería nuevamente u que él me olvidaría rápido, que encontraría a alguien más y que este beso luego de un tiempo no significaría nada para él habiendo sido todo para mí.
Ya habían pasado varios mese y yo decidí no responder ni sus mensajes ni las llamadas.
Charlotte varias veces me dijo que estaba cometiendo un error dejándolo ir así pero yo no iba a cambiar de opinión.
—Fabiana, sabes que no estas haciendo las cosas bien, muy claro se ve que te mueres por responderle—yo negué jugando con un lapicero que tenia entre mis dedos.
—Te dije que no, no puedo alimentar mi corazón con unos mensajes y llamadas cuando esta tan lejos, cuando no sé si volverá. Yo necesito más, no puedo tener mis esperanzas en algo que no sé si va a funcionar—ella bufó.
—Cometes un error.
—Prefiero ya no hablar de eso, quiero poder olvidarme de él tranquilamente—ella asintió y dejamos el tema hasta ahí.
Vuelvo a la realidad, miro el pizarrón lleno de información y me lamento al darme cuenta que me perdí la clase por estar pensando y ahora no entendí absolutamente nada de lo que explico.
Volteo buscando a Charlotte y la encuentro a tres mesas de la mía porque el lugar donde siempre se sienta lo tomó otra persona, ella me miró y negó divertida porque me conoce perfectamente y sabe que estoy totalmente perdida en la explicación de la clase.
Lo raro es que no me hizo ninguna seña de saber algo aunque seguramente ya lo sabe, para como vuelan los chismes aquí, se me haría raro es que no lo supiera.
Luego de unos minutos la clase terminó dejándome aun más confundida, recogí mis cosas y me levante para recargarme en mi mesa a esperar a Charlotte que siempre se despedía de todo el salón.
Camino hacia mí y yo me erguí, ella se puso a mi lado y entrelazo nuestros brazos.
— ¿Lo viste?—me preguntó y yo asentí como si nada mientras una batalla se libraba dentro de mi— ¿Y...?
—Nada Char, nada—suspiré—me dijo que debía decirme algo, yo tengo miedo, me trató normal Charlotte, como si no lo hubiese ignorado por tantos años, yo...no sé—dije sintiéndome perdida—debería odiarme pero me trató normal, hasta me sonrió ¡me sonrió! Yo no merezco eso después de ignorarlo.
—Respira, seguramente solo fue amable, todavía no sabemos que querrá decirte y no sé ¿arreglar las cosas?— yo la miré.
—Tu sabes que yo soy negativa, en mi mente solo esta la posibilidad de que solo fue una mascara y que lo que realmente quiere es gritarme, yo debí contestarle aunque sea una vez, si tan solo...
—No es momento de arrepentimientos, es hora de enfrentar la situación como una chica de dieciséis años que sabe lo que quiere, así que ya basta Fabiana, basta de lamentarte, enfrenta las cosas de una vez por todas, no actúes como una cobarde—asentí mientras caminábamos por el pasillo rogando no encontrármelo.
Llegamos a nuestros casilleros y sacamos lo que necesitaríamos en la próxima clase.
Me sentía muy nerviosa, a punto de un colapso nervioso pero debía fingir frente a Charlotte lo más que pudiera.
Nos fuimos a nuestra clase y en mi mente recitaba con mucha fuerza unas palabras.
Que no me lo encuentre.
Puse todo de mí en eso, esperando pasar el día tranquila, poder llegar a mi casa y encerrarme.
Lo volveré a evitar porque el miedo podía más que mi razón.
***
Era la hora del almuerzo y yo estaba en la fila para comprar mi comida, casi nunca comía aquí porque mi mamá me preparaba unas cosas tan deliciosas que me era imposible no traerlas, hoy como era el primer día le dije que no me hiciera nada.
Según mi papá para vivir la experiencia completa.
La realidad es que, mi mamá hace mucho por nosotros y a veces prefiero que no se meta mucho en la cocina.
Camino hacia la mesa donde me espera Charlotte junto a otras amigas pero en eso veo que viene entrando Benjamín y me paralizo, no puede ser.
Él me mira y me sonrió, mis nervios ya están en un punto máximo, me siento acorralada.
Miro hacia el lado del patio y decido que es mi oportunidad de huir, sin mirar ni un segundo hacia atrás emprendo mi camino casi corriendo.
Al salir completamente tomo un respiro y veo a Erick sentado al pie de un árbol, camino hacia él relajándome un poco, esto de esconderme me tiene estresada.
— ¡Polar!—exclamé sentándome a su lado.
—No se porque dejé que Charlotte nos pusiera esos apodos—dijo con el ceño fruncido.
—Mírate, igualito al frio de polar.
—Mírate, igualita al desastroso de panda—me reí dándole la razón— ¿Por qué saliste casi corriendo del comedor?—me miró fijamente buscando la respuesta y yo me puse nerviosa—igual a panda ¿Qué escondes?—se llevó un dedo al mentón haciendo una pose pensativa—oh, ya sé—abrí mis ojos demasiado—Benjamín—dijo alzando las cejas de arriba abajo y yo me sonroje.
—Solo no quiero enfrentarlo aun y no te pongas de pesado como Charlotte que quiere que enfrente las cosas de una vez—él sonrió negando.
—Ella tiene razón pero tu sabes eso, solo que el miedo te detiene—negó fingiendo decepción—y ambos sabemos que no es solo por el hecho de que lo ignoraste por tanto tiempo, sino porque temes seguir sintiendo cosas por él.
—En estos momentos es que odio que me conozcan tan bien—ambos sonreímos.
—Dejando ese tema a un lado, hoy haré una fiesta por el inicio de clases y ambas deben ir—yo hice una mueca—no acepto un no Fabiana, así que llamare a tus papás y les diré que te quedas en mi casa hoy, lo mismo haré con Char—asentí resignada y le sonreí.
—Ya que no hay nada mejor—me golpeó el hombro y empezamos una batalla de poderes haciéndome olvidar lo que me aqueja.
***
Pasó el almuerzo y ya me encontraba en la ultima clase y no he parado de pensar que me querrá decir, de que se trataba todo esto, de que si era una broma.
De alguna forma yo no esperaba que regresara, que evitarlo seria la mejor forma pero aquí estaba y me espere que me odiara no que m sonriera y que quisiera hablar conmigo.
Me estaba muriendo, y justamente le tocaba esa clase conmigo, paso por mi lado pero no se si no me vio, yo igual me hice la que no lo vi porque seguir ignorándolo era mi plan inicial.
Antes de sentarme me encontré con una de mis amigas se llama Madison, ella por lo general es callada y tímida pero aun así todos los chicos siempre están detrás de ella, imagino que es porque nunca ha estado con nadie a lo largo de estos años y la ven como un reto.
Es muy hermosa pero se merece mucho más que idiotas.
— ¿Quien es ese chico que estaba hablando contigo en la mañana? Me iba a acercar porque te vi muy nerviosa pero al momento se fue—se me había olvidado que ella no sabia nada de él porque ella llegó meses después que él se fuera
No sabía si decirle lo que en realidad pasaba o esperar un poco mas, igual mientras más lo hablaba más presente estaba.
—Solo es un amigo que se fue hace mucho tiempo pero como ves regresó y me sorprendí al verle, pensé que no lo volvería a ver y no vi importancia el hablar de él.
—Esta bien ¿que año estudia?
—El mismo que nosotras pero casi no ve en las mismas clases que nosotras––y lo agradezco eternamente.
—Bueno pero de igual modo podemos orientarlo con las materias y eso—esto era muy raro, primera vez que esta interesada en ayudar a alguien nuevo.
¿No será que le gustó? Igual no me importa, él tiene todo el derecho de estar con quien quiera.
— ¿Y porque tanto interés en ayudar a un chico nuevo? tu nunca lo has hecho––tenia que preguntar no podía quedarme así porque por más que las cosas estén un poco enredadas, seguía importándome.
—Oh...no por nada, solo porque es tu amigo—entrecerré los ojos viéndola, no me convencía el tono en que lo había dicho, se veía nerviosa.
—Ok, bueno si tú lo dices—le sonreí.
Una hora después estábamos saliendo del aula y freno de golpe al verlo.
Estaba abrazando con una chica de un año menor que el nuestro, sentí un aguijonazo sabiendo que eran los celos que no se como explicarlos.
Además no tenia porque ponerme así, yo lo alejé.
El abrazo termina y su mirada viaja hasta a mí paralizándome, le dice algo a la chica y camino hacia donde yo estoy.
Mi corazón comenzó a golpear con fuerza mi pecho, empecé a transpirar y sentí como las piernas podrían fallarme en cualquier momento.
—Hola Fabiana
—Hola Benjamín ¿como ha estado ese regreso?
—Bien, muy bien.
—Me alegro por ti—dije tratando de mirar a todos lados menos a sus ojos.
—Mírame––no le hice caso y dio un paso hacia mi—Fabiana, mírame.
—Yo creo que es momento de que me vaya––dije dando el mismo paso que él dio pero hacia atrás.
—Tenemos que hablar—dijo y yo negué
—No creo que eso sea posible, yo...—dio otro paso y yo levante la mirada encontrándolo muy cerca.
—Fabiana...
—Benjamín, por favor—susurré ya en mi limite—no hagas esto.
— ¿Hacer que? ¿Enfrentarte? ¿Hablar de frente? Me ignoraste, cumplí mi promesa pero tu me alejaste, me desechaste ¿era sincero tu amor por mi? ¿De verdad sentías algo?—respire con fuerza—me sentí horrible, como si no importaba, te necesitaba o acaso creías que irme me había sentado bien, me sentía solo—susurro lo ultimo—muy solo y te necesite por tanto tiempo.
—Benjamín... yo—suspiré—lo lamento tanto pero no puedo hablar, no ahora, lo siento.
—Quizá ahora no era tarde porque guardaba una leve esperanza pero no te sorprendas si luego no quiero escucharte—vi el dolor en sus ojos.
Negué y salí corriendo lejos de él, no quería verlo porque me dolía. Yo no estaba preparada para hablar con él y no creo estarlo.
No se si esto era él comienzo de algo que terminaría mal.
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Holaa, vengo de nuevo con este libro por aqui pero con algunas (muchas) cosas cambiadas, espero les guste.
Pueden encontrarme en mis redes como:
Ariadna Romero en Facebook/ Amor entre lineas... pagina para compartir pequeños escritos.
@ariadnafabiola9 en Instagram
También pueden encontrar más de mis libros en Sueñovela y Booknet solo buscandome como Ariadna Romero o Arfalov.
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