Nathaniel reacciono y le arrebato el cuaderno a Melody con un gesto de desaprobación, pensó en ir a buscar a Annie, pero no tenia idea de que podría decir, así que simplemente se quedo parado viendo como todos se dispersaban.

Lo único que quedó cuando todos se fueron, fue el sentimiento de culpa y la libreta a medio romper de Annie.

Nathaniel regreso a casa, dejo el cuaderno en su escritorio y pensó en todas las cosas que debió haber dicho, pero entre más lo pensaba, más estúpido se sentia.

No quiso ver los poemas de la libreta, sabía que no merecía un gesto tan bello por parte de Annie, él había sido más que un patán esa noche y todas las anteriores.

Pasaron cerca de dos meses y el remordimiento lo empezaba a matar, cuando Annie no volvio la primera semana, pensó que era normal, pero cuando llegó el primer mes, sabía que todo era por su culpa.

Volvió a casa decidido a por lo menos leer un poema al día, quizá así podría leerlos sin morir por la culpa de sus remordimientos.

Y así lo hizo, el primer día, antes de dormir tomo la libreta y abrió en la primera página.

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Tu cabello dorado, se mueve con el viento, en un ritmo tan armónico, que me pierdo entre los movimientos. Pasaría la vida entera solo viendo tu cabello, tan dorado, tan hermoso.

Nunca podré decírtelo, porque tengo miedo, siempre temo a como reaccionaras, como será tu mirada.

Moriría de solo saber que jamás piensas en mí, que actuó de forma absurda al guardar estos sentimientos dentro de mi.

No quiero amarte, porque es traicionar mi amor propio, correr a un abismo, lanzarme de un risco. Sin embargo, ya lo hago, muero por verte feliz, muero por probar tus labios y verme en tus ojos.

Muero por amarte tanto.

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Cerró la libreta sintiéndose el peor ser humano del mundo, pensando en que momento Annie había empezado con estos sentimientos.

Lo único que el recordaba era como jugaban a veces de niños, que el solía leerle cuentos, pero jamás fue algo especial con ella.

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Recuerdo tu dulce mirada al leer, tus finos dedos dando vuelta a las páginas. Jugando con tu índice entre cada línea, riendo por cada frase llena de elocuencia.

Recuerdo tu suave aroma, la fragancia del suavizante de lavanda mezclada con el olor dulce de tu piel.

Recuerdo las veces que fingía estar dormida, solo por sentir tus dedos acomodando mi cabello, agitando mis manos para despertar a mi triste realidad.

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Cuando los padres de Annie la miraron llegar llorando a casa, supieron que evidentemente todo había salido mal y que ella necesitaría un poco de tiempo a solas para asimilarlo.

Ella suplico que se marcharan de alli, pero dejar sus trabajos en la ciudad, por un momento de lágrimas de su hija, no les pareció prudente. Sin embargo, después de 2 semanas en que ella se negó a comer y salir de su habitación, la preocupación se apoderó de ellos y buscaron solucionar todo.

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Ya no tengo más lágrimas que derramar, me quedé seca, vacía..

Ya no tengo más suspiros que exhalar, todos se quedaron a tu lado, viendo tu hermosa mirada ámbar...Lo único que tengo aquí es el dolor en mi alma, esa sensación de ser una idiota, la humillación por haberte amado más que a mi misma...

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Las soluciones parecían limitadas, entonces la prima de Annie llamó, al no tener noticias de ella se preocupó. Le explicaron como estaba, entonces pidió que la dejarán que fuera donde ella y su madre un tiempo.

Annie no acepto al principio, solo quería quedarse en la cama; pero la insistencia fue tanta, que acepto. Tomo un autobús y viajo sola con una pequeña maleta, hasta la casa de su prima y tía, donde ellas le esperaban.

Necesitaba otro ambiente, otras personas. Esperaba realmente que la distancia y el tiempo le ayudarán a curar ese dolor constante en el pecho.

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Necesito olvidarte, le suplico a Dios y a todos los angeles que me ayuden, pero entre más intento, más recuerdo las cosas que amo de ti.

Miro a las parejas tomadas de la mano, caminando mientras sonrien, se que jamás será eso para mí. Por lo menos, no contigo mi amado...

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