[2] [Los sueños pueden cambiar, pueden doler]
[ADVERTENCIA: Contenido de actos sensibles. Se recomienda abandonar el capítulo si es intolerable a este tipo de lectura]
—🥀
Soñar es como construir un sendero. Atesorar una cosa desde el fondo de tu corazón, querer luchar por aquello, anhelar esa meta que has perseguido desde hace mucho tiempo. Soñar es, lo que alguna vez hemos hecho.
Más allá de los sueños a la hora de dormir.
¿Quién no ha soñado alguna vez con ser alguien triunfador? ¿Saludable? ¿Estable económicamente y espiritualmente? ¿Alguien en la vida? ¿Quién no ha querido tener amor o respuestas? ¿Quién no ha soñado con alguna cosa? Como bailar, ser una bailarina o bailarín que con su presencia puede recrear los sentimientos en cada paso, aspirar a una carrera exitosa, incluso descubrir curas para enfermedades terminales, volar en un aeroplano. Exacto, todos, por muy mínimo o irrelevante que pueda ser. Hemos tenido un sueño en mente desde niños.
Algunos luchamos por ellos.
Otros simplemente los dejemos como lo que son, simples sueños. Y decidimos hacer otras cosas.
¿Razones para no atraparlos? Hay millones, falta de apoyo, de determinación, de recursos. Infinidades de obstáculos hay para llegar a ellos.
¿Perseverancia? Lamentablemente, poca.
Pero cuando la hay, existe perseverancia, puedes lograr todo lo que te propongas. Una vez te determines, lo harás, lo podrás hacer. Tienes fuerza, voluntad, capacidad. Lo lograrás. No hay dudas.
¿Qué tan dispuesto estás?
¿Lo quieres? ¿Lo necesitas? ¿Será bueno para ti? No lo sabes, nadie sabe con exactitud lo que ocurrirá más adelante o en el camino, nunca lo sabrás hasta que lo tengas en la punta de tus dedos. Lo vivas en carne propia. Una vez lo tienes, te sientes bien. Aliviado, piensas lo logré.
Todo tu sudor, es recompensado.
Y sin embargo, algunos sueños, duelen.
Duelen cuando has luchado tanto para lo que tanto quisiste, lo que tanto soñaste, por lo que tanto sufriste y te rompiste a ti mismo por conseguirlo. Duele cuando conforme pasa el tiempo, eso implica sentirte, por alguna razón. Atado de manos.
¿De repente los sueño se vuelven pesadillas así sin más?
En el cuarto semi oscuro, todo era silencio. Eran alrededor de las dos de la mañana, muy tarde para todo el mundo en general porque el cansancio corporal y visual ya podía sentirse en lo máximo. Rogando por una siesta renovadora.
No obstante, aquel muchacho que erguido estaba de rodillas, casi como un esclavo frente al escusado. Sacaba todo lo que había consumido de su estómago con la ayuda de dos dedos al fondo de su garganta. Las arcadas eran lo único que terminaban de romper el silencio nocturno.
¿En qué momento, esto, pasó a ser una rutina?
No había nadie en la habitación para suerte. Todos fueron a grabar sus partes para el mv que saldría dentro de unos meses más mientras las cosas con el concierto se reponían. Kai podía estar seguro de que ninguno de sus amigos se enteraría de lo que estaba haciendo a escondidas.
¿Para qué? No lo sabe. Sólo sabía que iba volviéndose dependiente de esto.
Supone que en algún momento, esa idea de vomitar le pareció una total aberración porque se escuchaba tan mal de cualquier forma. Y hace una semana, era una forma de no sólo dañarse, sino exigirse que debería comer menos.
Kai se ve un poquito gordito hoy en el vlive. ¿No será que sus hyungs lo consienten tanto que le dan parte de sus alimentos? No esperaba menos de los mayores del grupo. Porfavor, no se exceda demasiado Hyuka-nim o será como un bollito de arroz.
Al principio, no fue una cosa que le puso mal porque el usuario se había expresado de una forma tan dulce que fueron la dulzura y sumisión de las palabras que Kai no le tomó importancia. Lo dejó pasar.
¡Oh! Kai-ssi parece tener mejillas regordetas. Que lindo.
Sus fanáticas solamente lo decían con dulzura ¿Verdad? Ellas no lo decían con una mala intención. Por supuesto que no.
¿Entonces, porqué no ha podido dejar de sentirse tan limitado con seguir comiendo como siempre? ¿Era porqué en realidad si le importaba más de lo que creía?
—Ellas siguen mi ejemplo de comer sin ataduras. Ellas aman que yo coma mucho en mis videos pero...—el sabor del vómito le dió náuseas —ellas no saben esta parte de mí. Perdón, porfavor, no conozcan esta parte de mí —susurró débilmente.
—¡Kai llegamos!
La voz de Soobin le hizo pegar un brinco. Rápidamente se enderezó, bajó la palanca y de inmediato el agua volvió a ser limpia. Secó sus lágrimas con velocidad al mismo tiempo que fingió lavarse los dientes cuando el líder entró a su cuarto como comúnmente hacía. Fingiendo también que el rojo y ardor de sus ojos era por estar viendo vídeos de YouTube o jugando con su teléfono.
Más no por llorar de miseria.
—Trajimos algo de pollo frito —el azabache estaba alegre ya que toda la filmación fue un éxito —YeonJun está en la cocina con los demás. Vine a preguntarte si nos acompañas —dijo, con una sonrisa que remarcó sus hoyuelos mientras se quitaba la sudadera y la dejaba sobre la cama —¿Qué dices? Compré tu postre favorito —Ladeó su cabeza cuando el menor entró al cuarto después de apagar las luces del baño, a pasos casi arrastrados como un niño indefenso hasta sentarse en la esquina de su cama pausadamente —¿Kai?
—Estoy cansado, hyung. ¿Podrían cenar sin mí esta vez? —exclamó muy bajo, como si aquello fuera una súplica.
—¿Seguro? No hemos podido comer mucho el día de hoy así que creí que tú-
—Estoy lleno, hyung —se acuesta de lado. Apagando la lámpara —no necesito comer más.
—¿Uh?
Soobin se quedó parado como un fantasma en esa parte del cuarto ya que Kai se acostó en su cama, ignorando su presencia, dándole la espalda.
—Buenas noches, hyung.
Tardó un rato en hablar puesto que Kai parecía más empedernido en dormir y ante eso Soobin no pondría interrogaciones. Su menor realmente parecía más cansado que todos, no podía pasar desapercibido eso como las ojeras bajo sus ojos y aunque el mismo menor actuara con su misma esencia de siempre. Como líder, como amigo y como hermano mayor, sentía que algo no andaba bien.
—Descansa —lo cubrió mejor con la sábana.
Lo vió una vez más dormir pacíficamente. La sensación de impaciencia se instaló en su pecho. Soobin no tenía más remedio que esperar a que Kai quisiera hablar, no iba a poner presiones ni nada. Esperaría por su amigo.
Porque no era normal, escucharlo llorar a altas horas de la noche desde hace ya unos días.
Beomgyu volvió a fruncir el ceño.
Odiaba temblar, odiaba que no fuera por largos entrenamientos, odiaba que no fuera de alegría ni euforia. Odiaba que fuera por ella, por esa persona, por su maldita sombra además de la suya. Aquella que lo miraba sin siquiera tenerlo frente a frente.
Odiaba ser un muñeco de colección para algunas personas.
—Hyung.
—¿Si? —el líder dejó los platos en el estante con los demás. Debía apresurarse a dormir pero no podía dormir bien sin escuchar a su amigo antes —dime, ¿qué pasa?
—Bueno...—se rascó la nuca. Soobin vió el temblor en el cuerpo de su amigo, su nerviosismo y también, más lágrimas acumularse en sus ojos cansados —es que, yo...
—Entiendo.
Beomgyu suspiró, aliviado, protegido. Cuando Soobin lo abrazó con fuerza mientras le acariciaba la cabeza y le daba de su protección en sus brazos envueltos en su cintura. Apretó su puños en la espalda del azabache, aferrando todo su cuerpo en Soobin al mismo tiempo que, una que otra lágrima resbalaba por su mejilla. Frustrado, cansado, estresado. Así se sentía y justo ahora, solamente quería descansar de todo eso. ¿Qué mejor que en los brazos de su líder? Su lugar seguro.
El lugar donde no sería juzgado.
—Yo me encargo de todo Beomgyu —siguió con sus caricias en la cabeza bajo su mentón. Dejando que su ropa fuera mojada y sostenida al borde de quedar arrugada, no era importante —ve y descansa. Mañana eres tú el primero que deberá despertar más temprano que nosotros, descuida, no dejaré que haya otra ocasión en que tu ventana sea abierta. ¿De acuerdo? Te cuidaré toda la noche. Lo prometo.
—Pero...—sorbió su nariz —también tú debes descansar y, no será justo que te sientas desvelado por mi culpa. Yo no podría-
—Soy tu hyung —sentenció, no como regaño ni amenaza, solamente para que comprendiera la razón del porqué lo hacía —yo quiero cuidarte, Gyu. Eres mi amigo, mi hermano menor y mi familia. No voy a dejar que alguien de mi familia sufra. ¿Sabes que hablo enserio, no? Estoy aquí para cuidarte, protegerte y escucharte, más que un líder soy tu hermano, por eso. Déjame toda tu aflicción a mí.
—Soobin...—las manos del azabache retiraron las lágrimas de cada uno de los ojos de Beomgyu. Con calma y paciencia, justo como sólo él sabía hacer —gracias —ocultó de nuevo su cara en el pecho del azabache, sollozando dijo —Gracias por no abandonarme.
—Nunca lo haría.
Estuvieron abrazados por casi dos minutos. Hasta que Beomgyu se separó porque no quería quitarle más tiempo a Soobin a pesar de saber que para el azabache no era ninguna pérdida de tiempo escucharlo, a él y sus monstruos. Ni siquiera cargar con ellos.
—Duerme en mi habitación, yo dormiré en la tuya —Soobin dijo cuando estuvieron frente al cuarto, blanco de esa mirada siniestra, perteneciente a la acosadora personal de Beomgyu —toma mi llave y dame la tuya. No deberá saberlo, así que, estarás bien. Mañana yo hablo con la empresa para que nos muevan de habitación y puedas estar tranquilo en el nuevo cuarto. ¿Sí? Oh vamos, no pongas esa cara.
—No tienes que hacerlo, de verdad —el azabache suspiró y negó con una sonrisa suave en sus labios, susurrando « Esta bien » dejando que su amigo lo abrazara de nuevo, tanto como quisiera —todo lo que haces por mí, no podré pagarlo ni con todo lo que tenga. Te quiero mucho, hyung. No sé qué haría sin ti.
Beomgyu levantó la cabeza y dejó un beso en la mejilla de Soobin, sorprendiendo al azabache por esa acción porque pareció incrédulo de lo que había hecho. Luego le dió una sonrisa, aplastó sus mejillas y reposó su frente en su hombro un poco más. Tratando de alejar el miedo de su cuerpo con el calor del líder.
—Estoy aquí Beomgyu. Puedes hacerlo, sé que lo necesitas —peinó esos cabellos con la mano.
No se movió, Soobin solamente se quedó allí. Siendo un soporte para las lágrimas de Beomgyu como para este.
El cielo brillaba demasiado esa noche, la brisa era cálida de algún modo inusual. Las estrellas inundaban todo el cielo, era muy bonito y tranquilo como para que las nubes grises no se notaran tanto.
Podría disfrutarlo si no tuviera que pensar en cómo lidiar con los problemas que se iban presentando uno a uno. Aumentando justo como las actividades de su agenda, como la popularidad y la presión de su carrera que apenas iniciaba en el camino de la fama.
Agregando que, todavía debía encargarse de una cosa dentro de si mismo. En su corazón que sufría de extraños síntomas que iban creciendo porque podía sentirlo. Ensanchados dentro de su pecho.
—Agh, no ahora —bajó la cabeza, apoyado del barandal de aquel balcón. Pasó sus dedos por su nuca para relajarse pero no lo consiguió.
Tantas cosas que debía pensar y resolver lo más antes posible. ¿Justo ahora debía de pensar en eso también? ¡Debía ser broma! Su cabeza, estaba tan confusa y llena de migas de cada fragmento que no necesitaba recordar. Por si no fuera suficiente con eso, tampoco podía olvidar.
—¿Qué está mal conmigo? —estaba frustrado. No comprendía nada de lo que ocurría con él y quizás, tampoco quería comprenderlo. No ahora que lo necesitaban sus amigos. No era momento para lidiar con lo que sea que pasaba en su interior.
La cosa era que, estaba creciendo. No sabe qué exactamente pero era algo, allí dentro, que le revolotea como miles de mariposas. Juraba que antes no sentía nada parecido más que nerviosismo pero, desde hace ya dos semanas atrás, su corazón late. Más fuerte, más vivo. Se siente más profundo.
Más imposible de ignorar.
¿Porqué, es tan desesperante?
Es como si quisiera beber de aquello. Tomarlo, buscarlo, sostenerlo. Pero no podía. No debía.
Pero, lo quería. Jodidamente lo quería.
¿Qué? ¿Qué es esto? No lo sabe.
—Estoy perdiendo la cabeza — se rió de si mismo y de sus infinitas ocurrencias. No era para nada bueno que pensara en aquella palabra prohibida. Amor. No, la fama y el amor nunca combinan bien.
Eran; como agua y aceite. Incompatibles.
Peligroso también.
—Soobin.
Fue su nombre. Únicamente su nombre exclamado y la respiración se atascó en su tórax. Quizás por la sorpresa de que alguien más estuviera despierto a esas horas de la madrugada, o quizás.... Por la voz de la persona que estaba despierto en la madrugada y susurró su nombre como una suave melodía.
«Ah mierda, esto es malo»
Sus mejillas ardían. ¿Porqué empieza a tornarse todo tan estrecho? El barandal era un poco largo, como para que todos los cinco cupieran allí sin problemas. ¿Porqué se hacía pequeño cuando YeonJun se ponía a su lado? No lo entiende.
Podía sentir el aroma de su shampoo que se desprendía de sus cabellos ahora teñidos de un púrpura claro con cada oleada de viento que elevaba su flequillo.
¿Qué era exactamente esta sensación?
Los dos no dicen nada. Absolutamente nada sale de sus bocas, simplemente se ven a los ojos en silencio. Dejando que fueran los sonidos de la ciudad los que llenaran el agradable ambiente monótono.
Soobin no se considera un hombre realmente abierto a sus emociones ni a las personas. Desde que tiene memoria, prefería ser ese chico un tanto misterioso, tímido y callado como reservado. Con amigos que se podían contar con los dedos de la mano. Nunca tuvo valor de enfrentar las cosas cara a cara y solía ignorarlas. Pero, creció. Ya no era más ese niño de dieciséis años tímido ni reservado. De hecho, nunca podía serlo con una persona en específico.
Esa persona que le pegó como un brote de luz. Un brote tan cálido y brillante que por un momento quedó cegado ante tal luminosidad. Un chico, un año mayor que él quien siempre parecía ser el centro de atención de todos. Alegre, energético, genial y amable. Un chico que pronto se presentó como, Choi YeonJun.
Por quien justo ahora, se cuestionaba tantas cosas.
Una risa volcó su corazón, abandonada por esos labios carnosos y gruesos de YeonJun quien desvío la mirada, tímido a otra parte, y después volvió a verlo a los ojos. Sus ojos miel brillaban, tanto que el líder podía ver su propio reflejo en ellos por lo brillantes que eran.
—Deja de mirarme así —pegó el pecho del chico alto a su lado con la palma de su mano —Haces que piense que tengo algo en la cara.
—Lo único que tienes es belleza, hyung.
La cara de YeonJun enseguida subió de color, sonrió avergonzado, pasando torpemente las frías yemas de sus dedos por su labio de abajo —Oh...—enseguida la cara de Soobin se puso roja. Percatando lo que dijo y solamente pensó pero no tenía intención de decir en voz alta.
¡Demonios! ¿Porqué su lengua se daba el lujo de soltar cosas incómodas como estas justamente cuando las pensaba? Era como si aquel músculo dentro de su boca se mandara sólo justo estando su amigo a su lado.
Que incómodo.
—Es, no es nada de lo que piensas. De verdad que no lo es, hyung —agitó las manos por varias direcciones incoherentes —Porfavor, no lo malinterpretes.
—No...no, y-yo sé que no es de ese modo en que me lo dices —el calor de su rostro se sentía como si estuviera frente a un horno —sólo estoy un poco sorprendido. Es la primera vez que me dices un cumplido como ese, Soobin —jugó con el metal bajo sus brazos. Tratando de controlar los latidos de su corazón —estoy sorprendido.
—¿Eh? ¿La primera vez? No, yo, estoy seguro que te he dicho muchos cumplidos antes, hyung.
—Sí, eso es verdad. Me das cumplidos muy lindos, sólo que...—se cubrió con los mechones largos de su flequillo con tal de no mostrar su rubor efervescente —es la primera vez que me lo dices mientras me miras así y hablas de ese modo suave. Por eso es que estoy sorprendido.
—¿Mi voz? Yo me escuché...—fue mirado con ese par de ojos grandes y terriblemente preciosos bajo la luz de luna. Unas galaxias enteras en cada fibra de esas pupilas «¿Desde cuándo me es difícil hablar?» —...oh.
Tump. Tump.
Allí estaba otra vez ese latido desigual.
¿Qué emoción era esta? Se sentía tan bonita.
—Deberíamos ir a dormir. ¿Vienes?
—¿Qué? Ah, eso... —luego de salir de su pequeño trance, hecho un suspiro. Olvidándose momentáneamente de lo que sentía para volver a enfocarse en la ciudad a lo lejos. Sumergirse de nuevo en los problemas —no —dijo —por esta noche, creo que no. Le prometí a Beomgyu que iba a ser su guardia mientras él descansaba. Él debe marcharse cerca de las 6 de la mañana y viajar aproximadamente unas ocho horas largas en una posición incómoda para su cuerpo dentro de un auto. Debe reponer energías para dar lo mejor en ese programa. No quiero que se culpe si comete un error o algo parecido por no haber dormido bien.
—¿Te quedarás despierto hasta el amanecer? —preguntó, ingenuo. Pero Soobin asintió sin pensarlo dos veces, seguro de su respuesta.
—Sí, yo prometí cuidar a cada uno de ustedes. Es lo que haré hasta el final de nuestra aventura en esta etapa de cantantes. Pienso hacerlo cada día mientras pueda, ustedes, son importantes para mí. No pienso abandonarlos. Así que, me daré la responsabilidad de cuidar de ustedes y protegerlos de las cosas que les atormentan —dibujó una sonrisa llena de gentileza en su rostro, algo cansado por no dormir pero eso de verdad que no le importaba mucho a Soobin —, yo soy su soporte. Así que como uno, estaré aquí para ustedes.
YeonJun se separó de donde estaba apoyado para caminar hasta Soobin. Cuando este lo notó parecía desconcertado, luego sintió como el alto se ponía un poco rígido por su cercanía imprevista a su espacio personal. Pero no sé apartó ni lo apartó. Continuó así, invadiendo más su espacio personal hasta tenerse cara a cara.
—¿Hyung?
Las manos de Jun se posaron en cada mejilla de su compañero. Soobin tenía una gran incógnita en ese instante, pero simplemente el toque tibio de YeonJun sobre su cara le ponía incapaz de razonar las cosas. Sólo vivirlas, sí, cuando ellos estaban juntos. Sólo podía darse el lujo de vivir las cosas.
—Tú cargas con los problemas de todos. ¿No es eso muy pesado?
—No lo es cuando puedo verlos sonreír.
—¿Pero, quién carga con los tuyos? —delineó con delicadeza la mejilla con su pulgar. Mirando a esos intensos ojos negros que le daban ganas de seguir así por siempre —, tú das tu hombro para descansar o llorar Soobin. ¿Quién te lo da a ti?
—Estoy bien. Soy alguien fuerte así que no es nada que no pueda arreglar por mi cuenta, hyung. Ellos son mis hermanos menores, haré todo para protegerlos de aquello que los aterra —sonrió —Incluso te protegeré a ti sin pensarlo.
YeonJun se queda en silencio. Un silencio que no era hostigoso, más bien, reflexivo.
Uno que el mismo YeonJun rompió cuando atrajo el cuerpo de Soobin para envolverlo en un abrazo. Quizás no se llevaban tanta altura, pero definitivamente, sus cuerpos eran tan diferentes. Con proporciones distintas que lo hacían ser tan pequeño dentro de los brazos de su líder los cuales, sostuvieron sus caderas.
—Yo no quiero que me protejas, Soobin —atrapó más el cuerpo ajeno al suyo —yo quiero luchar contigo. Estar contigo. Escucharte. Protegerte de tus tempestades. Yo quiero ser el árbol frondoso que te de una sombra para descansar. A quien recurras al final de todo.
—Hyung...—susurró, procesando esas premisas.
—Apóyate en mí. Si tú eres el apoyo de todos, el refugio de todos, el soporte de todos, incluyéndome, entonces yo soy el tuyo —lo vió a los ojos. Esos que le dan vueltas a su estómago por lo lindos que eran —soy tu apoyo, tu refugio y tu soporte. Soy todo lo que necesites que sea. Correré a ti si hace falta para no dejar que caigas.
Tump. Tump.
Otro latido diferente al resto.
«Siempre que lo veo. Mi respiración parece detenerse»
¿Porqué?
—Déjame ser tu hogar Soobin —insistió —Estás cargando con todo, siempre con todo. Sé que eres capaz de poder. Eres el líder y siempre te las has arreglado para sacar a nuestra banda adelante. Pero un poco de descanso siempre está bien, apoyarte en alguien más está bien. Así que... ¿Me dejas acompañarte a sobrellevar todos esos problemas? Cuando tengas tropiezos, yo estaré para ti. O cuando necesites llorar, reír, hablar, compañía, lo que sea que quieras. Yo estaré para ti. ¿Me dejas... estarlo?
—Nunca vas a rendirte. ¿Verdad, hyung?
—Me temo que no.
Soobin rió, sabiendo de antemano esa respuesta.
—Lo supuse, así eres tú, hyung. Nunca te rindes aún si los obstáculos son inmensos. Y eso yo, lo admiro de ti.
Dos manos viajaron por la espalda de YeonJun hasta llegar a la parte trasera de su cabeza. La presión de los dedos de Soobin ocasionó una timidez mayor en Jun pero no dejó de ver a los ojos, al chico que también veía a los suyos. Soobin colocó un mechón del cabello morado tras la oreja perforadora y decorada con pendientes de aros con tranquilidad. Perdiéndose en esos orbes color miel —, si no es problema para ti —jalo más la nuca de YeonJun hacía él, ocasionando que este se sonrojara cuando sus frentes descansaron juntas. Estas acciones iban por si solas. —Porfavor, soporta a este chico que todavía no sabe cómo ser un hombre de buen liderazgo. Enséñame y quédate conmigo, hyung.
Sus narices rozaron pero no les pareció incomodar. Todo lo contrario, les parecía, peligrosamente perfecta esta situación. A Soobin esta cercanía, con la que debía tener cuidado si no quería un accidente. Le parecía tranquilizante.
Su mente por fin parecía calmarse.
No podía ver ni oír nada que no fuera a su amigo. Su preciado amigo.
—Nunca será un problema para mí cuidar de quien siempre cuida y vela por nosotros —la plática de antes fue retomada por Jun —De la persona que hace a otras felices con su presencia, su voz, sus hoyuelos, su carisma... —bajó un poco la vista pero enseguida volvió al mismo lugar que eran esos luceros firmes, mezclándose con el tintineo de las estrellas arriba de sus cabezas —todo de ti. Cuidaré todo de ti, Soobin. Todo el tiempo que me dejes, lo prometo. No hace falta que seas un líder perfecto, para mí, ya eres mucho más que eso.
Ambas respiraciones empezaron a ponerse pesadas. La cercanía se derretía como un cubo de hielo bajo el sol, lentamente, mientras seguían memorizando las facciones del otro. Armando un escenario sereno y tentativo como solamente ocurría cuando estaban lado a lado del otro. Sus labios picaban, el escaso vello de sus brazos se les erizaron como dos fuerzas magnéticas que suceden estando muy juntas, sintieron la electricidad mutuamente bajar por su sangre que se acumuló en sus cachetes y aún así, no trataron de ocultar sus rubores. Ni parar.
Sus alientos chocaron y la punta de sus narices se acariciaron. Fue un acto sublime que los rodeó en una burbuja. Ignorando esas gotas pequeñas de lluvia caerse en sus cueros cabelludos.
Abriendo ligeramente de más sus labios.
Soobin se cuestionó si esto era correcto, si la situación comprometedora en la que estaba con su compañero otra vez. Como un deja vú era correcta «Los amigos, se tienen ese tipo de confianza ¿No?» pensaba duramente, convenciendo a si mismo que estaba bien lo que iban a hacer. Con tal de tener una excusa sólida para proceder sin sentirse raro.
Es un simple toque.
Antes de debutar o incluso cuando ya lo habían hecho. Soobin y YeonJun querían, construir un mañana. Junto a los demás. Junto a sus fanáticos. Ser unos artistas que el mundo conociera como Tomorrow by Together.
Ese era el plan inicial.
Su sueño inicial.
Bajo esta lluvia, bajo esta confusión. Atrapado en esos brazos. En esos labios. Todos esos sueños iniciales iban creando otro rumbo. Un rumbo del que Soobin no tenía idea si era para bien o para mal. Si los salvaría o los hundiría a los dos.
O si sería sólo el inicio de un error que no terminaría hasta destruirlos.
[Errores ortográficos se corrigen luego]
Nos leemos. Gracias por esperar ♡.
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