Capítulo 10: Un error

Dio una y otra vuelta en la cama pero era incapaz de conciliar el sueño. Esa cita con Natsu le había trastocado todos los planes, todas sus ideas. Odiaba a Natsu, le odiaba por todo lo que había sufrido en su pasado por su culpa y, sin embargo, en esa cita le había amado, en aquel beso que él mismo le dio en el invernadero lo había deseado, ver su rostro de culpabilidad al darse cuenta de todos los errores que cometió le había llegado al corazón... a ese congelado corazón del cual creyó que jamás volvería a sentir nada y ahora... sentía de nuevo dolor, confusión y el sentimiento más aterrador de todos... el amor.

- Maldita sea – se quejó Gray dejando que una lágrima resbalase por su mejilla, dándose la vuelta de nuevo para centrarse en la ventana, en la luna y esas estrellas que lentamente eran cubiertas por las nubes.

Se centró en el cielo, en la pequeña araña que colgaba de un hilo fuera de su ventana. Era imposible dormir con todo lo que había vivido ese día. Él había intentado fastidiar la cita y Natsu había salido con una segunda cita aún mejor. No podía creerse que frente a todas las personas de aquel parque hubiera tenido el descaro de soltar que eran novios. La prensa se centraría en eso si se enteraba y no parecía importarle a Natsu.

- ¿Cómo puede no importarte la prensa? – Se preguntó a sí mismo – siempre me mantenías escondido, nunca dejaste que nadie se enterase de que yo existía, de que salimos durante un mes... y ahora... ¿Por qué ahora, Natsu? – dejó Gray que las lágrimas brotasen - ¿Por qué me haces esto ahora que no quiero amarte?

Un estornudo salió al instante, sorprendiendo también a Gray al sentir un escalofrío por su cuerpo. ¡Era lo que le faltaba! Resfriarse.

- Maldita sea... y todo por haber seguido a ese cabeza hueca a bañarme semidesnudo en el mar – se quejó aunque el rubor subió a sus mejillas al recordar casi desnudo a Natsu – mierda... - subió el edredón hasta cubrir su rostro, dándose cuenta de que no debía pensar en esas cosas, sólo debía odiarle.

Dos días pasaron y pese a sus ojeras y el maldito resfriado que no parecía mejorar, no tuvo más remedio que ir a continuar con el trabajo. Faltaba mucho por hacer aún, tan sólo tenía parte del rostro de Natsu tallado, pero Wendy había decidido ir ese día con él para ver sus progresos. Al menos... ese cantante había cumplido su promesa y no había vuelto a molestarle en esos días tras su cita, pero por alguna extraña razón, Gray miraba de vez en cuando hacia la puerta, esperando verle, con una esperanza que no quería tener pero que ahí estaba, porque no podía negar que una parte de él, pese a odiarle, quería verle.

Suspiró dándose cuenta de que ese chico no volvería por allí, él mismo le había negado la entrada mientras trabajase. Dio un par de golpes más al hielo para perfeccionar la nariz de Natsu cuando le vino aquel estornudo desde lo más hondo del pecho, justo en el momento de dar el golpe, el cincel resbaló ligeramente y el martillo golpeó el hielo del lateral de la nariz creando un agujero.

- Pedazo de animal – se escuchó bajo un sorprendido Gray con los ojos centrados en ese agujero – me acabas de hacer un piercing – se quejó Natsu desde abajo.

- Cállate, idiota – le comentó Gray – esto estaba en el programa.

- ¿Cómo va a estar eso en tu programa? Yo no llevo piercing en la nariz – le aclaró – baja aquí y te lo muestro más de cerca.

- Cállate, sólo es un pequeño golpe.

- Tienes que compensarme eso – sonrió Natsu – y voy a invitarte a ti y a tu sobrina a un parque de atracciones.

- Ni loco iré contigo a ningún lado – exclamó Gray desde arriba.

- Sí... un parque de atracciones – dijo alegre Wendy – vamos, tío Gray, yo quiero ir.

Ahora veía Gray lo que ese chico quería conseguir, esa maldita sonrisa triunfante que demostraba en su rostro, sabiendo que Wendy no se negaría y él sería arrastrado a ir tras ellos.

Chasqueó los labios y no le quedó más remedio que bajar por su sobrina. Era increíble cómo Natsu aprovechaba cada mínima oportunidad para intentar estar más tiempo a su lado. Le molestaba que utilizase sus debilidades, como a su sobrina, pero otra parte... sentía felicidad de que Natsu estuviera pensando en él y en cada instante para permanecer más tiempo a su lado.

- De acuerdo, iremos al parque de atracciones – aceptó Gray bajando de los andamios, escuchando cómo a sus espaldas, esos dos chocaban la mano como si ya lo tuvieran planeado. ¡Seguramente había chantajeado a su sobrina con comprarle algo o con dinero!

***

Natsu y Wendy parecían congeniar muy bien. Gray observaba desde abajo cómo ambos subían una y otra vez en las diferentes atracciones, disfrutando y tirando de él hacia la siguiente. Agotado tras dos horas allí, Natsu se sentó en el banco junto a Gray, quien sostenía un helado que acababa de comprarse sin perder de vista a su sobrina, que iba hacia una atracción de agua para niños pequeños donde Natsu no podía subir.

- ¿De qué es el helado?

- De plátano – acabó confesando Gray, viendo la gran sonrisa de Natsu.

- Si querías un plátano, yo podía haberte ayudado – comentó con una pícara sonrisa bajando su mirada hacia sus pantalones, indicándole su miembro.

- Imbécil pervertido – le dijo Gray dándole un leve golpe en el hombro, algo que hizo reír a Natsu.

- Vale... seré serio. También me gusta el helado de plátano.

- No pienso darte – le dijo Gray sin más, haciendo sonreír a Natsu.

- ¿En serio? – se acercó Natsu a él - ¿Me haces un piercing en mi preciosa nariz, te comes un plátano frente a mí y no quieres darme un poquito para probar?

- Aléjate de mí, estás consumiendo parte de mi "espacio vital" – como decía Gray, algo que hizo sonreír aún más a Natsu, quien descaradamente, sacó la lengua con rapidez y se acercó al cucurucho arrastrando con la punta de la lengua parte de la copa del helado para probarlo.

- Sí... delicioso.

Gray se había quedado completamente rojo al ver aquello y más aún la gente que pasaba al lado de ambos y veían ese descaro de los dos chicos que no parecían cortarse en público.

La terrible tos que Gray había estado sufriendo los últimos días, regresó en aquel instante, consiguiendo que Natsu se pusiera serio y le arrebatase el helado de sus manos antes de escuchar la queja del moreno.

- Ey... devuélvemelo.

- Con ese resfriado no deberías estar comiendo esto.

- Por favor... trabajo en un maldito frigorífico con hielo, no va a matarme un helado. Devuélvemelo.

- No – dijo Natsu intentando comérselo él entero mientras Gray se lanzaba sobre él intentando arrebatárselo, sin embargo, Natsu se lo consiguió comer antes.

- Eres increíble... me debes un helado.

- Cuando te recuperes, te compro otro – le aclaró Natsu con la boca llena y casi con lágrimas en los ojos por lo frío que estaba.

- ¿Podemos ir a la casa de los espejos? – preguntó Wendy al bajar de la atracción, señalándoles a ambos aquella casa laberíntica llena de espejos.

- Claro... estoy convencido de que tu aburrido tío podría acompañarnos esta vez.

- Entraré – dijo al final Gray pese a que seguía sin encontrarse muy bien.

Los tres fueron hacia la casa de los espejos. Prácticamente nadie quería entrar así que tenían todo el laberinto para ellos. Gray prefirió entrar por la parte norte y Natsu le observó con algo de temor al ver esas mejillas enrojecidas, seguramente por el resfriado.

- ¿Estás bien? – preguntó Natsu con preocupación.

- Sí – dijo Gray aparentando fortaleza.

- Si no estás bien, puedes quedarte fuera.

- ¿Y perderme el poder ganarte? – sonrió Gray – por favor... yo llegaré primero al centro de la habitación.

Natsu no pudo ni contestarle al ver cómo ese moreno entraba, así que él entró por su carril y trató de seguir los senderos. Podía ver a Wendy reflejada en algunos espejos y entonces, en uno del fondo observó a Gray caminando. No podía estar seguro de dónde estaba entre tanto espejo, pero debía andar por ahí. Siguió caminando, perdiendo de vista a Gray hasta que, en el centro de una sala, apareció en tres espejos, agarrándose con dificultad y con mala cara.

- ¿Gray? – preguntó Natsu intentando que éste le contestase estuviera donde estuviera.

- ¿Qué? – respondió Gray.

- ¿Seguro que estás bien?

- Perfectamente – le aclaró, observando Natsu en los espejos cómo el chico se recomponía y seguía caminando, alejándose de aquellos espejos que quedaron en blanco de nuevo. Quizá estaba a su espalda, o quizá era el reflejo de algún espejo del alto techo que abarcaba todo el laberinto y reflejaba sobre otro espejo de abajo, no estaba seguro.

Natsu continuó caminando, viendo su reflejo en algún espejo, observando a Wendy feliz corriendo entre otros espejos buscando el centro de la habitación y entonces, volvió a ver a Gray en uno de los espejos del fondo, apoyando su mano sobre uno de los espejos, intentando aguantarse y respirando con dificultad, con las mejillas rojas presas del resfriado.

- Gray – se asustó Natsu al ver cómo éste se desplomaba – mierda, Gray – gritó mientras corría por el laberinto intentando buscar al chico entre los diferentes caminos, entre los espejos.

No podía encontrarlo, por más giros que daba, por más que corría entre los espejos y los pasillos, no podía dar con él y la preocupación aumentaba cada vez más. Chasqueó los labios frustrado pero se mantuvo corriendo, girando una y otra vez en los pasillos hasta que finalmente, le vio, tirado en el suelo frente a él.

- Gray – gritó Natsu llegando hasta él y agachándose a su lado.

Su mano se colocó instintivamente en su frente, sintiendo el intenso calor que desprendía. No necesitaba un termómetro ni ser médico para saber que estaba ardiendo en fiebre. Su respiración parecía dificultosa y, preso por la preocupación... Natsu prefirió sacarlo de allí y dar por finalizada aquella experiencia en el parque de atracciones. Lo cogió en brazos y buscó a Wendy para salir de allí.

***

Abrió los ojos con lentitud. La cabeza le daba vueltas y al elevar su mano hacia su frente, sus dedos se toparon con aquella toalla humedecida. Intentó pensar en lo que había ocurrido, recordaba el parque de atracciones y, en cambio, ahora estaba en su habitación, con la oscuridad reinando en ella, dejando que la luna iluminase levemente algún tramo de la cama.

- ¿Qué ha pasado? – se preguntó a sí mismo intentando incorporarse, dejando que la toalla resbalase hasta caer sobre el edredón que cubría sus piernas.

- ¿Estás mejor? – preguntó Natsu a su lado, sentado en una silla mientras le observaba – te traeré algo de comer, debes tener hambre.

- No mucha – aclaró Gray - ¿Por qué estás aquí?

- Te traje a casa cuando te desmayaste por la fiebre. Debiste decirme que no te encontrabas bien en vez de aceptar.

- Estaba bien – mintió Gray.

- No te hagas el duro conmigo en estos casos, me has preocupado.

- No tenías por qué – intentó apartar su rostro Gray – pero... gracias.

- Ya... de nada – aclaró Natsu – aunque he tenido bastante gratitud al verte medio desnudo de nuevo, he tenido que ponerte el pijama – sonrió triunfante.

- Imbécil – le gritó cabreado Gray.

- Por cierto... bonito tatuaje, el símbolo de mi banda justo en el pecho.

- Fue una estupidez de adolescente.

- En realidad... me ha gustado verlo, al menos fui importante para ti.

- Más de lo que yo lo fui para ti – le remarcó Gray.

- Es posible... pero eres importante para mí ahora. Sé que no sirve de mucho pero no puedo cambiar el pasado Gray, pero sí puedo cambiar el futuro y sé que en parte... puedo volver a sanar el corazón que una vez herí – comentó Natsu acercándose hasta él, sentándose en el colchón a su lado y acariciando con su mano la nuca del joven, acercando sus labios hasta unirlos en un pasional beso que no querría soltar jamás, dejando que su pulgar se deslizase por la mejilla del moreno.

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