Capitulo 5: Un juego matemático
*Cinco de la tarde, despacho del director de Tokyo.*
Había un silencio algo tenso en el despacho, allí se encontraban Yuki, Shoko, Suguru, Utahime y el director Yaga. Yaga tenia una expresión seria mirando a Yuki y a Suguru. El director estaba tejiendo un peluche, pero las venas de la frente se le marcaban más cada que el sonido del reloj, marcaba los segundos.
-Honestamente no esperaba nada de tí, Yuki, pero has logrado decepcionarme más y tú, Suguru, estoy muy decepcionado de ti ¿Cómo habéis podido permitir que un grado especial vaya por la calle a plena luz del día y luego haber dejado que destruya un edificio?- Suguru estaba con la mirada apartada, mientras Yuki estaba mirando al techo, harta de estos regaños.
-Señor Yaga, no fue tan malo, nadie salió herido y encima, él salvó la vida de "no hechiceros".- Se defendía Yuki, mientras se sentaba bien en la silla. -No es una amenaza.-
-Dice ser el Diablo ¿Eso no es preocupante?- Decía Utahime al lado de Shoko, ella ya iba vestida con su traje de miko.
-Haber sí, pero no creo que lo sea, es decir ¿El Diablo? Eso es ridículo.- Yuki miraba con una sonrisa nerviosa a Utahime, ya estaba segura de que la iba a regañar en cuanto salieran.
-Sí, es ridículo, si no fuera el gran estropicio que provoco en el santuario de Kioto.- Contesto Yaga recordando el maldito desastre de papeleo y problemas con los altos mandos, con ese rayo de luz.
-Sin quitar que nos llama "Humanos", su piel es impenetrable, esta muy interesado en la historia de la humanidad y en la biblia....y...ah, si, es el único que pudo destruir un dedo de Sukuna.- Arremetía Shoko mientras jugaba con un mechero, tenia ganas de fumar. -Por cierto ¿Donde esta?-
-Afuera, le pedí que se quedara allí quieto.- Dijo Utahime mientras miraba sus manos de forma pensativa. Shoko la miro preocupada, desde que la vio, estaba así.
El sonido de la puerta abriéndose los interrumpió a todos. Mei Mei había entrado con una sonrisa.
-Hola, disculpad por llegar tarde. He tenido que atender unos asuntos.-
-No te preocupes ¿puedes hacer pasar al grado especial?-
-Oh, cuando he llegado no había nadie.-
-¿¡Qué!?- Grito Yaga, levantándose.
-Eso no importa, necesito...que todos escuchen atentamente. Lo que va decir una amiga mía.- Mei Mei sonrió con amabilidad.
...
-Asi que...vosotros sois quienes quieren ejecutarme- Satoru estaba en medio de una sala oscura, donde solo veía shojis iluminados, detrás de ellas seguro que estaban los encargados de todo.
-La verdad queremos hablar contigo.- Dijo uno de los ancianos.
-¿Y que quieren? No me dejaré ejecutar, además de que no puedo morir por métodos humanos- Satoru jugó con otra moneda, mirando cada shoji que había.
-Sabemos quien eres.-
-¿Enserio? Bien, pues si, soy el Diablo y también el creador de to...- Satoru fue interrumpido antes de poder siquiera alardear.
-Te llamas Satoru Gojo, tu famila nos ha dicho que fuistes alguien que tiene delirios de creerse el Diablo o una clase de dios, aún que tengas los poderes del clan Gojo- Explico una voz mientras revisaba unos papeles.
-Espera ¿Que? ¿Mi familia? ¿Clan Gojo?- Satoru estaba confuso.
-Tu familia ha comunicado que después de tantos años, has decidido ayudar al mundo de la hechicería. Aunque debiste hacerlo antes, mocoso.- Satoru escuchaba las palabras atentamente de los ancianos. Decidió mantenerse en silencio mientras ellos hablaban.
-Pero también nos han comunicado que eres capaz de hacer que las personas te digan información ¿Verdad?- Otra voz había hablado, está se le notaba más cansada que las anteriores.
-Eso es correcto. A partir de sus deseos, la gente habla.-
-Bien, aparte de encargarte de misiones de grado especial, te vamos a encargar que tú busques a hechiceros malditos.-
-Wow, esperad un momento, mis queridas momias vivientes ¿Que os hace pensar que voy a ser vuestro diablo cazarrecompensas?- Satoru se metió las manos en los bolsillos, mirado los Shojis.
-Bueno, acambio de esto, tendrás muchas cosas como dinero.-
-Reputacion-
-Te concederemos favores.-
-Y no te castigaremos por el desastre de Kioto.-
Algo no le parecía bien a Satoru, estaba todo muy bien pintado, para que solo lo quieran como cazarrecompensas. Además ¿Quién le ha dicho que él era de ese clan?
-¿Cuál es el truco?- Hablo de forma fría y desconfiada. -Hay un truco, siempre lo hay. Esto de ofrecer miel para atraer al oso, no lo inventasteis vosotros, lo hicieron los demonios.-
Los ancianos se quedaron cayados brevemente, hasta que uno hablo. -Queremos que nos hagas unos favores. Podemos decirle "recados"-
-El trabajo sucio.- Satoru sonrió, por él, la humanidad casi no se diferencia de los demonios en cuestión de maquinaciones ¿Le salió mal la humanidad o solo era en este caso con esos ancianos? -Dependiendo de lo que me pidáis, lo aceptare o no.- Ya que estaba allí ¿Por qué no escuchar?
-Queremos que mates a Yuuji Itadori.- La orden fue clara y sin tapujos ¿Acaso era una amenaza para ellos?
-¿Por qué? Y ¿Que ganó yo matándolo?-
-Es el recipiente de Sukuna.- "Ese nombre de nuevo ¿Recipiente? Así que Sukuna se aloja en el interior de Yuuji. Espera ¿Es acaso un demonio que no conozco y que intenta salir del infierno, por ese motivo es que posee el cuerpo de alguien? Claro, ahora que no estoy, nadie del infierno puede salir de allí sin las alas de un angel" Pensó Satoru.
-Si lo haces, te concederemos el favor que quieras.-
-Bien, acepto el trato, seré vuestro diablo sexy cazarrecompensas y también vuestro verdugo sexy. No sin antes de que me respondáis unas dudas y cumpláis algunos caprichos míos ¿Vale?- Si iba a recibir órdenes, debería por lo menos pedir ya cosas.
...
Satoru camino hacia fuera de la sala de los altos mandos, jugando con una moneda que empezó a flotar en su mano, la hizo girar una y otra, cogiendo más impulso cada vez que él pulgar de Satoru la hacía girar sin tocarla. Estaba pensando en lo que acababa de ocurrir...¿Quién le ha dicho que él pertenece a ese clan? Pero su línea de pensamiento fue interrumpida por un olor, un olor dulce, extremadamente dulce y adictivo, tanto que cerró los ojos y tomo más aire, se podría quedar eternamente oliendo y aún no estaría satisfecho. Satoru sonrió con extrema alegría, reconocería ese olor en mitad del azufre y el fuego del infierno.
Se giro lentamente y mientras se quitaba sus gafas de sol, observo como en el camino de arboles y flores donde estaba caminando, en medio había una hermosa mujer, aspecto joven de veinticinco o veintiséis años.
Una figura curvilínea e hinoptica, con un rostro bello y fino, piel blanca casi de porcelana, que aparentaba que fuera etérea. Su rostro mostraba una expresión tranquila y alegre, con una sonrisa de felicidad formada por unos labios bien definidos. Era la primera vez que veia a Makima usar lo que los humanos conocen como "pintalabios" pero ese rojo en sus labios lo hacía más tentador, si eso era posible. Su ropa consistía en una camisa blanca, por encima de este llevaba un abrigo negro y formal, un pantalón de vestir a medida, resaltando su figura, una corbata negra y unos zapatos de vestir.
Pero la características más destacadas de la mujer frente a sus ojos, era su cabello rojo como la sangre misma, bien peinado y cuidado, con solo una trenza que pasaba un poco por encima de su hombro derecho. Y esos ojos....oh esos ojos, Satoru los reconocería donde sea, a causa del tiempo que se ha quedado mirandolos como un maldito idiota en todas esas noches en el infierno, unos ojos dorados con anillos rojos perfectamente circulares en su iris. Cuidados por unas largas pestañas rojas.
-Makima...- Satoru abrió sus otros ojos, como si perderla de vista por un segundo, haría que desapareciera.
-Hola mi señor.- Makima sonrió mientras comenzó a caminar hacia él.
Ambos se miraron con una sonrisa, pero quien estaba más feliz de ver al otro, era Makima.
-Que alegria verte Makima, debo hablar con...- Satoru fue interrumpido por ella, quien le había agarrado del cuello de su camisa y lo había acercado a su altura para besarlo.
Un beso largo y lleno de absoluto deseo y necesidad. Satoru correspondió al beso, mientras la acercaba a él, poniendo sus manos en su cintura, pegándola a él.
Tomaron aire algunas veces pero Makima volvía a besarlo, sus delgadas y finas manos subieron hasta tocar el cabello de Satoru aferrándose a él, subiendo e impidiendo que se aleje de ella.
-Lo extrañe, mi señor ¿Donde ha estado?- Dijo Makima mientras tomaba aire y le mordía el labio inferior a Satoru.
-Hmm...te lo dire...pero...Makima...querida- Satoru intentaba hablar, pero ella no le estaba dejando, solo lo besaba una y otra vez. Con cuidado tomo el rostro de Makima y la alejo un poco. -Querida, debemos hablar.-
-Pero...-
-Primero lo primero, ponme al día con todo y luego seguimos.- Con una sonrisa acarició las mejillas de Makima con sus pulgares. Ella miraba atentamente los ojos de Satoru, con añoranza poso sus manos en el pecho de él, sintiendo su corazón.
-Bueno ¿Que es lo que quiere saber?- Pregunto inclinando la cabeza un poco.
-En primer lugar ¿Tú has tenido algo que ver con esos viejos y todo ese rollo del clan Gojo?-
-Sí, les he modificado la memoria a todos, para que piensen que eres del clan Gojo, incluso al propio clan le he modificado la memoria.- Makima se separó un poco y puso las manos tras su espalda.
-¿Por qué? No necesito eso, además, me conoces, no voy a mentir que pertenezco a ese clan.- Satoru se cruzó de brazos, mentir era algo insólito para él.
-Técnicamente, no es mentir, si legalmente eres de ese clan.- Makima saco de su bolsillo unos papeles. Satoru los reviso y vio, no solo documentación, si no, también fotos editadas de él con el clan.
-Hmm, para mí sigue siendo mentira, pero me quedo con el apellido, me gusta.- Se guardo los papeles en el bolsillo del interior de su chaqueta. -Vale ¿Pero por que este clan?-
-Son los que más se parecen a usted físicamente. Ojos azules, piel blanca y cabello blanco.-
—¿Como? ¿Por qué se parecen a mí?— Satoru inclinó un poco el cuerpo hacia delante, mirando a Makima que tenía una sonrisa.
—Usted creo a Adam a su imagen y semejanza, de allí que uno de sus descendientes se quedará con las características físicas de Adam.—
—¿Quién me hubiera dicho que hacer a Adam a mí imagen, sea tan buena idea? ¿A quién más has modificado sus recuerdos?—
-El director de Tokio, los alumnos, los profesores, la profesora de Kioto y cualquier ser humano con el que haya hablado las últimas cuarenta y dos horas. No me lo ha puesto fácil, mi señor.-
-¿Por qué lo has hecho? No tengo ningún problema con que me digan el diablo.-
-Mi señor, los humanos no llevan bien la divinidad, muchos o son fanáticos o carecen de fe, pero cuando ven algo divino. Se vuelven locos.-
-Hmm no creo que sea para tanto...¿Como están las cosas en el infierno? Y por favor....dime que van bien-
-Van...mal, sin usted muchos demonios y bestias están haciendo lo que ellos quieran. Por ejemplo: los pecados capitales, los leviatanes...las bestias divinas...-
-¿¡Mis bestias divinas!? Pero ¿No estabas tú y tus hermanas?- Ambos empezaron a caminar hacia la salida de la escuela, aunque Satoru estaba que quería romperse la cabeza contra el concreto, lo que le costó domar esas bestias, como para tener que volver a hacerlo.
-Si, los primeros trescientos mil años, luego empezaron a dudar de tu regreso y por último olvidaron tú existencia.- Makima miraba el suelo mientras relataba los sucesos. Recordando cómo cada milenio era difícil mantener el infierno y más con la suma de los humanos pecadores que debían ser torturados.
—Bueno, mientras no salgan del infierno, todo irá bien.— Satoru miro al cielo con una leve sonrisa, hacia un hermoso día.
-¿Donde ha estado?- Makima pregunto repentinamente, mientras le agarraba de la manga con los dedos.
-Encerrado en una especie de gema.- La respuesta de Satoru, desconcertó un poco a Makima, que inclinó la cabeza con el ceño fruncido, mirando con confusión a Satoru.
-¿No estaba de vacaciones?-
-¿Quién te ha dicho esa mentira? No me digas que te has creído las palabras de Miguel.- Satoru puso una mueca ante las palabras de Makima ¿En serio? ¿Vacaciones? ¿Miguel ya no sabe decir buenas mentiras?
-Vuestra hermana Azrael fue quien nos lo comunico, por eso la creí....pensé que...no mentía. Pero entonces ¿Como le han encerrado allí?-
-Te lo explico luego.- "Tsk...¿Ella también? ¿No iba a haber ni uno solo de mis hermanos que no me hubiera traicionado?" Pensó Satoru. -¿Donde vamos?- Pregunto al ver que ya estaban en la salida de la escuela.
-Le he conseguido un lugar donde vivir. Está en el centro de Tokio, le gustará.- Makima abrazo por el cuello de él, dio un pequeño salto, haciendo que Satoru la cargará en brazos de forma instintiva pero, Satoru no se movio.
Ambos se miraron un poco confundidos al ver que el otro no hacía o decía nada.-¿Que haces?- preguntaron ambos a la vez.
-¿No sería más rápido ir volando? No sé preocupe, yo le indico donde aterrizar.- Explico Makima.
-Ah....eh...bueno, no puedo hacer eso....- Satoru la dejo en el suelo de forma lenta, evitando la mirada de ella con incomodidad.
-¿Por que?- Busco el rostro de Satoru, inclinando su cuerpo a un lado.
-Esto....me...es posible que.......Me hayan cortado las alas....- Sonrió nervioso.
-¿¡Q-QUE!? ¿¡C-CUANDO!? ¿¡QUIEN!?- Pregunto Makima alterada, soltando a Satoru y poniéndose en su espalda, tocándola, intentando notar el calor que siempre irradiaban cuando Satoru las escondía. Pero no sentía nada.
-Me las corto Miguel.... él me encerró en una gema donde estuve durmiendo allí todos estos eones.- Explico un poco mientras miraba el suelo.
-Ese....pedazo de hijo de puta.- Makima apretó fuerte los dientes mientras miraba a Satoru. -Usted....¿Está bien?- La pregunta no era solo en el sentido físico, también en el mental. Cortar las alas de un ángel, es como quitarle la libertad y limitarlo, hacerlo débil.
-No te preocupes, estoy bien, de verdad. Pero si vamos a ir a algún sitio, debemos coger un...eh...¿Como lo llamaban? Un coche.-
Tal vez por magia o simple destino, justo un hombre delgado vestido de traje negro con unas gafas, pasaba por allí, se dirigía hacia la sala del director. Pero fue detenido por Satoru.
-Disculpa, eres de esos asistentes que hacen de chófer ¿Verdad?- Preguntaba con una sonrisa.
-Y-Yo...técnicamente si aunque no es mi única funcion, si lo soy...pero lo lamento, debo darle esto a mí superior y...-
-¿Cuál es tu nombre, amigo?-
-M-Me llamo Ijichi Kiyotaka ¿Puedo preguntar quién es usted?- Ijichi Estaba nervioso por la mirada intensa de ambos, Makima lo miraba de arriba abajo como si fuera a experimentar con él, pero Satoru se acercó y abrazo el cuello de Ijichi.
-Soy Satoru Gojo~♪ Me gustaría que me llevaras a mi y a mi amiga, ha un lugar.- Ijichi se tenso mucho, hace nada le habían comentado que un lunático del clan Gojo había causado un montón de problemas, nunca imagino encontrase con él.
—Y-yo, no puedo, lo siento. Tengo co....— Una cadena se incrustó en la cabeza de Ijichi, quedándose embobado, la cadena había salido dispara del dedo de Makima, quien estaba haciendo una pistola con su mano.
—Eh...oye, no era necesario eso.— Satoru soltó a Ijichi y abrazo por el cuello a Makima con un brazo, acercándola a él.
—Pero así no debe intentar convencerle, es la manera más rápida.— Se justificaba Makima sonriendo.
—Nah, olvidalo, vamos a cogerle el coche, venga no hay nada mejor que la velocidad.— Satoru se acercó a Ijichi y le reviso los bolsillos hasta encontrar las llaves. —Vamos Makima, solo hazle pensar que olvidó el coche en casa o algo...—
Makima asintió y unos segundos después las cadenas habían desaparecido. Pasaron dos minutos e Ijichi volvió en si, mirando a todos lados y recordando que dejó las llaves del coche en casa.
—Ay deberé pedirle al director un repuesto luego....ha es verdad, debo darle esto al director.— Ijichi salió corriendo hacia la oficina del director.
...
—Eres una irresponsable Yuki, debistes dejar que Geto hablara con Gojo-san sobre la unión para la hechicería.— Utahime estaba regalando a Yuki, que está tenía la cabeza agachada. Mei Mei estaba riéndose sentada en una de las mesas del comedor junto a Shoko y Geto.
—¡Es que estaba muy bueno, Utahime-sempai!— Yuki "lloraba" mientras se abrazaba a la pierna de Utahime. —Por favor entiéndeme, esos ojos me pedían montarlo, no pude evitarlo.— Todos miraban con cierto desagrado a Yuki, pero la que más era Mei Mei.
—Que asco...— Susurro mientras movía la cuchara de su café.
—Crei que te daría curiosidad Satoru Gojo.— Shoko bebía de su café mientras intentaba omitir de su mente las voces de Utahime regañando a Yuki.
—No, para nada. Pero me tengo que ir, te vuelo luego.— Mei Mei se levantó y se alejo del grupo por los pasillos.
—Venga, deja a Yuki, ya mucho a sido con el regaño de Yaga.— Suguru estaba mirando su móvil, chateando con alguien mientras dejaba en la mesa dos tazas de té verde.
—Tienes suerte de que todo este desastre sea solo un malentendido del integrante del clan Gojo. Porque si llegara a ser un hechicero maldito...— Utahime se callo antes de seguir enfadandose.
—Mira, si por acostarme con el, me van a regañar....yo digo que mereció la pena.— Yuki se sentó al lado de Suguru.
—Sigo teniendo curiosidad.— Afirmó Shoko
—¡Shoko!— Regaño Utahime mientras fruncía el ceño.
—Solo es curiosidad.— Se justificó, pero Suguru solto un leve gruñido, no le gustaba la curiosidad de Shoko.
—Solo cinco letras: L.M.N.M.P.V.— Yuki tenía una sonrisa de oreja ha oreja.
—En cristiano y que todos lo entendamos...— Suguru dejo de mirar el móvil para mirar a Yuki.
—La Mejor Noche de Mi Puta Vida. No hay otras formas de decirlo. Utahime debes de pasar un anoche con él, si debes perder la virginidad, al menos que sea con alguien que sabe cómo tocarte.—
Utahime casi se atragantó por las palabras de Yuki, con un sonrojo miro con desaprobación las palabras de ella.
—Ni de coña, mira, no parece mal tipo, pero ni de broma, no voy a ser una más de su seguramente enorme lista.—
—Utahime, te aseguro que merece la pena, hazme caso por una vez.— Pedía Yuki, tomado las manos de Utahime.
—¡Que no! Ya olvidalo.— Utahime tenía un sonrojo que intentaba esconder apartando la mirada.
—Puede que no sea tan mala idea.— Utahime miro a Shoko con el ceño fruncido.
—Vale, suficiente, hoy sí que no lo tolero. Me voy a Kioto.— Utahime se despidió de Suguru y se fue de allí enfadada.
—Esta vez sí que os habéis pasado— Suguru volvía a escribir mensajes.
—Tsk... Ella es tonta, como pierda la virginidad con alguien que no sepa, se va ha arrepentir.— Yuki hacia puchero mientras se apoyaba en la mesa, reposando su cabeza en sus propias manos. —¿Aquien tanto escribes?— Yuki intento mirar el teléfono de Suguru, pero recibió un golpe en la frente con un dedo, proporcionado por Suguru.
—Metiche, es de mala educación mirar la conversación de los demás. Estoy hablando con mis hijas, quieren ver una película con Yuuji, el hombre lombriz 3. No entiendo cómo les puede gustar esas películas tan malas.—
—Ya, a mí solo me gustó la primera. La segunda ya no trataba del personaje principal. Yo creo que eso la jodió.— Yuki dejo de frotarse la frente. —Bueno, mis amores, debo irme, tengo asuntos que investigar.—
—¿No debes ir a una misión?— Shoko miraba con una ceja alzada la la chica de clase especial.
—Eh...no se de qué me hablas....¡Chao!— Yuki se fue antes de que Shoko la regañara. Mucho que Utahime lo hiciera hoy.
—¿Quieres venir conmigo? Luego iremos a cenar.— Suguru apagó el móvil para mirar a Shoko.
—No puedo, tengo turno nocturno esta noche....¿Debes irte ya?— Shoko se terminó el café de un solo trago.
—No, tengo como una hora.—
—Perfecto....Yo...¿Podemos hablar de una cosa?....— Shoko tenía un sonrojo mientras miraba a otra parte.
—Claro, dime ¿Que pasa?—
—Tu......— A Shoko le estaba costando sacar las palabras, tanto que empezó a rascarse el brazo.—¿Quiere un rapidito en tu despacho?— Sonrió y con la punta de su tacón acarició la entrepierna de Suguru.
—Je...claro.— Suguru sonrió mientras se levantaba de la silla.
...
La luz del sol del atardecer impactaba en la piel blanca de Satoru, el vieto provocado por la velocidad del coche, impactaba en su rostro, obligándole a cerrar los ojos. Su pelo desordenado por el aire, la sensación de su mano dejandose llevar por la fuerza del viento. Esto iba a ser lo más cercano a sentir las mismas sensaciones que sentía al volar, abrió los ojos lentamente y miró la ciudad de Tokio.
Makima quien conducía, miraba a veces de reojo a Satoru, era la primera vez que veía en los ojos de Satoru, tristeza. No le gustaba verlo así, no parecía algo natural, como si verlo triste fuera algo que debería ser erradicado inmediatamente.
—Haber si lo he entendido...El clan Gojo es uno de los clanes más poderosos debido a su técnica del "infinito" que consiste en que no pueden ser tocados...tienen la capacidad de modificar el espacio de su alrededor para provocar efectos en la realidad y usar estos efectos como armas.... ¿Como han llegado a estas capacidades los humanos?—
—No lo sé, se que empezaron a tener estás habilidades 400 años después de su creación y desde ese día, tiene está capacidad.—
—La habilidad neutra del "infinito" que es la que detiene....la habilidad de atraer que dices que la llaman azul...y la capacidad de repeler, llamado rojo...que es la inversión de la habilidad....tsk, no sé si podre imitar esas habilidades, siendo tan débil.—
—¿De verdad no puede hacer otra cosa que no se los deseos?— Pregunto Makima mirándole de reojo.
—No...no puedo invocar mi espada....—
—¿Y toda esa energía que salió cuando fue liberado? Hizo temblar el infierno y seguramente el cielo.—
—La gema fue hecha para extraer toda mi divinidad....no sé cuantos años estuvo diseñando Miguel esta gema....pero debo felicitarle, ha sido extremadamente efectivo...— Satoru miraba la gema rota que estaba en sus manos, la unica función que tenía era extraer la energía divina y apresar a Satoru. —Gracias por enseñarmela, ahora entiendo cómo es que ha podido retenerme.—
Satoru se puso a ver de nuevo la ciudad, pero aunque quisiera relajarse por un momento, su mente llena de cuestiones y exigiendo respuestas, no le permitirían relajarse. —Querida...la humanidad ha estado en mucha muerte, guerra, hambre y conflicto por el control y la supremacía entre ellos....¿Has tenido algo que ver?— Satoru miraba los enormes edificios que se alzaban hasta los cielos, Tania tanta curiosidad de saber cómo lo han hecho.
—Sí y no....Miguel bajo al infierno ofreciéndonos un trato a cada una de mis hermanas y a mí...las únicas que aceptaron los tratos de Miguel fueron guerra y hambre...—
—¿Que le ofrecieron a Kiga? Seguramente a Yoru le ofreció participar personalmente en las mejores batallas. No lo dudo—
—Le ofreció algo relacionado con su rostro, no se más.—
—¿Y Shirin y tú? ¿Que te ofreció?— Satoru giro la cabeza, mirando a Makima, viéndola de perfil la luz del atardecer iluminaba el rostro de ella... "La hice demasiado hermosa" fue el rápido pensamiento que tuvo Satoru mientras sonreía un poco.
—A ella le ofreció miles de cosas, algunas materiales y otras eran favores. Pero Shirin solo se limitó a decir, que ella asumirá el papel que se le encomendo.— Makima miraba atenta la calle, su dedo anular daba pequeños golpecitos en el volante, estaba nerviosa, Satoru lo podía notar, eran esos leves y muy pequeños detalles que revelaban el sentir de Makima, detalles que Satoru los veia mucho más claro que un cristal transparente.
—¿Que te ofreció?— Satoru la miraba atento, recordando que Gabriel dijo que Makima no acepto nada, pero y si acepto algo.
—Me ofreció....subir a la tierra cuando quiera. Solo debía ser leal a él para siempre, pero lo rechacé.—
—Hmm, supongo que Kiga y Yoru, ya no son leales a mí...—
—Si lo son, solo que deben provocar matanza en los humanos cada que Miguel lo pida.—
—¿Por qué? ¿Que le beneficia a él eso?— Satoru frunció el ceño confundido, pensando en los beneficios que puede sacar Miguel de todo eso.
—No lo sé, pero sé que bajan muchos pecadores al infierno cuando convoca a mis hermanas.— Satoru miro la carretera pensando y buscando una respuesta, pero ahora mismo no tiene ni una pista para intuir los planes de Miguel, estaban llegando al distrito Minato por lo que indicaba las señales, además que se podía ver desde lejos la torre, Tokyo Skytree.
—Ahora que me doy cuenta ¿Como has subido? Que sepa los demonios no tiene alas....¿Tienes alas?— Satoru sonrió y tocó la espalda de Makima, pero no, no había calor allí.
Makima aprovecho y se detuvo en un semáforo rojo. De su abrigo saco un estuche pequeño metálico, nada más abrirlo una luz dorada salió de allí. Revelando dos plumas de ángel, sus plumas, que tenían un brillo cálido y dorado.
—Usted me dio tres plumas cuando termino de domar a las bestias divinas y a los demonios. Use una para subir aquí....tenga, las necesita.— Makima se las ofreció, pero Satoru las rechazo con la mano.
—No, son tuyas, te las di para tí...—
—Lo se, pero ahora usted necesita esto, ya me dará otras plumas cuando recupere sus alas.—Makima volvió a ofrecerselas, Satoru miro las plumas y solo tomo una la más grande, está se iluminó un poco más. Poco a poco se empezó a deshacer en ceniza.
El brillo dorado se esparció por todo el cuerpo de Satoru, hasta que desapareció. —¿Vuelve a tener poder?— Pregunto Makima mientras guardaba la otra pluma en el estuche.
—No....pero creo poder hacer algo util, aparte de ser encantador, claro...— Satoru miraba su mano, analizando cerrándola en un puño, notando su fuerza, hasta que se le ocurrió algo.
Abrió la mano, miro su palma fijamente, empezó a tensar los músculos, de la mano, sin cambios aparentes, pero poco a poco una brisa atraía la ropa y el pelo de Satoru y Makima, una fuerza invisible atrae de forma leve hacia la mano de Satoru. —Ya entiendo...es un juego matemático....son números imaginarios....que curioso es el clan Gojo.— En la mano de Satoru se formó una pequeña esfera azul.
—Entonces ¿Puede usar la energía maldita?— Pregunto Makima mientras el semáforo se ponía verde.
—Nah, estoy copiando lo que hacen los rituales del clan Gojo, pero sin esa energía maldita.— Satoru deshizo azul y empezó ha intentar hacer rojo. Está vez era el triple de difícil, aveces se hacía, pero desaparecia al instante.
—Entonces no puede dañar una maldición.—
—No le haría daño, si fuera un humano atacándole con esto. Pero creo que mi divinidad, les hace mucho más daño que la energía maldita. Esto es solo teoría, debido a que Utahime parecía sorprendida de que matará a ese bicho sin energía maldita.— Satoru intento hacer de nuevo el rojo, pero no estaba funcionando y ahora duraba menos que antes.
—¿Quién?— Pregunto Makima alzando una ceja
—Una mujer bajita con una cicatriz en el rostro.—
—Ah, si, la profesora de Kioto.—
—¡He decidido ser profesor asistente! Para los alumnos de Tokio y Kioto!— Satoru sonrió ilusionado por qué fuera mañana ya.
—¿Eh? ¿Por qué?— Makima había olvidado lo espontáneo que podía llegar a ser su señor.
—Bueno, quiero aprender de todo esto de la hechicería y la humanidad. Además, esa Utahime me trae curiosidad.—
—Entonces ¿Esto es a lo que dedicará? ¿Ser profesor y cazarrecompensas? ¿Que ocurre con Miguel? ¿No hará nada?— Makima aparco en frente de un rascacielos, cerca de la torre Tokyo Skytree. Miraba a Satoru con duda.
—Ahora mismo solo podemos sentarnos y esperar, con el tiempo descubriré como castigar a Miguel y recuperar mi poder....Además, estar entre humanos, es algo que a Miguel no le hace gracia.—
—¿Como lo sabe?— Makima aún mirando a Satoru, seguía conduciendo de forma perfecta.
—Me envío al bueno de mi hermano Gabriel para ofrecerme un trato. No quiere que esté aquí y eso ya es un punto para mí...—
—Entoces ¿Vamos sin rumbo? ¿Esperando a que algo pase?—
—¡Din din din! ¡Tenemos a una ganadora!— Satoru salió del coche y alzó la cabeza, viendo lo alto que era el rascacielos. Makima salió después y caminó hacia la entrada del rascacielos, seguido por Satoru.
—¿No te parece impresionante lo que hacen los humanos con sus propias manos y sin poder?— Preguntaba Satoru, dando vueltas en si mismo una vez que entraron y miraba toda la sala.
La subida por el ascensor fue larga, se podía ver todo Minato desde ese ascensor, Satoru observo que había 70 pisos, pero Makima había presionado el 69.
—¿Ese número es por algo en especial?~— Susurro Satoru, mirando a Makima de reojo, ella rió un poco por lo bajo y se aflojó la corbata.
—Tal vez.— La sonrisa de Makima creció un poco más. El ascensor se abrió, revelando un pasillo recto que conducía hasta la puerta 69.
—¿Por qué me has dado un departamento? ¿Y de donde has sacado el dinero?— Pregunto Satoru mientras caminaba de espaldas mirando a Makima con una sonrisa.
—Debido a que supuse que vendría a ver a los humanos diariamente y pensé que en vez de volar del cielo a la tierra. Querría un segundo lugar al que llamar "hogar". Y en cuanto al dinero....unas mascotas me lo dieron.— Satoru puso los ojos en blanco, no quería imaginar que clases de juegos mentales le habrá hecho a cualquier pobre desalmado.
Cuando entraron, Satoru vio que la decoración era muy parecida a la que él tenía en sus aposentos en el cielo. Todo el suelo del departamento era suelo de mármol blanco y dorado, cuatro columnas sujetando el techo, blancas y lisas con diseño de nubes doradas y detalles negros en los extremos de cada columna. El techo blanco con detalles negros y dorados. Frente suyo estaba el balcón donde la barandilla era de cristal, en el suelo del balcon había algunas macetas y flores, era un lugar perfecto para la jardineria, en la derecha del balcón había un amplio espacio cubierto por el techo, donde había una piscina y jacuzzi incluido.
A la izquierda de la sala estaba unos sofás blancos, frente a ellos una tele grande junto con unos bafles, más en la izquierda estaba unos ventanales cubiertos por unas cortinas de seda.
En la derecha estaba dividido en dos partes, la izquierda llevaba a un pasillo y a la derecha estaba una barra del mismo material que el suelo, atrás había botellas de alcohol de todo tipo.
—Wow, no está mal...me gusta...la verdad me gusta mucho.— Satoru miro todo un poco, primero salió al balcón teniendo toda las vistas de Minato, aunque no muy lejos de donde estaba, estaba la torre roja. Salió del balcón y tocó las columnas de mármol, frías y resbaladizas.
—Venga, la mejor parte es por aquí.— Makima se adentro por el pasillo de la derecha, donde había tres puertas, Makima abrió la de la izquierda, revelando una biblioteca donde las estanterías eran muy altas, conteniendo muchos libros, el suelo estaba cubierto por una alfombra negra, había sillones de cuero frente a una chimenea. —Los libros son todo sobre la historia de la humanidad, las religiones, las mitologías, ciencias...— Makima redacto algunos géneros de los libros que había.
—Es muy alto...voy a necesitar una escalera para llegar arriba...¿Tambien hay libros de otros idiomas?—
—Siete mil cien diccionarios de cada idioma hablando en la historia de la humanidad.— Comento Makima antes de cerrar la puerta y abrir la puerta de la derecha.
Dentro había una sala muy extensa y amplia, había mesas frente a la pared. Era un estudio, un estudio de artesanía de la humanidad.
—Tal vez no sea el tipo de artesanía que usted usa, como las estrellas, las nevulosas o los agujeros negros, pero conociéndolo, he supuesto que le gustaría aprender de lo que la humanidad ha creado....aquí tiene cosas como...cerámica, joyería, carpintería...la sala es muy grande, puede meter más cosas si quiere.— Makima le enseñaba uno por uno las cosas que había en la sala, habia una sección asilada para la herrería. Básicamente Makima le había proporcionado a volver a crear cosas.
—Bien....vamos a la última habitación.— Satoru salió de forma tranquila y serena. Makima esperaba que él mostrará ilusión por esta sala ¿Algo no iba bien?
Ambos entraron en la última habitación, con sus armarios amplios, aún vacíos, tenía un ventanal que conectaba con el balcón. Una cama de tres plazas. Nada a destacar, era una habitación normal y corriente.
—Y la cama....se que no es de suave como una nube, pero es bastante suave.— Makima se giro mirando a Satoru, quién miraba todo con detalle y tocándolo todo. —¿Debería añadir algo más?—
—No.... Pero se porqué has hecho esto....te has sentido sola ¿Verdad?— Satoru se giro a mirarla con una sonrisa y apuntó con su dedo a ella. —A cada demonio le concedí un deseo individual, su mayor deseo. Incluyendo a tus hermanas y a tí...para mí han sido tal vez unas horas o unos días sin vernos...pero para tí...han pasado eones desde la última vez que te concedí tu deseo.— Satoru se acercó a paso lento a ella. Makima retrocedía poco a poco hasta que chocó contra la cama, al apartar un momento la mirada, Satoru ya estaba frente de ella. Makima tenía una respiración levemente acelerada, que incrementaba poco a poco. —Tu deseo siempre fue ser abrazada por mi...y he estado eones faltando a mi parte del trato...asique, por parte del trato, por ser leal a mí todo este tiempo y por esa sala de artesanía...— Satoru se acercó al oído de Makima. —Te has ganado una buena recompensa, diablilla.— Satoru beso a Makima en los labios mientras la tumbaba en la cama.
—Hmm~ mi señor~— Makima correspondía el beso, abrazándose al cuello de Satoru.
—Esta noche es toda tuya Makima~—
.....
Bueno, capítulo cinco, perdón por tardar, me ha dado entre pereza y algo de miedo no saber cómo hacer la personalidad de Makima, si os gusta como está, decidlo...si no os gusta....también decidlo.
Y ahora vamos a una nueva parte que aveces estará y otras no
Curiosidades de la historia:
—Satoru bebe alcohol, pero este no le afecta en nada. Debería beber todo el alcohol del planeta y no se estaría seguro de si le está afectando.
—A Satoru le fascina el dulce, tanto que creo una sala en el cielo solo de dulces. El alcohol que bebe suele ser de bebidas dulces.
—En el capítulo 4, la parte en la que canta Satoru. Satoru cambia parte de la canción ya que en vez de decir:
"This is the American dream"
El dice:
"This is the Paradise dream"
—En el capítulo 4 la bebida en la que invitan a Satoru es: "Between the Sheets" es una bebida sugerente para pasar una noche con alguien.
—El nombre de la jineta de la muerte es Shirin. En Japón está muy mal visto llamar a un hijo que empiece por "Shi" ya que significa "muerte" y el otro kanji es "rin" que significa "frío" lo que se entendería como "muerte fría"
—Yoru es la menor de las jinetes, después sería Makima, luego Kiga y la mayor de todas es Shirin.
Hasta aquí las curiosidades de hoy. Nos vemos chao! Dadle estrella, me motiva, de verdad.
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