Fase II. Poema IV / Terror

Cuentos para un lobo moribundo

Sentada en la maleza manchada de carmesí descansé
veía mi cuerpo traslúcido, a mi lado estaba mi ensangrentado cuerpo.
Veía figuras sombrías rodearme y verme con desdén
el viento me susurraba un cuento de terror que me arrancó el alma.

Vagué mientras la luz del astro nocturno iluminaba mi espíritu en pena,
oía a los árboles murmurar, al viento seguir susurrando un tétrico cuento que dicen jamás pasó.
Chocaba con muertos en aquel cementerio natural
y un lobo moribundo me arrebató la paz.

Que comía infantes, decían
que se llevaba la almas, comentaban
sin embargo, nadie había visto aquel moribundo animal,
que con cada paso parecía fallecer más,
más su hocico manchado de escarlata me hizo dudar.

Criaturas repugnantes comían de mi ya putrefacto  cuerpo, el viento aún susurraba,
le contaba cuentos al lobezno, se deterioraba el firmamento.
Mi alma perturbada caminaba por las veredas nocturnas en el momento.
los bosques funestos temblaban ante los cuentos del viento.

El lobo moribundo me empujó a un agujero, mi tumba estaba húmeda, los gusanos mordian mi rostro
el viento contaba cuentos mientras ardientes alaridos salían de sus palabras,
estiré mi mano al cielo, siendo jalada por los sórdidos seres.
La lobreguez del bosque me hizo vivir mil noches, y ninguna mañana.

Mis pies descalzos pisaban cráneos mortales carmesí
los cuentos del viento hablaban pura verdad
La única condición para escucharle,
era ser muerto por el moribundo lobo, el cual sus horrorosas historias me susurraba el compungido viento.

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