Un encuentro extraño

La nieve cubría todo a la vista y el frío hacía pensar dos veces a cualquiera que quisiera salir de su casa a realizar cualquier actividad.

-"Maldita nieve no me separarás de mi preciado ramen"- gritó Naruto desde la entrada de su departamento mirando a la calle.

-"con un demonio, mocoso guarda silencio"- gritó uno de los inquilinos de conjunto de departamentos asustando al pequeño pelirrubio.

-"Lo siento"- respondió Naruto a quien sea que se haya quejado, abrigándose lo mejor que pudo salió en búsqueda de su alimento.

En otra parte de la aldea, en la finca del clan Hyuga se llevaba a cabo el nacimiento de la segunda hija del líder del clan Hyuga, pero este no sería normal ya que Hana hyuga se encontraba siendo víctima de una enfermedad extraña que no tenía tratamiento ni remedio, el riesgo de perder la vida en el proceso era muy alto y esto tenía de los nervios al líder del clan que caminaba afuera del cuarto como  un león enjaulado, mientras tanto en el jardín caminando descalza de manera tranquila se encontraba  la primogénita del líder del clan, Hinata Hyuga era la copia de su madre pero con el comportamiento frío de su padre, no habían muchas cosas que la sacaran de su punto de tranquilidad, según las palabras de su abuelo era una heredera digna del clan, su mayor orgullo pero de lo que nadie estaba enterado es que Hinata no tenía interés de ser heredera de nada, ella buscaba emoción en su vida y al interior de su clan era tratada como si fuera de cristal.

-"Hinata sama, Hiashi sama mandó por usted, su hermana ha nacido"- avisó una de las criadadel clan, que en realidad era de la rama secundaria, rama creada por algún viejo loco al determinar que solos los nacidos primero están destinados a llegar a la cima mientras que los demás solo deben servir hasta la muerte, costumbres de un clan que esperaba desaparecieran antes que ella tomara el liderato, la niña suspiró, se puso nuevamente sus sandalias y fue a ver que era lo que quería su padre.

Pasó una semana para que todos se enteraran de la muerte de la esposa del líder del clan Hyuga, hana Hyuga no soportó el nacimiento de su segunda hija  y falleció dejando a su esposo con dos pequeñas, Hiashi debió soportar todo el proceso  aunque finalmente cedió al dolor y se encerró por un día completo en su cuarto después de haber enterrado a su esposa, en cuanto a Hinata, si bien antes era una niña seria para su edad, ahora un aire melancólico la rodeaba, sus ojos vacíos y su piel pálida le daban un aspecto fantasmagórico, eso y que desde que enterraron a su madre, no volvió a acercarse a su hermana menor culpándola de haber perdido a su madre.

Hinata estaba sentada a la orilla del pasillo que daba al jardín, no había mucho que hacer y eso significaba que había demasiado tiempo para recordar a su madre y andar llorando por la casa era lo que menos quería en este momento por lo que fue por ropa más abrigada y escapó para salir a recorrer la aldea, sabía que esto le traería consecuencias pero  si no iba a entrenar bien podría buscar algo que hacer, así que sin pensar en nada más, Hinata Hyuga se fugó.

Parado frente a su stand de ramen favorito se encontraba Naruto con los ojos abiertos a más no poder.

-"Cerrado hasta nuevo aviso"- así decía un letrero  con letras grandes, los ojos de Naruto se dilataron y cayó de rodillas al suelo, levantó los puños al suelo y gritó con todas sus fuerzas.

-"Nooooooo"- 

-"Pero que le sucede a ese niño, acaso está loco"- comentaron dos mujeres que pasaban por allí.

-"Mi ramen, mi preciado ramen, que haré sin ti"- murmuraba el Uzumaki levantándose con algo de esfuerzo y retirándose a paso lento -"esto debe ser una pesadilla, si eso debe ser"- trataba de asimilar su situación el pobre pelirrubio. Sin darse cuenta la ruta que tomó lo llevó a un bosque en quien sabe donde, que siendo sincero le daba algo de miedo, el Uzumaki caminaba con cuidado vigilando que no se le apareciera nada parecido a un monstruo o un fantasma, de solo pensarlo su piel se volvió más pálida.

-"Qué haces aquí? vete"- la voz de una niña interrumpió el caminar del pobre pelirrubio que sentía que en cualquier momento se le escapaban los esfínteres.

-"Señor fantasma no me coma por favor, ni siquiera he comido ramen y mi sabor podría ser malo"- rogaba el niño tirandose de rodillas al suelo rogando por su vida, detrás de un árbol apareció una niña de cabello oscuro con reflejos azules, piel blanca y ojos color perla -"hay que horror, es el fantasma de una niña fea"- gritó Naruto retrocediendo, la niña miró sorprendida al pequeño pelirrubio pero la sorpresa cambió a molestia por haber sido llamada fea.

-"que te pasa tonto, acaso no sabes que soy yo?"- preguntó Hinata tratando de controlar su molestia, era raro para ella perder la calma pero este niño estaba buscando una buena paliza.

-"pobre alma en pena, ni siquiera sabe porqué está aquí"- Naruto miró con lastima a la niña, Hinata no lo soportó más y le lanzó un puñetazo al niño, esperaba que al menos lo esquivara pero contra todo pronóstico, el niño no se movió ni un ápice, y simplemente recibió el golpe directo en la nariz, por varios segundos, ninguno reaccionó ni se movió pero lágrimas se acumularon en los ojos del pequeño pelirrubio e irremediablemente soltó un grito de dolor y se tiró al piso para tomar distancia de Hinata.

-"Ey tu no eres un fantasma, solo eres una niña fea que le gusta engañar a los niños inocentes como yo"- el enojo de Hinata estaba alcanzando nuevos límites pero al ver la cara del niño no lo soportó y comenzó a reír -"Hay no, no solo es fea, también está loca"- dijo Naruto tomando distancia pero recibió una bola de nieve en el rostro.

-"Yo no soy fea niño cabeza de orina"- respondió Hinata con otro bola de nieve en sus manos, Naruto se quedó quieto un momento para rápidamente responder el ataque y sin más se creó una guerra de bolas de nieve entre dos niños desconocidos, ignorado por los niños era la presencia del guardián de Hinata que se quedó observando como la siempre fría princesa del clan sonreía como si fuera una niña normal, conocía al niño así como casi toda la aldea, su situación era un secreto a voces y el único que no estaba enterado era el niño.

Después de una guerra sin cuartel ambos infantes estaban sentados en la base de un árbol descansando para poder continuar después.

-"Eres raro"- comentó Hinata mirando como nieve comenzaba a caer del cielo.

-"Mi nombre es Naruto niña fea, recuerdalo porque algún día seré una leyenda"- corrigió Naruto levantando su puño al cielo, Hinata le miró un instante para volver a lo suyo.

-"Y Yo no soy niña fea, mi nombre es Hinata Hyuga"- Naruto simplemente subió los hombros restándole importancia el saber el nombre de la niña, ganándose un golpe en el brazo por parte de Hinata.

-"Bueno Hinata, ya se hizo tarde y no quiero que me pille la noche, espero y sepas encontrar la salida del bosque, ya sabes por tu ceguera"- Hinata simplemente ignoró el detalle de haber sido llamada siega, nadie le había faltado tanto el respeto pero de alguna forma estaba agradecida con el niño baka.

-"Si, tranquilo, no le diré a nadie que una niña te golpeó y no lo pudiste esquivar"- Naruto estaba por responder pero un hombre apareció entre los arbustos -"ko san"- dijo Hinata, el hombre asintió.

-"Es hora de regresar Hinata sama, ya es demasiado tarde"- Ko miró al niño pero notó como se retiraba en silencio con las manos enredadas detrás de la cabeza, Hinata le miró también.

-"Naruto"- habló Hinata.

-"Señor, juro que no conozco a la niña, ella me siguió porque quiso"- dijo Naruto ignorando el llamado de Hinata, era obvio que ella no era una niña normal, su ropa, su forma de hablar, el que tenga un escolta que encendían su alarma de que estaba en tierra peligrosa, el era un huerfano que no debía mezclarse con personas como ella, así que hizo lo más sensato y se retiró antes de que se viera envuelto en cualquier cosa, Hinata miró como Naruto se alejaba y se giró para mirar a su escolta y comenzar a retirarse en dirección contraria al pelirrubio, en cuanto a Ko, miró al niño y sonrió ya que entendía el porqué de la actitud del niño, eran de dos mundos completamente distintos y romper esa barrera era muy difícil, pero el destino no está escrito. 


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