Después de pescar durante un buen rato, Maya y Lucho se sentaron de nuevo en la orilla del lago.

- Oye. - Dijo él.

- ¿Qué pasa?

- ¿Quieres...que hablemos de lo de antes?

- ¿Eh? ¿Lo de antes? ¿A qué te refieres? - Preguntó ella, sonriendo.

- Sabes perfectamente a qué me refiero.

- Ah, no sé, tú me dirás. - Dijo Maya, con un tono burlón.

- Estás haciendo esto aposta y lo sabes. Te gusta meterte conmigo, ¿eh?

- ¿Yo? ¿Para nada? - Guiñó un ojo. - Uy, mira, ya va siendo hora de comer.

- ¿Ya estás cambiando de tema? Bueno, la verdad es que tengo hambre...

- ¿Comemos y nos vamos?

- Sí...creo que será lo mejor...

Comieron todo lo que habían pescado, subieron hasta la cueva, cogieron lo poco que tenían y se disponían a abandonar el lugar.

- Espera. - Dijo Maya, deteniendo a Lucho justo cuando iban a irse. - Mira.

- Que mire...¿el qué? - Se extrañó él.

- ¿No te das cuenta de lo importante que es este lugar para nosotros? Es el lugar donde descubrimos y aumentamos nuestro poder con el fuego, el lugar donde dijimos lo que sentíamos el uno por el otro...

- Solo falta...

- ...que éste también sea... - Continuó ella.

- ...el lugar donde nos dimos... - Siguió Lucho, acercándose a la chica.

- ...nuestro primer beso. - Terminó Maya, acercándose todavía más a su compañero.

La chica agarró la chaqueta de Lucho, se acercó todo lo que pudo y le besó. Tan solo fueron unos segundos, pero fue suficiente como para que se dieran cuenta de que nada volvería a ser igual desde entonces. Se separaron lentamente y se miraron fijamente.

- Maya, yo...tengo miedo...¿qué pasa si algo sale mal? ¿Qué pasa si corres algún peligro? ¿Qué pasa si no puedo volver a verte? Tengo miedo de perderte... - Confesó él, apretando los puños.

- No eres el único que tiene miedo, pero sabes que lo mejor es afrontarlo y superarlo. Vamos, aún nos queda un largo camino hasta nuestro destino.

Empezaron a caminar por el pequeño camino que se abría paso entre la nieve. Ahora su objetivo principal era llegar hasta la mansión de Bruno.