¿Quién Eres?
Narra Narrador
En un día de purga en el infierno, los Ángeles Exterminadores se entregaban a la implacable tarea de segar las vidas de cuantos demonios osaran deambular por las sombrías calles. La indiferencia se cernía en sus corazones, un frío que no conocía distinciones ni límites en sus víctimas.
Los lamentos desgarradores de los condenados caían en oídos sordos, un eco hueco ante la apatía de los ejecutores celestiales que avanzaban sin titubear.
Demonio: ¡No, por favor, aaaaaah!
Demonio: ¡No, piedad, aaaaaah!
El filo de sus armas no distinguía entre inocencia y pecado; cualquier entidad infernal que cruzara su camino era sentenciada sin misericordia.
Varios Demonios: ¡Aaaaaah!
Era, sin lugar a dudas, un día de terror impío para los habitantes del infierno. En medio de esos tormentos, una demonio sufría más que los demás Charlotte Morningstar, mejor conocida Charlie como la futura reina del inframundo, cuyo destino parecía sellado por las garras de la condena.
En las sombrías estancias del Hazbin Hotel, refugio entre la penumbra y la redención, Charlie yacía abatida sobre su escritorio, derramando lágrimas. Cada fin de año, la desgarradora sinfonía de agonía de sus habitantes resonaba en sus oídos, y aquel recuerdo la atormentaba desde el día en que presentó la idea a su padre de permitir que los demonios, contra toda lógica, alcanzaran el cielo.
-Flashback-
Una joven Charlie, de apenas diez años, se dirigía apresurada hacia la imponente oficina de su progenitor para exponer su ambiciosa visión.
[Una representación visual de cómo luciría Charlie a sus 10 años, aproximadamente. Créditos al respectivo autor por la imagen]
Al ser recibida con un gesto al tocar la puerta, entró con la seguridad de los descendientes del infierno. Lucifer gobernantes de las tinieblas, al notar a su hija, le respondió.
Lucifer: Oh, ¿Qué sucede, manzanita? Papa está ocupado.
Charlie: Papá, quiero que veas esta idea que estoy planeando.
El señor de los abismos tomó el pergamino que su hija le ofrecía, y tras un instante de silenciosa contemplación, la risa burlona escapó de sus labios.
Lucifer: ¡Jajajajajaja!
Charlie, desconcertada por la risa paterna, preguntó con una mezcla de ingenuidad e incomprensión.
Charlie: Papá, ¿Qué tiene de gracioso?
Lucifer: Oh, disculpa, manzanita. Es que tu idea resulta tan cómica y absurda. Es inconcebible que un demonio alcance la redención en este oscuro reino.
Charlie, una mezcla de enojo y tristeza marcando sus facciones, afirmaría con convicción que todos los demonios merecen una segunda oportunidad. La respuesta de Lucifer, su padre, ante esta declaración sincera de su hija, sería de sorpresa.
Lucifer: Mmm, ya veo. ¿De verdad piensas así, Charlie?
Charlie: ¡Sí!
Lucifer: Sígueme, Charlotte.
Así, Lucifer se levantaría de su imponente silla y conduciría a su hija hacia una amplia ventana, cuyos bordes estaban ocultos tras majestuosas cortinas. Con un control remoto en mano, Lucifer presionaría un botón, desvelando la escena exterior. No obstante, lo que se revelaría también sería algo que Charlie preferiría no haber presenciado jamás. Entre lágrimas, observaría cómo los demonios eran brutalmente masacrados por criaturas aladas, portadoras de cuernos y con máscaras que ocultaban sus rostros. En sus manos, empuñaban letales lanzas que utilizaban para segar vidas demoníacas.
Confundida y con un nudo en la garganta, Charlie se dirigiría a su padre buscando respuestas sobre aquellas criaturas y el motivo de su macabra labor. La respuesta de Lucifer no tardaría en llegar.
Lucifer: Ángeles Exterminadores, Charlie. Su tarea es reducir la población infernal para evitar la sobrepoblación en el infierno.
Charlie: Eso no es justo.
Lucifer: Nada de esto lo es, Charlie. Pero es la única forma. Por eso, tu proyecto carece de sentido. Créeme, abrir este hotel no será más que una pérdida de tu tiempo. ¿Lo entiendes, manzanita?
Con esas palabras, Charlie se volvería hacia los Ángeles Exterminadores, notando que uno de ellos acababa de segar la vida de un demonio con su lanza. Al extraerla, la sangre del demonio salpicó su rostro, mientras el Ángel Exterminador la observaba fijamente a los ojos.
[Créditos al respectivo autor del GIF]
Al mirar de nuevo a su padre, le expresaría.
Charlie: Sí, papá, lo entiendo.
Lucifer: Excelente. Ahora vete a dormir, que papá tiene mucho trabajo que hacer todavía.
Contado todo lo aprendido Charlie se iría de la oficina de su padre en dirección a su habitación.
-Fin del Flashback-
Al recordar todo, Charlie lloraría con más intensidad. Pasados unos 15 minutos, lograría calmarse un poco. Tomaría su celular con manos temblorosas y notaría que aún restaban 1 hora y 30 minutos para el cese del exterminio. En ese preciso instante, resonaría el leve chirrido de la puerta de su oficina al abrirse. Charlie se levantaría de su abatimiento sobre el escritorio, se secaría las lágrimas, y al notar que era Vaggie, su novia de toda la vida, se relajaría.
Vaggie: Charlie, ¿Estás aquí?
Charlie: Vaggie, ¿Qué haces aquí?
Vaggie: Te estaba buscando. Al no encontrarte en el vestíbulo, pensé que estarías en tu oficina.
Charlie: No te preocupes, estaba... Reflexionando.
Pero Vaggie, conocía muy bien a Charlie, sabía que estaba encubriendo sus verdaderos sentimientos. Sus ojos hinchados no podían disimular el tormento interior.
Vaggie: Estabas llorando, ¿Verdad? Y no trates de negarlo.
Charlie, consciente de que negar la evidencia sería inútil, optaría por abrir su corazón y compartir sus angustias.
Charlie: Ya no lo soporto, Vaggie. Cada año es lo mismo. Los Ángeles exterminadores vienen aquí y arrebatan una porción de nuestra población. ¿Cómo pueden seguir entrando al cielo después de perpetrar estas atrocidades? Me parte el corazón no poder ayudarlos, no poder salvarlos.
Antes de que Charlie pudiera articular más palabras, Vaggie la abrazaría con ternura, siendo el consuelo en medio de su tormenta emocional.
Vaggie: Charlie, escúchame. Siento lo mismo que tú. Una rabia voraz me recorre. A veces desearía poder salir a las calles y matar a esos malditos. Pero ten fe en ti y en tu proyecto. Creo que habrá algún demonio que anhele redimirse y ascender al cielo. Demostrarás a todos, incluido tu padre, que estaban equivocados, que la redención es posible.
Charlie, sumida en un abismo de dudas y desesperanza, compartió sus temores con Vaggie en un susurro entrecortado.
Charlie: ¿Y si no es posible? ¿Y si mi padre tenía razón? ¿Y si todo esto no es más que una idea absurda, un sueño destinado a desmoronarse? ¿Y si este hotel no es más que una pérdida de tiempo?
Vaggie, con ojos llenos de compasión y determinación, se apartó ligeramente de Charlie, sosteniendo su rostro con delicadeza entre las manos.
Vaggie: Charlie, escucha. Entiendo que el camino que has elegido es arduo, pero eso no lo convierte en imposible. Tu corazón, tu visión de un infierno transformado, es más poderosa de lo que imaginas. No dejes que las sombras momentáneas oscurezcan la luz de tu propósito.
Con un gesto apasionado, Vaggie deslizó sus pulgares por las mejillas de Charlie, limpiando las lágrimas que aún persistían.
Vaggie: Este hotel no es una pérdida de tiempo; es tu bastión, tu refugio de redención. No permitas que las dudas socaven lo que has construido con tanta dedicación. Cada lágrima que derramas por ellos, cada suspiro que escuchas en este reino de sufrimiento, son razones poderosas para seguir adelante.
Vaggie le sonrió con confianza, irradiando fuerza y esperanza.
Vaggie: Eres la chispa capaz de encender la llama de la redención en este oscuro rincón del inframundo. No dejes que las sombras te consuman, porque confío en ti y en tu capacidad para cambiar el destino de quienes te rodean.
Las palabras de Vaggie resonaron en la penumbra de la oficina, y un silencio tenso envolvió a las dos almas conectadas por un propósito común. Charlie, con la mirada elevada y el corazón tocado por la profundidad de las palabras, asintió con determinación.
Charlie: Gracias, Vaggie. Necesitaba escuchar eso. No voy a renunciar. Seguiré luchando por lo que creo.
Vaggie: Así me gusta, cariño. Juntas superaremos cualquier tormenta.
De repente, un silencio opresivo envolvía la habitación de Charlie y Vaggie. Los gritos, esos aullidos anuales que llenaban el aire durante el exterminio, habían desaparecido de manera abrupta. La inquietante quietud se colaba por cada rincón, y Charlie, con gesto de desconcierto, buscó respuestas en Vaggie.
Charlie: Vaggie, ¿puedes oír algo?
Vaggie: No, no escucho nada.
Charlie: Exacto. ¿Cuánto tiempo falta para que termine el exterminio?
Vaggie extrajo su celular y le informó a Charlie que aún quedaba 1 hora con 15 minutos. El misterio se intensificó cuando, tras dos minutos de un silencio sepulcral, los gritos regresaron, pero esta vez no eran los alaridos habituales de los demonios. Eran gritos de un origen desconocido.
Charlie: Pero, ¿Qué...?
Vaggie: Charlie, ¿Qué está pasando?
Charlie: Esos gritos no son de demonios.
Vaggie: ¿Entonces, de qué son, Charlie?
Charlie: De ángeles exterminadores.
Vaggie: ¿Cómo es eso posible? La única manera de matar a un ángel exterminador es con una de sus lanzas. Además, nadie sería tan tonto como para enfrentarse a uno de ellos.
Charlie: No lo sé, Vaggie.
Para desentrañar el misterio, Charlie y Vaggie decidieron asomarse por una ventana. La escena que se reveló ante sus ojos dejó a las chicas estupefactas: un grupo de ángeles luchando contra una especie de ciborg. Este ser metálico vestía una armadura negra y llevaba una capa del mismo tono. Su cabeza estaba resguardada por un casco cónico, similar al de un samurái, y empuñaba una espada que destellaba en rojo carmesí. La atmósfera en la habitación se cargó de una tensión palpable mientras las chicas observaban, atónitas ante lo que parecía una batalla inusual.
Vaggie: ¿Qué es esa cosa?
Charlie: No tengo la más mínima idea, Vaggie. Es la primera vez que veo algo así.
En ese momento, Angel, Niffty y Alastor ingresaron a la oficina, percibiendo la situación inusual. La incertidumbre y el misterio flotaban en el aire, creando una atmósfera cargada de suspense. Todos los presentes, incluyendo a Charlie y Vaggie, se encontraban allí.
Charlie: Chicos, ¿Qué hacen aquí?
Angel Dust: Estábamos buscándolas.
Niffty: Sí, Vaggie dijo que te iba a buscar, pero el tiempo pasó y no regresó, lo que nos empezó a preocupar.
Alastor: Exacto.
Angel Dust: En fin, ¿Qué les sucede, chicas? ¿Por qué están...?
Pero antes de que Angel Dust pudiera terminar su frase, un grito proveniente de un ángel exterminador resonó, dejando a todos perplejos, ya que nunca antes habían escuchado ese tipo de grito.
Angel Dust: Eso no suena como un grito de un demonio, ¿O sí?
Charlie: No, no lo es.
Todos los presentes: ¿Entonces, de qué se trata?
Charlie: Será mejor que lo vean por ustedes mismos.
Entonces, Angel Dust, Niffty y Alastor miraron por la ventana mientras el cíborg continuaba su enfrentamiento contra los ángeles exterminadores. Al ver esa escena, los presentes se voltearon rápidamente y cerraron la ventana con las cortinas para evitar que esa entidad o los ángeles exterminadores los vieran.
Todos los presentes: ¡Charlie, ¿Qué humanos es esa cosa?!
Charlie: No lo sé, chicos. No tengo ni la más mínima idea. Lo único que sé es que los gritos se dejaron de escuchar por unos minutos, dos minutos para ser exactos. Vaggie y yo decidimos verificar qué estaba sucediendo y de repente vimos que ese cíborg estaba peleando con los ángeles exterminadores. Lo mejor será esperar a que termine el enfrentamiento y salir para averiguar qué es esa cosa. Es la mejor opción que tenemos.
Ante la falta de opciones, todos decidieron abandonar la oficina de Charlie y esperar a que la noche terminara en el vestíbulo. Después de todo, solo faltaba una hora para que concluyera el exterminio.
En las oscuras calles, el pavimento estaba salpicado con la presencia de ángeles exterminadores; algunos yacían inertes, mientras otros se enfrentaban con tenacidad a la imponente entidad metálica. Tres guerreros alados, agotados pero decididos, seguían siendo la última fortaleza entre la esperanza y el abismo. En medio del conflicto, uno de los ángeles exterminadores propuso una estrategia meticulosamente orquestada para enfrentar al implacable ciborg.
Ángel exterminador #160: ¡Oye, debemos atacar al mismo tiempo, solo así podremos vencerlo! “su voz resonando como un juramento épico”
Ángel exterminador #206: ¡Está bien! “con la mirada fija en la oscuridad que se cernía como un telón de tragedia”
Mientras tanto, el último ángel exterminador desplegaba sus habilidades con una destreza que evocaba las sagas de héroes antiguos, desafiando al ciborg en un duelo que trascendía los límites de lo real.
Ángel exterminador 300: ¡¿Crees que podrás con nosotros? Somos ángeles exterminadores, y tú no eres más que un vil pedazo de chatarra oxidada! ”su voz retumbando como un trueno heroico”
???: "Voz mecánica” tú y los tuyos están subestimando mi poder.
La espada y lanza se entrelazaban en un ballet de chispas danzantes, iluminando el campo de batalla como estrellas en la noche eterna. De repente, el ángel exterminador levantó su lanza con la intención de asestar un golpe certero que pusiera fin al ciborg. No obstante, con una agilidad que desafiaba la lógica mecánica, el coloso elevó su espada, cortando el brazo derecho del ángel, cuyo grito resonó como un eco trágico.
Ángel exterminador 300: ¡Aaaaaah!
La respiración mecánica del ciborg, un sonido que retumbaba como el latido de una máquina antigua, resonó en el aire, mientras proclamaba con la seguridad de un dios de la guerra.
???: "Respiración mecánica” te lo dije. Tú y los tuyos subestiman mi poder.
El tercer ángel exterminador reposaba en el suelo, su figura recordando a los héroes caídos de leyendas ancestrales. En ese preciso momento, los dos ángeles que aún permanecían en pie se lanzaron con determinación hacia el autómata, como héroes míticos que desafían a una bestia legendaria.
Con un gesto majestuoso de su mano, el ciborg desafió las leyes de la gravedad, suspendiendo en el aire a los dos ángeles antes de lanzarlos con fuerza contra un muro de concreto. El estruendo resonó como la furia de los titanes, dejando al ángel #206 inconsciente y al otro con alas rotas y pierna fracturada.
El coloso metálico, imperturbable en su avance, se aproximó al ángel exterminador #160, apuntándole con su espada y cuestionándolo con la mirada metálica de un ser superior.
???: “Respiración metálica” ¡¿Dónde estamos?!
Ángel exterminador #160: Es-tas-estás en el infierno do-donde la luz de la es-pe-esperanza se desvanece. “entre jadeos, respondió con la solemnidad de un guerrero caído”
La respiración mecánica del ciborg resonó nuevamente, esta vez en asombro ante la revelación del entorno que lo envolvía.
???: “Respiración metálica” ¡Qué imposible! mis cálculos eran correctos. ¡Este portal me tendría que haber llevado con mi esposa! “Responde con incredulidad”
Ángel exterminador #160: ¿D-de qué estás hablando? ¿Quién e-eres? “responde entre jadeos, confundido y representando la última resistencia ante el invasor mecánico”
Sin mediar más palabras, el ciborg, ahora inmerso en la epopeya de su propia tragedia, hundió su espada en el estómago del ángel exterminador 01 y, con la solemnidad de un dios caído, reveló su identidad.
[Créditos al respectivo autor de la imagen, yo solo la edite]
---------------------------------------------------Finalmente, el primer capítulo ha concluido, mejorado y corregido, tal como prometí! Espero que lo hayan disfrutado. ¡Nos vemos en el próximo capítulo, queridos seguidores! *invoca un humo negro y se desvanece*
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