"El Poder De La Creación. El Poder De La Destrucción. (MLB)" The Date.

-Narrador Omnisciente-

Sábado. La protagonista despertaba al escuchar el llamado de su madre. Observó su celular: 9:00 am.
Unos nudillos tocaron la escotilla que llevaba a su cuarto. Y con pesadez, se levantó de su cómoda cama. Su cabello estaba desarreglado, la pijama revuelta. Al acercarse a abrir, pensó:

«¿Quién podrá ser? Si mis padres no tocan.»

Y ya saben lo que dicen, la curiosidad mató al gato, o en éste caso, la mariquita.

- ¡¿A-ADRIEN?! -Gritó mientras cerraba aquel pasaje en su cara. Al darse cuenta de su error, la abrió rápido.- ¡E-Espera un momento! ¡N-No tardo! -Y la volvió a cerrar.

- ¿Qué sucede, Marinette? -Cuestionó la Kwami al despertarse por el pequeño escándalo.

- ¡Tikki, Adrien vino a verme! ¡Ayúdame a quitar sus fotos! -Susurró exasperada. Corrió a su armario, cambiando su vestimenta con velocidad.

- ¡Enseguida! -Anunció la pequeña. Y como un rayo, las fotografías de el modelo desaparecían a su paso.

- ¡Ocúltalas bajo la almohada! -Ordenó mientras cepillaba su cabello.

-Obediente. Voló bajo el objeto mencionado.- ¡Listo, Marinette! Pero, ¿qué hay de tu computador? ¿Y de el horario? Y-

- De eso me encargó yo. Muchas gracias Tikki, escondete.

Ya lista, y con aquella carmín oculta. Respiró profundo, y abrió la entrada, permitiendo el paso a un rubio inseguro de pasar.

- ¿No me cerrarás eso en la cara, verdad? -Cuestionó divertido.

- ¡N-No! Lo l-lamento tanto. -Se disculpó la azabache sin dejar de inclinarse hacía adelante.

- Basta -Rió.-, se puede saber el por qué de lo anterior.

- B-Bueno, n-no esta-ba presentable, supongo. -Respondió bajando la mirada y jugando con sus dedos.

- Disculpa por llegar así de imprevisto, es qué, hoy no tengo nada y pues, quería invitarte a salir. -Dijo rascándose la nuca.

-- ¡¿C-Cómo un-na c-c-cita?! -Exclamó a desfallecer.

- Sí, "supongo". -Admitió con algo de burla.

- Oye, eso no se vale. -Hizo un puchero.

- Tu empezaste. Bueno, ¿entonces eso es un si?

- No es un si- Digo- Si lo no es- ¡No! ¡Ah! -Se rasco la cabeza con desesperación.- ¿Sí? -Respondió finalmente.

- Genial, y por lo que veo, aún no desayunas, ¿te invito unos croissant?

- Sí, me gustan los hámsteres. -Habló con aquella sonrisa de enamorada. Él rió.

Bajaron a la zona de ventas, Sabine hacía el chequeo semanal en la caja, mientras que Tom horneaba varios pedidos.

- Buen día, cariño -Saludó su madre.-. Veo que Adrien te encontró despierta.

«Claro mamá, para acabarla, estaba para nada bien vestida, le cerré en la cara y mi Kwami tuvo que ordenar mi cuarto que demuestra que soy una jodida stalker suya."

- Sí, mamá. Eh... Adrien me ha invitado unos Croissant. -Respondió simplemente, ahogando sus pensamientos.

- ¡Eso es maravilloso! Es más, será cortesía de la casa. -Exclamó alegre por su hija.

- No es necesario tanta modestia, señora Dupian-Cheng, me gustaría pagar. -Negó el rubio cordialmente.

- Por favor, llámame Sabine, querido. No hay que ser tan formales -Dijo la Cheng.-. Además, no aceptó ese "No" por respuesta, vayan a sentarse, ahora les llevo lo necesario. -Dijo mientras los empujaba a una de las mesas.

- Muchas gracias señora- digo, Sabine. -Agradeció el oji verde nervioso.

- Es un placer. -Regresó para después ir a la cocina, no sin antes haberle guiñado a su hija.

- Y, ¿a dónde te gustaría ir hoy? -Habló el varón observando cada movimiento de ella.

- A donde tu vayas- ¡Digo! Al fin de el mundo- ¡No! ¡A la esquina! -Respondía sin medir sus palabras.

- ¿Pero, no estamos ya en la esquina? -Rió.

- Oh, es cierto. Es un comienzo. -Dijo más tranquila.

- ¡Ya se! -Exclamó con una idea. Asustando a su contraria.- Lo siento, pensaba en pasar a varios lugares, seguido de el zoológico, y después a por unos helados, ¿qué te parece?

- Sí, gracias Adrien. -Le dedicó una sonrisa.

- Aún no agradezcas -Negó con la cabeza.-, no hasta que haya hecho que te diviertas.

Asintió, sin duda era un sueño de el cual no quería despertar. Una bandeja posándose frente a ellos los sacó de su trance.

- Oh, lo siento mucho, arruine el momento -Se disculpó la china-francesa arrepentida.-. Hagan como que no me vieron ¡Soy invisible!

Y así, la azabache salió exageradamente de el salón, dejando a un par de jóvenes extrañados por la actitud de la susodicha.

- Veo que le agradas a mamá. -Habló la fémina, rompiendo el silencio incómodo.

- Sí, eso espero -Regresó su pareja. Tomó uno de los croissant llevándolo a su cavidad bucal.- ¡Son deliciosos!

- Que bueno que te hayan gustado, mis padres cocinan muy bien. -Dijo imitando las acciones de el otro.

(...)

Una vez desayunados, emprendieron su andar a la Torre Eiffel. Aquel rubio, algo tímido, sujetó la mano de la azabache, la cual respondió entrelazando los dedos. Ya llegado a su destino, se detuvieron en El Trocadéro.

- ¿Has venido antes aquí? -Inició la ojos cielo con la primera pregunta que se le vino a la mente.

- No salgo demasiado de casa, normalmente vengo para una sesión de fotos. -Mintió. Por supuesto que ha estado en más de una ocasión. Y la mayoría han sido peleas.

- Éste es mi lugar de inspiración -Soltó. Caminó hasta llegar a las escaleras y sentarse en el primer escalón. Él la miró raro, acto seguido dirigirse a su posición, quedando parado a su lado.-. Me siento justo aquí, y admiro el gran monumento. Nadie sabe esto, no es secreto, pero lo mantengo para mi.

- Entonces -Se sentó a su lado.-, ¿sólo yo se esto?

«Y Tikki

Pensó, sin darse cuenta que lo hizo en voz alta.

- ¿Quién es Tikki?

La mencionada escuchó el gran error de su portadora, se encontraba regañándola mentalmente dentro de el monedero. Mientras que ella se daba una bofetada mental.

- E-Es... ¡él! -Gritó apuntando a un ave a dos escalones bajo ellos.

- ¿Un pichón? -Cuestionó con rareza.

- Sí, se llama Tikki. Y él de allá es Jack. -Apuntó a otro que volaba.

- A veces eres rara -Admitió. Ella se desánimo.- ¡Pero no más que yo!

Comenzó a bailar frente a la chica, tarareando con movimientos extraños. Sin poder aguantar, ella dio una carcajada, suplicaba que parase, pero él insistió y siguió con lo suyo, haciendo varias poses, desde diva, hasta mostrando músculo.
Por la mente de la fémina no pasó desapercibida aquella actitud de el rubio, algo en él le parecía conocido, pero qué.

- ¡Ya basta Adrien! Mejor vallamos a dónde dijimos. -Sugirió empujándolo por los hombros.

- Se que bailo mal, pero no tiene que pensar que escapé de el zoológico por parecer primate, linda. -Rió en un mal chiste. La mencionada rodó los ojos con una risita.

- A dónde te debo llevar es al manicomio, loco. -Atacó.

- Sí, loco de amor, por usted, princesa. -Contraatacó hincándose y tomando su mano.

Que el rubor la invada junto con los nervios y sus típicos desmayos y tartamudeos sería normal. Sin embargo, hay que recordar que estamos hablando de Ladybug.

- Si quieres hacerme sonrojar, ahora se te hará más difícil, joven Agreste. -Rió burlona.

Mientras lo levantaba de el suelo posando su dedo anular debajo de la barbilla de su contrario. Éste la siguió abandonando el piso, engatusado por la nueva Marinette que se le ha presentado ¿Qué pasó con la tímida chica?

- ¿Qué pasa? ¿El gato te comió la lengua?

«Con que esas tenemos, Princess

- No, lamento informarle que se ha metido con la persona equivocada, señorita Dupain-Cheng. -Respondió siguiéndole el juego.

- Eso está por verse.

Aquel rubio volvió a imitar la acción anterior, queriendo pasar frente a la Gran Torre Eiffel. Al darse cuenta de la idea de su novio, paró, al mismo que un miedo indescriptible y varias de sus pesadillas pasaban por su mente.
Aquel incidente, qué creyó superado, resultó un suceso realmente doloroso. Perder a su mejor amigo, a él gato más molesto, quien le coqueteaba intentando llamar su atención, quien se sacrificó más de una vez por ella, ¿y qué hizo por él? Nada. Aún siendo Ladybug, no puede evitar ser Marinette. La chica miedosa que huye de todo.

- ¿Sucede algo? -Indicó despertando a la fémina. Notando como su delicado cuerpo temblaba con violencia.

¿Estaría bien contarle a Adrien lo sucedido? ¿Podría comprenderla?
El Smartphone de el chico interrumpió. Éste lo tomó en manos, un mensaje, su padre lo necesitaba. Frunció el ceño, molesto.

- Lo siento, Marinette. Tengo que irme. -Dijo simplemente. Un pequeño alivió la embriago, ya no tendría que dar explicaciones.

- Descuida, el trabajo de modelo nunca acaba.

- Eso veo -Aceptó desganado.-. Ojalá podamos reunirnos otro día. Te acompaño a tu casa.

- No, no es necesario. Puedes irte si quieres, me quedaré un poco más. Ya sabes -Apuntó al frente.-, mi lugar de inspiración.

Creyendo entender a la ojos cielo, plantó un beso en sus labios, mientras que ésta correspondía abrazándolo por el cuello. La limusina paró frente a ellos, se despidió y subió, avanzando hasta desaparecer de su campo de visión.
Suspiró tratando de calmar los latidos desenfrenados de su músculo cardíaco. Iniciando su andar, se alejó de aquella zona, dejando atrás aquel recuerdo dañino.
Siguió su rumbo, pasando frente a El Louvre, topándose con cierto pelirrojo dibujando el Museo.

- ¡Nathaniel! -Exclamó. Éste dio un pequeño salto de la impresión, dirigiendo su vista a la persona que dijo su nombre.

- H-Hola. -Susurró levantando su mano en un movimiento de saludo.

Ahí estaba su amor platónico, la de cabellos como la noche y ojos cielo, la chica más amable que el mundo pudo haber conocido: Marinette. El que Nathaniel estuviera enamorado de ella no era ningún secreto, gracias a Chloé, sin embargo, aquel hecho fue borrado hace un año. Evillustrador quedó como otro enemigo más vencido. Quedando como unos grandes amigos. Aunque Marinette actuaba así con todo el mundo.

- Que bueno verte, ¿cómo estás? -Preguntó bajando de las nubes a su compañero de clase.

- Bien, Marinette ¿Y tu?

- Bien, gracias ¿Estás ocupado?

- ¡No, para nada! -Respondió enérgicamente.

- ¿Quieres pasear un rato? -Invitó amable. Sueños, ahora la vida de nuestros protagonistas eran fantasías hechas realidad.

-- M-Me enc-cantaría. -Aceptó gustoso, cerrando su libreta para apretarla contra su pecho.


- ¿Qué estabas dibujando? -Comenzó conversación ayudando al tímido chico hablar.

- El Louvre. -Habló mostrando la página ya hecha.

- ¡Te ha quedado increíble! Me gustaría dibujar así de detallado.

- De vez en cuando es complicado, pero con el tiempo te acostumbras. -Comentó tomando confianza.

- ¿Y cómo están las clases?

- No me quejo, lograste cumplir una que otra propuesta de el grupo.

- Sí, ha sido difícil, pero nada que no pueda resolver. -Exclamó con seguridad.

- Mph, Adrien por fin te correspondió. -Dijo repentinamente. Ella rió nerviosa.

- Fue vergonzoso, pero creo que valió la pena, ¿viste la cara de Chloé? -Cuestionó divertida. Una sonrisa apareció en el rostro de su contrario.

- Pagaría por ver la repetición.

Era cierto, si tuviera dinero, daría hasta el último centavo por volver a ver la cara rabiosa de la rubia engreída. No obstante, lo que no divertía, era revivir cuando Adrien pidió a su amor no secreto ser su novia, pero tuvo que controlarse, él no era nada más cercano que un amigo, no tenía el derecho de reclamar ni una de las ligas.

- ..no...incre...sueño hecho realidad, ¡ya puedo morir en paz! -Gritó feliz. Sin darse cuenta de que su acompañante no le prestaba la más mínima atención hasta ahora.

- Me alegro, ojalá y Adrien sepa lo afortunado que es. -Sonrió forzado.

- No es para tanto, Nath -Negó.-, pero gracias por el halago ¿Quieres un helado?

- Vamos. -Apoyó.

Y así, el día de la azabache pasó. Una vez comprados los helados, caminaron hasta llegar al parque frente a su casa. Reían alegremente, sin duda, pasar tiempo con él pelirrojo era divertido cuando éste se dejase llevar.
Tomaron asiento, contándose uno que otro anécdota, hasta que la fémina volteó al frente. Sólo estaba la estatua de Ladybug muy apenas, en ese momento se puso seria, y eso no pasó desapercibido por su acompañante.

- Es grandiosa, ¿no? -Cuestionó. Ella lo vio sin entender.- Ladybug: aún sin su compañero, tiene la valentía de ser fuerte y protegernos.

- Sí, es perfecta. -Respondió volviendo su vista al monumento en su honor.

- ¿Cómo te imaginas a Ladybug detrás de la máscara? -Buena pregunta.

- Una chica valiente, segura de sí misma, bonita, fuerte, la joven perfecta.

- Yo pienso en alguien totalmente diferente. -Agregó sorprendiendo a su acompañante.

- ¿A qué te refieres? -Sonrió nerviosa.

- Sólo... hay que pensar fuera de la realidad -Encogió de hombros.-, todo lo que has dicho de ella, es lo que todos piensan. Estoy seguro de que tiene miedo.

- ¿A qué?

- A revelarse. Normalmente en los cómics, él héroe no se revela para proteger a los de su alrededor. Pero, hay otros que tienen miedo a decepcionar.

- ¿Qué te llevó a esa teoría?

- Sólo veo más allá. Una chica tímida, insegura, y torpe, la cual tiene miedo de decepcionar a todos ¿No tiene sentido? -Dijo.

- La verdad, ahora que lo pienso, sí -Le siguió.-. Y... ¿tú te decepcionarías?

- No, es normal ser así, no tiene nada de malo -Aceptó.- ¿Dime, tu lo harías?

«¿Te decepciona tu misma?»

Una llamada llegó a el celular de la ojos cielo, interrumpiendo su respuesta.

- ¿Si?~ Okey~ Nos vemos.~ -Cortó.

- ¿Tus padres? -Ella asintió.

- Me necesitan en casa para cenar -Se levantó observando el cielo entre anaranjado y amarillo.-. El tiempo pasó rápido.

- Tienes razón -La imitó.-. Lamento el quitarte tiempo.

- No, fue divertido, me diste mucho que pensar. -Sonrió.

- Hasta el lunes. -Se despidió.

- ¡Nos vemos! -Exclamó. Cruzó la calle, llegando a la panadería.

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